Un año después de la Reforma Agraria: Cenicienta luce nuevas galas
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Fueron los vegueros pinareños del poblado de Las Martinas, los primeros en Cuba en recibir la propiedad de sus tierras, de manos de Fidel, el 1ro de marzo de 1959. Era el preámbulo de la primera ley revolucionaria, la de Reforma Agraria, proclamada posteriormente, el 17 de mayo.
Un año y tres días después de aquella proclama desde La Plata, en la Sierra Maestra, el Comandante volvería al territorio más occidental de la Isla, esta vez a la urbe provincial, y allí analizaría los logros alcanzados en Vueltabajo, durante el primer año de Reforma.
Inició su alocución precisando que habían más personas reunidas en esa ocasión, que cuando la entrada de la Caravana de la Libertad a Pinar del Río, el 17 de enero de 1959. ¿El motivo? “Porque la Revolución ha estado sirviendo al pueblo (…) hoy no se está por aquella alegría del triunfo del Primero de Enero; hoy se está por una obra que se está realizando”.
LAS PENAS DEL GUAJIRO, ANTES DE LA REFORMA
Los reunidos allí eran en su mayoría, campesinos, obreros de la ciudad, estudiantes, hombres y mujeres humildes del pueblo. Y como tal les habló Fidel, para que entendieran el significado de aquella Ley que se comenzaba a implementar en los campos de Cuba.
“Durante muchos años, se hablaba del pobre guajiro, y empleaban (los politiqueros y demagogos) esas palabras: “el pobre guajiro”, “el olvidado guajiro”, que lo explotaban con los contratos de aparcería, que no eran dueños de su tierra, o que no tenían tierra donde trabajar, o que no tenían trabajo, o que no tenían escuelas, o que no tenían crédito, o que le cobraban un interés muy alto, o que le cobraban el abono al doble de precio, o que no le pagaban los precios mínimos que marcaba la ley, o que los especuladores controlaban el tabaco, o que los políticos se robaban el fondo de la caja de estabilización, o que las mercancías eran caras y se especulaba con los artículos de primera necesidad, o que se cometían muchos abusos en el campo, o que la guardia rural les daba plan de machete a los obreros y a los campesinos, o que los ministros se robaban el dinero de las escuelas y el dinero de los hospitales, o que el señor fulano de tal se compró una finca de 300 ó 400 caballerías con el dinero que le había robado al pueblo; o que el señor fulano de tal era dueño de la península de Guanahacabibes; o mengano, dueño de la mitad de la cordillera de la Sierra de los Órganos; o que el contrabando entraba por La Coloma, o entraba por La Esperanza, o entraba por Mariel, o entraba por Cabañas; o que el bolitero tal se había hecho rico, que había tantos botelleros”.
Mientras Fidel discursaba, el pueblo asentaba con la cabeza y aplaudía repetidamente, porque aquellas realidades descritas, la habían vivido muchos de los allí presentes. El hecho de que hasta el triunfo de los rebeldes, el guajiro o el obrero no contaban para los gobiernos de turno, a no ser, para explotarlos.
“Aquí un guajiro sudoroso con sombrero de yarey, o un trabajador con su camisa de trabajo, no contaban para nada; ante él no se inclinaba nadie, ante él no guardaba consideración nadie. Contaban aquellos que iban una vez a la semana; y si saludaban al que trabajaba en sus fincas, lo hacían como quien prodigaba un favor, como a quien había que agradecerle si algún día se dignaba tocar con sus finas manos las manos encalladas de los trabajadores de sus fincas. Ese venía y recogía; el otro vivía allí, lo hacía todo y no recogía nada.
Pero si de aquellas ganancias pagaban algunos impuestos, que se suponía que eran para escuelas o para hospitales, aquello se quedaba en manos de los políticos o de los militares. ¿Y qué le tocaba al pueblo? (…) ¿Cuántos hijos de campesinos y de obreros fueron a las universidades? ¿Cuántos hijos de campesinos y obreros tenían un médico al alcance de su mano? ¿Y qué tenía que hacer aquel campesino, o aquel trabajador, cuando un hijo se le enfermaba? ¿Qué tenía que hacer, si no vender hasta las gallinas de la casa? ¿Qué tenía que hacer el obrero, si no ir a parar en manos del garrotero, e hipotecar su sueldo a un ciento por ciento de interés?
Si era un cosechero de tabaco y le prestaban dinero, le cobraban el 7%, o el 8%, o el 10%, o el 15%, o el 20%; además, le vendían el abono, y le daban abono con tierra; además le compraban el tabaco por debajo del precio que marcaba la ley; además, le pesaban mal el tabaco; y además, le quitaban la tercera parte del tabaco. Pero además, le vendían las mercancías caras; además, lo sometían al miedo y al terror; además, lo amenazaban, y ya sabían los campesinos lo que les esperaba si trataban de organizarse para reclamar algún derecho; ya sabían los campesinos lo que les tocaba si protestaban contra todo aquello.
NUNCA MÁS CENICIENTA, LOS GUAJIROS YA CUENTAN
En su intervención, el líder de los barbudos les aseguraba que ellos ya contaban; que ya no tenían que avergonzarme por ir con la ropa sudada y su sombrero de yarey, por las calles de las ciudades, porque no era vergüenza ser guajiro u obrero, sino una honra. Insistía: “Hoy es el primer ciudadano de la república, hoy es el ciudadano más querido y más respetado de la república, el guajiro, el obrero, el estudiante”.
Momento épico aquel para los pinareños, cuando les prometió que nunca más serían Cenicienta.
“ (…) y esos valles —esos valles hermosos de esta provincia, que fue la Cenicienta, pero que ya no es ni será nunca más la Cenicienta de Cuba—, esos valles no serán solo valles hermosos, no serán solo hermosos por el paisaje; serán hermosos por la felicidad que allí reinará”.
Entonces comenzó el análisis de los avances acontecidos en el territorio occidental durante el primer año de Reforma Agraria.
“Basta comparar el valor total de la cosecha de tabaco del año pasado y el valor total de la cosecha de tabaco este año. El valor en bruto del tabaco en el campo fue desde 1958 a 1959, de 23 368 892 pesos, y el valor total de este año es de 41 377 600 pesos. Es decir que, según estimados conservadores, el valor total del tabaco en esta provincia casi duplica el valor de ese mismo producto.
Los préstamos concedidos a 18 000 campesinos han sido de 17 millones de pesos; las casas de tabaco construidas pasan de 500; reconstruidas, más de 1 000; 30 000 toneladas de abono puro; y el valor —valor que nunca se pagó en años anteriores, valor que nunca se pagó el que marcaba la ley, que nunca se pagó por lo que realmente pesaba, y que por primera vez se obliga a pagar el año pasado— ha sido este año mayor gracias al esfuerzo del Gobierno Revolucionario.
Es decir que además de los créditos, de los equipos, de las rentas que ya no hay que pagar, de las mejoras en los precios de los abonos y de las semillas, se ha elevado todo lo que ha estado al alcance de nuestras manos, después de analizar todas las posibilidades, en más de un 20% el precio del tabaco.
Pero no ha sido solamente el tabaco. En la zona de San Cristóbal, por ejemplo, han trabajado más de 5 000 personas en las cooperativas que se han estado organizando, en la zona de Mantua se están sembrando 30 millones de eucaliptos. Y ustedes saben que las tierras situadas al norte y al sur de la cordillera de la Sierra de los Órganos fueron en otros tiempos ricos pinares de donde se extrajeron cantidades fabulosas de madera, y que hoy han desaparecido, que esa riqueza tenemos que restaurarla para que dentro de 10, 12 ó 15 años, esta provincia sea una de las provincias más ricas en madera de las que puedan vivir miles y miles de pinareños.
Y se están desarrollando las siembras de papa, de maní, de cebolla; se están haciendo numerosos criaderos de cerdos de raza para la producción de artículos que estábamos importando; se están cosechando grandes extensiones de arroz, se están estableciendo grandes centros ganaderos, y además se están construyendo pueblos, como ese pueblo de los “Hermanos Saíz”, como ese pueblo de la cooperativa El Rosario, como ese pueblo de San Vicente. Y así son los pueblos que vamos a construir en toda la provincia.
Con los recursos de los primeros años, con lo que ganamos los primeros años, porque tenemos que librar la batalla contra la miseria, no podemos descansar hasta que con nuestro esfuerzo hayamos ya borrado de nuestros campos hasta el último bohío, hasta que cada campesino y cada obrero, y cada familia del pueblo no tenga una casa, como esas casas que hay en cualquiera de las cooperativas, no podemos descansar y no podemos descansar en nuestra tarea de hacer escuelas.
Así que los visitantes que llegan a esta provincia —provincia que está siendo visitada más que nunca antes, porque son miles y miles de personas las que se mueven todas las semanas, y va en aumento el número de personas que vienen a Viñales, o van a Soroa, o van a Cabañas, o van a cualquiera de los tantos pueblos, como San Diego, como la antigua Hacienda Cortina y otros centros turísticos, o como las playas —esos visitantes ya no encuentran aquí cuarteles; encuentran escuelas.
Y seguiremos por ese camino, y seguiremos por ese sendero de educar y preparar al pueblo; seguiremos cumpliendo esa obra, porque esa era la obra que el pueblo quería, eso era lo que el pueblo quería, y la Revolución está haciendo lo que el pueblo quería”.
Esa ha sido la obra de un año. Por eso este año había aquí hoy más pueblo que la primera vez, porque aquella alegría, la alegría del triunfo, era una alegría que podía pasar, porque esas emociones van pasando; en cambio, hay una emoción que no pasa nunca, hay una alegría y un sentimiento que no pasa nunca, es el sentimiento de progreso de los pueblos, es el afán creador de los pueblos, es la obra que los pueblos desarrollan, y que ese sentimiento no pasa nunca, y ese es el sentimiento de hoy y será el sentimiento de mañana.
Eso es lo que estamos haciendo, eso es lo que quiere decir patria. Patria es lo que estamos haciendo, y patria se hace con honradez, patria se hace con trabajo, patria se hace con sacrificio, patria se hace con dignidad. ¡Y nosotros estamos haciendo patria!”
Con información del discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz en la provincia de Pinar del Río, el 20 de mayo de 1960.