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El hombre es y será más fuerte que la propia muerte

Date: 

03/03/2003

Source: 

Granma
Desgraciadamente lo ocurrido aquí no sirvió de lección al mundo, por el contrario se construyen decenas y decenas de miles de bombas de todos los tamaños y de un enorme poder explosivo. Todavía la especie humana no ha demostrado capacidad de autopreservación, expresó nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro al agradecer al Gobernador y al Alcalde de Hiroshima, Yuzan Fujita y Tadatoshi Akiba, respectivamente, la hospitalidad y la invitación a visitar esta ciudad, adonde llegó este lunes a las 10 y 20 hora local procedente de Tokio.

Emotivas fueron las palabras de Fidel al evocar aquellos días tras la explosión nuclear contra Hiroshima por parte del Gobierno de los Estados Unidos.

"Daba la casualidad, dijo, que en un mes como ese, yo había nacido, el 13 de agosto. De modo que la destrucción de esta ciudad se produjo siete días antes de mi cumpleaños en aquel 1945."

Reflexionó acerca de que entonces "ninguno de nosotros conocía el mundo como lo conocemos hoy, ni teníamos las nociones de política que hoy tenemos".

Durante sus palabras el líder cubano recordó los peligros que acechaban a Cuba durante la Crisis de Octubre. "Habían transcurrido entonces 17 años desde que esta ciudad fue bombardeada, en cierto momento de aquellos días teníamos la impresión de que íbamos a desaparecer".

En ese sentido al referirse a la actitud valiente y patriótica de los cubanos, Fidel dijo: "El hombre es y será siempre más fuerte que la propia muerte".

Es por ello, enfatizó, que resulta tan importante seguir levantando el recuerdo de lo que aquí pasó y de que decenas de millones de personas visiten este lugar.
Para finalizar la cena en su honor, en el hotel Rigla Royal Hiroshima, el alcalde de esa ciudad, Tadatoshi Akiba, agradeció al Presidente cubano su presencia y expresó sintéticamente que Japón y Cuba son dos naciones vecinas que solo las separa un país: Estados Unidos.

Callada y solemnemente, nuestro Comandante en Jefe colocó en horas de la tarde una ofrenda floral en memoria de las víctimas del holocausto nuclear, ocurrido el 6 de agosto de 1945, cuando el Gobierno de Harry Truman decidió con la acción, iniciar la era nuclear, y con posterioridad recorrió el monumento funerario, en el mismo lugar.

En el Parque de la Paz, construido en el lugar donde más devastación provocó la explosión atómica, los japoneses levantaron un cenotafio de mármol negro; en él están inscritos, a pincel, los nombres de las víctimas y allí arde una llama eterna.

El Parque de la Paz, es un área de más de 500 metros de extensión y unos 200 de ancho. En ese escenario todo recuerda el fatídico día pero en particular el Museo Conmemorativo, donde, guardados en frascos y preservados con quimicales, una puede ver lo único que quedó de muchos de aquellos habitantes de Hiroshima: el pellejo.

En una maqueta, la Hiroshima anterior al 6 de agosto puede observarse y también, tristemente, en qué quedó convertida luego de ser presa de las llamas como consecuencia de los más de 6 000 grados centígrados de temperatura exhalada desde el epicentro del hongo atómico que se afirma se elevó hasta 6 000 metros en el aire.

El 60 por ciento de la ciudad quedó totalmente destruido. Setenta mil japoneses murieron al instante y a 140 000 ascendió la cifra en diciembre de aquel año. También allí, en el llamado Museo de la Bomba Atómica, se conserva uno de los más dramáticos rastros del engendro nuclear: los peldaños de entrada a un banco, sobre los cuales una sombra negra es el único testigo de lo que fue un ser humano.

Fidel estuvo en Hiroshima. Su compromiso con la paz lo trajo hasta aquí. Antes de marcharse escribió en el Libro de Visitantes: "Que jamás vuelva a ocurrir semejante barbarie".