Cuba: el internacionalismo y la vacuna contra la Covid-19
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Hace 41 años Cuba acogía la VI Cumbre de Países No Alineados (Noal) y para entonces sus colaboradores prestaban servicios en 28 países de ese Movimiento, práctica hoy multiplicada frente a la Covid-19.
En el discurso inaugural de aquella reunión, el presidente Fidel Castro subrayó que su país brindada la 'solidaridad con hechos, no con bellas palabras'. Técnicos cubanos trabajan actualmente en 28 países integrantes del Movimiento, expresó para la fecha el mandatario caribeño.
'En la inmensa mayoría de ellos, considerando sus limitaciones económicas, esa colaboración se lleva a cabo gratuitamente, a pesar de nuestras propias dificultades', abundó.
Según dijo ante los gobernantes del Movimiento, en aquel momento Cuba tenía prestando servicios en el exterior al doble del número de médicos desplegados para la fecha por la Organización Mundial de la Salud.
Veintiséis años después el líder histórico de la Revolución Cubana creó el Contingente médico Henry Reeve, especializado en la atención a graves epidemias y desastres naturales.
Ocurrió en los días posteriores al paso del huracán Katrina, cuando el jefe de Estado cubano ofreció a Estados Unidos el concurso de un contingente médico para atender a los miles de damnificados del meteoro, sobre todo en Nueva Orléans.
La oferta de Cuba fue rechazada por Washington, pero allí nació el Contingente Henry Reeve, al que una lista creciente de personalidades, activistas y organizaciones de diversas partes del planeta proponen por estos días para el premio Nobel de la Paz 2021.
Desde 2005 a la fecha sus integrantes salvaron miles de vidas en naciones azotadas por huracanes, terremotos, tsunamis y otras calamidades.
Guatemala, México, Haití, Chile, Pakistán (se estrenó en el Noal en la cumbre de La Habana) y Sri Lanka, entre otros países, recibieron a los galenos cubanos cuando más lo necesitaron.
También los del contingente sanitario combatieron el Ébola en África Occidental y hoy están desplegados (o cumplieron misiones) en unos 40 países y territorios para enfrentar la pandemia que mantiene en vilo a la humanidad.
Solo por mencionar la contribución cubana frente a la Covid-19 en Latinoamérica y el Caribe, baste mencionar que los del Henry Reeve atendieron solicitudes de los gobiernos de Granada, Barbados, Dominica, Venezuela, México y Santa Lucía.
También de San Vicente y las Granadinas, Honduras, Antigua y Barbuda, Haití, Surinam,Jamaica, Nicaragua, Venezuela y San Cristóbal y Nevis.
Lo mismo ocurrió en Martinica, bajo soberanía de Francia; y en Montserrat, Turcos y Caicos, Islas Vírgenes y Anguila, territorios británicos de ultramar. Desde esas naciones y territorios observan con esperanzas el avance de los ensayos clínicos del proyecto de vacuna cubano contra la enfermedad, la Soberana 01.
Sobre todo cuando ya comenzaron las compras anticipadas y a gran escala a las grandes farmacéuticas de otras vacunas en procesos de certificación por parte de países del llamado Primer Mundo.
Cuando en septiembre de 1979 La Habana acogía a la VI Cumbre del Noal, la mayor de las Antillas era reconocida ya por su cooperación médica y su aporte internacionalista a otros pueblos del mundo.
Entonces resultaba difícil avizorar que, ante una pandemia como la actual, la pequeña isla del Caribe tuviera la capacidad de enviar decenas de brigadas médicas a sitios tan diferentes como Puerto Príncipe, en Haití; Turín y Crema en Italia, o Bakú, Azerbaiyán, país puente entre Europa y Asia que hoy ostenta la presidencia del Movimiento de Países No Alineados.
Y sobre todo, en 1979, impensable que Cuba pudiera soñar con ser de los primeros países del planeta en crear una vacuna propia contra la Covid-19, inmunizar a su población y ayudar a otros pueblos.