Fidel hace 60 años: “¿Quedará algún rincón sin maestro?“
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Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz en el Acto de Graduación de los Maestros Voluntarios a su regreso de la Sierra Maestra, celebrado en el Teatro Auditorium, La Habana, el 29 de agosto de 1960.
Compañeros maestros:
Hoy seguramente que es un día de mucha alegría para ustedes. También lo es para nosotros, y lo es de esperanza para un número incalculable de niños que, posiblemente, estén también atentos a este acto de hoy. Esa alegría es el resultado del esfuerzo; es como un fruto que se recoge.
Y así, cuando cualquier momento de emoción o de alegría se debe a que ha sido precedido por un esfuerzo, es cuando verdaderamente podemos sentirnos felices. Este es un acto más de la Revolución; como todos los actos de la Revolución, lleno de un significado y de una promesa, y como todos los actos de la Revolución, prueban que cuando se siembra hay derecho a recoger el fruto.
¿Son todas las obras de la Revolución como esta? No. Hay obras de la Revolución cuyos frutos tardan en verse. A veces pasan años, pero cuando se compara el tiempo relativamente breve en que surgió la necesidad de movilizarlos a ustedes, los meses recientes en que se hizo el llamamiento a nuestra juventud para llenar una gran necesidad nacional, hay que convenir en que esta ha sido una de las iniciativas de la Revolución en que mejores frutos y más rápidos frutos se han cosechado.
Fue, en ocasión de un recorrido por la Sierra Maestra, cuando nosotros nos dimos cuenta de que había una gran laguna todavía en nuestros planes de educación. Habíamos hecho ya algunas cosas; se estaba llevando adelante un plan de creación de escuelas; se habían creado cerca de 10 000 escuelas o se estaban creando; se habían convertido ya en centros escolares varias fortalezas; se estaba construyendo el Centro Escolar “Camilo Cienfuegos”, y ya se estaba trabajando también en Ciudad Libertad, para convertirla en uno de los más grandes centros también de América, así como albergue para estudiantes universitarios de familias humildes, y también instalar allí, en donde estaba el Estado Mayor del antiguo ejército, el Ministerio de Educación.
Tengo entendido que hoy, precisamente, se está mudando el Ministerio de Educación de su antiguo edificio para el edificio del Estado Mayor de la que fuera antiguamente un nombre de triste recordación, y después de conquistada aquella fortaleza, Ciudad Libertad.
Sin embargo, nosotros no nos habíamos dado cuenta cabal del hecho de que a pesar de todo aquel tremendo esfuerzo, de que a pesar de que se iban a crear en un año dos veces más escuelas de las que se habían creado durante 50 años, lo cierto era que una parte muy considerable de nuestra población, la más apartada de nuestras ciudades, la que carecía, precisamente, de comunicaciones y de otros servicios de la nación, la que llevaba la vida más dura, como es la vida de las montañas, seguía sin escuelas.
En un principio, conociendo las dificultades de las comunicaciones y las irregularidades del terreno, habíamos concebido la idea de que el problema podía resolverse con las ciudades escolares, que era otro proyecto de la Revolución.
Pronto nos dimos cuenta de que la población infantil en las zonas montañosas era extraordinariamente grande, y de que era virtualmente imposible recoger a todos aquellos niños, aparte de que la idea de las ciudades escolares no había surgido con ese fin, sino con el fin de llevar allí no a todos los muchachos de una región, sino a grupos seleccionados de muchachos por su vocación y su capacidad.
Por eso, nos vimos ante el problema de que las montañas seguían sin maestros y, por supuesto, sin escuelas; y, además, que era difícil encontrar maestros para las montañas. No quiere decir esto que nuestros maestros no tengan espíritu de sacrificio.
Hay una prueba grande de que los maestros cubanos tienen espíritu de sacrificio, y fue aquella prueba formidable que dieron cuando al plantearles nosotros que solamente había créditos para 5 000 nuevas aulas, si ellos estaban dispuestos a aceptar que en vez de 5 000 maestros trabajando, trabajasen 10 000 maestros con los mismos créditos, y que, a cambio de ello, se establecería una escala por año, en virtud de la cual, en los años venideros, recibirían con creces una compensación por los sacrificios que hicieran ahora, cuando los recursos del país eran escasos. Y los maestros aceptaron.
¿Cómo pudiera esperarse que de la Sierra Maestra surgiesen maestros?
¿Por qué, sin embargo, no había maestros para las montañas? Tiene una explicación muy lógica. Las escuelas normales estaban radicadas en las ciudades. Podían ir a las escuelas normales para maestros los jóvenes de las ciudades y, por excepción, podían ir también algunos jóvenes del campo; pero como para vivir en la ciudad había que hacer un gasto determinado, las familias más pobres del campo, los jóvenes más humildes del campo, que ni siquiera tenían, en la mayor parte de los casos, maestros ni escuelas, muy difícilmente podían ir a una escuela para maestros.
Así, ¿cómo podía esperarse que de la Sierra Maestra surgieran maestros, a pesar de llamarse la Sierra Maestra? Era virtualmente imposible. No había ni para enseñar las primeras letras. Había algunos maestros en las estribaciones de la Sierra; no había maestros en el corazón de la Sierra.
¿Quién podía tener, en aquellas montañas, la oportunidad de ir a adquirir una preparación para luego enseñar en aquellas mismas montañas? Era imposible. Y así, los maestros eran de las ciudades fundamentalmente; y hay que tener en cuenta el joven que no sabe otra cosa que de la ciudad. Incluso, gran parte eran muchachas. Hay que tener en cuenta lo difícil que resultaba adaptar una mentalidad que ha crecido en la ciudad y que se ha habituado a la ciudad, a la vida de las montañas.
Por eso, por una explicación muy lógica, resultaba difícil encontrar maestros para las montañas. El Ministerio de Educación pensó en resolver el problema por distintas vías. Y, efectivamente, se había llamado a algunos bachilleres o a algunos jóvenes de cierta preparación intelectual, para ocupar las plazas vacías.
Pero eso no era suficiente; no era difícil encontrar personas dispuestas a ir al campo, sin embargo, era difícil que cuando esas personas llevasen un tiempo en el campo, sin saber, en el momento en que se presentaban para prestar sus servicios, qué era el campo, resultaba difícil, repito, que permaneciesen en el campo. Una cosa es la imaginación y otra cosa es la realidad. Y la vida enseña que, como decía La Biblia, “muchos son los llamados y pocos los escogidos”.
Y así resulta, así resultaba en la guerra. Muchas personas se presentaban como voluntarios, y nosotros recordamos los primeros días. Venían de los pueblos cercanos, hacían número; no era muy conveniente eso para los pocos rebeldes que estábamos armados, porque tampoco había recursos ni alimentos, y grupos de hombres desarmados constituían un problema. Siempre les hablábamos cuando llegaban a las montañas, y siempre les decíamos: “De ustedes se van a ir la mitad, el 90%, y puede ser que hasta todos.”
Siempre, sin embargo, respondían de la misma manera: que ellos nunca, que ellos jamás, que primero muertos, y que los dejaran permanecer. Los hechos posteriores demostraban, sin embargo, que la imaginación los había engañado, y que la realidad era superior a su entusiasmo.
Y así, se marchaban a veces, 9 de cada 10 que se presentaban, y en algunas ocasiones se marchaban 11 de cada 10, porque embullaban a algunos de los que estaban. Esa historia la vimos repetirse muchas veces. Claro está también que en la reacción del ser humano, influyen muchas circunstancias, entre otras, no había experiencia, predominaban una serie de mitos, y en realidad existía en una gran parte de nuestro pueblo, un cierto complejo de impotencia frente a la fuerza de la tiranía, y frente a los recursos del régimen.
Naturalmente que una colectividad, puede, en un momento dado, dar un número mucho mayor de soldados que en otra oportunidad; puede dar un número mayor de héroes y de personas sacrificadas que en otro momento, porque el espíritu y la conciencia de la colectividad crece, y así, nosotros no tenemos la menor duda de que si la historia pudiera repetirse, el pueblo de hoy habría dado soldados en una proporción mucho mayor que entonces, porque hay hoy una conciencia y una experiencia nacional, y por eso, nuestro pueblo hoy puede dar de sí, mucho más de lo que daba antes.
Pero nunca dejará de ser cierto que entre la imaginación y la realidad hay un trecho. Por eso nosotros quisimos poner a prueba a los que se ofreciesen para maestros. Nosotros no excluíamos a nadie, explicamos bien las condiciones. Hicimos el llamamiento y en realidad acudió un número asombroso de jóvenes, pues tenemos entendido que cerca de 5 000 jóvenes se ofrecieron para pasar las pruebas.
Ustedes constituyeron el primer grupo. ¿Resistieron todos? No. Ustedes saben que todos no resistieron. Quién sabe cuántas historias tendrán ustedes, y comentarán entre ustedes, de la experiencia de los primeros días; cuántas anécdotas, y el recuerdo de cuantos fallaron, porque siempre hay una parte que falla, y hay una parte que resiste. Tan segura es una cosa como la otra. Al fin y al cabo, una parte considerable resistió, y eso es lo que nos da confianza en el grupo de maestros que se ha formado.
Además, la naturaleza colaboró con nosotros. No digo que con ustedes sino con nosotros. Colaboró con nosotros y con los campesinos que necesitaban maestros. Y así, los días en que ustedes llegaron a la Sierra Maestra, coincidieron con una de las temporadas de lluvia más grandes que hemos tenido en los últimos años. Y sabemos que hubo de todo: mucho trabajo, mucha humedad, muchas dificultades, poca comida, poca comida y algún frío. Siempre hace frío por allá por las montañas. No en balde, a aquel campamento donde están los soldados rebeldes, le pusieron los campesinos las Minas del Frío.
Y eso sirvió para que la prueba fuese una buena prueba. Y eso sirvió para que ustedes se sientan ahora más satisfechos. Siempre pasa lo mismo: después que el esfuerzo ha transcurrido, entonces viene la satisfacción, y a mayor esfuerzo, mayor satisfacción.
A mayor esfuerzo, mayor satisfacción
Nosotros hemos visto que ustedes andaban muy orgullosos por La Habana, y hemos visto también que los fueron a recibir muchas personas y que han recibido muchas consideraciones por parte del pueblo. De esa satisfacción no han podido disfrutar los que no resistieron. ¡Los que no resisten no reciben honores! ¡Los que no resisten no reciben satisfacciones! ¡Los que cumplen con el deber, solamente esos, pueden tener idea de lo valioso que es, y lo profunda que es la satisfacción de cumplir el deber! Y ese es, al fin y al cabo, el mejor premio; ese premio que no se compra en ningún establecimiento. ¡Con dinero no se compra, por supuesto! Esa alegría que solo se adquiere con un precio: el esfuerzo, el sacrificio, y que solo alcanzan y solo conocen los que son capaces de pagar ese precio.
Lo que con respecto a ustedes se diga aquí, puede muy bien aplicarse a todos los demás sectores de nuestro país; se le puede aplicar al soldado, se le puede aplicar al miliciano, se le puede aplicar al brigadista juvenil, y se le puede aplicar a cualquier patriota, ya que solo en instantes como estos, que son verdaderamente grandiosos para un país, que son verdaderamente extraordinarios y que se producen muy pocas veces en largas etapas de la vida de las naciones, se puede comprender el significado de estas palabras: sacrificio, esfuerzo, satisfacción del deber cumplido.
Y ustedes son como un ejemplo para los demás, un ejemplo muy visible; gracias al espíritu que los llevó a la Sierra Maestra, al espíritu que los mantuvo y los hizo resistir, hoy la nación cuenta con un cuadro más de maestros, y decenas de miles de niños recibirán lo que de otra manera no habrían podido recibir.
Y nosotros, que también tenemos nuestros deberes y nuestro trabajo, pues sentimos también esa alegría de ver que el plan marcha, y de ver, que todo lo que se intente en nuestro país, todo lo que se haga por el bien del país, y que todo lo que se emprenda en nuestra patria revolucionaria, tiene éxito.
Comprenden ustedes nuestro sentimiento, al pasar hace algunos meses por aquellos mismos sitios, donde siempre colaboraron tanto con la Revolución los campesinos, donde pudimos comprender lo que era el alma del campesino, las necesidades del campesino, la pureza del campesino, y aquel semillero de inteligencias vírgenes, llamadas a perderse si no venía la mano que supiera modelarlas, si no venía el maestro que hiciera de esas inteligencias, inteligencias útiles a su país; que hiciera de aquellas inteligencias, inteligencias abiertas a la luz de la cultura y a la luz del progreso —comprendan los deseos de todos nosotros de que algún día aquella cosa tan injusta y tan absurda, pues tuviera remedio en nuestro país—; ir después de casi un año del triunfo de la Revolución y ver que en aquellos rincones no había maestros. Y por la satisfacción de ustedes, podrán medir también la satisfacción de nosotros.
La de ustedes, cuando estén allí enseñando; la del Gobierno Revolucionario y la de todo el pueblo, al saber que se ha logrado una gran meta: la meta de que hasta en el último rincón de las montañas de Cuba haya un maestro.
Y un rincón de las montañas es un rincón, es un sitio donde a veces no se puede llegar ni a lomo de mulos, es un sitio donde viven los campesinos esparcidos, donde no hay médicos muchas veces —ahora por lo menos en algún lugar próximo se encontrará algún médico—, donde no hay agua corriente, no hay luz eléctrica, no hay cines, no hay parques, no hay avenidas, no hay restaurantes, no hay bibliotecas, ni teatros, en fin, donde no hay nada más que campesinos nobles trabajando y, sin embargo, hay algo, algo que cuando se comprende tiene también su atractivo extraordinario, su atractivo grande: en primer lugar, el ser humano que allí vive, de una nobleza increíble, de una bondad natural extraordinaria, de una hospitalidad sincera y franca, superior a lo que hayamos podido ver; en segundo lugar, la naturaleza.
Todo es cuestión de acostumbrarse, pero quien haya sabido disfrutar también los atractivos de la naturaleza, es posible que prefiriera esa naturaleza a la propia ciudad, con todas sus ventajas.
Nosotros, por nuestra parte, tenemos la seguridad de que ustedes llegarán a querer las montañas, es posible que ya las quieran. Quiero decir que cada día, ustedes llegarán a querer más las montañas, cada día más y en la misma medida en que cada día más las montañas los quieran a ustedes. ¡Sí! Porque cada niño que ustedes enseñen, cada persona analfabeta que ustedes eduquen, será un sentimiento de gratitud que les envolverá a ustedes; mientras más trabajen, mientras más enseñen más los querrán y con seguridad que a nadie van a querer más que al maestro.
¿Quedará algún rincón sin maestro?
Nosotros tenemos derecho a saber qué es lo que más piden los campesinos; los campesinos necesitan muchas cosas, pero es invariable el hecho de que lo primero que piden es el maestro. Prefieren el maestro a cualquier otro servicio de la Revolución; después que tengan al maestro optarán entre otras necesidades, pero lo que más solicitan son los maestros y esa es la gran alegría que ustedes llevarán a las montañas; posiblemente, la alegría que no han visto ustedes en otros sitios; la llegada del maestro a cada uno de esos rincones será recibida con verdadero júbilo por los campesinos.
Deben saber cómo han de llegar. No van a encontrar allí escuelas hechas; nosotros sabemos de muchos casos en que los campesinos por su cuenta organizaron un local para cuando llegara el maestro y tienen allí su local. Era triste en verdad conocer cómo hasta esos locales que ellos habían hecho se habían quedado esperando al maestro. Y ahora no será así.
Ya para los primeros días de septiembre, es decir, dentro de muy breves días, ustedes llegarán a sus respectivas zonas, a sus respectivos rincones. Y los campesinos de la Sierra Maestra, de la Sierra Cristal, de las montañas de Baracoa y del Escambray, los tendrán a ustedes muy pronto en aquellos sitios.
¿Quedará algún rincón sin maestro? Es posible que quede algún rincón sin maestro, pero no quedará durante muchos días, porque si no alcanzan los maestros, mandaremos más maestros.
El objetivo es que no quede un solo rincón de las montañas sin maestro y que el día que haya un sitio perdido donde nadie había indicado el envío de un maestro, todos nos asombremos, y el deber de ustedes será ese: indagar si quedó algún rincón de las montañas donde por equivocación las comisiones encargadas de escoger los sitios, se les haya pasado cualquier punto de las montañas.
Ustedes saben cómo están situadas las casas en las montañas, no están agrupadas, todos los niños tendrán que caminar algo, eso no es malo, eso es bueno; pero ustedes saben algo más, ustedes saben que allí hasta los muchachos de seis años caminaban más que ustedes por las montañas; a pesar de que ustedes hayan escalado varias veces el Pico Turquino y lo tendrán que seguir escalando una vez por lo menos todos los años.
A los sitios donde ustedes van no hay escuelas hechas, las escuelas tardarán más, pero por lo pronto estará lo más importante: el maestro; lo primero, el maestro. Una vez allí ya el maestro, no vayan ustedes a esperar que lleguen los lápices ni los libros, ¡no!, ustedes tienen que ponerse a enseñar enseguida.
Posiblemente haya algunas dificultades en el envío del material. Calculen que hay que ir estudiando todas las vías para suministrar el material en las montañas. No se pongan a esperar el libro o el lápiz, o la libreta, para empezar a dar clases, reúnan enseguida los muchachos y empiécenles a dar las primeras clases, mientras llega el libro y el material.
El maestro que no les diera clases a los muchachos porque no tuviera material, no sería un buen maestro. Hay siempre muchas cosas que enseñar, sobre todo a esas mentalidades infantiles que están sedientas de curiosidad; más aún que las de las ciudades, porque los de la ciudad adquieren muchos conocimientos por el ambiente que los rodea y no así en el campo. Pero, ninguna inteligencia mejor que la inteligencia de los niños campesinos para que la educación dé los mejores frutos.
Así que esos niños, sedientos de conocimiento, deseosos de conocer cualquier cosa, de que les expliquen todo, ustedes empezarán a explicarles. Después irán los libros, lo antes posible y el material, tendrán que reunir a los campesinos y decirles que les preparen una casita para escuela; será de guano la primera escuela de muchos de ustedes, que la construyan bien, aunque rústica, pueden escoger madera de los montes y construirlas bien, bien situadas y ventiladas y también que hagan los bancos; no se pongan a esperar que les manden los bancos y los pupitres del Ministerio de Educación.
Ustedes tienen que preparar el local inmediatamente; tienen que utilizar todos los recursos de la imaginación para resolver los problemas, y allí tienen la oportunidad de ensayar los nuevos métodos que les han enseñado, porque ustedes van a enseñar allí de una manera distinta, van a enseñar a pensar, van a desterrar todo lo que sea mecánico en la inteligencia para dar lugar a todo lo que sea desarrollo de la inteligencia y creación de la inteligencia.
Allí ustedes pueden establecer las mesitas, recordarse además de todas sus experiencias de cuando eran muchachos, sobre todo recordarse de cuando no atendían un solo minuto en la clase, y por qué no atendían, y cómo hay que despertar en los niños el interés; y que a los niños hay que ganarlos , y que se les puede ir ganando. Recordarse de todas las cosas que de muchachos hemos tenido que pasar todos; los errores que se cometieron con nosotros, para no cometerlos con los niños.
Así tienen ustedes que empezar. ¿Su familia? La familia va a estar lejos. ¿La casa? Nadie sabe dónde va a parar los primeros días. Una hamaca y un nylon en el peor de los casos.
Siempre habrá alguna familia que les brinde la casa, y les ayude a preparar los alimentos. Siempre habrá quienes los ayuden a ustedes; después vendrán las escuelas, cuando haya acceso, y cuando podamos llevar los materiales o resolver los problemas que nos plantee la construcción.
De la misma manera que han llegado los maestros, tenemos esperanzas de que lleguen también las escuelas; y también algún sitio donde vivir el maestro, o donde pueda ir la familia del maestro o de la maestra. Cuando digo maestro, estoy comprendiéndolos a todos.
En el último rincón de las montañas de Cuba hay un maestro
Todo irá llegando. Lo importante es establecer el sitio y crear la escuela. La escuela no es, por supuesto, el edificio; la escuela es esa comunión entre el maestro y los niños de cada lugar.
Las clases se pueden dar a veces hasta debajo de un árbol y, sinceramente, si a mí, por ejemplo, me pusieran otra vez, me dieran la oportunidad de ir a la escuela, me gustarían más las clases en el campo, que las clases allí en el pupitre. A los muchachos les gusta caminar, les gusta pasear, les gusta investigar, y ustedes deben despertar o estimular todas esas inclinaciones del niño.
Trataremos de hacer todo lo posible para que esa institución pobre al principio, vaya desarrollándose y llegue a constituir no solo la solución del problema, sino también una magnífica fuente de conocimientos pedagógicos, porque ustedes van allí a enseñar, pero van también a aprender. Y posiblemente aprendan tanto como van a enseñar.
Y no van a enseñar solamente a los niños, tienen que enseñar también a los adultos. Las cifras de analfabetismo en las montañas sobrepasan el 90%; nosotros hemos hecho investigaciones con las milicias campesinas, y los datos son increíbles de analfabetismo total o casi total. Es decir que a la población adulta hay que enseñarla también.
Y ustedes, cada uno de los maestros, debe proponerse como meta, por lo menos en el próximo año, es decir, en el próximo curso, enseñar a leer y a escribir, por lo menos, a 30 campesinos. Si les parece a algunos poco, pueden tratar de enseñar a más y, por supuesto, cada cual debe enseñar a los más que pueda.
Se les entregarán planillas para que ustedes registren y presenten a fin de curso, los nombres de las personas adultas que hayan enseñado durante el curso a leer y a escribir.
El próximo año, cuando llegue el verano, tendrán que reunirse otra vez. Recuerden que no podemos darnos por satisfechos con el esfuerzo realizado; hay que seguir preparando a este cuerpo de maestros; hay algunos entre ustedes que incluso, ahora, van a tener que seguir otro curso aquí. No el ciento por ciento están completamente aptos.
Han pasado la prueba que es lo más importante, de voluntad y de firmeza; pero hay un porcentaje, y eso lo saben ustedes mismos, por supuesto, y ninguno por eso se sentirá triste, porque no requerirá sino un poco más de tiempo y de esfuerzo para mantener el nivel de capacidad de este cuerpo de maestros.
Y todos tienen que pasar un cursillo todos los años; se reunirán cuando vengan las vacaciones, y tendrán todos los años un congreso, donde expondrán y discutirán las experiencias que hayan adquirido, los conocimientos que cada uno de ustedes haya adquirido sobre las cuestiones relacionadas con la enseñanza; el carácter de los campesinos; su experiencia en el trato con los campesinos.
En fin, todo lo que pueda ser de interés para la educación en nuestro país; y ustedes pueden recoger cuantiosas experiencias que nunca se han recogido, y deben sacar todos los años sus conclusiones y, además, pasar también por un cursillo todos los años, por lo menos, durante cinco años obligatorio, y después voluntarios. Y durante esos cinco años, terminado el cursillo, al Turquino, para no perder el training.
De esa forma iremos recogiendo experiencias extraordinarias que serán no solamente útiles en Cuba, sino que serán útiles también a otros pueblos hermanos de América; experiencias también en la educación de adultos; experiencias sobre el resultado de los métodos de enseñanza que ustedes van a aplicar, y que son métodos nuevos. Así el nivel de todos ustedes se irá elevando, y llegarán a constituir un grupo de maestros de gran capacidad y de gran prestigio.
No quiere decir esto que ustedes deban crearse un espíritu distinto o, si se quiere, aislado de los demás maestros. No. Ese espíritu no se debe crear entre ustedes. Los demás maestros se valdrán también de las experiencias que ustedes adquieran, y los éxitos que ustedes logren les servirán de estímulo a los demás maestros; y los avances que ustedes logren les servirán también de estímulos a ellos. Y es necesario que ustedes se sientan llenos de un espíritu de fraternidad, y nunca con un sentimiento de orgullo o de superioridad sobre los demás maestros.
Necesitamos el esfuerzo de todos nuestros maestros, y el año que viene, al igual que el primer año fue el “Año de la Libertad”, y este año fue el “Año de la Reforma Agraria”, por los grandes avances y la atención que ha merecido la Reforma Agraria, el año que viene será el “Año de la Educación”.
El año que viene vamos a librar la batalla contra el analfabetismo. El año que viene tenemos que establecernos una meta: liquidar el analfabetismo en nuestro país. ¿Cómo? Movilizando al pueblo, estableciendo ese compromiso al pueblo, a las brigadas, a las milicias campesinas y obreras; que cada miliciano campesino contraiga el compromiso de honor de aprender a leer y a escribir si es analfabeto. ¿Y quiénes van a enseñar? El pueblo.
Hay que movilizar al pueblo para librar la batalla contra ese enemigo del pueblo que es el analfabetismo. Y vamos a dar ante el mundo una prueba más del vigor de la Revolución Cubana y del temple de nuestro pueblo, ganando en un año la batalla que no había podido ganar en muchos años, en muchos siglos, nuestro país, para que se vea una vez más el poder de las revoluciones y cómo las revoluciones logran esas metas.
Movilizaremos entonces a todos los estudiantes, de maestros; movilizaremos a todos los estudiantes y movilizaremos a cuanta persona sepa leer y escribir, para que enseñe a aquel que no sepa leer y escribir. Y estableceremos, también, el propósito, en cada uno de nosotros, de enseñar a un mayor número de personas, para ver quién enseña en un año mayor número de analfabetos; y el cubano que en un año enseñe a leer y escribir a un número mayor de analfabetos pasará a la historia de nuestro país como un héroe de la educación.
Pero además, aunque unos enseñen más y otros menos, pasará también nuestro pueblo a la historia como un pueblo héroe de la educación. Y ese propósito debe ser propósito fundamental del próximo año.
El Ministro de Educación está presente, también los profesores que tan diligentemente colaboraron en la preparación y llevaron adelante este curso, y todos debemos ir poniendo nuestras ideas para ir planeando la batalla del año que viene y ganar esa batalla.
Ustedes tienen también otra misión: la misión de escoger a los niños que van a ir a las ciudades escolares, que iremos llenando de niños a medida que las vayamos construyendo. Hoy se está construyendo la primera, y ustedes deberán escoger, entre sus alumnos, a aquel que por su mayor capacidad, su mayor inteligencia, su mejor comportamiento y su mayor interés, merezca que se haga un esfuerzo especial con él, para llevarlo a una ciudad escolar.
Y siempre, todos los años, cada escuela de las montañas podrá mandar uno o más niños a la ciudad escolar. Con eso, la mejor inteligencia de cada escuela o de cada curso tendrá oportunidad de ir a un centro superior, donde a su vez estudiará durante varios años, y de esos centros, las mejores inteligencias pasarán a las universidades.
¿Y quiénes van a enseñar? El pueblo
La oportunidad no será para el hijo del más rico, la oportunidad no será para ningún privilegiado, sino para el único privilegiado que se tomará en consideración: aquel que sea privilegiado por la naturaleza.
Y así será desde la escuela rural hasta las universidades y los centros más avanzados del país, será un proceso de selección, que es perfectamente posible, basta con que ustedes se tomen interés en seleccionar bien a esos niños o niñas que merezcan, por sus cualidades, que la nación haga con ellos un esfuerzo particular.
También otra consideración, tengan en cuenta que los niños muchas veces ayudan a sus padres en el campo. En las zafras de café, por ejemplo, los niños ayudan a recoger café, y a veces, aun en el resto del año, realizan algunas tareas. Ustedes, consideren la posibilidad de dejar durante el día un margen para el trabajo a los niños.
Así, por ejemplo, establecer las clases por la tarde, para que los niños ayuden a sus padres por la mañana. En eso, la experiencia es la que debe trazar la pauta definitiva; quizás en ciertas épocas del año, que son épocas lluviosas, tengan que cambiar el horario, pero, por regla general, tener en cuenta que los niños ayudan a sus padres, y que es bueno que el niño ayude a sus padres, y que no se convierta el deber o la necesidad de la ayuda de los niños en algo que choque con la escuela, que es lo que ha ocurrido muchas veces en nuestros campos, que no mandan a los niños a la escuela porque realizan determinadas tareas en sus casas.
Ustedes tienen que organizar a los padres de los niños, ustedes tienen que orientar la educación general de los niños, ustedes tienen que ser en cada lugar la representación de la cultura, de la moral, y deben ser el ejemplo, en cada uno de los sitios donde ustedes vayan a trabajar.
También debemos decirles, o mejor dicho repetirles, las condiciones en que comenzarán a trabajar. Aunque sean maestros voluntarios, porque se ofrecieron para ir a enseñar en las montañas, recibirán la remuneración correspondiente. Durante dos años, ganarán, en conjunto, 100 pesos cada maestro, el primer año, y el segundo año.
El tercer año, ya ganarán más, porque están incluidos en los créditos del Ministerio de Educación y en el plan de las escalas. Recibirán una compensación en tanto esa escala sea inferior a 100 pesos, y después recibirán la remuneración de acuerdo con el plan, que les permitirá, en el transcurso de seis años, estar ganando 200 pesos mensuales, según los propósitos del Gobierno Revolucionario. Para que sepan también eso.
Otra cosa: no todos absolutamente irán para las montañas; necesitamos algunos maestros para las Brigadas Juveniles de Trabajo Revolucionario, que van a estar en las montañas ahora y después en distintos trabajos; necesitamos algunos maestros para los campamentos de las milicias campesinas; necesitamos algunos maestros para el Ejército Rebelde.
Y, también, otra noticia: los que de ustedes sean bachilleres o tengan nivel universitario, los vamos también a seleccionar, para dedicarlos a otras tareas revolucionarias, de acuerdo con las necesidades que tenemos de personas probadas y de personas que hayan demostrado el interés revolucionario que han demostrado ustedes.
Así que de este primer grupo, una parte grande, la mayor parte, marchará inmediatamente a sus respectivas escuelas. Otra parte será seleccionada para distintas tareas, y una parte menor, tendrá todavía que pasar algunos cursos.
Eso, pregunté si se lo habían explicado y no se lo habían explicado todavía; por eso, se lo explico ahora. De todas maneras, ninguno en absoluto quedará sin su destino, todos tendrán su destino.
El compañero Ministro de Educación dijo que se había extraído una gran experiencia, que ya ustedes habían contribuido al enriquecimiento de la pedagogía en nuestro país, y eso es un buen comienzo. Y como todo ha sido bueno, debemos aspirar a que continúe así, y que ustedes puedan satisfacer las esperanzas que la Revolución ha puesto en ustedes y que todos, todos, nos esforcemos porque cada día sea mejor la preparación de este cuadro de maestros, y que todos nos esforcemos también por mejorar los cuadros futuros de maestros que salgan de nuestras escuelas, y sobre todo también para que del campo surjan maestros que vuelvan al campo y no siga perpetuándose esa anormalidad de que todos vengan de la ciudad, la ciudad necesita de una parte de los maestros, y el campo necesita otra parte.
Con esto estaremos enmendando grandes anomalías que había en nuestro sistema de enseñanza. Ya desde hace rato que viene el Ministerio de Educación resolviendo problemas y enderezando entuertos dentro del ministerio. No era tarea fácil, había que afrontar algunos descontentos, había que lesionar algunos intereses; se ha tratado de hacer con la mayor generosidad posible, pero se han ido haciendo todos los cambios necesarios, sin embargo, todavía nos faltan muchas cosas; todavía tenemos muchos libros de texto viejos en nuestros centros de enseñanza, textos escritos con la mentalidad de antes, y algunos de ellos conteniendo las mentiras de antes.
Hubo necesidad de imprimir textos rápidamente para enviarlos a las escuelas en los primeros momentos, pero todavía estos no llenan las necesidades, hay que hacer nuevos textos, hay que hacer textos de educación a tono con las grandes conquistas de la Revolución, los grandes avances y las grandes verdades de la Revolución.
Y esa es otra de las tareas que tenemos delante, hay muchas cosas por hacer, sin embargo, creemos que pueden hacerse, los hechos lo demuestran, lo que se va logrando a lo largo de nuestra isla lo demuestra, los éxitos que la Revolución va obteniendo en todos los campos lo demuestran, lo que se ha superado nuestro pueblo lo demuestra, demuestra que todo es posible y que nuestra patria, para la empresa que tiene por delante, cuenta con la fortuna de un formidable pueblo.
Creemos que nos hemos enfrascado en una gran tarea, una trascendental tarea, una tarea que se sale incluso de los marcos de nuestra pequeña isla, pero no es un traje que esté demasiado grande al pueblo de Cuba, le viene bien porque realmente nuestro pueblo, y esto debemos considerarlo sin vanidad, sin falso orgullo, como realidad objetiva, cada día se descubren en nuestro pueblo, se descubren mayores tesoros de virtud, de inteligencia, de heroísmo, de espíritu de sacrificio, que harán estrellarse todas las intenciones concebidas contra Cuba.
Todas las intenciones concebidas contra Cuba
Asimismo, hemos estado trabajando para el futuro, no cabe duda de que todos tenemos una gran tarea para el futuro. De carne y hueso somos todos, todos tenemos muchas ilusiones, de una clase o de otra; hoy cada cubano va encauzando sus anhelos personales dentro de un gran anhelo nacional, dentro de un gran sentimiento de solidaridad con los demás, ayudando a los demás, dándoles y quitándoles a los demás y así se va encauzando el sentimiento de toda la nación, se va encauzando el anhelo nacional y el anhelo de cada uno de los hijos de esta patria.
Hoy muchos sueños están todavía por realizarse, como se han realizado muchas cosas que antes parecían sueños, que hoy son sueños para muchos pueblos del mundo, para muchos pueblos sobre todo de este continente. Hay muchas cosas por hacer y estamos trabajando por hacerlas. Nada nos parece imposible, porque cosas que ayer parecían imposibles se han hecho y eso demuestra que dentro de la justicia, que dentro de una aspiración justa, nada es imposible para un pueblo.
Podremos cumplir este programa; podrán marchar ustedes a enseñar a los niños; podremos ganar la batalla contra el analfabetismo; podremos seguir construyendo nuestras ciudades escolares; podremos seguir transformando la Ciudad Libertad en uno de los primeros centros de investigación del mundo, investigación pedagógica; podremos crear nuestros miles de técnicos; podremos construir las viviendas de todos nuestros campesinos y de todos nuestros obreros; podremos seguir estableciendo nuevas fuentes de trabajo y de riqueza, nuevas fábricas, nuevos cultivos; podremos seguir adelante en nuestro propósito de hacer una gran patria, de hacer un gran país, de desarrollar hasta el máximo la posibilidad material y espiritual de nuestro pueblo; podremos seguir adelante en nuestras ansias de progreso, en nuestras ansias de justicia; podremos seguir adelante en nuestras ansias creadoras; podremos seguir destruyendo los privilegios; podremos seguir siendo el ejemplo de América; podremos seguir sembrando la esperanza en los millones, en las decenas de millones, en los cientos de millones de seres que están aspirando a obtener mucho de lo que ya nosotros hemos obtenido e incluso lo que nosotros estamos aspirando a obtener.
¿Podrá nuestro pueblo seguir adelante en su deseo de ser libre, en su deseo de no ser explotado, en su deseo de desarrollarse íntegramente? ¡Sí podremos!
¿Cómo podrán impedirnos, de qué medios podrán valerse, qué posibilidad tienen de frustrar nuestros propósitos? Ninguna. Se engañan, se engañan miserablemente, se equivocan, y es lógico que se equivoquen. Quien marche por un camino equivocado tiene que andar siempre equivocado mientras recorra ese camino, y el imperio yanki lleva ese camino, el camino equivocado.
Cuba era una de las tantas naciones de América sometidas al dominio del imperio. Por alguna nación de América debía empezar la rebelión, y la rebelión contra el imperio comenzó por Cuba. ¡Dichosa esta tierra nuestra, que ha tenido la honra y la gloria de ser la que iniciara la rebelión de América contra el imperio yanki!
Los cubanos sabemos lo que estamos haciendo, y cada día debemos tratar de comprender mejor lo que estamos haciendo. ¿Por qué es necesario comprender? Es necesario comprender para saber acertar y saber apreciar cada minuto de este proceso histórico. Todos hemos tenido oportunidad de leer, en la historia de otros pueblos, lo que son las revoluciones.
Y los cubanos de hoy estamos viviendo uno de esos minutos en la historia de los pueblos del que tendrá que hablar en el futuro la historia de la humanidad.
Debemos esforzarnos cada vez más por comprender mejor; debemos tener una apreciación exacta y correcta de las situaciones. Nosotros sí que no andamos por el camino equivocado; por eso marcha la Revolución adelante; por eso está llamada a alcanzar el éxito más rotundo, porque marcha por el camino acertado. Nosotros sí podemos comprender las situaciones; los que no pueden comprenderla son los que, por marchar por el camino erróneo, cometen cada día mayores errores.
Es posible que nosotros, es decir, nuestro pueblo, haya estado en estos días un poco lleno de ilusiones. Es decir, es posible que nuestro pueblo, en estos días recientes, se haya dejado llevar un poco de la euforia y se haya dejado llevar de ilusiones. Y, en parte, ha contribuido nuestra propia prensa revolucionaria, que sembró algo así como cierta euforia en el país, cuando en realidad nosotros, y en este caso hablo del Gobierno Revolucionario, veníamos advirtiendo desde hace mucho rato qué era la OEA y qué podía esperarse de la OEA.
Nuestra prensa revolucionaria también explicaba lo que era la OEA, sin embargo, dio como una impresión de que la rebelión iba tomando fuerza en los gobiernos de América. Error, error en el que no se puede caer si se hace una apreciación exacta de las realidades.
¿Ibamos nosotros a esperar una rebelión de los gobiernos de América? No. Nosotros no podíamos esperar una rebelión de las cancillerías de América. Hemos dicho que somos el primer país en rebelarnos contra el imperio, pero para ello fue preciso primero rebelarnos contra los que aquí servían al imperio y destruir a los que aquí servían al imperio.
Cuba, su gobierno y su Cancillería, sí pueden rebelarse contra el dominio del imperio, porque no es el gobierno de los privilegios, porque no es el gobierno de la oligarquía, porque no es el gobierno de los generales y los coroneles, porque no es el gobierno de las misiones militares americanas, porque no es el gobierno de los garroteros, ni de los especuladores, ni de los latifundistas, ni de los explotadores, ni de los monopolios norteamericanos.
Era una ilusión creer que los sectores conservadores que gobiernan a las naciones hermanas de América, que la oligarquía militar y la oligarquía económica que gobiernan a los pueblos hermanos de América, que los partidos archiconservadores que determinan la política de las naciones hermanas de América, iban a escenificar una rebelión contra el imperio yanki en América. ¿De qué manera?
¿Cómo no va a comprender esto nuestro pueblo que sabe de nuestro pasado? ¿Y qué gobierno del pasado le decía “no”, decía “no”, cuando los yankis decían “yes”? ¿Qué gobierno, como no fuese el gobierno de la Revolución, podría contradecir una orden de Washington o una directriz de la embajada yanki?
Todo el mundo sabía una cosa cierta: ¡que jamás la clase gobernante en nuestro país le iba a decir “no” a los yankis! Todo el mundo en Cuba sabe eso; todo el mundo en Cuba sabe el pasado de nuestro país, ¡y sabe que las cancillerías temblaban cuando hablaba el embajador americano!; ¡sabe que la clase gobernante temblaba cuando hablaba el embajador americano!
No gobernaban en nuestro país los campesinos ni los obreros; gobernaba la oligarquía que tenía el control de la economía de nuestro país, y era fiel aliada de los monopolios yankis en nuestra patria.
¿Quién habría concebido que sin una revolución, un representante diplomático de nuestro país se hubiese levantado a contradecir la voz del Secretario de Estado yanki? ¿Quién habría pensado que sin una revolución en nuestro país, ningún representante diplomático de Cuba habría osado contradecir en lo más mínimo, la palabra en la OEA o en la ONU del delegado yanki? El que hubiese pensado tal cosa, estaba realmente en las nubes, porque era una sola voz la que mandaba en América, había un solo índice que señalaba los destinos de América.
Junto al pueblo hermano
¿Y qué eran nuestras cancillerías de América, sino dóciles y obedientes servidores y cumplidores de las órdenes de Washington? ¿Qué eran nuestros gobiernos de América, sino cumplidores de las órdenes de Washington? ¿Qué hacían nuestros gobiernos en la ONU, sino cumplir las órdenes de Washington? ¿Qué hacían nuestros gobiernos en las conferencias internacionales, sino cumplir las órdenes de Washington? ¿Qué hacían nuestros gobiernos en la OEA, sino cumplir las órdenes de Washington?
Y cuando un gobierno de América determinó no cumplir las órdenes de Washington, cuando un gobernante honesto de América, y un pueblo heroico de América levantó su voz por encima del coro sumiso de cancilleres, el imperio, valiéndose de la casta militar traicionera, y de un ejército mercenario, lo desalojó del poder. Y aquí está presente ese gobernante honorable de América.
Era ingenuo creer que las cancillerías se iban a sublevar contra las órdenes de Washington. Todo lo más, las cancillerías experimentaron cierto pudor; todo lo más, las cancillerías experimentaron cierta vergüenza, porque para cualquier canciller de América tiene que ser muy duro y tiene que ser muy vergonzoso y tiene que ser muy triste, estar a la expectativa de la palabra del ministro de Estado de un país extranjero, y tiene que ser muy doloroso el papel.
Y todo lo más que los cancilleres intentaron fue un esfuerzo por disimular lo más posible su triste y penosa situación; un intento por disfrazar la maniobra, como una cuestión de pudor elemental. Ya había sido mucho, porque jamás la palabra vergüenza y la palabra pudor tuvo necesidad de cobrar sentido en la conferencia de la OEA. Cuando el caso de Guatemala, no tuvieron siquiera ese pudor, no tuvieron siquiera esa vergüenza, y esta vez han tenido que exhibir durante algún tiempo, cierto pudor, para cubrir sus desnudeces, hasta que Mr. Herter les arrancó de una vez la hojita de parra.
Y la conferencia resultó lo único que podía resultar: las cancillerías traicionaron al pueblo hermano de América, las cancillerías no se pusieron junto al país agredido, las cancillerías no se pusieron junto al pueblo latinoamericano víctima; las cancillerías se pusieron junto al país agresor, las cancillerías se pusieron junto al país poderoso, las cancillerías de nuestros pueblos hermanos se pusieron al lado de la cancillería del poderoso imperio yanki.
No se pusieron junto al pueblo hermano, no se pusieron junto al pueblo pequeño, no se pusieron junto al pueblo heroico, y no podían ponerse, aunque moralmente luzca absurda su conducta, era, sin embargo, socialmente lógica: los explotadores se pusieron al lado de los explotadores; los que representan el privilegio en América, los que representan la explotación en América, los abogados de los monopolios en América, las castas militares en América no se pusieron junto a los campesinos de Cuba, no se pusieron junto a los obreros de Cuba.
No se podían poner junto al pueblo revolucionario de Cuba los que no quieren que en América desaparezcan los privilegios, los que no quieren que en América desaparezca la explotación, los que no quieren que en América desaparezca la injusticia, los que no quieren que en América se haga una reforma agraria, los que no quieren que en América se funden escuelas, los que no quieren que en América se conviertan las fortalezas en centros escolares, los que no quieren que en América los humildes y los pobres se organicen, los que no quieren que en América los hombres sean iguales, los que no quieren que en América se arme al campesino, y al obrero, y al estudiante.
Los que no quieren que en América desaparezca el atraso y el hambre; los que no quieren que en América desaparezca la incultura, no se podían poner junto al pueblo revolucionario de Cuba. Los que no quieren que en América haya justicia, no se podían poner junto al pueblo revolucionario que proclama la justicia; tenían que ponerse al lado del gobierno explotador, tenían que ponerse al lado del país imperialista, tenían que ponerse al lado del país explotador. Y se pusieron al lado del país imperialista, se pusieron al lado de la nación que hoy prohíja, apadrina y protege a los regímenes sociales más reaccionarios y atrasados del mundo.
¿Qué es el gobierno de Estados Unidos hoy, sino el gobierno que se asocia a las castas y a los grupos más retrógrados del mundo; el que respalda a Franco, en España, o respalda el coloniaje en todos los países del mundo? ¿Qué es el gobierno de Estados Unidos, sino el cómplice de cuanto explotador hay en el mundo, de cuanto garrotero hay en el mundo, de cuanto especulador hay en el mundo y de cuanto bandido hay en el mundo?
Y aun cuando hubo cancilleres que, personalmente ellos, se vieron impresionados por la tremenda fuerza moral y la tremenda razón de la delegación cubana; y aunque ellos tenían que sentir más cerca que ningún otro funcionario de su gobierno, la repugnancia, la impudicia que se estaba cometiendo, recibieron órdenes estrictas y directas de sus respectivos gobiernos, presionados fuertemente por el Departamento de Estado norteamericano.
Había cancilleres que les repugnaba lo que estaba ocurriendo en Costa Rica y los obligaron a adoptar una postura. ¡Estados Unidos fue a Costa Rica con la bolsa de millones en una mano y con el garrote en la otra mano!
Pocas veces en la historia fue tan impúdica la política de un gobierno, el gobierno que nos arrebató nuestra cuota y la repartió entre otros gobiernos de América antes de ir a la conferencia a discutir las agresiones a Cuba; el gobierno que en plena conferencia acuerda un crédito de 500 millones de dólares para “ayudar” a esos gobiernos que estaban reunidos en Costa Rica; el gobierno que en medio de la conferencia acuerda un crédito de 100 millones de dólares para Chile.
¡Jamás un gobierno actuó tan impúdicamente ante el mundo!, porque el imperialismo no tuvo siquiera el cuidado de preservar un mínimo de pudor en los gobiernos que lo sirven; el imperialismo no se cuidó siquiera de salvarles la cara; el imperialismo ha situado a esos gobiernos frente a frente al sentimiento de los pueblos hermanos de América; el imperialismo ha enfrentado a sus servidores a sus respectivos pueblos y ha obligado a los gobernantes a presentarse ante sus pueblos respectivos como los gobernantes que aceptaron la impúdica política de la aprobación de 500 millones de pesos y el reparto de la cuota cubana para servir allí en Costa Rica los intereses del imperialismo norteamericano contra la nación heroica de América, que en nombre de los derechos de América ha tenido el valor de rebelarse contra el dominio del imperio; ¡y ha enfrentado a sus respectivos gobiernos a la indignación y la condena de los pueblos! ¡El imperialismo ha desnudado a sus servidores ante sus pueblos respectivos! Y ya tenemos el caso, por ejemplo, de Venezuela, ¡donde el pueblo estaba hoy en la calle protestando contra la traición de Costa Rica!
¡Y 78 miembros del Congreso de Venezuela estaban reunidos esta tarde para protestar contra la traición de Costa Rica! ¡Venezuela, Venezuela es uno de los pueblos más heroicos y revolucionarios de este continente!
¡Venezuela es un país donde hay una tremenda conciencia revolucionaria! ¡Venezuela es un país donde hay una tremenda conciencia antimperialista! ¡Venezuela es un país que ha tenido que sufrir mucho la opresión de las tiranías militares y la explotación de los monopolios yankis! ¡Venezuela no es un país cruzado de brazos! ¡En Venezuela hay un pueblo que es amigo de Cuba!, ¡Venezuela es el pueblo de donde surge Simón Bolívar, y de Venezuela surgieron los soldados que dieron la libertad a la mitad del continente sudamericano!
¡Y ese pueblo de Venezuela está ahí! ¡Ese pueblo de Venezuela no lo maneja la cancillería yanki como pueda manejar a un grupo de muñecos en una conferencia de la OEA!
Una Revolución que está teniendo lugar en suelo del continente americano
Todo el mundo sabía lo que era la OEA, pero era necesario que pasara lo que pasó, ¡era necesario que la OEA se pusiera en evidencia definitivamente ante los pueblos de América y del mundo!, ¡era necesario que se colocara en la disyuntiva en que se le colocó!
¡Y no fue Cuba, fue precisamente el imperialismo quien situó a las cancillerías de América en el tremendo dilema de ponerse o junto al pueblo heroico de Cuba, o junto al imperio explotador y agresivo del norte!; ¡no fuimos nosotros, fue el propio imperialismo el que lo situó en esa disyuntiva, el que los llevó a esa situación! ¡Ha sido el propio imperialismo quien los ha situado en tan vergonzosa situación ante sus propios pueblos!
Y la consecuencia será lógicamente un aumento de la conciencia política de los pueblos de América. ¡Esta es una Revolución que habla en español! ¡Esta es una Revolución que habla un lenguaje demasiado inteligible para los pueblos hermanos de América! ¡Esta es una Revolución que está teniendo lugar, no en un país de Europa, es una Revolución que está teniendo lugar en suelo del continente americano!
¡Es una Revolución que está teniendo lugar en un escenario demasiado conocido por los pueblos de América y luchando contra intereses explotadores demasiado conocidos por los pueblos de América! Luego, ¡es imposible que los pueblos de América no entiendan esta Revolución que habla su propio idioma, en que cada palabra, cada conquista y cada victoria es un mensaje que les llega muy de cerca!
Luego, el lenguaje de la Revolución Cubana es demasiado claro y el imperio de habla inglesa, el imperio que habla un lenguaje muy distinto, no podrá arrancarles a los pueblos de América el sentimiento de hermandad que sienten hacia el pueblo heroico de Cuba, que está luchando contra los mismos que los explotan a ellos. ¡Y una cosa es manejar cancilleres, y otra cosa es manejar pueblos! Esa es la situación real de América.
Costa Rica es como un libro que se abre para América; Costa Rica es una lección para los pueblos de América, y los pueblos de América que hablan nuestro mismo idioma, los pueblos de América que sangran por la misma herida, ¡no perdonarán jamás la traición de los que en bandejas de plata le fueron a llevar al imperio explotador los derechos de la nación cubana!; que fueron a llevarle en bandejas de plata al imperio poderoso, los puñales para agredir a nuestro país; que fueron a llevarle al imperio poderoso, los pretextos y el apoyo para que se sienta más envalentonado en sus agresiones.
¡Eso no se lo perdonarán jamás los pueblos de América que hablan nuestro mismo idioma, y sangran de la misma sangre, por la misma herida!
Algún canciller —no sé de qué país— al finalizar la conferencia dijo que “aquella conferencia haría historia”. Que no lo dude ni por un minuto, que aquella conferencia pasará a la historia, que no lo dude ni por un minuto, ¡pasará a la historia como una de las páginas de vergüenza más oscura y más repugnante que se hayan escrito en la historia!; pasará a la historia como una página de traición, y los que la suscribieron, pasarán también a la historia, ¡y jamás podrán arrancarse el estigma que llevarán para siempre y que conocerán las generaciones venideras!
¿Quién puede dudar que América será algún día libre?