Fidel, dos veces en su tránsito con la Caravana de la Libertad
Santa Clara vivió un Día de Reyes diferente a los anteriores. Ese martes, recibió el mejor de los regalos: la libertad, y el pueblo le reciprocó a Fidel, y a sus barbudos, ese bello e inigualable obsequio ratificándole con su presencia que se podía contar con los santaclareños, con los villaclareños todos, y llenó, quizás como nunca antes, el hermoso Parque Vidal, epicentro de la vida citadina.
Muchas veces en estos 59 años se ha contado lo sucedido ese día en la capital de la antigua provincia de Las Villas. Con anécdotas del paso del líder rebelde y su Caravana de la Libertad por un territorio que acababa de ser liberado por el Che y en una ciudad que mostraba aún las heridas recientes de la guerra.
Una historia contada por los protagonistas, como los entonces jóvenes rebeldes Carlos Carballo Betancourt, hoy general de brigada de la reserva, y el capitán Julio López Granado, quienes cada 6 de enero lucen orgullosos sus uniformes verde olivo y la medalla que los confirma como miembros de la Columna 1 José Martí al mando directo de Fidel, quienes, con los jóvenes de hoy, hacen el tradicional recorrido desde Placetas hasta Ranchuelo, poblado este último desde donde la Caravana siguió su rumbo hasta Cienfuegos.
Enrique Olstuski, Coordinador del M-26-7 en Las Villas, ha contado la llegada de Fidel a Santa Clara y las horas de descanso en la casa de los padres del revolucionario santaclareño Guillermo Rodríguez del Pozo, dirigente del 26 de Julio en Las Villas, de su interés por conocer la realidad de la provincia, así como el encuentro que sostuvo con el periodista cubano Carlos Lechuga y la entrevista concedida al norteamericano Giles S. Gianelloni, de la televisora NBC.
Recordaba Oltuski: «[...] Los primeros carros estaban frente a nosotros. De uno de ellos saltó Fidel y detrás de él, Celia. Entramos a la casa […] Fidel se veía cansado [...] Me hizo muchas preguntas sobre el pueblo. ¿Qué pensaba? ¿Qué decían de la Revolución?...»
Mientras diversos trabajos periodísticos, como el del colega Luis Machado Ordext, publicado en Vanguardia, bajo el título «¡Con Fidel en Santa Clara!» revelan los intercambios que el invicto Comandante en Jefe sostuvo con representantes de la prensa villareña y las instantáneas que le tomaron fotógrafos locales, como los villaclareños Felipe Fernández Roza, Reyes y Barrero del Valle, y las que también captara con su lente el reportero norteamericano Burton Samuel Glinn.
Pero lo más impactante fue el discurso de Fidel desde el antiguo edificio del Gobierno Provincial, hoy Biblioteca Provincial Martí. Resultó una pieza oratoria nunca antes oída, que después se repetiría muchas veces; pero la emoción de escucharla por primera vez no ha perdido, ni perderá nunca, su encanto.
«He venido a conversar con ustedes un rato. Desde que el pueblo manda hay que introducir un nuevo estilo: ya no venimos nosotros a hablarle al pueblo, sino venimos a que el pueblo nos hable a nosotros», fueron sus primeras palabras, secundadas por prolongados aplausos.
«Y cuando una tarde, después del primer revés, me vi con dos hombres y dos fusiles, y estuve 15 días antes de hacer contacto con mi hermano —que se apareció con otros cuatro hombres y cinco fusiles, y fueron siete en total los fusiles que volvieron a aparecer— (EXCLAMACIONES), yo estaba tan tranquilo como estoy hoy, porque estaba seguro de que íbamos a ganar la guerra (APLAUSOS). Sencillamente por una cosa, por una razón: ¡porque creía en el pueblo! (APLAUSOS); sabía que el pueblo se sumaría, sabía que el pueblo nos prestaría toda la colaboración posible, sabía que miles de jóvenes imitarían nuestro ejemplo, sabía que por cada combatiente que cayera se unirían cien más dispuestos a morir también (APLAUSOS)».
Así transcurrió el tiempo. Y habló Fidel por vez primera de lo que sería la Campaña de Alfabetización: «Aquí hay que lanzar un programa de alfabetización. Aquí no debe estar nadie, ningún maestro tranquilo mientras haya un ciudadano que no sepa leer ni escribir, porque es una vergüenza».
Luego Fidel, y su Caravana, —a petición de los cienfuegueros— marchó hacia la Perla del Sur, siendo Ranchuelo el tránsito obligado hacia esa ciudad. Y la historia también recoge que camino hacia Matanzas, departió con los obreros de la cervecería de Manacas.
Casi 58 años más tarde, la Caravana de la Libertad, con Fidel al frente, pasó otra vez por el Parque Vidal, en Santa Clara. Ahora en camino inverso, hacia Oriente, hacia Santiago de Cuba, hacia la cuna de la Revolución; hacia la inmortalidad...
Fue el 1º. de diciembre de 2016, en horas bien tempranas de esa mañana luctuosa, cuando el armón que conducía la urna de caoba con las cenizas de Fidel regresó al mismo sitio desde donde había cautivado al pueblo santaclareño con su oratoria valiente y hermosa.
Como entonces —aunque ya con los rostros surcados de arrugas— estuvieron los otrora caravanistas Carlos Carballo Betancourt y Julio López Granado, y junto a ellos, otros veteranos de igual estirpe revolucionaria.
El armón se detuvo apenas minutos, pero los suficientes para entonar las notas del Himno Nacional cubano y decir como entonces: ¡Gracias, Fidel! ¡Gracias, Fidel!
Resultó un solemne e irrepetible momento para ratificarle que por esta Revolución el pueblo de Villa Clara está dispuesto a hacer el mayor de los sacrificios, tal como entonces le prometiera a Fidel en aquel lejano, pero inolvidable Día de Reyes, 6 de enero de 1959.