En Cuba el deporte es para todos
Nadie podía imaginar siquiera, hace cincuenta o sesenta años atrás, que el hijo de un campesino, de un obrero, de un negro o de un mulato, se pudiera convertir en campeón olímpico, mundial, panamericano o simplemente en titular nacional, en disciplinas como la gimnástica, el tiro deportivo, la natación o la esgrima, entre otras tantas.
Apenas en béisbol y boxeo podían competir, y para ello, tenían que demostrar condiciones por arrobas.
La práctica deportiva en Cuba, antes del triunfo de la Revolución estaba vedada. Por suerte “llegó el Comandante y mandó a parar”. Por ideas de Fidel Castro, se llevó la Educación Física a todas las enseñanzas, se crearon escuelas especializadas en las que ingresaron los talentos, sin importar raza, color ni sexo.
Poco a poco nuestra Cuba comenzó a mostrar al mundo la pujanza de un fuerte movimiento, comenzó a gestarse una vida nueva para la población.
Poco a poco comenzaron a aflorar campeones olímpicos y mundiales en disímiles disciplinas, así aparecieron Enrique Figuerola, Miguelina Cobián, Alberto Juantorena, Teófilo Stevenson, Daniel Núñez, Driulis González, Legna Verdecia, y otros y otros, que harían bien extensa esta dorada lista, que ha colocado a este archipiélago al lado de potencias desarrolladas.
Con la llegada del Primero de Enero de 1959, se comenzó a dignificar la vida de cubanas y cubanos en todo el quehacer, y la cultura física comenzó a tomar vuelo, llegando a un punto de lujo a nivel universal, pues desde bien pequeños, los infantes de ambos sexos, tienen por obligación la educación física, desde el primer grado de escolaridad y los que muestren aptitudes, pueden matricular en las escuelas especializadas.
Lo que hace cinco décadas atrás era solo posible para los ricos, hoy es un derecho de cubanas y cubanos, la práctica sistemática de la actividad física. Gracias, Fidel. Gracias, Revolución.