Cantar de Alejandro
«Vámonos, / ardiente profeta de la aurora, / por recónditos senderos inalámbricos / a libertar el verde caimán que tanto amas». Así puede leerse en la primera estrofa de Canto a Fidel que, con la firma de Ernesto Che Guevara, es quizás el primer poema dedicado al líder histórico de la Revolución Cubana.
Con estos esperanzadores versos –fechados en 1956, en los días de la partida del yate Granma de tierras mexicanas para liberar a Cuba de la tiranía batistiana—, se abre el libro titulado Cantar de Alejandro (Colección Sur Editores, Festival Internacional de Poesía de La Habana, 2016, 68 pp).
Es esta una selección, fundamentalmente de versos, de autores de diversas generaciones, estilos, tendencias, nacidos tanto en la isla como en otras latitudes del mundo, quienes, a lo largo de varias décadas, se inspiraron en la acción y el pensamiento del Comandante en Jefe Fidel Castro.
Aparecen en esta entrega, por ello, poemas antológicos, como Canto a Fidel, que Carilda Oliver Labra le dedicara, durante la lucha insurreccional contra la dictadura de Fulgencio Batista al aguerrido revolucionario y que fuera leído, desde la Sierra Maestra, en la emisora Radio Rebelde.
Otros de esos poemas paradigmáticos también agrupados en estas páginas, escritos desde la admiración y respeto hacia el hombre que cambió el rumbo de la historia de Cuba y del mundo, pertenecen al chileno Pablo Neruda, al argentino Juan Gelman, al puertorriqueño Vicente Rodríguez Nietzche y al peruano Hildebrando Pérez Grande.
Voces emblemáticas en el panorama de la lírica cubana –Nicolás Guillén, Ángel Augier, Jesús Orta Ruiz (Indio Naborí), Pablo Armando Fernández…— aparecen en este catálogo, junto a creadores de más recientes promociones –como Nancy Morejón, Miguel Barnet, Juana García Abás, Alex Pausides…
Uno de los poemas que enriquece esta colección es Su presencia, breve y sentido texto, escrito en 1987, de la autoría del también investigador, ensayista y traductor Virgilio López Lemus.
Su nombre es un verbo: sea el día
y sean las noches. Nadie puede resumirlo,
no se dedica un poema directamente a él,
ni una pieza recién hecha, ni una fábrica.
Es un padre, pero todos lo vemos como el mejor
de los hermanos, el amigo más alto.
No se le dedica directamente cosa alguna
pero cada hombre del pueblo moriría por él
en cualquier circunstancia.
Cantar de Alejandro se cierra con el conocido artículo El Fidel Castro que yo conozco, texto escrito hace unos años por el narrador y periodista colombiano Gabriel García Márquez, en que el Premio Nobel de Literatura relata momentos de su fraterna y entrañable amistad con el Comandante en Jefe.
He aquí un fragmento de esas reveladoras reflexiones del autor de Cien años de soledad:
El mayor estímulo de su vida es la emoción al riesgo. La tribuna de improvisador parece ser su medio ecológico perfecto. Empieza siempre con voz casi inaudible, con un rumbo incierto, pero aprovecha cualquier destello para ir ganando terreno, palmo a palmo, hasta que da una especie de gran zarpazo y se apodera de la audiencia. Es la inspiración: el estado de gracia irresistible y deslumbrante, que solo niegan quienes no han tenido la gloria de vivirlo.
Con la publicación de Cantar de Alejandro, esta selección preparada a propósito del aniversario 90 del Comandante en Jefe y de los 55 años de su medular discurso conocido como «Palabras a los intelectuales», el lector conocerá, a través de estos versos y prosas el testimonio de lealtad, compromiso y tributo, a quien siempre defendió la libertad, la justicia y la paz de la humanidad toda.