Santiago de Cuba de verde olivo y armas largas: Un testimonio de primera mano
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Antecedentes del 30 de noviembre
Cuando el pueblo cubano conoció que Fulgencio Batista había perpetrado un golpe de Estado el lunes 10 de marzo de 1952, uno de los primeros jóvenes que protestó en Santiago de Cuba fue Frank País García. Tenía 17 años de edad.
Junto a él, rechazaron aquellos hechos su inseparable hermano de lucha Pepito Tey Saintblancard, de 19 años. Juntos comenzarían a organizar al estudiantado en esa ciudad para luchar contra el tirano.
Desde las aulas de la Escuela Normal para Maestros de Oriente, donde ambos estudiaban, crearon el Bloque Revolucionario Estudiantil Normalista (BREN), al que también pertenecían Agustín País (hermano de Frank), Armando Colomé, Alberto Fernández Montes de Oca, Pachungo y Pedro García Lupíañez, entre otros alumnos.
En una carta pública aparecida en el periódico Oriente, el 4 de noviembre de 1952, se dio a conocer la creación del Directorio Estudiantil y sus objetivos, al señalar:
El Directorio Estudiantil surge como una necesidad histórica e inaplazable de unir los esfuerzos de todas las organizaciones obreras, campesinas y de todos los ciudadanos de buena voluntad, que aseguren el disfrute pleno de la democracia. Este Directorio puede considerarse como la solución a los graves problemas que atraviesa el estudiantado y el pueblo en general y la vía más acertada a la emancipación de Cuba.
Mientras organizan a la juventud santiaguera, Frank y Pepito Tey exploran las intenciones de las otras organizaciones revolucionarias y comprueban que, salvo algunas excepciones, no están decididas a enfrentar frontalmente a la dictadura.
Por ello, en mayo de 1953 se reunieron en la casa de los hermanos País: Félix Pena Díaz, Eduardo Yasell, Andrés Rosendo Ojeda, Armando Colomé, Guillermo Maulán, Arsenio Stable y los hermanos Agustín, Josué y Frank, para crear la organización clandestina “Decisión Guiteras”, inspirados en el pensamiento de Antonio Guiteras, quien había expresado durante la dictadura del general Gerardo Machado: “La lucha armada para la recuperación de la libertad de nuestro país”.
Posteriormente establecen contacto con el Movimiento de la Nación, del profesor de la Universidad de La Habana y del Consejo de Defensa Nacional Dr. Rafael García Bárcenas, quien en abril de 1953 había realizado un intento pacífico de tomar el habanero Cuartel de Columbia, el mayor del país. El contacto lo realizaron Frank y Tey a través de Rafael Duharri, Jorge Ibarra (presidente de la FEU en la Universidad de Oriente), Nilsa Espín y Rafael Rivero Pupo.
El 26 de julio de 1953, ambos fueron al cuartel Moncada en medio de la balacera que estremecía Santiago de Cuba, a saber lo que pasaba. Para lograr entrar, Frank ayudó a un militar que llevaba un herido y vio entonces los cuerpos de los jóvenes revolucionarios masacrados por orden del coronel Alberto del Río Chaviano, jefe del Regimiento 1 de la Guardia Rural. Días después, ambos jóvenes recorrieron la carretera de Santiago a Siboney, por donde transitaron los combatientes del 26 de julio, para ver si encontraban rastros de ellos o si alguno había dejado el fusil u otra arma, para recuperarla.
Fidel y los moncadistas estaban en la prisión de Boniato, y serían llevados a las sesiones del juicio en la Audiencia, en Santiago de Cuba. A propósito de esto, Frank País y Pepito Tey movilizan a varios compañeros con el objetivo de tratar de rescatarlos.
Cuando García Bárcenas –cuyos dos seguidores principales eran Faustino Pérez y Armando Hart–, crea el Movimiento Nacional Revolucionario, va a Santiago de Cuba para el 28 de enero de 1954. Frank, Pepito y los compañeros que están con ellos en “Decisión Guiteras” se integran al MNR. Cuando ese año se organizan unas elecciones fraudulentas para oficializar en la presidencia de Fulgencio Batista, Frank y Jorge Ibarra van a La Habana para conocer las acciones que se preparan contra esta farsa y cuando saben por Faustino Pérez que no se va a hacer nada, deciden separarse de ese Movimiento.
Por esos días, Jorge Ibarra llevó a Frank a conocer a José Antonio Echeverría, quien asumió la presidencia de la FEU el 30 de septiembre de 1954. Ibarra le pidió prestadas cuatro carabinas M-1 a Echeverría para hacerle un atentado al coronel Del Río Chaviano.
Al volver a Santiago de Cuba crearon una organización insurreccional para llevar a cabo la lucha armada: “Acción Revolucionaria Oriental” (ARO) en diciembre de 1954, con la participación inicial de Frank, Pepito Tey, Jorge Ibarra Cuesta, Félix Pena Díaz, Carlos y Emiliano Díaz Fontain, Eduardo Yasells, Agustín y Josué País García, José Cala Benavides, Vilma y Nilsa Espín Guillois, Rafael Rivero Pupo, Armando Colomé y Andrés Rosendo Ojeda, entre otros. Es la organización donde militarán los jóvenes más decididos y radicales de Santiago de Cuba.
No creían en la máxima de moda en aquella época de que la Revolución se podía hacer con el Ejército o sin el Ejército, pero nunca contra el Ejército; e inmediatamente se dieron a la tarea de buscar armas para enfrentarse a las Fuerzas Armadas de Batista.
Con este propósito asaltan el Club de Cazadores de Santiago de Cuba la noche del 17 se abril de 1955, acción en la que participó Frank en compañía de Emiliano Díaz Fontain, Emilio Lamelas, Alfonso Verdaguer y Lorenzo Reina, para lo cual usaron una pistola 45 y un revólver 32. Pudieron llevarse 10 escopetas de cartucho y 200 cartuchos.
Esas armas deportivas en manos de los jóvenes revolucionarios se convirtieron en armas de combate por la patria y el 23 de julio de 1955, Frank y Pepito Tey con Emiliano Díaz, Santiago Montes de Oca, Cesar Perdomo, Reinerio Jiménez Lage, Ariel Rojas y Francisco Santa Cruz Pacheco, atacaron el cuartel de la Policía del poblado de El Caney.
La operación se planificó de modo que no fuera necesario hacer ningún disparo, pues habitualmente el soldado de la puerta de entrada del lugar se dormía sentado en un taburete pasadas las 10 de la noche.
Esa noche el policía Ernesto Castillo Moya recibió a una amiga en el patio del cuartel mientras sus tres compañeros dormían. Pasada la media noche, al ocupar su lugar en la puerta del cuartel, le dio el alto a un carro que se acercaba a exceso de velocidad, lo que confundió a dos de los revolucionarios que se creyeron descubiertos y corrieron.
Frank, que lo vio todo desde su posición, al percatarse de que el policía levantaba el fusil para hacerles fuego a sus compañeros, disparó a Castillo Moya, lo abatió y se llevó su fusil y la canana. Y hay algo que sabían solo sus compañeros más íntimos: Frank padecía de hemofobia, no podía ver sangre. Debió desarmar al policía que había abatido cerrando los ojos.
Los compañeros que estaban con él lo apuraban, pero hasta que no le quitó la canana, no salió del lugar. Ahí se perdieron dos escopetas de las ocupadas en el Club de Cazadores, por lo que Frank llamó la atención a sus compañeros, diciéndoles: “…cuando se va a buscar armas, se traen las armas. Las armas para la Revolución no se pueden perder…”
Al salir los moncadistas de la cárcel, Fidel creó el “Movimiento Revolucionario 26 de Julio” el 12 de junio de 1955, en la calle Factoría No. 62, entre Apodaca y Corrales, en La Habana Vieja, con la participación de Pedro Miret, Pepe Suárez Blanco, Antonio López Fernández, Melba Hernández, Jesús Montané, Haydée Santamaría, Luis Bonito, Pedro Celestino Aguilera, Armando Hart Dávalos y Faustino Pérez, quienes integraron la primera Dirección Nacional de la organización.
En esos días Fidel Castro supo de Frank País por primera vez a través del santiaguero y combatiente del Moncada Léster Rodríguez Pérez, y luego por la Dra. María Antonia Figueroa Araujo, una destacada revolucionaria santiaguera relacionada con Fidel a través del Partido Ortodoxo.
Al no ser apresado por los sucesos del Moncada, Léster se asiló en la embajada de México. Junto a varios revolucionarios entró clandestino a Cuba, se ocultó en La Habana y estuvo vinculado a José A. Echeverría. En una visita de Pepito Tey a la FEU, en la capital, a inicios de 1955, conversó con Léster sobre la organización insurreccional que Frank País y él tenían en Santiago de Cuba.
Léster y la Dra. Figueroa informan a Fidel que Frank País tiene una organización revolucionaria que realiza acciones contra la dictadura en Santiago de Cuba y otros lugares cercanos. Fidel los envía entonces a proponerle a Frank integrar al “26 de Julio” su organización –que ya es Acción Nacional Revolucionaria (ANR)–”.
En los primeros meses de 1955 había llegado a Santiago de Cuba el alegato “La historia me absolverá”, que leímos los miembros de Acción Nacional Revolucionaria, orientados por Frank, Pepito Tey y Félix Pena, por lo que ya conocíamos el pensamiento de Fidel Castro para la lucha contra Batista y la instauración de una sociedad más justa en Cuba. Con admiración conocimos sus valientes denuncias a los crímenes cometidos por las fuerzas represivas de Batista el 26 de julio de 1953, tituladas: “Mientes, Chaviano”, “Chaviano el provocador” y “Frente al terror y frente al crimen”, publicados en la revista Bohemia y el periódico La Calle.
En agosto del ´55 conoceríamos el Manifiesto No.1 del 26 de Julio al pueblo de Cuba, escrito por Fidel en México e introducido clandestinamente en el país en grandes cantidades de ejemplares para tratar de llegar a la mayor parte de la población.
Frank País, Jorge Ibarra y Pepito Tey se reunieron con los enviados de Fidel y comenzaron las conversaciones con los jefes de células de la ANR, para consultarnos si pasábamos para el “26 de Julio”.
En la casa de Tony Alomá la reunión fue con Orlando Carvajal, Carlos Iglesias Fonseca, Nené Álvarez Alemán, José Cala Benavides, Carlos y Emiliano Díaz, Taras Domitro, Enzo Infante. Luego en otros lugares con Arsenio Stable, Agustín Navarrete, Luis Felipe Rosell, Nilsa y Vilma Espín, Rafael Rivero Pupo, Ariel Rojas, César Perdomo y otros.
Una noche me crucé en San Jerónimo y Calvario con Pepito Tey, quien venía con otras personas, y nos saludamos. Al otro día él me contó que esa noche lo acompañaba Léster Rodríguez, a quien Fidel había enviado con la propuesta. Nuestra célula la integrábamos jóvenes de 14 y 15 años… ¡Y hasta a nosotros nos consultó Pepito Tey para tomar aquella decisión!
Fidel nombró a Frank Jefe de Acción en Oriente y a Léster, Coordinador del Movimiento Revolucionario. Para la Dirección del “26 de Julio” en Oriente se nombró a los jefes de grupos y células de Acción Nacional Revolucionaria, quedando constituido el “26 de Julio” en los municipios. En San Luis, fue Gaspar Reyes; en Palma Soriano, Asterio Hernández y Carlos Chaín; en Guantánamo, Enrique Soto; en Bayamo, Navarro Villarte; en Manzanillo, Rafael Sierra y Manolo Hechavarría, quienes presentaron a Celia Sánchez Manduley a Frank; en Las Tunas, Juan Pérez González y José Rodríguez; en Holguín, Pedro Díaz Coello y Francisco Badías y en Gibara, Enrique Villafuela Y Washington Rosell.
La existencia del 26 de Julio en Santiago de Cuba se conoció públicamente por los letreros pintados en las paredes de las principales calles, incluyendo los muros del Moncada, en noviembre de 1955. Una mañana, la ciudad amaneció con letreros de “26 de Julio”.
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Había que hacer agitación revolucionaria para crear un clima insurreccional que motivara al pueblo a sumarse a la lucha armada contra la dictadura; y para eso era preciso hacer acciones de envergadura. Algunas fueron sabotajes con explosivos a redes eléctricas, nudos de comunicación y quema de establecimientos comerciales propiedad de los esbirros de Batista.
Frank País con Arsenio Stable, Mario Martínez, Rolando Larrea, Chicho, Eloy Rodríguez Téllez, Quico Martínez buscaban la dinamita en las minas de Charco Redondo y El Cristo, con revolucionarios que trabajaban en esos lugares y tenían acceso a polvorines, o amigos que trabajaban en el lugar y vendían la dinamita clandestinamente.
Frank se ganó el respeto de los que fuimos sus subordinados. En las manifestaciones estudiantiles y las acciones insurreccionales iba siempre en el lugar de más peligro: predicaba con su ejemplo personal.
El 4 de abril de 1956 la prensa nacional publicaba que había sido descubierta una conspiración de oficiales del Ejército de unidades de artillería y tanques. Era un grupo de oficiales de Academia contrarios a la actuación de las Fuerzas Armadas cómplices de crímenes, robos y sostén del desgobierno de Batista. Era la llamada “Conspiración de los Puros”. Encabezaba el grupo el Coronel Ramón Barquín, aunque realmente el jefe era el Comandante Enrique Borbonet. Este hecho demostró que dentro de las instituciones armadas existían militares honestos.
El 19 de ese mes, se celebraba en la Audiencia de Santiago de Cuba un juicio a los estudiantes de la Escuela de Artes y Oficios, Oscar Feliú y Eduardo Sorribe, acusados de arrojar un saco con dos granadas de mortero. A allí fueron los estudiantes a apoyar a sus compañeros. El ejército formó una balacera y fueron heridos Luis Argelio González Pantoja, Paquito Cruz Bourzac, Faustino Valcárcel y Lorenzo León Drago.
Cuando Frank supo que balearon esa manifestación estudiantil y que había tres heridos graves, armó un grupo bajo su mando, otro a cargo de Pepito Tey y un tercero con Carlos Díaz Fontaine al frente. Salieron por Santiago de Cuba y Pepito Tey, con una carabina M-1, abatió a un policía, y Frank País con la ametralladora Thompson derribó dos esbirros esa noche.
El comando dirigido por Carlitos Díaz, con Orlando Carvajal, José Cala Benavides y Nené Álvarez, tuvo encuentros con el ejército. Primero con el soldado de la Guardia Rural Rainerio Pérez Tejeda, quien les disparó e hirió en el abdomen a Carlos Díaz. Luego vinieron dos guardias rurales a caballo y dispararon contra Carvajal y Cala, quienes fueron heridos. Los miembros del Ejército recogieron a Carlos Díaz y a Carvajal y los llevaron al Hospital de Emergencias, de donde los sacó el capitán Alejandro García Olayón para el Hospital Militar, donde los torturaron y asesinaron.
José Antonio Echevarria, presidente de la FEU y Secretario General del Directorio Revolucionario, creado el 24 de febrero de ese año, supo lo ocurrido en Santiago de Cuba y realizó una acción solidaria. Un comando de la FEU de la Universidad de La Habana, dirigido por Juan Nuiry Sánchez y Guillermo Jiménez Soler, tomó el Canal 4 de la televisión para hacer un atentado al esbirro de la juventud del Partido Acción Unitaria (PAU) de Batista, Luis Manuel Martínez, el 20 de abril de 1956, un día después de las acciones de Santiago. Sus escoltas dispararon contra los estudiantes y fue herido de gravedad en el abdomen Guillermo Jiménez. Ahí se destacó el joven Efigenio Ameijeiras Delgado, quién con una carabina M-1 disparó desde la Universidad contra los carros de la Policía que fueron al lugar de los hechos.
En mayo de ese año, Marcelino Manet, Ignacio González, miembro de la organización pseudo revolucionaria “Triple A”, contactó con Léster Rodríguez y le ofreció al “26 de Julio” la mitad de unas armas que recibieron por la playa Mar Verde, al este de Santiago de Cuba. Esas armas se las había enviado el dictador Rafael Leónidas Trujillo en un buque dominicano, mediante coordinación realizada por Aureliano Sánchez Arango, dirigente nacional de la “Triple A”.
Léster lo informó a Frank, quien alistó a varios hombres de su mayor confianza para trasladarlas, lo que se logró sin inconveniente con la participación solo de Pepito Tey, Otto Parellada, Léster, Frank y Luis Felipe Rosell, quien usó un pisicorre de la florería Los Ángeles, de su propiedad y un jeep alquilado por Otto Parellada, por lo que tuvieron que realizar varios viajes dada la cantidad de armas y municiones desembarcadas.
Con la participación de David Figueredo, Enrique Pazos e Idelfredo Figueredo, el Chino, se escondieron esas armas, pero algunos problemas con gente temerosa provocó que algunas se escondieran en malas manos, pues dos personajes vendieron una ametralladora y cinco fusiles. Enseguida el movimiento revolucionario supo que eran hombres al mando de Carlos Iglesias Fonseca, Nicaragua, jefe del grupo revolucionario más numeroso de Santiago de Cuba.
La Dirección del 26 de Julio les exigió responsabilidad a los culpables: Pedro Otaño y Manolo Sosa, el Boxeador, quienes fueron juzgados y sancionados severamente, pues las armas para la Revolución eran sagradas y un delito como el cometido se pagaba con la vida.
Con la adquisición de estas armas se devolvieron las cuatro carabinas M-1 que José Antonio Echeverría le prestó a Jorge Ibarra Cuesta, quien las entregó en Camagüey al jefe de Acción del Directorio Revolucionario, Faure Chomón.
El 29 de abril ocurrió el ataque al cuartel “Domingo Goicuría”, de Matanzas, por un grupo de revolucionarios que trató de tomarlo, pero como los habían delatado, estaban esperándolos. En vez de capturarlos, concentraron un gran volumen de fuego en una emboscada y cuando llegó el camión donde viajaban los mataron a todos. Fue una masacre dirigida personalmente por el coronel Pilar García, jefe del Regimiento 4 de la Guardia Rural en Matanzas.
Son hechos que van consolidando la conciencia revolucionaria en nuestro pueblo.
Frank conoce a Fidel
En agosto de ese año, Frank viajó a México para conocer a Fidel.
Se presenta ante él, quien está haciendo un tremendo trabajo proselitista en México y en los Estados Unidos, buscando combatientes y recursos para venir a Cuba con una expedición a reiniciar la lucha armada contra la tiranía.
Cuando llega a rendir informe, Fidel corrobora que se trata de un joven superior, quien tiene creada una organización seria, responsable, armada, con decisión de lucha. Así lo diría en carta enviada a María Antonia Figueroa Araujo, miembro de la Dirección provincial del 26 de Julio.
Al regresar de México, Frank fue directo de La Habana para Santiago de Cuba y convocó una reunión con la dirección del movimiento revolucionario para informarles la urgencia de seguir consiguiendo armas y recursos. Trajo un modelo de uniforme verde olivo, color escogido por Fidel para el Ejército Revolucionario, que debían hacerlo en los talleres clandestinos de Santiago de Cuba, y poder entregarlo a los combatientes en el momento oportuno.
Frank da instrucciones de que los miembros de las células de acción y las brigadas juveniles no participen en actividades públicas contra la tiranía y preservar la identidad de los combatientes del 26 de Julio.
Apremia a la dirección de Guantánamo para seguir obteniendo armas de la Base Naval yanqui.
La unidad de la juventud cubana en lucha contra la tiranía, se plasmó en la Carta de México, firmada el 30 de agosto por Fidel Castro, en nombre del Movimiento Revolucionario 26 de Julio y José Antonio Echeverria, en nombre de la FEU.
Léster y Frank participaron en una reunión de la Dirección Nacional del 26 de Julio en Santa María del Mar en La Habana el 5 de octubre, para organizar en cada provincia el apoyo necesario al desembarco de la expedición armada de Fidel. Fue Frank País el más medido en sus planteamientos.
Frank volvió a encontrase con Fidel en México el 23 de octubre. Con su gran honestidad y valentía le planteó al jefe del 26 de Julio posponer el desembarco para principios de 1957, pues las condiciones en el país no estaban creadas por falta de armas y recursos. Aunque Fidel comprendió sus ideas, le expresó que era necesario cumplir el compromiso con el pueblo de ir a combatir en 1956 y que temía que la Policía Federal los apresara de nuevo y confiscara las armas y los recursos que con tanto sacrificio había podido reunir para la expedición. Frank comprendió las justas razones expuestas por el Dr. Fidel Castro.
En este viaje le llevó a Fidel la propuesta, elaborada por él y por Luis Piñeda, del brazalete rojo y negro con el 26 JULIO con letras en blanco sobre el brazo izquierdo y la escarapela de los grados militares: Comandante en Jefe, tres estrellas; Comandante, dos estrellas; Capitán, una estrella; Teniente, un rombo. Esto fue aprobado por Fidel.
El sábado 27 de octubre en el cabaret Montmartre, un comando del Directorio Revolucionario integrado por Juan Pedro Carbo Servia, Rolando Cubelas, Pepe Fernández de Cossío y Miguel Ángel Domínguez, da muerte al Coronel Antonio Blanco Rico, jefe del Servicio de Inteligencia Militar de la Dictadura e hirieron al Coronel Marcelo Tabernilla, segundo jefe de la Fuerza Aérea.
El lunes 29, miembros de la policía, al mando de su jefe nacional, el Brigadier Rafael Salas Cañizares, violaron la inmunidad diplomática de la embajada de Haití y asesinaron a 10 jóvenes asilados. Secundino Martínez, el único de ellos que portaba un arma, logró herir de gravedad a Salas Cañizares, quien falleciera pocos días después. Esos hechos de sangre convulsionaban a la nación cubana.
Al regresar de México vía Miami, Frank vino nombrado con la responsabilidad de Jefe de Acción Nacional del Movimiento 26 de Julio, el cargo de la mayor jerarquía dentro del país.
Traía instrucciones de Fidel de recorrer la Isla y comprobar los preparativos en cada una de las provincias. Entra en vuelo por Camagüey y allí se entrevistó con Raúl García Peláez, coordinador en esa provincia. Le explicó que no había armas suficientes para repartirlas y no se podían debilitar las fuerzas de la dirección principal, además de ordenarle realizar acciones con armas cortas, botellas incendiarias, alcayatas, en fin, con todo lo que se pudiera.
Cuando Frank se reunió con Santiago Riera en la casa de la destacada revolucionaria Margot Machado, en Santa Clara, le dijeron a esta que iba a verla el jefe revolucionario Salvador. Ella había salido poco antes de casa y dejó instrucciones de atenderlo correctamente. Al regreso oyó que en su casa estaban tocando el piano y sus hijos Bernardino, Cristino, Julito y Verena cantaban, por lo que se molestó con ellos. Frank País era un joven alegre al que le gustaban las fiestas, el canto, la música y tocaba el piano y cantaba con muy buena voz. Ese día se llevó la sorpresa de que ese dirigente revolucionario era un joven normal. Margot se emocionó.
Frank estuvo también a Matanzas y La Habana, para llevar a todos los jefes las instrucciones de Fidel de realizar las acciones que se pudiera, a partir de los recursos y medios que tuvieran para actuar en interés de apoyar el desembarco de los expedicionarios.
Durante su estancia en La Habana, en los primeros días de noviembre, se reunió con Haydee y Aldo Santamaría, y Armando Hart, miembros de la Dirección Nacional. Propuso designar a tres responsables de acción para apoyar el desembarco: Aldo Santamaría para occidente (Pinar del Río, La Habana y Matanzas); Cheché Alfonso, en la central (Las Villas y Camagüey) y él, en Oriente. Hubo total compresión que solo en Oriente había posibilidades de realizar fuertes acciones y se acordaron las direcciones a donde enviar telegramas de la salida de la expedición.
En la capital también se reunió con Pepe Suárez, coordinador del 26 de Julio y Aldo Vera, Jefe de Acción; con Marcelo Salado, Enrique Oltuski y Jesús Suárez Gayol, jefe de las brigadas juveniles.
La dirección principal sería Santiago de Cuba, donde más fortalecidas y armadas estaban las fuerzas revolucionarias; pero todo el país tenía que realizar acciones con los recursos que se contaran: había que estremecer a toda la nación.
Celia Sánchez Manduley, Rafael Sierra y Felipe Guerra Matos organizaron en Manzanillo la recepción de los expedicionarios del Granma por la zona de Niquero.
Se iba a avisar de la salida de la expedición mediante un telegrama que sería enviado dos días después de su partida del puerto mexicano. Esto sucedió el 25 de noviembre, el telegrama llega a Santiago de Cuba el 27 de noviembre. Llega también a José Antonio Echevarría. Se remitió otro a Aldo Santamaría, en La Habana, y debía avisarle a Héctor Ravelo, jefe de La Habana campo. El dirigente de Matanzas era el Maestro, Ricardo González Teja. En La Habana lo recibió Pepe Suárez Blanco, valeroso asaltante del cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 y coordinador en la Capital, y quien además tenía la responsabilidad de avisarle a Pinar del Río, donde existía un fuerte Movimiento revolucionario.
Recibieron telegramas el coordinador de Camaguey, Raúl García Peláez y el de Santa Clara Santiago Riera.
El cálculo del Capitán del yate Granma, Onelio Pino, e informado a Cuba, era de cinco días de navegación. El yate Granma desarrollaba 10 nudos con doce personas a bordo y una carga normal para ellas. Para la travesía redentora se embarcaron 82 expedicionarios más todo el armamento, municiones y avituallamiento. La nave se hundió y ofreció más resistencia a la mar; además, sus motores sintieron la mayor carga y no funcionaron normalmente. Por todo esto no hizo más de siete nudos y demoró dos días más en su travesía de Tuxpan a Cabo Cruz.
El Capitán del Granma y sus oficiales supieron la cantidad de carga total que transportarían para Cuba la misma noche de la partida, a medida que iban embarcando hombres, armas y avituallamientos, y no pudieron enviar a Cuba la variación del tiempo de la travesía.
Fidel quería que la llegada de los expedicionarios fuera el detonante de las acciones; sin embargo, Frank, previa consulta con Léster Rodríguez y Pepito Tey, tomó la decisión de hacer coincidir el alzamiento con la llegada. No iba a ser posible conocer exactamente el momento de la llegada y no era fácil hacer una movilización tan rápida. Para movilizar a cientos de hombres para llevarlos a una acción combativa de tanta envergadura como la planificada en Santiago de Cuba, tenían que tomarse medidas que requerían tiempo.
En Santiago de Cuba el 27 de noviembre de 1956 solo se autorizó por Frank realizar en la Universidad un acto solemne en recordación de los 8 estudiantes de Medicina vilmente fusilados por el colonialismo español en 1871. Las palabras centrales fueron pronunciadas por los dirigentes estudiantiles Cuqui Bosch y Luis Solá Vila, presidente de la FEU de Oriente.
En horas del mediodía del 27 hubo una acción en la que participaron el propio Solá Vila, Belarmino Castilla, Machy Fontanil, Roberto García Serrano, Vicente Ricálo Paláis y Willy Hodges Ferguson, entre otros estudiantes. Pintaron letreros contra la tiranía, lanzaron cócteles molotov y piedras contra el crucero del ferrocarril, la planta telefónica y las fuerzas represivas. Los profesores Regino Boti y Felipe Pazos intercedieron entre los estudiantes universitarios y la policía y se logró controlar la situación y hacer la velada solemne en horas de la noche.
La dirección del Movimiento Revolucionario no autorizó hacer más nada, porque se estaba moviendo el armamento para las acciones combativas del día 30 y se requería tranquilidad en la ciudad.
En La Habana se realizaron varios actos de protesta. Los integrantes de la Dirección de la FEU y el Directorio Revolucionario hicieron una gran manifestación en recordación al 27 de noviembre y el Ejército ocasionó heridas de bala a doce jóvenes. Allí estaban las Brigadas Juveniles del 26 de Julio bajo el mando de Jesús Suárez Gayol, quién fue uno de los heridos ese día.
El 29 de noviembre se acuarteló en Santiago de Cuba a los dos primeros escalones de los hombres de acción y su retaguardia, constituida en 13 botiquines de primeros auxilios con sus médicos y enfermeras.
Acciones planificadas en Santiago de Cuba:
• Instalar el EM del levantamiento en la casa de Santiago Rousseau en Santa Lucia y San Félix.
• Atacar el cuartel de la Policía Nacional en la Loma del Intendente.
• Atacar el cuartel de la Policía Marítima en la Avenida Lorraine.
• Bombardear el cuartel Moncada con un mortero instalado en el Instituto.
• Ocupar el Instituto con combatientes para apoyar el funcionamiento del mortero.
• Tomar un establecimiento de la Ferretería Marce en Aguilera y Calvario y ocupar escopetas de cartucho y municiones.
• Habilitar un camión con una ametralladora calibre 30 y otras armas y realizar recorridos por Santiago tiroteando las posiciones enemigas, carros patrulleros, la aviación, etc.
• Con los grupos de acción de Agustín Navarrete, Enrique Hermus, Nene Álvarez, Ignacio Aloma, Pepe Cala Benavides y las Brigadas Juveniles bloquear las calles alrededor del cuartel Moncada.
• Rescatar a los presos políticos de la cárcel de Boniato y/o apoyarlos en el plante que tenían organizado.
• Desplegar 13 botiquines con médicos y enfermeras en lugares de la ciudad para prestar auxilio a los combatientes
Los combatientes seleccionados por Frank para formar parte del EM del levantamiento en Santiago de Cuba fueron acuartelados en una casa de la playa de Punta Gorda y de ahí temprano ocuparon la casa de Santiago Rousseau como estaba coordinado con Sussette Bueno, la esposa de éste. En la tienda El Carrusel, de su propiedad, estuvieron escondidas las armas para el alzamiento y los proyectiles en la casa de Mario Santamaría, en el reparto Altamira.
A las 7 de la mañana del 30 de noviembre estaba instalado el Cuartel General. Ahí estuvieron varios combatientes como Haydee Santamaría, Armando Hart, María Antonia Figueroa, Gloria Cuadras, Taras Domitro, Agustín País, Vilma Espín, Ásela de los Santos, Enzo y Rafael Infante, Luis Cleger, Oscar Asencio y Miguel Deulofeu, entre otros.
El cuartel de la Policía Nacional, en la Loma del Intendente, iba a ser atacado por tres direcciones al mando de Pepito Tey, que era el segundo de Frank País y jefe de Santiago de Cuba. Tey y sus hombres atacarían subiendo por la calle escalera de Padre Pico; Paquito Cruz con los suyos entraría por la puerta del Cuartel y el grupo de Otto Parellada atacaría por el flanco izquierdo, subiéndose a los techos de la escuela de Artes Plásticas.
La acción tuvo el inconveniente de la falta del valeroso Paquito Cruz, apresado la noche anterior. Su grupo tenía la misión de entrar en carro por la calle Estrada Palma, hasta San Carlos y penetrar en ataque comando por la puerta del Cuartel de la Policía. Para ello contaba con una ametralladora Madsen y otras buenas armas.
Paquito acuarteló a su grupo en su casa en San Félix entre San Germán y Trinidad y por la noche fue a la casa de Pepito Tey a puntualizar la misión, de ahí hizo un reconocimiento por los alrededores de la Loma del Intendente, cuando se encontró con Alberto López, Israel y Joaquín Góngora, quienes lo invitaron a irse en el jeep en que viajaban. Cuando estaban haciendo combustible en la Avenida Lorraine fueron apresados por los tripulantes de un carro patrullero. Al registrarlos, ocuparon una pistola y dos granadas que llevaban los Góngora en la cajuela de las herramientas del jeep. De inmediato los llevaron a los calabozos del cuartel Moncada.
Al faltar Paquito Cruz, Willy Martínez asumió el mando y atacó como parte del grupo comandado por Otto Parellada. El grupo comandado personalmente por Pepito Tey llegó a la calle Santa Lucía, subieron corriendo la escalera de Padre Pico y al desembocar en Santa Rita comenzó el tiroteo.
En los primeros disparos cayó muerto Tony Alomá con una herida en medio de su frente. Al poco rato hirieron a Luis Padrón en una pierna. Pepito se multiplicó disparando con su carabina M-1. Enrique Deulofeu y Víctor Barcaz combatían a su lado cuando cayó mortalmente herido, de un disparo en la parte izquierda de su frente, el heroico Capitán del Ejercito Revolucionario Pepito Tey, quién desde el primer momento de la lucha revolucionaria había sido el valeroso segundo al mando de Frank País.
En la acción de la Policía Nacional, actuó el grupo del destacado revolucionario Otto Parellada, y junto a él, su segundo al mando, Casto Amador Hernández y Emiliano Corrales. Todos subieron al techo del edificio de la Escuela de Artes Plásticas, aledaño al cuartel y desde el techo atacaron con todas las armas y usaron botellas con gasolina y aceite.
No pocos compañeros se destacaron en el combate: Wilfredo Martínez, con la ametralladora bípode 30; el ayudante de Willy, Pepín Martínez Igarza, Josué de Quesada, Arístides Michel, Papito Cervera, Nicolás Rizo, Eugenio Rodríguez, José Mercerón y Edenio Rodríguez. Michel, Josué de Quesada y Pepín Martínez, fueron quienes tiraron los cócteles Molotov a la Estación de Policía, y la quemaron totalmente. Fue allí donde hubo que lamentar la muerte de Otto, la herida de Papito Cervera en la cara y de Emiliano Corrales en un pie.
La Policía apresó a algunos jóvenes de las Brigadas Juveniles mientras estaban ocupando las posiciones para el cerco del Moncada al amanecer y los metieron en los calabozos. Cuando se atacó el cuartel, el teniente Durán ordenó que los dejaran en los calabozos para que se quemaran. Los bomberos rescataron a Ernestico Matos, Mariano Enrique Seijó, Papucho, y otros dos.
La acción de la toma de la Policía Marítima fue dirigida por Jorge Sotús Romero, quien traicionaría luego a la Revolución, pero fue entonces el jefe del comando que tomó la instalación. Su segundo, Vazquecito, Alberto Vázquez, Jorge y Álvaro Barriel, Pepín Quiala, Armando Alonso, Roberto Roca, Carlitos García, Enrique Chacón, Oscar Somoza, Osvaldo Souza participaron allí. Rafael Armiñán y Paquito Betancourt fueron de los combatientes heridos. Capturaron 27 armas y las llevaron para el Cuartel General, donde las escondieron en un falso techo.
Léster Rodríguez con Josué País tenía que bombardear el cuartel Moncada con un mortero instalado en el Instituto de Segunda Enseñanza en la calle Garzón. Lamentablemente ambos fueron apresados por la tripulación de un jeep de la dictadura bajo el mando del cabo Salvador Danger cuando iban caminando por la avenida Garzón a ocupar su posición.
Los grupos de Agustín Navarrete, Enrique Hermus, Nene Álvarez Alemán, Ignacio Alomá y Pepe Cala Benavides cumplieron sus misiones de bloquear algunos de los accesos al cuartel Moncada, aunque no pudieron impedir la salida de las tropas del ejército al fallar el mortero.
En la cárcel de Boniato estaban presos varios destacados revolucionarios: Carlos Iglesias Fonseca, que cargó con la culpa de la muerte de Otaño y de Sosa; Raúl Menéndez Tomasevich; Braulio Coroneaux, el ex Sargento del Ejército, quien había pasado a las filas de la Revolución; el destacado dirigente estudiantil Orlando Benítez Hernández, uno de los fundadores del Movimiento Revolucionario en Santiago de Cuba, además de Orestes Álvarez Calunga, deportista de Lucha Libre, conocido como “El Indio Sabú”.
Frank quería mandar un grupo dirigido por Agustín Navarrete a rescatar a esos revolucionarios que estaban en la cárcel de Boniato; pero en la tarde del día 29 envió un aviso a Carlos Iglesias Fonseca con su hermano Josue, que no podían irlo a rescatar, porque no había fuerzas suficientes.
Nicaragua le respondió: “No te preocupes que nosotros tenemos un plan y vamos a salir de aquí. Manda un camión que nos vamos a llevar todas las armas de la cárcel”. Al amanecer entre Tomasevich y Braulio Coroneaux cogieron una ametralladora y un fusil del cuartel de la guarnición y con la ayuda de los otros presos políticos tomaron la cárcel de Boniato. Les dieron libertad a los demás presos y encarcelaron a todos los policías.
Los revolucionarios se fueron con su fusil y dejaron allí armamento, ya que no se les pudo mandar un camión como había pedido Nicaragua. Regresaron esos 8 compañeros a Santiago de Cuba, cada uno con su fusil, capturados en la acción –muy meritoria– realizada por ellos mismos en la Cárcel de Boniato.
Los que ocuparon las armas en la ferretería Marce iban bajo el mando de Enzo Infante. Frank reforzó este grupo con Agustín País y Taras Domitro. A él se sumó Armando Hart, quien manejó uno de los carros sin haberlo hecho nunca antes. ¡Tal fue su entusiasmo!
Cuando llegaron al establecimiento Enzo y José Nivaldo Cause entraron a la tienda. Agustín País desde la calle Calvario al ver pasar un ómnibus por la calle Aguilera en el que iba un soldado, le hizo fuego con la pistola que llevaba. El soldado se bajó del ómnibus en la esquina siguiente y disparó con su fusil contra la esquina de Aguilera y Calvario, lo que provocó que se apresurara la operación y se cargaran escopetas de municiones y no de cartuchos.
Emiliano Díaz, Reinerio Jiménez Lage, Abelardo Colomé, Sixto Valón, Luis Céspedes Somoza, Raúl Perozo, Eugenio Aguilera, Manolito Céspedes, entre otros, se apropiaron de un camión, instalaron ahí una ametralladora calibre 30, recorrieron la ciudad disparándole a todo enemigo que se encontraban y cuando apareció el avión anfibio de la Marina de Guerra le tiraron también.
Para atender a los combatientes se desplegaron 13 botiquines en puntos clave de la ciudad atendidos por médicos y enfermeros. Entre ellos estaban los doctores Quinidio Armigñan, Carlos Mirabal, Juan Martorell, Alfonso Araujo, Francisco Durán, el enfermero López Pego y las compañeras Ásela de los Santos, Nilda y Cira Ferrer, Nayibe e Ibis Atala, Fe Carbonell, Arminda Castellanos, Tina Esteva Lora, Alba Griñan, Esther María y Lala de la Torre, Silvia Sánchez, Nidia Leyva, Teresa y Violeta Valentino, Gisela Rodríguez, Aurelia Medina. A las 7 de la mañana todos los botiquines estaban activados.
Frank concibió lanzar para la calle el primer escalón de los hombres de acción. No quería ni jovencitos ni hombres casados. Tony Alomá pudo ir porque exigió con vehemencia a Tey ocupar su lugar en la batalla de ese día. Era casado y su esposa, Nancy, estaba en avanzado estado de gestación. Daría a luz el 28 de enero de 1957.
Como un segundo escalón acuarteló en varios lugares de la ciudad a las Brigadas Estudiantiles comandadas por Félix Pena Díaz, quién concentró unos 60 jóvenes en la Escuela Activa de los hermanos Raúl y Luis Martínez Rebustillo. Allí estuvieron, entre otros, Jorgito Romero, Roberto Letucé, Pepín Lupiañez, Luis Argelio González Pantoja, Luis Solá, William Gálvez, Israel Martínez, William Kelly, Machy Fontanil, Julio Pérez Guitian y Vicente Ricalo Palais.
Otro lugar de concentración fue La Carbonera, en calle A entre 1ra. y carretera del Morro. Allí estuvieron unos 20 compañeros con Joel Chaveco, Jesús Calvo Salazar, Arsenio Ferrer y Wicho Calvo, entre otros.
Ellos tenían la misión de bloquear las calles alrededor del cuartel Moncada para impedir que fuerzas de ese lugar pudieran salir a ayudar a los cuarteles atacados. Para eso necesitaban las armas que se les entregaría de los cuarteles de la policía nacional y marítima que se iban a atacar.
Por la tarde, algunos de ellos todavía estaban colocando niples en varios lugares de la ciudad manteniendo al Ejército en tensión.
También en el Instituto de Santiago de Cuba se concentraron jóvenes que hicieron acciones contra la Policía, que rodeó la zona aledaña. El Jefe del Regimiento de la Guardia Rural en Santiago de Cuba era el Gral. Brig. Martín Díaz Tamayo, quien había sido el jefe que había llevado la orden de Batista, el 26 de julio de 1953, de matar a los prisioneros y a los heridos del ataque al Moncada. Batista le ordenó que tenía que matar a 10 moncadistas por cada uno de los soldados que había muerto en el combate. Se le conocía entonces a Díaz Tamayo como “diez por uno”. Él, ese 30 de noviembre, trató de ser un militar más pundonoroso, y no realizó el bloqueo total del Instituto. No hubo una matanza de revolucionarios.
Las acciones más intensas fueron en la mañana, pero durante horas continuaron los tiroteos por toda la ciudad, pues muchos de los combatientes revolucionarios se apostaron en los edificios altos de Santiago y actuaron como francotiradores manteniendo al ejército atemorizado.
Con la experiencia de la matanza de los combatientes del Hospital “Saturnino Lora” aquel 26 de julio de 1953, Haydee Santamaría le planteó a Frank la necesidad de evacuar el Cuartel General. Serían cerca de las dos de la tarde cuando Frank ordenó la desactivación del Estado Mayor y el repliegue de todas las fuerzas revolucionarias.
De todas formas él fue para el Instituto a conocer que había pasado con el mortero y analizar las posibilidades de seguir combatiendo en las calles ese día. Fue de los combatientes que desde el techo del Instituto tiroteó a la Policía. Y fue de los que salieron del Instituto y lograron escapar para reiniciar la lucha.
El pueblo de Santiago de Cuba, al igual que vitoreó a sus hijos en horas de la mañana cuando los vio con uniforme y armas largas dispuestos para la lucha frontal contra la tiranía, abrió las puertas de sus hogares para salvarlos y esconder las armas con que reiniciarían la lucha cuando la situación lo permitiera.
En Santiago de Cuba los combatientes salieron a la calle con el uniforme Verde Olivo, su brazalete rojo y negro y los jefes con su grado militar. Cada combatiente lo había pagado: $ 7.50. Desde su inicio se creó la conciencia que la revolución costaba y era necesario hacerla con sacrificios y honradez.
Al unísono con los combatientes de Santiago de Cuba otros jóvenes cubanos realizaron heroicas acciones en pueblos y ciudades de la nación. Así René Ramos Latour y Rafael Orejón trataron de quemar un puente en Nicaro y sostuvieron un encuentro con la Guardia Rural; en Guantánamo; Julio Camacho Aguilera, Demetrio Montseny, Enrique Soto, Nico Torres, Octavio Louit y Juan Pérez, entre otros, tomaron el cuartel del Central Ermita, quemaron un puente del ferrocarril Central y descarrilaron un tren. En Puerto Padre Alfonso Zayas, Orlando Pupo, Raúl Castro Mercader, Guillermo Domínguez tomaron el puesto del Ejército y ocuparon las armas; En Manzanillo Celia Sánchez, Rafael Sierra y Felipe Guerra Matos movilizaron vehículos hacia Niquero en espera de los expedicionarios; en Camaguey, ocurrieron tiroteos esporádicos y 60 jóvenes fueron encerrados en el cuartel de la policía nacional.
En Quemados de Güines, el obrero azucarero Víctor Bordón Machado, con Evelio Daniel Villavicencio y otros cuatro compañeros produjeron un alzamiento el 27 de noviembre que tuvo repercusión en la zona. En Santa Clara la ausencia del Coordinador provincial creó incertidumbre y se hicieron pequeñas acciones bajo la dirección de la valerosa Margot Machado; en Cienfuegos, los hermanos Curbelo y los Aragonés, Aníbal Velaz, Aldo Margolles, Samuel Pombert y otros combatientes quemaron un Servicentro, dieron candela a cañaverales y sabotearon el tendido eléctrico de la ciudad.
En Matanzas, donde no recibieron el aviso, pues la policía apresó a Aldo Santamaría el 27 de noviembre en la noche, al conocer de los sucesos en Santiago de Cuba, sabotearon el tendido eléctrico, quemaron cañaverales, y tiraron alcayatas en la carretera central, dirigidos por Ricardo Martínez Tejo; en La Habana, bajo la dirección de Pepe Suárez, los combatientes Maniff Nallid y Nicolás Rodríguez hicieron explotar una bomba en la línea del tren cercano al Quinto Distrito Militar; Pepe Díaz saboteó la cervecería Hatuey de El Cotorro, le dieron candela a varios ómnibus, provocaron incendios en varias tiendas y cines con el uso de fósforo vivo y se regaron alcayatas por las calles de la capital y carreteras y en Pinar del Río hubo alzamientos de combatientes en la Sierra de los Órganos y fueron apresados 34 jóvenes .
La muerte de Pepito Tey, Otto Parellada y Tony Alomá en Santiago de Cuba, fue la ratificación de lo dicho por nuestro Héroe Nacional José Martí: “La sangre de los buenos jamás se derrama en vano”. Eran jóvenes muy conocidos, respetados y queridos; alegres, honrados, trabajadores. Pepito era maestro. Otto y Tony trabajadores. Los tres revolucionarios que cayeron ese día eran jóvenes de tanto prestigio que levantaron a un pueblo. A partir de entonces Santiago de Cuba fue Revolución. No hubo actividad deportiva, social, festiva. No hubo nada más a partir de esa fecha. ¡Todo fue Revolución!
Habían levantado Santiago de Cuba y Santiago a todo el Oriente cubano: Camagüey, Las Villas, Matanzas, La Habana, Pinar del Río… A toda esta heroica nación.
Frank País, con solo 21 años de edad, no solo dirigió el alzamiento armado en Santiago de Cuba, sino que cumplió con la confianza depositada en él por Fidel. Como jefe de Acción Nacional dirigió el alzamiento nacional aquel 30 de noviembre de 1956 en apoyo al desembarco de los expedicionarios del yate Granma, para reiniciar la lucha por la definitiva independencia de Cuba.
En el solemne acto celebrado el 30 de noviembre de 1979 en el Cuartel Moncada para reconocer a los más de mil 500 combatientes del Movimiento Revolucionario 26 de Julio que se lanzaron a las calles en pueblos y ciudades aquel día glorioso, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, expresó: “…evocar el 30 de noviembre es mentar, oír y hablar de quien fue el alma de aquel día: Frank País García…”
*El autor es el Contralmirante ® José Luis Cuza Téllez de Girón. Capitán del Ejército Rebelde. Jefe de la Compañía B “Pedro Sotto Alba”, Columna 19 “José Tey”, Segundo Frente Oriental “Frank País”.