El caso de Elián: Entrevista con NBC
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Andrea Mitchell.- Anteriormente estuvimos conversando acerca del niño que permanece en Estados Unidos, acerca del daño que se le puede causar. Usted me decía que mientras más tiempo permanezca allí, esto puede alterar su personalidad, ¿cuáles son sus preocupaciones respecto a este asunto?
Fidel Castro.- Una de las cosas que más ha conmovido al pueblo es la idea de que a este niño lo inundaron de juguetes sofisticados; lo pusieron, incluso, en un avión de juguete para ser piloto de los Hermanos al Rescate; le pusieron ropas y pulóveres con emblemas de la famosísima Fundación Nacional Cubano Americana, que en todo caso no será nacional, será binacional, porque está compuesta por excubanos y un determinado número de norteamericanos. Le hirió mucho, mucho a nuestro pueblo.
Antes de ayer leí en los cables que el joven Mas Santos, que no sé si será santo, pero es incuestionable que ingenuo, y además insolente con el Presidente de Estados Unidos, llevó al niño para tratar de entrar con él en el banquete de recaudación de fondos electorales presidido por Clinton. Para un pueblo que tiene cultura política es sumamente ofensivo el hecho de que se tome a un niño allí, nada menos que por el que está de Presidente de esa Fundación, que fue creada hace unos cuantos años por el gobierno de Estados Unidos con fines específicos y que practica, incluso, el terrorismo. Llevar el niño a ese banquete de recaudar fondos para un partido político es realmente el colmo.
Sé que, por ejemplo, la familia en Cuba, el padre del menor, ha estado más de 48 horas sin hablar con el niño, porque primero lo estaban vistiendo y preparando para el banquete de recaudación de fondos, y después, los días domingo y lunes, se lo llevaron para Disneylandia, a retratarlo con todos los objetos de fantasía y pernoctar en una cabaña allí.
En esas 50 horas la familia no pudo hablar con el niño, solo pudo hacerlo ayer en la noche, y las conversaciones están cuotificadas, racionadas y bajo presión.
Esas cosas irritan, y han traído la preocupación a destacados científicos, psicólogos, especialistas en psicología infantil, especialistas en pedagogía, porque se está haciendo, ante los ojos del mundo, una monstruosidad con ese niño de 6 años. De modo que el próximo jueves, dentro de dos días, tendrá lugar una mesa redonda, con la participación de varias de las personas más calificadas en esa esfera, y el tema está relacionado con ese niño: en qué tiempo se puede cambiar la mente de un niño de 6 años. Esa es la importancia que tiene el factor tiempo. No es cuestión de evitar que se prolongue el sufrimiento de la familia, que es terrible, sobre todo el padre está sufriendo terriblemente y los abuelos están sufriendo terriblemente también, los que tienen el derecho a su custodia y atención. No es cuestión de días más o días menos. Se ha convertido en una cuestión vital: el tiempo necesario para cambiar la mente de un niño de 6 años.
Andrea Mitchell.- ¿Hay preocupación de que en un momento determinado el niño pueda decir que se quiere quedar en Estados Unidos? ¿Que sea seducido por todos esos juguetes y todas esas cosas?
Fidel Castro.- No. Gabriela Mistral —estuvimos conversando de eso cuando le conté sobre un artículo publicado ayer por el periódico de los trabajadores— dijo que los niños no viven en el futuro ni en el pasado, ¡viven en el presente! Y a la vista del mundo se está tratando de deslumbrar a este niño con esas cosas. Por lo que me cuentan el padre y los familiares, el niño está coaccionado, muy, muy coaccionado, y los propios familiares lejanos que residen en Miami les afirman que el niño les ha dicho que no quiere vivir en Cuba; se lo han dicho así crudamente. Una estación de radio, de acuerdo con una publicación de Miami, dijo que en voz baja se oyó que el niño le estaba diciendo a la prima lejana que no quería regresar con su padre.
El problema es que la verdadera familia en Cuba no se resigna a esa idea y el pueblo no se resigna a la idea de que a un niño, con esos procedimientos cínicos, le traten de cambiar la mente, desarraigarlo de su familia verdadera, de los seres más queridos, romper los vínculos en la inocente e indefensa criatura, destruir eso. ¿Qué quedará de la identidad de ese niño?
Entonces, la respuesta que queremos de los científicos y de los especialistas es saber en qué tiempo se puede cambiar la mente de un niño a esa temprana edad.
Yo les he preguntado a algunas personas: ¿En un mes se puede cambiar la mente de un niño? Y me han dicho —varias personas, no especialistas—: Sí, en un mes se puede cambiar.
Yo me pregunto: ¿Por qué quieren dilatar esto, acaso para cambiar la mente del niño, para destruir la mente de ese niño? ¿Qué quedará de la psicología de ese niño? ¿Cómo se adaptará de nuevo al seno de la verdadera familia? Y sé cómo han sufrido los familiares, precisamente, al percibir determinado estado de timidez en el niño, en ciertos momentos, como si estuvieran tratando de arrancarle el cariño al padre. Ese es un crimen, uno de los más monstruosos crímenes.
Si alguien ve que a un niño lo están asesinando, arrancándole la vida a pedazos, seguramente no estará de acuerdo. Si ven que a un niño le están destruyendo la mente, cambiándosela totalmente, para fines bochornosos de propaganda, entonces es peor, peor que la muerte física, y estoy seguro de que muchas personas han ido tomando conciencia de que se trata de la destrucción de la mente de un niño de 6 años.
A partir de eso, yo no sé cómo alguien, un dirigente de Estados Unidos, va a hablar después de derechos humanos, sin entrar en otros terrenos, con ese solo punto, si se permite semejante cosa en ese país. Y el pueblo nuestro no está dispuesto a permitirlo, sencillamente. Esa es la situación, y no es fácil para el pueblo resignarse al manejo que han hecho.
Ayer todo el mundo conoció ya —también por nuestra televisión— que el padre accedió a entrevistarse con el funcionario, a entregarle todas las pruebas de su paternidad. ¿Por qué tiene que dilatarse eso? Ese es el tema esencial.
Pasado mañana será un día muy importante, porque pasado mañana toda la población de Cuba va a conocer cuál es el efecto, en la mente y en la psiquis de ese niño, de la prolongación de este secuestro y el sometimiento a todas las cosas deslumbrantes que le puedan presentar a un niño de 6 años. La ciencia va a decir la última palabra, y, realmente, nos preocupa, porque el estado de la población es de impaciencia, el estado de la población es de amargura e indignación muy grande.
¿Se va a resignar nuestro pueblo a eso? Guerra no va a hacer, violencia no va a realizar. Nosotros nos consideramos con suficiente ascendiente sobre nuestra población para desalentar cualquier acción violenta, en primer lugar; en segundo lugar, se trata de un pueblo educado, que comprende. Es decir que no será en ese terreno la lucha; pero será una batalla de opinión nacional y mundial, y esa batalla no va a cesar hasta que ese niño no regrese. Es lo que quiero decirle con toda franqueza.
Ahora hay una pausa, no hay movimiento, no hay movilizaciones; pero la prolongación del tiempo un minuto más de lo soportable las desatará. No habrá daños materiales, porque nosotros tenemos dos bases: hay en nuestro pueblo una cultura política, ¿entiende?, hay ascendencia por parte de la dirección de nuestro país, de nuestras organizaciones políticas y de masa, en las que la población confía. Así que yo no veo peligro en eso. ¿En qué se van a enfrascar? En una batalla de opinión, una batalla de opinión no solo nacional, sino mundial.
Yo creo que las autoridades norteamericanas se han situado en una posición insostenible. Esa batalla de una forma o de otra se mantendrá hasta que el niño sea devuelto a su familia y a su patria.
Estamos en este momento en una pausa, realmente; ojalá no se prolongue. A nosotros mismos nos cuesta mucho trabajo, mucho trabajo impedir que mientras ese niño esté allí, cosa que ha permeado mucho mucho la sensibilidad de nuestro pueblo, ellos no puedan expresarse como está ahí en ese cuadro, digamos (Señala un cuadro de Mariano sobre la multitud revolucionaria en la pared del salón), cuadro que es de uno de nuestros mejores pintores.
De hecho, en este momento, no hay movilización, no hay concentraciones. A nosotros mismos nos cuesta trabajo decirlo, y créanos, se lo digo sinceramente, que desde el principio hicimos lo posible por evitar eso. Primero, fueron mal interpretadas mis palabras cuando dije: "Queda poco tiempo antes de que se desate una gran protesta en Cuba y en el mundo..."
Creo que se ha avanzado, no le voy a negar que se ha avanzado, y ese avance se ha logrado el domingo y el lunes pasado, a partir de los intercambios de notas diplomáticas que han existido entre los dos gobiernos. Yo diría que dos días se ha avanzado, en el sentido de que se han creado todas las condiciones para una solución honorable.
El requisito que se planteaba ya como obstáculo principal se solucionó satisfactoriamente con el encuentro, del padre y su familia, por un lado, y el representante de los Servicios de Inmigración de Estados Unidos y el jefe político de la Oficina de Intereses, por el otro.
Las pruebas de la paternidad son irrefutables. Piden papeles para que demuestre que es el padre y les han entregado el niño a unos familiares lejanos a los que no les pidieron un solo papel para que demostraran que eran el tío abuelo o algo de eso con relación al niño.
Esa es la realidad, se ha avanzado; pero veo que otros temas, otros problemas estarán ocupando la mente de ellos, y amenaza con que la solución se dilate injustificable y hasta quizás indefinidamente, como ya le expliqué. Por tratarse de un niño que está siendo asesinado espiritual y mentalmente, el tiempo disponible para tratar de evitarlo es muy limitado.
Andrea Mitchell.- ¿Usted tendría algún mensaje para Bill Clinton sobre esto?
Fidel Castro.- No, no, ningún mensaje en particular. Clinton tiene muchas personas que lo aprecian en Estados Unidos y suficientes personas capaces de asesorarlo. Yo tengo mi percepción sobre él, que le he contado el primer día que hablamos. Esa percepción de que él desea que el niño regrese lo más rápidamente posible. Tengo dudas de que pueda lograrlo, porque, ¿qué medidas de tipo leguleyescas adoptarán los otros para retrasar este proceso? Un retraso de la llegada del niño, que lo está esperando toda la población, tendría en el ánimo de nuestra población, realmente, el efecto de una bomba. Esa es la realidad sobre el tema.
Nosotros quisimos desde el primer momento que no se desatara este fuerte diferendo. Ya le conté que solo el día 2 de diciembre pudimos comenzar a ocuparnos de esto. El padre del niño escribió el 26 de noviembre, el 27 se presentó la nota de nuestra Cancillería; no hubo una respuesta durante 11 días. Solo el día 2 de este mes, seis después que el padre presentó la nota, nosotros pudimos ocuparnos. Lo invitamos a conversar porque queríamos conocerlo, qué pensaba, qué deseaba, su conducta con el niño. Yo mismo le pregunté todos esos detalles indispensables. Nosotros, incluso, antes de mover un dedo, teníamos que conocer bien toda la verdad.
Usted comprenderá que una batalla de opinión dentro y fuera del país, no se libra si usted no tiene puntales sólidos.
Andrea Mitchell.- Usted debe saber que algunas personas en Estados Unidos han dicho que el padre ha estado coaccionado por el gobierno y que no lo han dejado hablar libremente.
Fidel Castro.- ¿Y cómo se puede probar que eso es falso? ¿Hay que llevarlo a Miami como un manso cordero para que lo devoren allí con la cooperación de autoridades, jueces y funcionarios venales, la mafia terrorista y los extremistas tan tolerados y tan apoyados por el gobierno de Estados Unidos? El desde el primer momento —eso nos consta y tenemos pruebas— dijo que no quería viajar a Estados Unidos. Dijo, además, que él exigía el regreso inmediato del niño, y no admitía ni siquiera contactos con la Oficina de Intereses.
En Cárdenas hay una población de decenas de miles de habitantes que lo conocen bien a él y a la familia: profesores, maestros de la escuela, y otras muchas personas decentes y honestas. ¿Qué ocurría con él? No le dejaban ni de día ni de noche un minuto de descanso. El tiene teléfono en su casa y todo el mundo lo sabía, todo el mundo lo llamaba, era un enjambre de reporteros, y llamadas de día y de noche. Estaba el impacto del hijo que le han secuestrado, creyendo, con toda razón, que tiene todo el derecho a ese niño, al que ha cuidado y atendido con esmero. Es más, muchas veces dormía con la familia de él, porque a veces la madre tenía que trabajar hasta tarde, 2:00 ó 3:00 de la mañana, y el niño dormía con el matrimonio; él tiene un nuevo matrimonio y un niño de tres meses, y el pequeño Elián dormía con ellos en la misma cama de la pareja.
En el certificado del hospital consta lo siguiente: "En caso de cualquier emergencia, avisar al padre." Así que es un padre que se ocupaba de verdad, yo diría que obsesivamente del niño.
El es el que escribe la carta solicitando apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Nadie le dijo: "Escribe una carta." La escribe a las pocas horas de tener la noticia de que el hijo estaba en un hospital en Estados Unidos. El hombre estaba afectado terriblemente, por la intimidad que tenía con el niño, realizando llamadas constantes al niño ausente, cuando le permitían comunicarse con él.
Cuando yo visité la escuela, él estaba agotado; la señora, que le estaba dando el pecho al niño que acaba de cumplir tres meses, estaba tensa y enferma, el niño llevaba tres días con diarreas, ¿comprende? Entonces, él se separó de su casa y ha estado fuera de su casa con su esposa e hijo. Nosotros lo que hemos hecho es informarle, paso a paso y detalle a detalle, la evolución del problema.
El conoció la carta que le enviaron del Servicio de Inmigración de Estados Unidos, con todos los detalles que pedían. Desde que se desató el problema, ha transcurrido muy poco tiempo. La primera respuesta llega el día 8, es decir, al cabo de 11 días; la respuesta nuestra se produce el día 9 a las 3:12 de la tarde. La nota nuestra contenía observaciones y varias preguntas relacionadas con los temas tratados, determinados conceptos legales y jurídicos contenidos en aquella respuesta.
El día 9 a las 4:20 p.m. se produce una conversación en Washington entre funcionarios del Departamento de Estado y nuestro Jefe de la Oficina de Intereses que dura alrededor de dos horas. El contenido amplio de esa conversación, sobre las observaciones y preguntas de nuestra nota, la recibimos el día 10 por la mañana.
Ese mismo día se elaboró otra nota nuestra de unas 7 u 8 páginas a dos espacios, exponiendo con toda claridad nuestras posiciones al Departamento de Estado. Tuvimos que esperar alrededor de 50 horas la respuesta a ese mensaje, que llegó el día 12, es decir, el domingo, alrededor de las 10:30 de la mañana; era una nota breve, y en esa nota es donde planteaban, insistían en la importancia decisiva del encuentro con el padre. Se había explicado que él le había dado un poder a la madre. No se rechaza totalmente la posibilidad de aceptarlo, pero fíjate, nos afirman que lo más importante, lo que sería decisivo es el contacto con el padre por parte de los funcionarios de la Oficina de Intereses.
En la nota con que se le responde se le diría y se le reiteraría nuestras posiciones y argumentos en respuesta a esa tercera nota que llegó el domingo por la mañana. La respuesta fue al atardecer, después de buscar una serie de datos indispensables, incluso, a través de nuestra propia Oficina de Intereses, en Washington; pero en la nota que se le envía se responde que en relación con el punto concreto de la reunión con el padre, que ellos planteaban, se les informaría esa misma tarde. Nosotros teníamos que consultar con la familia, porque no era una cuestión de hacer una nota y decirles que sí, sin que aquella y esencialmente el padre expresara su criterio.
La familia fue informada, él tenía que tomar una decisión; no fue él solo, fue él y toda la familia, todos los que viven en el núcleo, y recibieron, ya tarde en la noche del domingo 12, un recuento completo y detallado de todo lo que había ocurrido, desde que él envió su nota al Ministerio de Relaciones Exteriores hasta el contenido de la última nota que llegó el domingo, la respuesta que se dio por la tarde, donde en un párrafo se hablaba, como ya dije, que con relación al encuentro con él, se le respondería más tarde. Antes de dar esa respuesta era imprescindible el contacto con toda la familia, explicarles la situación y pedirles una respuesta. Me veo obligado a explicarle un mínimo de los puntos de vista discutidos; no deseo revelar el contenido de las notas intercambiadas.
Andrea Mitchell.- Ahora bien, si este impasse se alargara, si la situación no se resolviera, ¿qué haría Cuba?, porque hay cierto temor en Estados Unidos a que ustedes abran las fronteras y que de pronto haya de nuevo un gran éxodo de refugiados. ¿Sería esa una opción?
Fidel Castro.- Yo no pienso que esa sea una opción, porque estamos tratando este asunto con mucha seriedad, conscientes de la trascendencia que tiene. Como usted ve, ayer se discutieron, sosegadamente, razones y argumentos frente a razones y argumentos, durante todo el día. No se obstaculizó la reunión migratoria, que está muy asociada al problema del niño. Sin Ley de Ajuste Cubano, famosa, no se produciría ni este caso ni otros muchos.
El caso de ese niño es un ejemplo dramático de las consecuencias de esa Ley de Ajuste Cubano, que tiene 33 años; han sido 33 años de incitación a la emigración ilegal.
Nosotros tenemos separado este problema, del problema migratorio, y una cosa no estorbó la otra, ni siquiera se insinuó; porque vea, razones de sobra habríamos tenido para suspender esa reunión, sin embargo, no nos parecía constructivo suspenderla y empezar a mezclar los acuerdos migratorios con el problema concreto del niño secuestrado, aunque todo lo que ha ocurrido con ese niño y los familiares, las personas que murieron en ese naufragio está, realmente, asociado a esa ley y otras disposiciones migratorias que sirven únicamente para incitar las emigraciones ilegales de cubanos.
Si en el mundo hay cientos de pueblos y miles de etnias, hay un solo pueblo y etnia mezclada a la cual se le aplica una política migratoria que no se le aplica a nadie más.
Nos preguntarán: ¿Ustedes quieren que cese eso? A nosotros nos parecería lo más constructivo, porque si deciden que permanezca esa ley, entonces habría que pedir una ley de ajuste para todos los países latinoamericanos, ley de ajuste para mexicanos, centroamericanos y sudamericanos. No somos tan egoístas que queramos para nosotros solos esa ley.
Andrea Mitchell.- Pero señor Presidente, el gobierno de Estados Unidos dice que ustedes son el único país comunista todavía, el único país donde no hay elecciones libres, donde no hay libertad de expresión.
Fidel Castro.- Si entramos en ese tema, no van a alcanzar todos los rollos fílmicos que su equipo tiene ahí. No creo que debemos abordar estos puntos, a mi juicio, y me perdona. No quiero hablar ahora, no quiero hacer comparaciones. No creo que ayude mucho. Sobre ese tema se puede estar hablando un día entero, 10 horas de entrevista.
Lo único que le digo es que no acepto la afirmación de que somos el único país comunista y que aquí no hay elecciones libres. Acepto con orgullo que somos un país comunista, pero no el único, no tenemos tan alto honor como ser el único país comunista. Por nuestras ideas socialistas y comunistas, hemos logrado crear un sistema social, un sistema que, a nuestro juicio, a nuestro modestísimo juicio —y lo podemos demostrar matemáticamente—, es mucho más humano y tiene mucho más apoyo interno que ningún sistema en ninguna parte, porque es más solidario, más fraternal, no tiene nada de egoísmo y en cuya construcción y desarrollo participa realmente todo el pueblo. En los demás países del orden capitalista vemos una guerra de cada individuo contra los demás, es una cosa bien conocida. Desde Adam Smith hasta este mundo casi globalizado de hoy, hemos tenido oportunidad de ver lo que ocurre en el mundo y lo que no ocurre aquí.
Por eso, si un día usted quiere conversar, permítame la sugerencia de que no sea en esta ocasión. Sí le puedo ratificar a todo el pueblo de Estados Unidos, que sé que tiene muchos prejuicios, que nos sentimos orgullosos de nuestros ideales, de la sociedad que se ha creado en Cuba, con la cual podemos hacer las cosas de que hablamos anteriormente, después que visitamos la Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas; pero no tenemos el honor de ser el único país comunista, es demasiado honor.
Andrea Mitchell.- No, yo quería decir de este hemisferio. ¿Le parece a usted que el asunto del niño puede convertirse en un obstáculo permanente entre nuestros dos países?
Fidel Castro.- No, porque eso no puede permanecer; no, porque Estados Unidos no puede pagar el terrible costo de mantener ese niño secuestrado, y yo tengo confianza en el sentido común norteamericano, tengo confianza en el sentido común y en la inteligencia de sus políticos más realistas, y ellos no van a persistir en ese error. Por eso no será un obstáculo permanente; será, en todo caso, un argumento terrible para demostrar cuánta hipocresía hay en este mundo y cuán terribles crímenes se pueden cometer, de los cuales este no es más que una pequeña muestra.
Podríamos hablar de los niños que se matan unos a otros en las escuelas. Tenemos miedo de que el niño Elián pueda morir en un conflicto a balazos en una escuela; tenemos miedo a las drogas que allí se consumen y que no hay aquí; tenemos miedo de que a pesar de las cosas buenas que en el orden material existen en Estados Unidos, ese niño no solo pierda su identidad, sino se vea privado de las muchas cosas buenas que en el orden social, moral, espiritual y humano tiene aseguradas en la tierra donde nació. Nuestro pueblo más honesto y patriótico sí teme a la vida en la sociedad norteamericana. Entonces, ese es realmente nuestro criterio. No puede perdurar, usted lo verá. No hay manera de que pueda perdurar eso, lo del niño no se convertirá por tanto en un obstáculo a las relaciones.
Hasta ahora, como usted ve, yo le he explicado que hay importantes sectores de Estados Unidos que quieren que devuelvan el niño. De modo que cuando nosotros, incluso, protestamos y denunciamos ante el mundo lo que está ocurriendo y libramos una batalla, estamos librando una batalla también por aquellos que dentro de Estados Unidos consideran que lo más justo y lo más correcto es devolverle el niño a Cuba. No es una batalla contra Estados Unidos, no es una batalla ni siquiera contra todos los sectores políticos de Estados Unidos; es una batalla contra aquellos que se oponen al regreso del niño, y es una batalla, incluso, en favor de Estados Unidos. Sí, lo digo con franqueza, porque estoy absolutamente persuadido de que cuanto antes resuelvan el problema, más protegerán el prestigio de su país, y mientras más se dilate, más costoso será desde el punto de vista político, desde el punto de vista ético y desde el punto de vista del prestigio de Estados Unidos.
Les ruego a los norteamericanos que no me consideren un adversario de su país, tengo que llamarlos de alguna manera y los llamo Estados Unidos cuando tengo que responsabilizar al país donde tiene lugar este crimen. Pero al menos estamos luchando, digamos, junto a muchos que en Estados Unidos desean que se haga justicia y liberen al niño, y después que eso ocurra habrá que restañar heridas. A nuestro pueblo le quedará únicamente la ventaja de tener un poco más de conciencia y un poco más de cultura política de la que ya tenía cuando se inició este proceso.
Andrea Mitchell.- Muchas gracias, señor Presidente. Usted ha sido muy paciente con nosotros.
Fidel Castro.- No he necesitado hacer uso de la paciencia, lo he hecho con mucho agrado, y sabiendo, incluso, que es constructivo.
El tiempo para hablar de otros temas llegará. Cuente conmigo para eso.
Andrea Mitchell.- Gracias por recibirnos en esta institución. Pienso que realmente hay cosas muy interesantes que contar sobre esta institución y sobre las ideas alrededor de ella, y nosotros lo haremos. Pensamos reportar sobre esto.
Fidel Castro.- Ojalá le alcance el tiempo para editar aunque sea una pequeña parte de todo lo que le he contado (Risas).