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Sabiduría política

Mis memorias de los años 50 se las dedico a nuestro Comandante en Jefe con estas palabras: A Fidel Castro Ruz que lleva en su conciencia toda la ética y sabiduría política que faltó en el siglo XX. Ahí está la clave de su personalidad. Ambos planos, el ético y el político entrelazados en una identidad alcanzan en él una escala universal y, al mismo tiempo, se logran precisar en cada hecho concreto de su vida. Este rasgo es el más fuerte y enriquecedor de su persona, para ello fue necesaria la tradición cubana y, además que se alcanzara en lo individual una inteligencia creadora superior.

Los modernos avances de las ciencias sicológicas relacionan la inteligencia creadora con la facultad humana de sentir, pensar y actuar de manera interrelacionada y que ella esté orientada hacia la transformación de la realidad. Esta combinación, cuando desemboca en la creación, confirma que se ha logrado una inteligencia superior. Yo visualizo este planteamiento científico en la conducta y la vida de Fidel Castro.

Félix Varela nos enseñó a pensar, José de la Luz y Caballero a conocer, José Martí a actuar y Fidel Castro a vencer. Lo original de Martí se halla en que su erudición enciclopédica la llevó al terreno de la política práctica. Fidel con su inmensa cultura, recogió, recreó y actualizó esta tradición en el siglo XX, en lo que he llamado la cultura de hacer política. Precisamente la fuerza de la política de Fidel en estos comienzos de siglo, se halla en que él lo hace en un mundo cargado, como nunca antes en su milenaria historia, de enormes complejidades y gravísimos peligros.

Para las nuevas situaciones internacionales ya no es eficaz la vieja consigna de Maquiavelo divide y vencerás. En épocas de globalización se necesitan integrar fuerzas solidarias para enfrentar los dramáticos desafíos de la centuria recién comenzada. Ahí está la riqueza de la política fidelista.

Hay quienes han calificado a Fidel de extremista. Están muy equivocados, es un hombre radical, lo que significa, como señaló Martí, ir a la raíz, y ella no está en los extremos, sino en el centro de la verdad y de la acción revolucionaria. En esto consiste su genio político.

La inmensa y profunda cultura de Fidel no le resta un ápice de valor para abordar problemas prácticos y cotidianos que la vida presenta, por el contrario, ante cada uno de ellos deposita su inmensa sabiduría. Esta originalidad se ha sustentado de la tradición espiritual cubana.

Nuestro Comandante en Jefe es un conversador incansable y fascinante. Los que escucharon a Martí destacaron siempre el alcance y la fuerza que tenía su palabra. De Fidel podríamos decir algo similar. Un compañero me dijo: Fidel es capaz de convencer a un esquimal de que compre un refrigerador. Respondí: su fuerza es mayor aún porque, partiendo siempre de principios éticos, es capaz de explicarle a un esquimal como luchar con eficacia para recibir un equipo de calefacción. Nunca encuentra usted una palabra en Fidel que no se corresponda con la realidad concreta y con los sentimientos de las personas.

Por eso, cuando se me dice: esto lo dijo Fidel, pregunto de inmediato dónde, cuándo y quiénes estaban presentes. Porque todas las orientaciones de Fidel son de enorme profundidad y para situaciones muy concretas y directas.

Por último, Fidel es un cristiano en su sentido más original y revolucionario.. No existe incompatibilidad entre la cultura de raíz cristiana y el pensamiento marxista leninista tal como lo interpretamos en nuestro país. En las conclusiones del Encuentro Pedagogía 2001, pronunció un amplio discurso informando de los grandes programas educacionales, culturales y sociales que Cuba promueve tanto para el interior del país como en lo internacional.

Insistía en la confianza en el ser humano, en su bondad e inteligencia. Cuando concluyó su intervención, hablaba yo con un dirigente católico de un país amigo con quien había debatido cuestiones relacionadas con la enseñanza y las ideas de Fidel. Con la impresión de aquel discurso le dije: ¿ve usted que Fidel es cristiano? Expresaba por todos los poros lo mejor del sentimiento cristiano de la vida.

Por estas razones, pudo afirmar desde los años iniciales de la Revolución "Quien traiciona al pobre, traiciona a Cristo".

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Tomado del libro Absuelto por la Historia
09/05/2001