Fidel por la tierra de los anamitas
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1973, Año estremecedor, aunque en Cuba lo habíamos calificado como Año del XX aniversario, refiriéndose al asalto al cuartel Moncada, un hecho que también convulsionó la historia para nuestro país y el continente.
Septiembre transcurría entre múltiples acontecimientos regionales y mundiales.
En Chile, organizaciones patronales y grupos fascistas mantenían e intensificaban el clima de violencia de la derecha en la fragua de un golpe de Estado contra el compañero presidente Salvador Allende, que arrancaría de cuajo la democracia y daría paso a una de las más feroces dictaduras del continente.
En los primeros días de septiembre, Fidel había iniciado una extensa gira que lo había llevado a Conakry, en la Guinea de Sekou Touré, a la que había calificado de trinchera y avanzada de la revolución africana.
Un acontecimiento destacaba por sobre todos, en Argel se reunían los líderes del Tercer Mundo en la IV Cumbre de los No Alineados.
En ese contexto no podía faltar la solidaridad combativa con la heroica lucha de Vietnam, todavía dividido por el interés del imperio, prácticamente destruido el Norte y desangrado el Sur, en una guerra prolongada, donde finalmente no pudieron las sofisticadas armas y la tecnología más avanzada con la determinación de un pueblo en lucha heroica.
El domingo 9 de septiembre concluía la Cumbre de los No Alineados y una nota aparecía en los medios cubanos que alegraba al país revolucionario.
«Visitará Fidel la RDV»
«Cumplimentando una invitación del CC del Partido de los Trabajadores de Viet Nam (así lo escribíamos entonces) y del Gobierno de la República Democrática de Viet Nam, una delegación del Partido Comunista de Cuba y del Gobierno Revolucionario de la República de Cuba, encabezada por el comandante Fidel Castro Ruz, primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y primer ministro del Gobierno Revolucionario de la República de Cuba, arribará en los próximos días a la RDV en visita amistosa».
Desde el norte de Vietnam, un periodista de Prensa Latina comenzaba así su reporte que era publicado junto a la nota encabezando la primera página de JR:
HANOI, septiembre 9 (PL).— Al fin la tan ansiada y repetida pregunta de ¿cuándo viene Fidel Castro? ha recibido respuesta. Y en otro de los párrafos aseguraba: Aquí se palpa la expectación que despierta esta visita, que el ciudadano de la calle califica de “histórica”. De igual manera la percibíamos en Cuba, que había acompañado día a día la heroica lucha de un pueblo por su independencia, sacrificado por espurios intereses imperiales. Sentimos que cada uno de nosotros hacía el viaje anhelado a la nación de los anamitas, que habíamos conocido incluso por esa fabulosa omnipresencia periodística-literaria, por ese universo de cultura de nuestro José Martí.
Entonces —y de este viaje que selló una amistad por siempre, se cumplen ahora 40 años—, ya la Mayor de las Antillas había establecido relaciones con la RDV. Éramos el país número 15 en dar ese paso que rompía el aislamiento impuesto por Estados Unidos hacia el país que se extendía sobre el Paralelo 17, desde Tonkin y la parte septentrional de An-nam.
Desde Argel, Fidel llegó a Hanoi, vía Bagdad y Nueva Delhi, capitales donde recibió calurosas bienvenidas en las brevísimas estancias, que coincidieron con la terrible noticia del golpe militar fascista en Chile
Aclamado Fidel por el pueblo vietnamita
Ese calor humano lo transmitieron al líder de la Revolución Cubana decenas de miles de vietnamitas que le dieron la bienvenida a lo largo del recorrido de los nueve kilómetros que separaban al aeropuerto de Gia Lam —a donde arribó a las 11:55 de la mañana (hora local) del día 12 de septiembre de 1973—, del lugar de Hanoi donde se hospedó Fidel, quien expresó: Nunca habíamos llegado a ninguna parte con mayores sentimientos de afecto y cariño.
Al pie de la escalerilla del avión lo recibieron Le Duan, primer secretario del Partido de los Trabajadores; el primer ministro Pham Van Dong; y el legendario jefe guerrillero desde la lucha contra el colonialismo francés y ministro de Defensa, el general Vo Nguyen Giap, entre otras figuras principales de la RDV.
Una sola había sido la gran ausencia física, la del amigo, hermano y compañero de ideales, Ho Chi Minh, el héroe y hacedor de Vietnam, fallecido el 3 de septiembre de 1969.
Mientras tanto, el régimen saigonés lanzaba ataques aéreos y terrestres contra zonas bajo control del Gobierno Revolucionario Provisional de Vietnam del Sur. Más de 200 bombas caían sobre las aldeas Tuong y Nghia, en la provincia costera de Binh Dinh y un batallón, apoyado por aviones, artillería y helicópteros artillados atacaba sin cesar, desde hacía dos semanas las carreteras 1 y 22; y otros batallones recorrían otras aldeas sembrando la muerte, destruyendo viviendas y cultivos, y en la sede policíaca de Han Nghua eran torturados 78 patriotas prisioneros…. Acciones que se repetían uno y otro día y violaban el Acuerdo de París para el fin de la guerra, firmado a comienzos de 1973.
«Viet Nam ha sido para nosotros un ejemplo y un aliento en nuestra lucha», proclamaba Fidel el día 12, en la recepción que le ofreciera el Partido y el Gobierno de la RDV, donde la prensa —encabezada por el diario Nhan Dan, órgano del PTV, dedicaba casi el 50 por ciento de su espacio a destacar la visita, y La Voz de Viet Nam, en su transmisión en español, daba íntegro el discurso del líder cubano, mientras la televisión incluía varios espacios con reportajes, películas cubanas y las imágenes de Fidel en la nación asiática, una cobertura de prensa que mostraba la importancia del acontecimiento y que se repetiría durante todos los días que duró la presencia del Comandante en Jefe allí.
El querido y venerado Ho Chi Minh
Una y otra vez, en cada discurso y conversación sostenida por Fidel con las autoridades, los combatientes y el pueblo de Vietnam, dejaba de manifiesto el reconocimiento al extraordinario papel desempeñado en el movimiento revolucionario mundial y en la lucha de liberación.
Indispensable se le hacía a Fidel recordar «el nombre venerado y querido del presidente Ho Chi Minh», y su clara concepción estratégica organizando, educando y templando en la lucha al pueblo, combinando el batallar por la independencia nacional con la lucha por los derechos de las masas oprimidas, los sentimientos patrióticos con la necesidad de liberarse de la explotación social.
Por supuesto, hubo conversaciones oficiales entre la RDV y Cuba, tras visitar un lugar muy especial, imprescindible, la modestísima casa de madera Ho Chi Minh, «situada al fondo del Palacio Presidencial, el gran palacete que se construyó el colonialismo francés y donde el querido dirigente vietnamita se negaba a residir “porque respiro colonialismo en cada uno de sus rincones”», así lo describía Ricardo Sáenz, enviado especial a la cobertura periodística.
Pham Van Dong narró pormenores de la vida y trabajo del presidente Ho, y recordó emocionado que en los últimos años de su existencia «su primer deseo, su principal sueño era ir al Sur. Nos lo dijo cuando ya estaba muy débil. “Deben hacer lo posible para que pueda ir al Sur”. Se le explicó que en su estado de salud ello era muy difícil, que más adelante. Su respuesta fue: “Quiero ir a ver a nuestros compatriotas sureños en el campo de batalla”».
Fidel también recorrió el Museo del Ejército Popular, donde fueron amplias las explicaciones provocadas por la continua indagatoria del líder cubano. Hubo acto de condecoración: en el pecho rebelde de la Sierra Maestra, el sello Combatiente de Dien Bien Phu, honrando la histórica batalla que duró 55 días y terminó, el 22 de mayo de 1954, con el dominio colonial francés en la península indochina.
El deseo de Ho Chi Minh lo compartía el Comandante en Jefe, quien enfundado en su uniforme verde olivo recorrió zonas liberadas para alegría de los combatientes del sur, como parte de las seis jornadas que vivió en Vietnam y en las que la delegación cubana lo quería ver todo: hospitales, el heroico puerto de Haiphong, carreteras, puentes, los enormes arrozales cual los cañaverales en Cuba, y sobre todo al pueblo vietnamita.
Especial el encuentro en el Hospital Amistad Vietnamita-Checoslovaca, donde médicos cubanos que llegaron en mayo de 1972 habían prestado sus servicios y se les recordaba con particular simpatía por su presencia durante los terribles bombardeos de diciembre de 1972.
Pero Fidel quería ir al Sur, y el Gobierno Revolucionario Provisional de Vietnam del Sur lo calificaba de «acontecimiento de gran importancia y poderoso estímulo» para su pueblo. En el documento dado a la publicidad exponía que Fidel visitó las zonas liberadas el 15 de septiembre, en compañía de la delegación, integrada entre otros por Carlos Rafael Rodríguez y Melba Hernández.
Visitaron la ciudad de Dong Ha y otros lugares de hazañas militares donde compartieron con héroes de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación (FAPL). Los principales dirigentes del GRP y del Frente Nacional de Liberación (FNL) de Vietnam del Sur acogieron al líder cubano en una muestra de admiración que era mutua.
En Quang Tri se celebró un acto multitudinario en el que habló Tran Nam Trung en nombre del FNL y el GRP. Por supuesto también escucharon con emoción las palabras de Fidel.
Era el primer jefe de gobierno que recorría el territorio en poder de los patriotas, y si los sudvietnamitas apreciaban esto, tanto igual era la satisfacción del guerrillero cubano, quien a su regreso a Hanoi, en el mismo aeropuerto de Gia Lam, al descender del AN-24, el domingo 16 de septiembre, decía jubiloso «¡Victoria!» y era respondido por el general Giap con un «Victoria, gran victoria de Vietnam y Cuba», y en una tela desplegada en la terminal aérea, con letras amarillas sobre fondo rojo se podía leer: «Saludamos calurosamente el triunfal regreso de las zonas liberadas de Vietnam del Sur del compañero Fidel Castro». Así lo reportaba la prensa en Cuba.
Había sido un viaje de la amistad y la solidaridad, de la hermandad combativa y revolucionaria, de la unidad entre dos pueblos pequeños y pobres llenos de grandeza y dignidad.