Diálogos con la historia (XVII parte)
Date:
23/03/2011
Source:
Periódico El Sol de México
FIDEL CASTRO VISITA A N. JRUSCHOV
En la mañana del 30 de abril el Primer Secretario del Partido Unido de la Revolución Socialista y Primer Ministro del Gobierno Revolucionario de Cuba, Fidel Castro Ruz, y las personalidades que lo acompañan fueron de la residencia del Kremlin a la casa campestre en las afueras de Moscú, a donde el Primer Secretario del Comité Central del PCUS y Presidente del Consejo de Ministros de la URSS, N. Jruschov, había invitado a los queridos amigos cubanos.
El día fue de espléndido sol en las afueras de Moscú.
N. Jruschov recibió afectuosamente a los queridos invitados. Entre Jruschov y Fidel Castro y los miembros de la familia de Nikita Serguéievich se entablaron animadas conversaciones. El héroe nacional de Cuba y sus acompañantes dieron gustosos un paseo por el bosque, admirándose de la Naturaleza primaveral de los alrededores de Moscú. Nina Petrovna y Nikita Serguéievich invitaron a Fidel Castro a comer con ellos en familia.
Fidel Castro y los otros amigos cubanos pasaron casi todo el día en el chalet con N. Jruschov. Estuvieron también allí el Presidente del Presídium del Soviet Supremo de la URSS L. Brézhnev con su esposa, el Ministro de Negocios Extranjeros de la URSS A. Gromiko con su esposa, el primer viceministro de Negocios Extranjeros de la URSS V. Kuznetsov, el Embajador de la Unión Soviética en la República de Cuba A. Alexéiev, el Mariscal de la Unión Soviética S. Biriuzov y el gerente de la Sección de Países de América Latina del Ministerio de Negocios Extranjeros de la URSS, V. Bazikin.
* RECORRIENDO MOSCÚ
El 30 de abril por la tarde, Fidel Castro y Nikita Jruschov, con los demás invitados cubanos, estuvieron en los nuevos Grandes Almacenes Moscú, situados en la Avenida de Lenin. Los empleados del establecimiento y los moscovitas allí presentes acogieron con clamorosos aplausos a los invitados.
Fidel Castro y Nikita Jruschov estuvieron en las salas de ventas de este enorme comercio y contemplaron las variadas mercancías del mismo.
Después, Fidel Castro y Nikita Jruschov, así como, los demás amigos cubanos, fueron al distrito Proletarski de la capital. Miles de personas salieron a las calles, recibiendo cálidamente y saludando con toda cordialidad al distinguido invitado y al Jefe del Gobierno soviético.
El palacio de cultura de la fábrica de automóviles Lijachov de Moscú se encontraba ornado con galas festivas. Se celebraba allí una velada.
Los trabajadores de la empresa esperaban con impaciencia al invitado de honor: iba a visitarles Fidel Castro. Cuando apareció la caravana de automóviles fue recibida por una tempestad de aplausos y un clamor de saludos.
Fidel Castro y Nikita Jruschov, con sus acompañantes, se dirigieron al palacio. A a entrada del vestíbulo fueron recibidos por P. Borodín, director de la fábrica; K. Emeliánova-Schúkina, Héroe del Trabajo Socialista y jefe de una brigada del trabajo comunista del taller de fundición; V. Márkina, diputado al Soviet Supremo de la URSS y contramaestre del taller de fundición, y A. Kositsin, Secretario del Comité del Partido en la empresa.
Un grupo de muchachas entregó ramos de flores a Nikita Jruschov, Fidel Castro y sus acompañantes.
Fidel Castro, Nikita Jruschov y las personas que iban con ellos entraron en la sala de espectáculos. Todos se pusieron de pie y estalló una clamorosa y prolongada ovación.
A. Kositsin, Secretario del Comité del Partido en la empresa, pronunció unas palabras de salutación en honor de los invitados. Dirigiéndose a Fidel Castro le rogó que hiciera saber al heroico pueblo cubano que los soviéticos están admirados de su abnegada lucha.
Los trabajadores de la fábrica acogieron con una clamorosa ovación la salutación en honor del Partido Comunista Leninista de la Unión Soviética, de su Comité Central, encabezado por el eximio luchador por la paz y la felicidad de todos los pueblos Nikita Jruschov, en honor de la Cuba revolucionaria y de su dirigente Fidel Castro.
La sala coreaba: ¡Cuba!, ¡Cuba!, ¡Cuba!, ¡Viva Fidel!, ¡Viva Jruschov!
Como testimonio de profundo respeto a sus invitados, los trabajadores de la empresa entregaron regalos a Nikita Jruschov y Fidel Castro: álbums de fotos y modelos del automóvil "ZIL".
Antes de empezar el concierto se proyectó para los invitados una película acerca de la fábrica, que trata de su desenvolvimiento y de su producción actual. Tomaron parte en el concierto el conjunto artístico de aficionados de la empresa y artistas de Moscú.
Los trabajadores de la fábrica despidieron cálidamente a los invitados. Al marchar la caravana de automóviles, durante mucho rato resonaron las exclamaciones: ¡Viva Cuba!, ¡Viva la amistad soviético-cubana!
V. BOROVSKI
(Corresponsal especial
de ‹‹Pravda››)
‹‹Pravda››, 1 de mayo de 1963.
* EN LA HABANA, LA PLAZA DE LA REVOLUCIÓN, Y EN MOSCÚ, LA PLAZA ROJA
Boris POLEVOI
Los soviéticos que han estado en Cuba regresan todavía más enamorados de esta isla legendaria.
Fuimos allí en avión en la primavera del año pasado para hacer entrega a Fidel Castro del Premio Internacional Lenin "Por el fortalecimiento de la paz entre los pueblos".
En toda la fachada del enorme edificio del aeropuerto - de cristal y acero - pendía una inscripción: "¡Viajero, pisas la tierra de la República de Cuba, el Primer Territorio Libre de América!". Está destacada la palabra "Libre". Aunque no era necesario, ya que junto con el húmedo aroma del caluroso trópico se percibía en el rostro el hábito apasionado de la propia revolución, que ha transformado toda la vida en esta hermosa isla.
Nos instalaron en el Vedado, en ese mismo reparto aristocrático del que escribiera en tiempos con indignación Vladímir Mayakovski. Y en efecto, lo mismo que en sus versos, florecían pujantes y exhalaba pródigas su aroma las flores y en alguna parte, bajo las palmeras, se posaba sobre una pata un flamenco silvestre. ¡Pero qué salto ha dado desde entonces este país, tan grande como aquel enorme ruso que con el cigarrillo en la comisura de los labios, caminaba a pasos largos por la alameda asfaltada, observando allí, en el "país paraíso", el monstruoso contraste de la riqueza y la pobreza, el feroz antagonismo entre los blancos y la gente de color! Continúa siendo el mismo el lujoso marco del trópico, pero la revolución ha encajado en él otro cuadro.
Cuando íbamos por el centro de La Habana nos enseñaron una enorme plaza, la Plaza de la Revolución José Martí. Allí, en presencia de millones de personas, fueron proclamadas y aprobadas la Primera y la Segunda Declaración de La Habana.
Poco después, el chofer Enrique, un negro entrado en años, de anchos hombros, detuvo el auto ante un hermoso cohete de acero colocado junto al pintoresco muro de una vieja fortaleza española enclavada cerca de la costa. Tras apearnos del automóvil y contemplar indulgente nuestro asombro, Enrique explicó: no, no, los cubanos todavía no han lanzado su spútnik al Cosmos, pero lo han lanzado en la Tierra. Y nos mostró la inscripción hecha en el cuerpo del cohete, que nos recordó la que habíamos visto en el aeródromo. Su texto era el siguiente: "Cuba, Primer Territorio de América Libre del Analfabetismo". En esta ocasión se destacaba la palabra "Primer". También esto era muy significativo, puesto que demostraba qué fuerza inmortal, creadora y transformadora ha despertado la revolución en este país, hasta hace poco dormido, al que los yanquis denominaban con altanería "gigantesco establecimiento de diversión".
¡Qué poco se parecía este pequeño "país paraíso" a los inmensos espacios de nuestra Patria, en los que se pueden contemplar las bellezas de todas las zonas geográficas! Mas a la vez, todo nos era íntimo a nosotros, soviéticos, todo nos hacía evocar las heroicas páginas de la historia soviética.
Fui con mi amigo, un poeta cubano, al estudio de la TV para intervenir ante la cámara. Una linda muchacha, con uniforme de miliciana, nos interceptó el camino alzando el fusil automático. No se por qué razón no habían tenido tiempo de expedirnos un pase. La chica, enarcando sus negras cejas, nos dijo que no se podía pasar. Llamaron al jefe de la guardia, un mulato delgado, de aspecto enfermizo, con grandes ojos tristes. Llamó por teléfono a alguna parte, se aconsejó con alguien y, por fin, ordenó a la muchacha que autorizara al "ruso" entrar en el estudio. Cuando me devolvió el pasaporte, su rostro me pareció asombrosamente conocido. "Claro que sí, ayer la vio en el concierto. Es nuestra mejor ejecutante de las danzas de carácter, una famosa actriz", me aclaró el poeta.
En la mañana del 30 de abril el Primer Secretario del Partido Unido de la Revolución Socialista y Primer Ministro del Gobierno Revolucionario de Cuba, Fidel Castro Ruz, y las personalidades que lo acompañan fueron de la residencia del Kremlin a la casa campestre en las afueras de Moscú, a donde el Primer Secretario del Comité Central del PCUS y Presidente del Consejo de Ministros de la URSS, N. Jruschov, había invitado a los queridos amigos cubanos.
El día fue de espléndido sol en las afueras de Moscú.
N. Jruschov recibió afectuosamente a los queridos invitados. Entre Jruschov y Fidel Castro y los miembros de la familia de Nikita Serguéievich se entablaron animadas conversaciones. El héroe nacional de Cuba y sus acompañantes dieron gustosos un paseo por el bosque, admirándose de la Naturaleza primaveral de los alrededores de Moscú. Nina Petrovna y Nikita Serguéievich invitaron a Fidel Castro a comer con ellos en familia.
Fidel Castro y los otros amigos cubanos pasaron casi todo el día en el chalet con N. Jruschov. Estuvieron también allí el Presidente del Presídium del Soviet Supremo de la URSS L. Brézhnev con su esposa, el Ministro de Negocios Extranjeros de la URSS A. Gromiko con su esposa, el primer viceministro de Negocios Extranjeros de la URSS V. Kuznetsov, el Embajador de la Unión Soviética en la República de Cuba A. Alexéiev, el Mariscal de la Unión Soviética S. Biriuzov y el gerente de la Sección de Países de América Latina del Ministerio de Negocios Extranjeros de la URSS, V. Bazikin.
* RECORRIENDO MOSCÚ
El 30 de abril por la tarde, Fidel Castro y Nikita Jruschov, con los demás invitados cubanos, estuvieron en los nuevos Grandes Almacenes Moscú, situados en la Avenida de Lenin. Los empleados del establecimiento y los moscovitas allí presentes acogieron con clamorosos aplausos a los invitados.
Fidel Castro y Nikita Jruschov estuvieron en las salas de ventas de este enorme comercio y contemplaron las variadas mercancías del mismo.
Después, Fidel Castro y Nikita Jruschov, así como, los demás amigos cubanos, fueron al distrito Proletarski de la capital. Miles de personas salieron a las calles, recibiendo cálidamente y saludando con toda cordialidad al distinguido invitado y al Jefe del Gobierno soviético.
El palacio de cultura de la fábrica de automóviles Lijachov de Moscú se encontraba ornado con galas festivas. Se celebraba allí una velada.
Los trabajadores de la empresa esperaban con impaciencia al invitado de honor: iba a visitarles Fidel Castro. Cuando apareció la caravana de automóviles fue recibida por una tempestad de aplausos y un clamor de saludos.
Fidel Castro y Nikita Jruschov, con sus acompañantes, se dirigieron al palacio. A a entrada del vestíbulo fueron recibidos por P. Borodín, director de la fábrica; K. Emeliánova-Schúkina, Héroe del Trabajo Socialista y jefe de una brigada del trabajo comunista del taller de fundición; V. Márkina, diputado al Soviet Supremo de la URSS y contramaestre del taller de fundición, y A. Kositsin, Secretario del Comité del Partido en la empresa.
Un grupo de muchachas entregó ramos de flores a Nikita Jruschov, Fidel Castro y sus acompañantes.
Fidel Castro, Nikita Jruschov y las personas que iban con ellos entraron en la sala de espectáculos. Todos se pusieron de pie y estalló una clamorosa y prolongada ovación.
A. Kositsin, Secretario del Comité del Partido en la empresa, pronunció unas palabras de salutación en honor de los invitados. Dirigiéndose a Fidel Castro le rogó que hiciera saber al heroico pueblo cubano que los soviéticos están admirados de su abnegada lucha.
Los trabajadores de la fábrica acogieron con una clamorosa ovación la salutación en honor del Partido Comunista Leninista de la Unión Soviética, de su Comité Central, encabezado por el eximio luchador por la paz y la felicidad de todos los pueblos Nikita Jruschov, en honor de la Cuba revolucionaria y de su dirigente Fidel Castro.
La sala coreaba: ¡Cuba!, ¡Cuba!, ¡Cuba!, ¡Viva Fidel!, ¡Viva Jruschov!
Como testimonio de profundo respeto a sus invitados, los trabajadores de la empresa entregaron regalos a Nikita Jruschov y Fidel Castro: álbums de fotos y modelos del automóvil "ZIL".
Antes de empezar el concierto se proyectó para los invitados una película acerca de la fábrica, que trata de su desenvolvimiento y de su producción actual. Tomaron parte en el concierto el conjunto artístico de aficionados de la empresa y artistas de Moscú.
Los trabajadores de la fábrica despidieron cálidamente a los invitados. Al marchar la caravana de automóviles, durante mucho rato resonaron las exclamaciones: ¡Viva Cuba!, ¡Viva la amistad soviético-cubana!
V. BOROVSKI
(Corresponsal especial
de ‹‹Pravda››)
‹‹Pravda››, 1 de mayo de 1963.
* EN LA HABANA, LA PLAZA DE LA REVOLUCIÓN, Y EN MOSCÚ, LA PLAZA ROJA
Boris POLEVOI
Los soviéticos que han estado en Cuba regresan todavía más enamorados de esta isla legendaria.
Fuimos allí en avión en la primavera del año pasado para hacer entrega a Fidel Castro del Premio Internacional Lenin "Por el fortalecimiento de la paz entre los pueblos".
En toda la fachada del enorme edificio del aeropuerto - de cristal y acero - pendía una inscripción: "¡Viajero, pisas la tierra de la República de Cuba, el Primer Territorio Libre de América!". Está destacada la palabra "Libre". Aunque no era necesario, ya que junto con el húmedo aroma del caluroso trópico se percibía en el rostro el hábito apasionado de la propia revolución, que ha transformado toda la vida en esta hermosa isla.
Nos instalaron en el Vedado, en ese mismo reparto aristocrático del que escribiera en tiempos con indignación Vladímir Mayakovski. Y en efecto, lo mismo que en sus versos, florecían pujantes y exhalaba pródigas su aroma las flores y en alguna parte, bajo las palmeras, se posaba sobre una pata un flamenco silvestre. ¡Pero qué salto ha dado desde entonces este país, tan grande como aquel enorme ruso que con el cigarrillo en la comisura de los labios, caminaba a pasos largos por la alameda asfaltada, observando allí, en el "país paraíso", el monstruoso contraste de la riqueza y la pobreza, el feroz antagonismo entre los blancos y la gente de color! Continúa siendo el mismo el lujoso marco del trópico, pero la revolución ha encajado en él otro cuadro.
Cuando íbamos por el centro de La Habana nos enseñaron una enorme plaza, la Plaza de la Revolución José Martí. Allí, en presencia de millones de personas, fueron proclamadas y aprobadas la Primera y la Segunda Declaración de La Habana.
Poco después, el chofer Enrique, un negro entrado en años, de anchos hombros, detuvo el auto ante un hermoso cohete de acero colocado junto al pintoresco muro de una vieja fortaleza española enclavada cerca de la costa. Tras apearnos del automóvil y contemplar indulgente nuestro asombro, Enrique explicó: no, no, los cubanos todavía no han lanzado su spútnik al Cosmos, pero lo han lanzado en la Tierra. Y nos mostró la inscripción hecha en el cuerpo del cohete, que nos recordó la que habíamos visto en el aeródromo. Su texto era el siguiente: "Cuba, Primer Territorio de América Libre del Analfabetismo". En esta ocasión se destacaba la palabra "Primer". También esto era muy significativo, puesto que demostraba qué fuerza inmortal, creadora y transformadora ha despertado la revolución en este país, hasta hace poco dormido, al que los yanquis denominaban con altanería "gigantesco establecimiento de diversión".
¡Qué poco se parecía este pequeño "país paraíso" a los inmensos espacios de nuestra Patria, en los que se pueden contemplar las bellezas de todas las zonas geográficas! Mas a la vez, todo nos era íntimo a nosotros, soviéticos, todo nos hacía evocar las heroicas páginas de la historia soviética.
Fui con mi amigo, un poeta cubano, al estudio de la TV para intervenir ante la cámara. Una linda muchacha, con uniforme de miliciana, nos interceptó el camino alzando el fusil automático. No se por qué razón no habían tenido tiempo de expedirnos un pase. La chica, enarcando sus negras cejas, nos dijo que no se podía pasar. Llamaron al jefe de la guardia, un mulato delgado, de aspecto enfermizo, con grandes ojos tristes. Llamó por teléfono a alguna parte, se aconsejó con alguien y, por fin, ordenó a la muchacha que autorizara al "ruso" entrar en el estudio. Cuando me devolvió el pasaporte, su rostro me pareció asombrosamente conocido. "Claro que sí, ayer la vio en el concierto. Es nuestra mejor ejecutante de las danzas de carácter, una famosa actriz", me aclaró el poeta.