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Se define el carácter socialista de la Revolución

Date: 

04/04/2011

Source: 

Agencia de Información Nacional (AIN)
El domingo 16 de abril de 1961 amaneció claro y cálido, y la tensión dominaba la sociedad en Cuba, concentrada en el criminal bombardeo a los aeropuertos de la Isla realizados la víspera por órdenes de Washington, con saldo de siete muertos y varias decenas de heridos.
La artera agresión estrechó aún más la unidad popular en torno a la Revolución y a su Comandante en Jefe Fidel Castro, puesta de manifiesto en la rápida y espontánea movilización del pueblo para rendir tributo a los caídos y adoptar medidas defensivas, ante el claro mensaje de que las acciones del día anterior eran el preludio de una agresión en mayor escala.
 
Particularmente conmovedora y simbólica resultó la acción del joven artillero antiaéreo Eduardo García Delgado, quien agonizante sacó fuerzas y lucidez para escribir con su sangre, sobre el fragmento de una puerta arrancada por la metralla, el nombre de Fidel.
 
Al mediodía, resultó impresionante el sepelio a lo largo de la calle 23 de El Vedado capitalino. Verdadero mar humano siguió el cortejo, y desde los balcones las banderas cubanas, los rostros serios y las flores lanzadas al paso de los siete coches fúnebres, impregnaban solemnidad y dramatismo a la silenciosa marcha.
 
La cabeza de aquella incalculable multitud, que cubría totalmente la céntrica avenida, se detuvo en la esquina de 23 y 12, ante la improvisada tribuna, donde Fidel despidió el duelo de los caídos.
 
Fue ese el escenario desde el cual se hizo la declaración histórica: la del carácter socialista de la Revolución Cubana, que había llevado al pueblo al poder el primero de enero de 1959.
 
“Porque lo que no pueden perdonarnos los imperialistas -afirmó Fidel- es que estemos aquí, lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es la dignidad, la entereza, el valor, la firmeza ideológica, el espíritu de sacrificio y el espíritu revolucionario del pueblo de Cuba.
 
“Eso es lo que no pueden perdonarnos -añadió-,…que estemos ahí en sus narices, ¡y que hayamos hecho una Revolución socialista en las propias narices de los Estados Unidos!”
 
La definición fue saludada con entusiasmo y los fusiles en alto, sostenidos por los brazos del pueblo trabajador, escena inolvidable desde entonces y para siempre, convertida en la más auténtica representación de la voluntad popular para resistir y defender a cualquier precio la Patria y el socialismo.
 
El genio político de Fidel Castro descubrió que ese era el momento para definir las profundas transformaciones ocurridas en el país, y no podía ser de otra manera.
 
Estaba en la mente de todos que la independencia, la soberanía y el derecho a labrar su propio destino, eran inseparables. Solo la liberación social sería capaz, en las condiciones concretas de Cuba, de garantizar la emancipación nacional.
 
Y eso únicamente podía ser la obra de una Revolución “de los humildes, con los humildes y para los humildes”, como finalmente aseveró el Comandante en Jefe.
 
A Girón fue, al día siguiente, aquella masa de rebeldes y milicianos, en su inmensa mayoría jóvenes, a pelear por el socialismo y dispuestos a entregar la vida en el empeño.