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Una visita para recordar

Date: 

18/09/2008

Source: 

Juventud Rebelde

Auteur: 

De trascendental se pueden calificar los diez días vividos por Fidel Castro en Estados Unidos a mediados de septiembre de 1960. El por entonces Primer Ministro cubano arribó a Nueva York el día 18 de  ese mes para participar en el XV Período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU.

Su llegada fue esperada por miles de personas que ansiaban ver al “barbudo líder”. Desde el aeropuerto de Idlewild, lo siguió en una inmensa caravana de automóviles, hasta el hotel Shelbourne donde se hospedaría la delegación cubana.

A partir de ese momento comenzaron los sinsabores para Fidel y sus seguidores. El gobierno norteamericano le había prohibido moverse más allá de los límites de Manhattan. Al siguiente día, la dirección del hotel —siguiendo instrucciones del Departamento de Estado—, notifica a la comitiva cubana que debe abandonar ese establecimiento.

 

La respuesta del joven rebelde no se hizo esperar. Enseguida se alistó para enfrentar el ultraje. Recogió su equipaje y se dirigió al edificio de la ONU donde manifestó a los guardias que acamparía allí por ser esa, zona internacional. Muchos  titulares de la prensa sintetizan el momento de la siguiente manera: “Fidel mochila al hombro en los jardines de la ONU.”

Cuando el perplejo Secretario General de Naciones Unidas, se disponía a buscar una solución, apareció un grupo de prominentes líderes afronorteamericanos que le invitaron a hospedarse en el modesto hotel Theresa, ubicado en el humilde barrio negro de Harlem.

El ofrecimiento se aceptó de inmediato, mientras eran rechazadas ofertas similares provenientes de otras instalaciones hoteleras más lujosas.

Hasta el modesto hotel se trasladaron enseguida. El Comandante en Jefe, de inmediato, comenzó a recibir la visita solidaria de diversos Jefes de Estado que, como él, asistían a la reunión en Naciones Unidas. Uno de ellos fue Nikita Jrushchov, Primer Secretario del Partido Comunista Soviético el cual dijo que había ido a saludar el héroe  cubano que había derrotado a la tiranía bastitiana. Por aquellos días le preguntaron a Jrushchov, si Castro era comunista, a lo cual respondió: «No sé si Fidel es comunista, pero yo soy “fidelista”.»

Pero no solo fue el líder soviético el que visitó al Primer ministro cubano en su humilde hospedaje, también lo hicieron el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, al primer ministro indio Jawaharlal Nehru y al dirigente negro Malcolm X. Con este último converso sobre temas filosóficos y políticos.

La acogida de los residentes en neoyorkino barrio de Harlem no pudo ser mejor, siempre estaban atentos a las entadas y salidas del personal cubano y asumieron la custodia de cada uno de los allí presentes.

De aquellos días en estados Unidos es válido destacar el discurso pronunciado por Fidel en el hemiciclo de la organización mundial, el cual está registrado como el  discurso improvisado más largo de la historia de esos cónclaves. Su presencia en la tribuna se extendió a 6 horas y media.

En esa ocasión proclamó una de sus antológicas frases: “Desaparezca la filosofía del despojo y habrá desaparecido la filosofía de la guerra”, “Desaparezcan las colonias, desaparezca la explotación de los países por los monopolios, y entonces la humanidad habrá alcanzado una verdadera etapa de progreso.”

Nadie mejor que el propio líder cubano para describir las vivencias de estos días, como lo hiciera en su discurso del 28 de septiembre de 1960 en el Palacio Presidencial: “En realidad, nosotros traemos una profunda impresión y alguna experiencia de este viaje. ¡Es una verdadera lástima que cada cubano no tenga la oportunidad de haber vivido diez días como los hemos vivido nosotros! Iríamos todavía un poco más lejos para afirmar que valdría la pena que aquí, esos infelices que se han asilado, hubiesen estado primero 10 días en Nueva York, para que vivieran una experiencia como la que nosotros hemos vivido.”

La actitud hostil del gobierno norteamericano contra los cubanos presentes en Nueva York  no fue más que una pequeña muestra de todo lo que estaban dispuestos a hacer para destruir el triunfo revolucionario. Pero ni sus acciones de entonces ni todos los miles de intentos fallidos durante estos 48 años han podido menoscabar el camino escogido por Cuba y su pueblo.