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El enemigo no cesa en su empeño de destruirnos. Hay dos concepciones: la de los elementos de extrema derecha en la política de Estados Unidos que sueñan con estrangularnos con un bloqueo económico todavía más férreo si fuera posible y barrernos por cualquier medio de la faz de la tierra. Son los que promueven leyes como la Helms-Burton, bien conocida y analizada por nuestro pueblo, y otras medidas draconianas. Son los que nos quieren destruir desde fuera.
La otra concepción es la de los que quieren penetrarnos, reblandecernos, crear todo tipo de organizaciones contrarrevolucionarias y desestabilizar el país cualesquiera que sean las consecuencias. Hay toda una teoría elaborada con un programa diseñado para ello. Estos quieren ejercer su influencia mediante intercambios amplios con diversos sectores que consideran permeables, conceder jugosas becas, deslumbrarnos con sus instituciones millonarias, sus tecnologías, sus centros de investigación social. No autorizan a los norteamericanos a viajar, conocer y descansar en Cuba, pero están dispuestos a enviar a las universidades a sociólogos, filósofos, historiadores, cubanólogos, profesores de inglés y otros académicos para "ilustrarnos". Eso sí, por nada del mundo un profesor de cibernética, computación o áreas de la tecnología que no tengan que ver con la ideología y pudieran ser de alguna utilidad al país. Es decir, el llamado Carril Dos de la ley Torricelli. Esos son los que quieren destruirnos desde dentro.
Hay muchos valiosos y nobles norteamericanos de todas las esferas, incluidos hombres de negocios, que no participan de ninguna de esas concepciones.
Mientras tanto, desde territorio de Estados Unidos --y esto es muy grave--, de manera bastante descarada, se organiza y se trabaja activamente en la preparación y realización de actos terroristas contra el pueblo y áreas vitales de la economía, y una vez más planes de atentado contra los dirigentes de la Revolución, en los que trabajan frenéticamente. Centro fundamental de tales acciones es la llamada Fundación Nacional Cubano-Americana. Es absolutamente imposible que la CIA y el FBI no conozcan de estos planes cuando se supone que tengan penetradas esas organizaciones, muchos de cuyos miembros han estado en relaciones con ellos.
Hoy día, con la apertura de nuestro país al turismo y la posibilidad de viajar en ambas direcciones entre Cuba y Estados Unidos, estos planes se facilitan, y la introducción de medios por distintas vías para llevarlos a cabo es más factible.
Nuestros cuerpos de seguridad están alertas en relación con estas actividades y trabajan en la prevención de tales hechos.
No hablamos sin pruebas, lo advertimos a tiempo y esperamos que nadie se lamente después del rigor con que las leyes revolucionarias sancionen estos crímenes, ni se intente apelar a la generosidad de la Revolución.
A esto se añade el hecho de que desde el territorio de Estados Unidos, más de mil horas semanales de radio incitan a la realización de sabotajes, actividades contra la economía y asesinatos de dirigentes políticos.
Es absolutamente vergonzoso, después del brutal crimen de Oklahoma, que desde Estados Unidos se organice y se intente llevar a cabo actos de terrorismo contra Cuba.
Lo dicho hasta aquí da idea de cuán ardua es y será nuestra lucha. Téngase además en cuenta que ese país está en proceso electoral, y los elementos de extrema derecha que hoy controlan la mayoría del Congreso de Estados Unidos aspiran no solo a barrer las medidas sociales que se originaron en tiempos de Roosevelt, sino también a ocupar el gobierno de Estados Unidos con todas las consecuencias que ello podría tener para el mundo.