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El primer campo de batalla de Fidel Castro

Date: 

29/12/2006

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Periodico Trabajadores

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Desde lo alto de la escalinata, junto a la siempre acogedora estatua del Alma Mater, intento imaginar aquel septiembre de sesenta años atrás en que el joven Fidel Alejandro Castro Ruz ascendió ágilmente los sólidos peldaños para entrar en la que se convertiría muy pronto en su primer escenario de lucha: la Universidad de La Habana.

Era el 27 de septiembre de 1945. Avalado por su condición de bachiller en letras, obtenida en el Colegio de los padres jesuitas de Belén, en La Habana, llenó dispuesto la solicitud de matrícula como aspirante a los títulos de Doctor en Derecho y Contador Público. En el anuario del Colegio quedaba plasmada una interesante valoración sobre su recién graduado: "Cursará la carrera de Derecho y no dudaremos que llenará con páginas brillantes el libro de su vida, Fidel tiene madera y no faltará el artista".

Lo que no podían adivinar los autores del pronóstico es que aquel muchacho demostraría tener madera no sólo para convertirse en un brillante abogado, sino para ejercer una vocación que comenzó a forjarse en las aulas universitarias y se transformó en el sentido de su existencia: la de político y revolucionario.

Sin embargo, como el propio Fidel expresó muchos años después en entrevista con el editor italiano Giancomo Feltrinelli, al ingresar en la Universidad "no tenía ninguna cultura política, ni en el orden económico, ni en el orden social, ni en el orden ideológico". La conciencia política -le explicó más tarde a Frei Betto- no la adquirió porque procediera de una clase pobre, proletaria, campesina, humilde, sino a través del pensamiento, del razonamiento y el desarrollo de un sentimiento y una convicción profunda.

Tampoco contó con alguien que lo guiara en la formación de sus concepciones: "Yo tuve que ser -señaló en aquella conversación- desgraciadamente, preceptor de mí mismo a lo largo de mi vida. "He tenido que seguir mi camino, un largo camino para desarrollar mis ideas revolucionarias. Tienen para mí el inmenso valor de las conclusiones a que uno ha llegado por sí mismo.

IDEALES Y PELIGROS

La universidad en la que Fidel inició sus luchas era un terreno complejo, en él batallaban fuerzas revolucionarias inspiradas en la rebeldía de los tiempos de Julio Antonio Mella y los mártires que lo precedieron, contra elementos gangsteriles y reaccionarios. Pululaba en la Colina una plaga de delincuentes y aprovechadores disfrazados de revolucionarios; la FEU era utilizada como trampolín para escalar posiciones burocráticas en la policía y los ministerios; a menudo las voces de los verdaderos representantes del estudiantado intentaban ser acallados con la prisión y las amenazas de muerte...

En ese contexto inició Fidel su trayectoria de dirigente estudiantil, que comenzó como delegado de asignatura y de curso en el mismo primer año de la carrera y ya para el segundo lideraba la Escuela de Derecho. Desde los primeros años de la carrera se vincula además a un partido de oposición con posturas muy críticas contra la corrupción, el robo y el fraude político: el Partido Ortodoxo, cuyo quehacer se entroncaba con las luchas universitarias de entonces.

En abril de 1947 se presenta una situación especial en la Escuela: los delegados de la mayor parte de los cursos le retiraron la confianza al entonces presidente de la Asociación de Estudiantes de Derecho, por estar ligado a intereses ajenos al Alma Mater y haber demostrado su incapacidad para dirigir la Asociación -según declararon a la prensa. En su lugar fue promovido Fidel.

Sin embargo la decisión no fue aceptada por el Consejo Universitario, con el argumento de que no existía cláusula de revocación en los Estatutos de la FEU. Pero Fidel ya había conquistado el liderazgo de sus condiscípulos por su simpatía personal, su gran capacidad de comunicación expresada tanto a través de su ya formidable oratoria como en su contacto permanente y directo con la masa estudiantil, a lo que se sumaban su valor y su decisión de actuar en favor de las ideas más justas.

SIN TEMOR A LAS VERDADES

De la rapidez con que fue desarrollándose su vocación de político y revolucionario es fehaciente ejemplo la reflexión tan valiente y profunda de los males de la nación que realizó apenas un año después de su llegada a la Colina, al ser escogido como uno de los oradores de los actos por el 27 de noviembre de 1946, aniversario 75 del fusilamiento de los estudiantes de Medicina.

Entre las numerosas reseñas periodísticas de la conmemoración, que hacen una breve versión de los discursos, resalta la reproducción casi completa de las palabras de Fidel en el diario Mañana, cuyo reportero tal vez se impresionó con la contundente arenga del estudiante de 20 años. Puede entonces considerarse que este es el primer discurso de Fidel como líder estudiantil publicado en la prensa.

En esa ocasión arremetió contra los desmanes del ministro de Educación, José Manuel Alemán, quien se había rodeado de individuos armados para amenazar y atacar a los estudiantes, secuestrar a sus líderes y coaccionar a los profesores. Fidel se pronunció enérgicamente contra la reelección del presidente Grau San Martín "porque si es cierto que Machado y Batista mataron a muchos cubanos, Grau ha matado la fe de un pueblo entero". Y en el enfrentamiento a los desafueros del régimen tanto a nivel de la sociedad como en el ámbito universitario, dejó sentado un principio que mantendría inalterable en su tránsito por el Alma Mater: "a los estudiantes universitarios tendrán que asesinarnos antes que claudiquemos en nuestras convicciones".

EN LA VORAGINE REVOLUCIONARIA

En el verano de 1947, mientras el estudiantado universitario efectuaba la Asamblea Constituyente Estudiantil encargada de la redacción de los Estatutos de la FEU, Fidel desapareció de la Colina universitaria. Después se supo que había partido a Oriente para enrolarse en la expedición de Cayo Confites y que se había convertido en jefe de una de las compañías del contingente que partiría a Santo Domingo a combatir con las armas al dictador Trujillo.

Abortada la empresa e interceptada en la bahía de Nipe la nave que los conducía a suelo dominicano, Fidel, antes de dejarse arrestar, se lanzó al agua y nadó hasta las costas de Saetía.

Es vertiginosa la sucesión de actividades revolucionarias en las que interviene a fines de ese año: está inmerso en la impresionante protesta por el asesinato del estudiante Carlos Martínez Junco, baleado al oponerse a un desvergonzado auto-homenaje del corrupto ministro de Educación. Fidel habló en el sepelio del mártir, en nombre de la Universidad. Más tarde se integró a la multitud que partió en manifestación desde la escalinata hasta el Palacio Presidencial, y fue uno de los jóvenes oradores que escalaron los restos de la muralla colonial levantados frente a la mansión palatina, para echarle en cara al presidente el cobarde crimen.

En noviembre Fidel encabezó la campaña de la FEU por la reivindicación de la Campana de La Damajagua. Los veteranos de la independencia y el pueblo de Manzanillo se habían negado a entregarla al gobierno para un acto politiquero por el 10 de octubre, pero no vacilaron en ponerla en manos de Fidel y de Lionel Soto, entonces vicepresidente de Filosofía, cuando viajaron a tierra manzanillera para traer tan preciada reliquia histórica a la Colina universitaria y rescatarla como símbolo de lucha.
Robada alevosamente de la Galería de los Mártires, Fidel denunció a la policía universitaria como cómplice del hecho-lo que se confirmó posteriormente-y después de su reaparición misteriosa en el Palacio Presidencial, batalló junto al estudiantado y el pueblo para evitar que el régimen la retuviera, hasta lograr su retorno a Manzanillo.

Poco tiempo después el joven líder estudiantil estuvo presente en las protestas contra el proyecto de utilizar la tribuna de Martí en un homenaje al presidente  Grau.

LATINOAMERICANISTA

El alejamiento de las aulas en épocas de exámenes por su participación en la frustrada expedición de Cayo Confites, puso a Fidel en una disyuntiva: o matriculaba de nuevo el tercer año para seguir siendo dirigente de la FEU o pasaba a ser estudiante por la libre, lo que significaba renunciar a sus derechos políticos en la universidad. "Yo detestaba el tipo de estudiante que no sacaba las asignaturas y no aprobaba los cursos y se quedaba retrasado, relegado, como eterno líder estudiantil -le explicó en entrevista al periodista colombiano Arturo Alape-. "Siendo consecuente con esas convicciones no me matriculé oficialmente y me quedé como estudiante por la libre para sacar las asignaturas que me quedaban de tercer año y las de cuarto año. (...)y no tenía derechos políticos pero tenía una gran ascendencia entre los estudiantes universitarios por la política de oposición al régimen de Grau."

Ese año de 1948 fue para él tan intenso en acontecimientos revolucionarios como el anterior: en enero se convertía en uno de los firmantes de la declaración de la FEU condenando el asesinato del líder de los trabajadores azucareros Jesús Menéndez. En febrero, protestas estudiantiles exacerbadas en la Colina por la irrupción del comandante Caramés, esbirro del grausato, en abierta violación de la autonomía universitaria, provocaron la salida del alumnado en manifestación desde la escalinata y un violento choque con las fuerzas represivas en la confluencia de las calles Infanta y San Lázaro, en el que Fidel recibió un fuerte golpe en la cabeza causante de una fractura parcial del cráneo.

Cuando algún tiempo después supo de la convocatoria de una reunión de la OEA en Colombia, promovida por Estados Unidos para consolidar su sistema de dominio en el continente, concibió la idea de organizar allí mismo un congreso estudiantil antimperialista que esgrimió como bandera la lucha contra las tiranías en América Latina, la desaparición de las colonias que subsistían en la región, la independencia de Puerto Rico, la devolución del Canal de Panamá, de la Base Naval de Guantánamo...

Ya para entonces Fidel había desarrollado una proyección latinoamericanista como presidente del Comité Pro Democracia Dominicana y destacado activista a favor de la libertad del pueblo boricua. En busca de apoyo del estudiantado universitario y otras fuerzas políticas al proyectado Congreso, viajó a Venezuela, Panamá y finalmente llegó a Colombia. Allí lo sorprendió el alzamiento espontáneo del pueblo por el asesinato de su líder, Jorge Eliécer Gaytán, que la historia recogió con el nombre de Bogotazo.

La actitud del joven dirigente universitario cubano fue sumarse a la multitud sublevada, dispuesto a combatir junto a los colombianos. Años más tarde, al responder a la pregunta de si aquellos hechos influyeron en su formación revolucionaria, expresó que lo reafirmaron en una serie de ideas y concepciones que ya se había formado sobre el pueblo oprimido que busca justicia.

LA AFRENTA A MARTÍ

La imagen de un marino norteamericano borracho orinando sobre la estatua de José Martí erigida en el Parque Central, fue como una bofetada en el rostro de cada cubano digno. Era el mes de marzo de 1949 y entre las primeras fuerzas en reaccionar a la afrenta, estuvieron la FEU y el estudiantado universitario.

Fidel se sumó al grupo de jóvenes que se dirigió a la Plaza de Armas, donde se encontraba la embajada de Estados Unidos, y fue también de los primeros en emprenderla a pedradas contra el edificio, reclamando la entrega de los culpables a los tribunales cubanos.
Contra los muchachos y el pueblo allí reunidos se emprendió una golpiza que tenía como ejecutores a esbirros al mando del jefe de la policía, Caramés, y de los tenientes Parra y Salas Cañizares. "Es una vergüenza -denunciaría después la FEU en la prensa- tener por jefe de la policía a un individuo que en vez de evitar que los marines yanquis profanen a Martí se dedique a atacar a los que salieron en defensa del honor."
1949 fue también el año en que la policía y el Servicio de Inteligencia Militar iniciaron el expediente relativo a las actividades revolucionarias de Fidel.

En noviembre, la revista Bohemia informaba de papeles ocupados a pistoleros del mal llamado Movimiento Socialista Revolucionario (MSR)que habían logrado escapar de la policía, donde aparecía en dos oportunidades el nombre de Fidel entre sus opositores condenados a muerte.

PREPARACIÓN PARA EL FUTURO

Se acercaba el fin de la carrera universitaria, por lo cual el joven dirigente estudiantil decidió entregarse de lleno a los estudios, lo que le permitió aprobar en un solo año treinta y tres exámenes, en su mayoría con notas de sobresaliente, y recibir, el 13 de octubre de 1950, los títulos de Doctor en Derecho, Licenciado en Derecho Diplomático y Licenciado en Derecho Administrativo.

Los había conquistado en cinco años académicos sin haber perdido, a pesar de su intensa actividad política, ni un solo curso ni haber obtenido jamás un suspenso. Todavía continuó en la universidad para concluir el doctorado en Ciencias Sociales para el cual solo le faltaban tres asignaturas.

En diciembre de ese año la revista Carteles publicaba una carta de Fidel como respuesta a artículos sobre la universidad en los que se exponían consideraciones erróneas sobre su persona. En ella expresaba que había sido líder estudiantil "cinco años con el respaldo sincero de mis compañeros, en época tormentosa para la juventud cubana, sin perderme en la vorágine, a despecho de los intereses bastardos que he combatido y que tanto se empeñaron en destruirme. "No me arrepentiré jamás -recalcaba- de los nobles empeños de mi lucha universitaria, sin recibir más pago que lágrimas para mis familiares, peligros para mi vida y heridas para mi honra."

Décadas después, en un análisis retrospectivo del significado de su tránsito universitario, afirmaba: "Cuando termino en la universidad en el año 1950, en un breve período había adquirido -yo diría- toda una concepción revolucionaria completa, no solo en las ideas, sino también en los propósitos y en la forma en que podían llevarse a la práctica, cómo aplicar eso en las condiciones concretas de nuestro país. Creo que eso fue muy importante".