Allocutions et interventions

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la inauguración del XVIII Festival Internacional de Ballet de La Habana. 19 de octubre de 2002

Date: 

19/10/2002

Distinguidas personalidades y artistas;

Estimados invitados:

Es un honor para mí la invitación a inaugurar el Décimo Octavo Festival Internacional de Ballet de La Habana y pronunciar unas palabras, que obviamente serán muy breves.

Cuando las luces del teatro iluminen cada movimiento y cada paso de los artistas, comenzará este importantísimo evento, al que siempre acude un público apasionado y fiel, que lo disfruta con entusiasmo y gratitud.

En los más oscuros días de la tiranía batistiana, Alicia, Fernando y otros valiosos cubanos sostuvieron con dignidad y honor el sueño, surgido en 1948, de crear, frente a obstáculos al parecer insalvables, el Ballet Alicia Alonso. Los valerosos jóvenes de la Federación Estudiantil Universitaria les ofrecieron, en sus horas más difíciles, apoyo y desagravio.

La Revolución Cubana, desde los primeros meses del triunfo, puso a disposición de aquella compañía danzaria los recursos disponibles, en el afán de que se desarrollara, expandiera y creciera. La excelencia de Alicia, su talento, su tenacidad y su ejemplo, que inspiraron a generaciones de brillantes artistas, hicieron posible el milagro: la existencia del Ballet Nacional de Cuba con calidad y prestigio mundiales; el nacimiento de la Escuela Cubana de Ballet, síntesis de universalidad, tradición, cubanía y estilo propio, reconocida y aclamada en cualquier parte del planeta; la formación de nuevos y extraordinarios valores y la posibilidad de lograr otros ambiciosos sueños.

El primero de estos festivales, que tuvo lugar en 1960, afirmó la vocación cultural, la identidad y la nacionalidad cubanas aun en las circunstancias más adversas, cuando grandes peligros y amenazas acechaban al país.

Desde entonces, han asistido a estos encuentros danzarios 52 compañías y más de mil invitados extranjeros, incluidos bailarines, coreógrafos, pedagogos, diseñadores, compositores, directores musicales y críticos. En sus escenarios se han presentado 192 estrenos mundiales, lo que los ha convertido en una verdadera fiesta de la danza, sustentada por el nivel de convocatoria y prestigio de nuestro ballet.

El Ballet Nacional de Cuba ha estado presente en los momentos cumbres de nuestras mayores realizaciones culturales, en la larga batalla por la independencia y el socialismo librada por nuestro pueblo durante más de 43 años. Con su sello peculiar y la calidad de su arte, constituye hoy una de las compañías más reconocidas del mundo. Al unísono, han ido surgiendo en nuestro país otros importantes y prestigiosos grupos en los más diversos géneros de la danza, como una prueba del auge incontenible de las más variadas expresiones artísticas e intelectuales que, unido a un colosal esfuerzo en el terreno de la educación, con énfasis especial en la calidad de la misma, y al avance de las instituciones científicas, sustentan la absoluta seguridad de que Cuba comienza ya a convertirse en uno de los pueblos más cultos del mundo.

Gracias a los métodos, la disciplina y el rigor de la Escuela Nacional de Ballet, en ella se formaron grandes artistas.

La reciente reconstrucción y ampliación de las instalaciones donde hoy se ubica la Escuela Nacional de Ballet, su equipamiento, y en especial sus profesores, la han convertido en una institución de excelencia, con el triple de capacidad.

Al profundizar en estos temas, nos percatamos de que había llegado la hora de alcanzar nuevos objetivos. El desarrollo del ballet y de otras manifestaciones artísticas era desigual en nuestro país. De las 14 provincias, 7 no contaban con un solo graduado de la Escuela Nacional de Ballet. Hoy, con las nuevas capacidades creadas, cuenta ya con alumnos de todas las provincias, y en esta, como en todas nuestras escuelas de arte, se ingresa por rigurosa selección.

En el verano de este año, 318 niños habaneros de los talleres del Ballet Nacional viajaron a Santiago de Cuba, acompañados por padres, profesores y bailarines profesionales, para presentar allí, en el Teatro Heredia, un maravilloso espectáculo: El Camarón Encantado. Fueron tres presentaciones, a las que asistieron, a teatro repleto, 7 710 personas, en su mayoría niños de todos los municipios de la provincia. Muchos de ellos veían ballet por primera vez y muchos no habían ido nunca a un teatro.

Los alumnos habaneros, a su vez, aprendieron mucho de nuestra historia en Santiago de Cuba y asistieron también a espectáculos artísticos presentados por los niños de esa provincia.

Iniciativas como estas muestran sorprendentes resultados.

La idea de extender los talleres vocacionales que fundó el Ballet Nacional de Cuba también va ganando cuerpo, y pronto se iniciará una experiencia en la capital, que poco a poco seguirá ampliándose y que algún día no lejano llegará al resto del país.

En los próximos meses, la Escuela Nacional de Ballet iniciará un Taller Vocacional Especial y recibirá en sus aulas y salones a 4 050 niños y adolescentes, entre 7 y 14 años, de todos los municipios de la capital. Un dato que demuestra el creciente interés y nivel cultural de nuestro pueblo: a la convocatoria realizada en las escuelas primarias y secundarias se han presentado hasta ahora 41 488 aspirantes. Los que no sean seleccionados, podrán optar por inscribirse en talleres municipales de apreciación de la danza, que se organizan en estos momentos.

Se ha planteado por muchos que el ballet clásico es una expresión básica común al resto de las manifestaciones danzarias. Esa cualidad hace posible que la formación vocacional y la técnica apoyen el desarrollo de todos los demás géneros danzarios. Tal concepto, desde luego, no excluye otras vías de formación.

Sin cultura no hay libertad posible. La certeza de ese pensamiento, que no se limita a la cultura artística, sino que implica el concepto de una cultura general integral, incluyendo preparación profesional y conocimientos elementales de una amplia gama de disciplinas relacionadas con las ciencias, las letras y las humanidades, alienta hoy nuestros esfuerzos.

Mientras en el mundo se escuchan los tambores de la guerra o se dilapidan recursos para fabricar armas cada vez más sofisticadas y destructivas, en Cuba revolucionamos la educación para multiplicar los conocimientos de las nuevas generaciones, universalizamos el acceso a los centros superiores de enseñanza, llevamos las escuelas de arte a todo el país y proyectamos crear las condiciones para que el disfrute y el placer de sus maravillosas creaciones alcance a todos.

Con la esperanza de que este Festival contribuya a ello y la gratitud más profunda a cuantos lo hicieron posible, cumplo el deber de finalizar estas palabras.

¡Que la conciencia, la cultura y el arte conduzcan nuestra especie a un mejor destino!

¡Muchas Gracias!

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