La impronta invencible de Fidel en el interferón cubano
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El hecho de que el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) expresara sus condolencias por la reciente muerte de uno de sus fundadores, el Doctor en ciencia Ángel Aguilera Rodríguez, rememoró el interés personal del Comandante en Jefe Fidel Castro por la obtención del interferón para hacerlo accesible al pueblo ante su carencia en el exterior.
Aguilera Rodríguez había sido uno de los integrantes de aquel reducido grupo de profesionales que obtuvo la primera molécula lograda en el país por ingeniería genética a partir de leucocitos humanos, de acuerdo con especialistas de la propia institución.
Solo en esas condiciones emprendieron los primeros pasos para el desarrollo de la biotecnología cubana, en busca de tratamientos de enfermedades virales y el cáncer, siempre bajo la acuciante gestión del máximo líder de la Revolución Cubana.
Una iniciativa de ese tipo transcurrió en una casa en el reparto Cubanacán, Playa, en La Habana, marcada con el número 149, de apenas 180 metros cuadrados de superficie, que en pocos días quedó transformada en un laboratorio para producir interferón leucocitario o interferón alfa-2b (IFN).
Sin embargo, la ocupación de Fidel y su desvelo por la aplicación de la ciencia lo llevó a conocer al afamado especialista estadounidense Randolph Lee Clark, y a promover las visitas de los doctores cubanos Manuel Limonta Vidal y Victoria Ramírez Albajés, ya fallecida, al Hospital Anderson y el Instituto de Investigaciones en Cáncer en Houston, Texas, con el objetivo de actualizarse sobre las particularidades del uso del interferón en cáncer
De esta experiencia, llegaron a la conclusión de que era imprescindible gestionar un entrenamiento en el laboratorio del profesor Kari Cantell, en Helsinki, Finlandia, para familiarizarse e incorporar la metodología de producción del IFN a partir de glóbulos blancos.
Historiadores del sector recordaron que Cantell había aislado por primera vez la molécula de interferón en 1972.y había dado una muestra de humanismo al publicar el método de obtención y purificación del interferón, y no patentarlo, para que cualquier investigador pudiera leer sus publicaciones y adiestrarse en su laboratorio.
Ante esa posibilidad, cuentan que Fidel decidió enviar un grupo de seis científicos a Finlandia y su médico personal, el profesor Eugenio Selman, después de contactar al profesor finlandés y conocer su disposición, se encargó de completar el equipo con otros cuatro prestigiosos doctores que provenían del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CENIC): Ángel Aguilera Rodríguez, Pedro López Saura (fallecido), Eduardo Pentón Arias y Silvio Barcelona Hernández.
Para su satisfacción, el 28 de mayo de 1981 lograron el primer lote de IFN leucocitario, cuya calidad debía ser verificada por una autoridad independiente y Cantell certificó que el interferón cubano era similar al obtenido en su laboratorio, era un bioequivalente y no tenía diferencia sustancial con el que ellos producían.
Una voz tan autorizada dio validez a nuestro interferón para utilizarlo en Cuba y exportarlo más tarde, cuando se obtuvo su homólogo recombinante, desde entonces empezó su producción sistemática en aquella vivienda, donde hoy en día se encuentran los Laboratorios de Farmacogenómica y Estudios Clínicos del CIGB.
La epidemia de dengue hemorrágico de 1981 ponía en riesgo la vida de la población infantil cubana y se decidió aplicar el IFN obtenido en el país y también la primera vez que se utilizó el producto en esa enfermedad en el mundo.
Otra plaga, la de conjuntivitis hemorrágica, que azotó a Cuba en 1981, constituyó el blanco de una nueva aplicación con el IFN leucocitario para prevenir la queratitis, complicación que puede dañar la visión.
Ese mismo año comenzaron varios estudios clínicos, muchos de los cuales se presentaron en congresos internacionales y se publicaron en revistas científicas.
El interferón leucocitario se convertiría así en el modelo para lograr el desarrollo acelerado de la ingeniería genética y la biotecnología moderna en Cuba y su obtención en 58 días, reconocido por el propio Cantell, constituyó un récord de velocidad a partir de aquella visita de seis cubanos a su laboratorio.
El Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, con sede en La Habana, es una empresa distintiva de la biotecnología cubana, que desarrolla, produce, comercializa y exporta productos innovadores.