“Nuestro deber de dirigentes de una Revolución, en una etapa inicial, es desarrollar ese espíritu de nuestro pueblo, su sentido de la critica, su capacidad de análisis sereno y objetivo; esas virtudes de nuestro pueblo que es nuestro deber señalar, que es nuestro deber acentuar, que es nuestro deber desarrollar. Y a esas virtudes no debemos renunciar jamás”.
Renvoi au texte original:
Discurso pronunciado en la Clausura del XII Congreso de la CTC-R, 29 de agosto de 1966