Fidel en Vietnam: un vuelo inolvidable a la línea de fuego
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Entre los muchos viajes memorables de su vida, el coronel Ho Van A quedó especialmente impresionado por aquel que llevó al líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, a la línea de fuego en el sur de Vietnam.
Van A tuvo el privilegio de formar parte de la tripulación que, comandada por el capitán Nguyen Oanh, fuera asignada para cumplir la delicada misión, llevada a cabo el 15 de septiembre de 1973.
Vale apuntar que desde su establecimiento el 1 de mayo de 1959 el Escuadrón de Vuelo 919, antes Regimiento de Transporte Aéreo 919, realizó muchas misiones civiles y militares seguras y efectivas, que incluyeron desde la participación directa en combate hasta el traslado de líderes del Partido y del Estado.
Durante los años de feroz guerra las condiciones de servicio eran sumamente difíciles, pero se realizaban vuelos seguros, aunque complicados, incluso en condiciones de extrema urgencia, rememoró el entonces oficial de información aérea en entrevista concedida tiempo atrás al diario digital de la Policía Popular.
Una de esas operaciones fue el traslado a la línea de fuego en el sur del país del Comandante en Jefe Fidel Castro, devenido primer y único mandatario que en plena contienda tuvo el arrojo de visitar la zona liberada de Vietnam del Sur, donde Cuba contaba desde marzo de 1969 con una embajada acreditada ante el Frente Nacional de Liberación.
En 1973, rememoraba Van A, “el destacado líder del pueblo cubano, hermano y gran amigo del otro lado del hemisferio, viajó a Vietnam y manifestó su deseo de entrar en la línea de fuego para visitar al Gobierno Revolucionario Provisional de la República de Vietnam del Sur y el recién liberado Quang Tri”.
Para responder a la solicitud, el entonces primer ministro Pham Van Dong solicitó a la Brigada 919 alistar un vuelo especial, bajo condiciones de absoluta confidencialidad y requisitos de seguridad.
VIAJE SIN DESTINO CONOCIDO
El 13 de septiembre recibimos la orden de traer a casa el avión AN24 con el número VN-1094, relató el oficial de información y recordó que, pese a haberse firmado a comienzos de ese año el Acuerdo de París, la mayoría de las aeronaves vietnamitas de transporte seguían en el lugar de evacuación de Tuong Van (China).
A primera hora de la tarde, abundó, despegamos para volar a Nanning (China) para repostar, comprobar la técnica y esperar a que llegara la tarde para regresar a Gia Lam. Al día siguiente, después que el equipo mecánico revisara minuciosamente todo y se hiciera la prueba química del combustible, realizamos un vuelo de prueba.
El avión fue entregado entonces a la guardia de seguridad, sin que hasta ese momento la tripulación conociera a dónde viajarían o a quién servirían; pero por las comprobaciones preparatorias todos adivinaban que se trataría de un vuelo muy especial, de los catalogados como de categoría “A”.
Finalmente fue asignada la tripulación que realizaría la operación y al conocer cuál sería la misión la emoción los embargó a todos, por tener el honor de llevar a Fidel Castro a visitar la tierra recién liberada.
Una tarea compleja, según valoró Van A, conociendo las muchas veces que el enemigo había tratado de eliminar al jefe de la Revolución cubana y las condiciones en que se realizaría, pues debían aterrizar en Dong Hoi, “un aeropuerto improvisado, casi sin equipo de navegación, todo a simple vista” y valiéndose solo de la experiencia.
Por si fuera poco, había noticias de que una tormenta estaba a punto de azotar la región Central. Mas, aún así, el AN24 levantó vuelo a las 09:40 (hora local) para llegar a destino a las 11:15, según itinerario.
Afortunadamente, apuntó el privilegiado testigo, el clima estuvo hermoso ese día y las condiciones meteorológicas fueron ideales para que pudiéramos realizar un aterrizaje suave en un aeropuerto de campo con una pista corta y estrecha.
De cualquier modo, y según describe el entonces embajador de la isla aquí, Raúl Valdés Vivó, en su libro “El gran secreto: cubanos en el camino Ho Chi Minh”, al instante de despegar el avión -ya en la pista de arranque y sin apagar los motores- debió detenerse repentinamente.
“Por radio solicitaban al Primer Ministro. Vi a un Pham Van Dong muy tenso bajarse por unos instantes, aunque regresó sonriendo: eran Le Duan y Troung Chinh -le dijo a Fidel- que vinieron a desearnos buen viaje… No pudieron llegar antes por el tránsito terrible… Es que Hanoi está inundado de gentes… véalos”.
Y abajo se divisaban, a través de las ventanillas del AN24, los sombreros de campaña de Le Duan y Troung Chinh agitándose, “mientras la aeronave despegaba con su ruido característico de ronquidos de elefantes”.
El propio Valdés Vivó señala que no faltaron las bromas durante la travesía y algunos se preguntaban si el piloto podría posarse encima de tantos cráteres o esquivar las piedras detrás de las cuales se apostaban los artilleros, en un aeropuerto militar donde no existía torre de control, sino ruinas.
En sus apuntes sobre el viaje a la línea de fuego, el doctor José Miyar Barruecos, “Chomy”, anotó que después de sobrevolar el puente heroico de Ham-Rong, donde fueron derribados 99 aviones yanquis, “a medida que nos acercamos al Sur los huecos de las bombas aparecen frecuentemente”.
Más adelante describe el paso sobre la provincia de Nge-An, donde nació Ho Chi Minh, y en la que, junto a la de Ha-Thin, murieron de hambre dos millones de vietnamitas en 1945.
“Vamos a aterrizar en la provincia de Quang Binh. Se ve una enorme cantidad de cráteres de bombas de 500 libras. Aterrizamos en la ciudad de Donh Hoi a las 10:50. Nos reciben calurosamente un grupo de oficiales. Nos ofrecen té. Aquí, en esta provincia tiraron un millón de bombas y 60 aldeas fueron arrasadas”, escribió.
LOS DESEOS DE FIDEL
Volviendo a las remembranzas del coronel Ho Van A, éste hizo notar que la operación aérea tuvo lugar en pleno otoño, pero aún así “el clima aquí todavía es terriblemente caluroso y el agua es muy escasa. Sin embargo, los hermanos estamos muy contentos de haber hecho el vuelo con seguridad”.
Inicialmente se informó a la tripulación que se quedarían hasta que la delegación terminara la visita y mantuviera conversaciones con el Gobierno Revolucionario Provisional de Vietnam del Sur. Pero de repente, al día siguiente, recibió órdenes de llevar al grupo de regreso a Hanoi.
“Más tarde supimos que, debido a la tensa situación en Chile (donde un golpe de Estado había derrocado al gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende), el presidente Fidel Castro tuvo que regresar temprano a casa”, relató.
Según Van A, aterrizando en el aeropuerto de Gia Lam tuvieron otra sorpresa, pues el legendario general Vo Nguyen Giap se dirigió personalmente a las escalerillas del avión para recibir a la delegación y felicitar a los tripulantes por culminar con éxito la tarea.
Fidel estrechó la mano de cada uno de los miembros de la tripulación y les agradeció por superar todas las dificultades para que éste fuera seguro, y él y la delegación del pueblo cubano pudieran entrar en la línea de fuego de Quang Tri, directamente a la tierra recién liberada de Vietnam, abundó.
También nos deseó que completáramos nuestras tareas, obtuviéramos muchas victorias y que Vietnam lograra pronto su reunificación, subrayó en sus declaraciones el oficial de información.
A pedido de la tripulación, Pham Van Dong, Nguyen Giap y Fidel Castro se tomaron una foto de recuerdo al pie de la escalerilla de la aeronave, en la cual quedó registrada la radiante expresión que iluminaba el rostro de todos aquellos que, aun cuando realizaron muchas travesías especiales, aseguran que “entrar en la línea de fuego ese año fue un vuelo inolvidable”.