Por buen camino anda la amistad
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Aquel 3 de junio de 1847 cuando llegó a Cuba el primer chino nada ni nadie podría prever que quizás él o alguno de sus descendientes lucharían por nuestra independencia, y mucho menos que 148 años después su lealtad y valentía se convertirían en el símbolo supremo en que se asienta la amistad entre ambos pueblos. Fidel se lo explicó esta tarde a Jiang Zemin.
"No hubo chino cubano desertor, no hubo chino cubano traidor". Por lo que no encontró mejor regalo que ofrecer al alto mandatario que una réplica del monumento que se levanta en La Habana a la memoria de quienes pelearon en la guerra contra el colonialismo español y no flaquearon nunca. Más de 6 000 chinos integraron las filas de nuestro Ejército Mambí y más de uno se unió a Maceo en Mangos de Baraguá tras el Pacto del Zanjón para conntinuar el combate por la independencia de una nación en la que echaron raíces. Ejemplos sobran. Juan Han Lai pertenecía a las huestes del Inglesito (Henry Reeve) cuando detenido en Santa Teresa fue muerto a palos ante la resistencia que ofreció a sus captores.
Todavía en el suelo y moribundo, muchos testigos relataron entonces que Juan Han Lai no dejó de exclamar a gritos: "Por Cuba libre". Nuestro Generalísimo Máximo Gómez no tuvo hombre de más confianza a su lado que el capitán chino José Bu, ni hubo oficial más destacado en la victoria de las Minas de Guáimaro en 1870 que el comandante Sebastián Sian. Y no son leyendas. El claudicante documento del Zanjón en su artículo tres proponía: "Libertad a los esclavos o colonos chinos que se hallan hoy en las filas insurrectas". La historia más reciente recoge en sus páginas aquel primero de octubre de 1960 cuando Pedro Eng organizó la milicia china y al hacerlo recordó que si en las guerras por la independencia no hubo chino traidor ni desertor, tampoco los milicianos traicionarían a la Revolución de Enero.
Fue una tarde hermosa ésta que pasó Fidel en el Gran Palacio del Pueblo junto a Jiang Zemin, en la que una vez más nuestro Comandante en Jefe hizo gala de su sensibilidad histórica. Llegado de un pequeño país qué otra cosa podría ofrecer en prueba de amistad a esta gran nación que no fuera el recuerdo del honor de una parte de sus hijos y la lealtad a su memoria. Por buen camino anda la amistad cuando así se forja.