Milagro cubano de amor y ciencia resucita luz para los humildes
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Antonio despertó y notó algo raro mientras se esforzaba por enfocar los números en el reloj de pared. Parecía como si una neblina empañara los dígitos. Luego pensó que aquello era imposible; él estaba dentro de una habitación climatizada.
Los días se convirtieron en meses y la bruma ganó en opacidad hasta convertirse en nube de mal presagio. Ya sólo podía distinguir formas vagas y contornos. El rostro de sus seres queridos ahora era visible con el corazón, no ya desde el cerebro.
Desesperado acudió a varias clínicas privadas en un intento por recuperar la visión. Pero no podía trabajar y el tratamiento (consistente en una intervención quirúrgica), costaba miles de dólares.
Era el precio de sus ojos. Parecía una broma macabra: papel moneda que no sentía, que no entendía, que no veía, le arrebataba la esperanza y le golpeaba la ingle en una especie de pelea arreglada. O quizás no se trataba del papel moneda, sino de los hombres y ese afán estúpido de ganar dinero a expensas de la salud ajena.
Él lo vendió todo y consiguió anotarse en una lista de espera para una cirugía de cataratas. Los meses se hicieron años y la oscuridad fue total. Entonces alguien le habló de la Misión Milagro y los especialistas cubanos en Venezuela.
Antonio recuperó la vista 13 días después de visitar la consulta de la joven Dalila Guerra Rodríguez en un Centro de Diagnóstico Integral ubicado en Caracas.
Hasta allí llegó Cubadebate para que el mundo conozca sobre las hazañas de la medicina cubana, para que antes de juzgar o criticar se piense en héroes y heroínas de blanco, cuyo mayor pago es la sonrisa de los más humildes de la Tierra.
“En Cuba me preparé, hice un diplomado en oftalmología mientras completaba mi carrera universitaria y 4 meses después de la graduación me enviaron para Caracas. Empecé con miedo, imagina, mis primeras experiencias laborales no eran ni siquiera en mi país”, confiesa Guerra Rodríguez.
Cuenta que lo primero que le impresionó fue la cantidad de personas que padecen de cataratas y otros padecimientos oculares en la República Bolivariana.
Me dice que en 27 meses de labor ininterrumpida atesora incontables anécdotas como la de Antonio; eso sí, todas con denominadores comunes: insuficiencia económica para costearse una cirugía que la Misión médica cubana ofrece gratuitamente; desespero, oscuridad, espera, espera, espera…
Cómo olvidar a la señora que empujó la puerta de la consulta y se arrodilló a sus pies, como si de un santo se tratase, mientras clamaba por ayuda para los ojos. Las sombras le devoraban la existencia y ya no quería vivir más.
Por fortuna para ella, llegó al lugar correcto y la luz volvió a inundar sus pupilas.
Cómo olvidar a Ángel (en video), quien luego de someterse satisfactoriamente a una cirugía de cataratas y en pleno proceso de recuperación, sufrió un golpe en la cabeza que le desprendió la retina.
La oscuridad que se antojaba crónica lo perseguía de nuevo, amenazando con quedarse para siempre en sus ojos, pero una vez más la ciencia cubana lo sanó, devolviéndole la alegría. Tiempo después regresó a la consulta de Dalila para ver el rostro de la doctora.
Pero estas historias no interesan a los grandes medios de comunicación. Claro, es más fácil para los desalmados señalar con el dedo cual espada de Damocles; es más fácil derrumbar esperanzas y aniquilar sueños que apoyar los proyectos de justicia social para los pobres.
“Tengo 26 años y me siento muy útil porque a veces solo en una semana hemos podido curar a varios pacientes que llegan tan desesperados que parece, el mundo se les viene encima. La experiencia me hizo madurar, crecer y estar aquí para ellos”, refiere la especialista.
Génesis del milagro
Cuando el 8 de julio de 2004 partían desde Caracas y con destino a la Habana en un vuelo humanitario, los 50 primeros pacientes para ser operados de cataratas; quedaba inaugurada de manera oficial la Misión Milagro.
La iniciativa fue gestada por dos gigantes de almas nobles como el rocío, a quienes tanto le debe Latinoamericana: Fidel y Chávez.
Ambos mandatarios, motivados por el impacto generado en la población venezolana a raíz de la ampliación de los servicios de salud mediante la Misión Barrio Adentro, decidieron que era hora de pagar aún más la deuda social existente con los pobres de la región.
Luego, el 21 de agosto de 2005, durante el programa Aló Presidente número 231, se firmaba el Compromiso de Sandino para la intervención quirúrgica de 6 000 000 de latinoamericanos con problemas de visión a través de la Misión Milagro, en un lapso de 10 primaveras.
Casi 17 años han transcurrido ya y hoy, este programa humanitario ha echado raíces tan profundas que es uno de los servicios más demandados en Venezuela. Baste decir que, al cierre de mayo de 2021, los especialistas cubanos habían realizado 35 434 313 consultas de oftalmología.
Una cifra grande sin dudas, pero lo importante aquí no son los dígitos, sino la luz que regresa a los ojos para desterrar demonios. De esta forma se logra eventualmente la inclusión social de quienes en un momento determinado no podían trabajar, o valerse por sí mismos. Se logra así la satisfacción plena del hombre y su bienestar armónico.
Para la doctora cubana Eilint Segura Falcón, Asesora Nacional de la Misión Milagro en Venezuela, los resultados son muy alentadores, incluso en medio de la actual pandemia, cuando los protocolos sanitarios vigentes obligan a posponer muchos servicios de salud, se retomaron las operaciones de cataratas y otras patologías oculares.
“Hoy el país cuenta con 18 centros oftalmológicos y 21 posiciones quirúrgicas, lo que significa que en todos ellas se presta el servicio de oftalmología quirúrgica para el pueblo venezolano. Tanto las consultas como los medicamentos pre y pos operatorio se ofrecen de forma gratuita en un esfuerzo mancomunado de los Gobiernos de Cuba y Venezuela”, explica.
Con especialistas capacitados y mediante el empleo de tecnología de punta, se realizan cirugías tradicionales de cataratas y de pterigion, cirugía láser de cataratas, láser de retina, láser de glaucoma; así como otras intervenciones asociadas a los parpados, conjuntiva del ojo y conductos lagrimales.
“La población venezolana está muy agradecida con los especialistas cubanos que no han dejado de prestar el servicio ni siquiera en tiempos de coronavirus, a pesar del riesgo biológico que supone para el personal del salón estar tan cerca de la cara y la boca de un paciente”, refiere la Asesora.
No obstante, asegura, son muy rigurosos a la hora de implementar las medidas de bioseguridad, a fin de no detener la actividad, conscientes de la función social.
En 2020 la COVID 19 los obligó a interrumpir por algunos meses las operaciones quirúrgicas y aun así completaron con éxito unas 15 000. Ya en los primeros 5 meses de este año superan la cifra de 10 000 cirugías, sobre todo de cataratas y redoblan esfuerzos para recuperar el tiempo perdido.
Manos amigos cosen hilos de luz con manos de altruismo
Juan tiene 59 años, vive en Maracaibo y no solo había perdido la visión de un ojo, sino el ojo en sí. Luego creció y “maduró” una catarata en el único globo ocular que le servía de ventana al mundo. Su depresión fue tal que se negó a asearse por completo durante años.
Así lo recibieron las manos prodigiosas de la cubana Rubiselia Kindelán Leal, al frente de la actividad quirúrgica en el centro oftalmológico del hospital universitario Victorino Santaella del Estado de Miranda.
Narra la doctora que a los pocos días de intervenido el paciente sintieron una algarabía muy grande en el lobby del hospital y corrieron preocupados hacia la fuente de los gritos.
Resultó ser Juan, a quien momentos antes le habían retirado el vendaje del ojo, ahora sano y corría como loco, estrechando la mano de todos a los que encontraba a su paso.
¿Qué gritaba?, le pregunté a Rubiselia.
La respuesta le inflama el corazón: “Gritaba a más no poder: gracias les doy cubanos. Gracias doctora, porque me ha hecho gente de nuevo, me ha devuelto la vida, la esperanza, la visión; todo…”
Lamentablemente aún quedan muchas personas en Venezuela que padecen de cataratas, la causa más común de ceguera tratable con cirugía.
“Mi función es operar la patología ocular más recurrente en esta nación: las cataratas. Pero todavía existen muchos discapacitados con la enfermedad. A través de la Misión Milagro los operamos y ganan en calidad de vida, logrando la muy necesaria reinserción social”, refiere la oftalmóloga.
La mayoría de los pacientes que acuden al Hospital Universitario Victorino Santaella se operan los dos ojos, lo cual, al decir de la especialista santiaguera, denota seguridad y respeto hacia la medicina cubana.
Según datos publicados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la población venezolana superaba en 2016 los 31 028 337 de habitantes y estos en su gran mayoría, pertenecen a las llamadas clases media y baja; de ahí la importancia de un proyecto humanitario como la Misión Milagro.
Hoy, tras casi 17 años de implementado, los especialistas cubanos han realizado más de 205 257 cirugías de cataratas, un padecimiento horrible en el cual la opacidad provoca que la luz se disperse dentro del ojo y no se pueda enfocar en la retina; creando imágenes difusas.
Con el tiempo y sin el tratamiento adecuado, se depositan partículas de un color café-amarillo que poco a poco opacan el cristalino, hasta que la oscuridad te rodea por completo.
Por fortuna, contra los demonios de la noche se yergue invencible la medicina cubana y, sus profesionales, hombres y mujeres de bien, devuelven la luz para complementar una existencia que algunos sienten vacía, pero que luego toma sentido cuando el milagro se realiza.
Cuando el próximo 8 de julio Latinoamérica celebre los 17 años del Programa, serán millones los agradecidos que tomarán un minuto o más de su tiempo para mirar al cielo y decir: “Gracias Fidel y Chávez, nos regresaron la dignidad”.
Desde julio de 2004 y hasta mayo de 2021, los especialistas cubanos que gestionan la Misión Milagro en Venezuela han realizado:
- 1 101 600 cirugías, de ellas 205 257 cirugías de catarata.
- 241 698 cirugías laser.
- 625 743 cirugías de pterigion.
- 28 902 otras cirugías con entidades de parpados y conjuntiva.
- 35 434 313 consultas de oftalmología.
- 532 328 consultas en la línea preoperatoria.
Una aclaración necesaria:
Si a estos datos se suma el total de pacientes atendidos por los profesionales venezolanos, entonces la cifra oficial -de intervenidos quirúrgicamente a través de la Misión Milagro- supera los 3 millones de personas, según datos oficiales.