Medio siglo de una gran escuela
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En la tarde tibia y despejada del jueves 7 de enero de 1971 Fidel inauguraba con un emotivo discurso la escuela secundaria básica en el campo que en sus dos primeros cursos se identificó con el nombre de Ceiba 1, en alusión a la localidad cabecera del entonces municipio donde fue edificada.
Nadie podría imaginar que sería una de las más famosas escuelas construidas por la Revolución en los años ’70 del pasado siglo, cuyos magníficos resultados docentes y productivos determinaron que a partir de septiembre de 1972 fuera la primera institución cubana en ostentar con honor el nombre glorioso de Comandante Ernesto Che Guevara, cumpliéndose así una premonición de Fidel escrita el 15 de mayo del mismo año en el libro de visitantes: “A la ejemplar escuela Ceiba 1, modelo de institución educacional, en la que tantas esperanzas tiene puestas la Revolución”.
En los meses subsiguientes a la apertura oficial el líder cubano, orgulloso de su linda escuela construida a un kilómetro al norte del actual pueblo artemiseño de Ceiba del Agua, la visitaba con tanta frecuencia que los fundadores nos extrañábamos cuando pasaban algunas semanas sin verlo.
El centro de referencia ha sido tan especial que se llega a pensar que posee carisma. Quien suscribe disfrutó en sus dependencias, que olían a juguete nuevo, los grados noveno y décimo, en medio de opciones asombrosas y diversas para el desarrollo intelectual, cultural, deportivo y recreativo.
De régimen interno, la escuela insigne de las llamadas “Ceibas” se levantó en medio de un flamante plan citrícola que sus alumnos contribuirían a fomentar, patentizando el postulado martiano y fidelista de vincular el estudio y el trabajo, la teoría y la práctica y la escuela con la vida.
El legado de esa escuela es inmenso y se forjó en una etapa donde la vida de los cubanos estaba inmersa en tremendas limitaciones materiales que apreciábamos en casa durante los cortos “pases” de fines de semana. Pero su influjo espiritual fue tan grande que suplía aquellas carencias y nos daba un aliento constante de certeza hacia la obra presente y futura para la cual nos preparábamos.
Importantísimos hábitos de educación formal y valores que han perdurado a lo largo del tiempo, formaron parte de una sólida formación integral y disciplinaria inspirada en la pretensión que el ejemplo del Che había marcado en la búsqueda del hombre nuevo.
Durante 50 años de existencia, que se cumplen hoy, la escuela Comandante Ernesto Che Guevara, la Ceiba 1 de mis mejores recuerdos, actual instituto preuniversitario del municipio artemiseño de Caimito, solo ha cerrado temporalmente en dos ocasiones: una para concluir una reparación capital de mayo a julio de 2006 y otra como consecuencia de la COVID-19.
Después de medio siglo no la olvido y me estremezco al visitarla con el brillo de los fundadores en mis ojos, comparándola con un templo que me ratifica lo que entonces pensaba desde sus aulas: aquella no solo era una escuela nueva, sino y con toda y merecida razón, una escuela del futuro, la que todos quisiéramos tener.