La verdad en batalla y el libro de Martín Blandino (Segunda Parte)
La intensidad de las acciones del reducido grupo de pilotos de los MiG-21 la expresa así el autor:
“Por mucha discreción que se exija a quienes integran los Estados Mayores y las dotaciones de los puestos de mando, siempre se filtra algo de una acción de guerra que ya dura más de ocho días y ha mantenido en máxima tensión a cientos de hombres y mujeres a ambos lados del océano.
“Cómo ocultar, por ejemplo, el ruido atronador de 239 despegues de aviones de combate a reacción e igual cifra de aterrizajes ?más de 50 diarios?, aunque tan alta cifra de misiones haya sido cumplida por solo nueve pilotos, que han permanecido en el aire un promedio de dos horas y media cada uno de los días de combate, incluido uno que ha cumplido casi cuatro misiones diariamente, lo que significa haber volado durante 3 horas y 45 minutos en una tras otra de esas tensas jornadas.”
“Qué método puede garantizar que permanezca oculto el desplazamiento de los miles de hombres que integran las columnas blindadas de refuerzo. Cómo lograr que resulte invisible la marcha de los alrededor de 200 carros que componen cada una de ellas, incluidos tanques, artillería y transportadores blindados, a lo largo de cientos de kilómetros hacia Munhango, Tempué, Luena y otros lugares, desde Huambo, Menongue y otros puntos de la extensa geografía angolana.”
La columna blindada de Huambo, que se dirigía a Cangamba, y recibió posteriormente, al cesar el cerco, instrucciones de girar hacia la izquierda en dirección a Luena, informa por radio al mando “que están sin combustible”. Como el libro revela, “se le indica a esta y a la de Menongue que no se muevan del lugar donde se encuentran y tomen las medidas de seguridad hasta que sean reabastecidas. Se adopta la decisión de que los helicópteros les lleven ese importante suministro. Como siempre, se dificulta mucho localizar la columna. Las naves llevan un buen rato volando sin encontrar el menor vestigio. Por fin se ubica el lugar por medio de unas sábanas extendidas sobre los árboles.”
El coronel Calvo comunica: “Salen 6 helicópteros de Luena hacia Munhango, unos 25 kilómetros al sur de Luena, a llevar 42 bidones de gasolina, más o menos unos 10 mil litros, para la columna de Sotomayor. En el aterrizaje, se rompen las palas del H-08. También posteriormente parten hacia la región de Tempué a localizar la columna de Suárez, llevarle documentos y sacar a tres heridos que tienen.”
La columna blindada de Suárez,que había partido de Menongue hacia Cangamba, se encontraba a gran distancia de Luena, de donde salen los helicópteros que llevaban el combustible. Es un viaje largo, dada la extensión de Angola, cuya superficie compacta abarca aproximadamente casi once veces la de Cuba. Era el territorio donde el asesor soviético, aconsejaba lanzar una ofensiva con la brigada de asalto cubana, dando lugar a la contradicción surgida.
“Minutos después de la medianoche, cuando ya es sábado 13 de agosto en Luanda, se comunica a Cuba el cabal cumplimiento de la orden de evacuar hasta el último internacionalista cubano de Cangamba. El alto mando de las FAR ratifica la decisión de que la columna de Huambo continúe su marcha hacia Luena, y que la de Menongue regrese a esa ciudad” (importante baluarte del Frente Sur).
“Coronel Calvo:
“También es mi cumpleaños y recibo temprano un beso que me envía mi familia ?por telepatía?. En horas de la tarde, me regalan una botella de vino y otra de ron, festejamos el cumpleaños del Comandante (era el mismo día) y de paso el mío también”.
El autor continúa explicando:
“Pero para los pilotos y los integrantes de las columnas blindadas, aún están lejos de concluir las acciones. Dos helicópteros despegan cargados con 14 bidones de gasolina, unos 2 800 litros, destinados a la columna de Menongue, que ya inició la marcha de regreso a esa ciudad. Una vez cumplido ese primer vuelo, ponen rumbo hacia el aeropuerto de Menongue para desde allí continuar abasteciendo de combustible. También otros cuatro Mi-8 despegan de Luena con rumbo a Munhango, cargados con otros 5 600 litros de gasolina. Su misión es reabastecer a la columna de Huambo, que ahora se dirige a reforzar a las tropas que defienden la ciudad de Luena.
“Sobran razones para todas estas medidas, pues la inquietud sigue presente en el mando cubano. Las autoridades angolanas, al parecer, han decidido, al menos por ahora, no evacuar a sus tropas de Cangamba, y el riesgo de que el enemigo ataque nuevamente sigue presente, tanto a la aldea como a las columnas que aún se desplazan por peligrosos itinerarios.”
En la descripción detallada de los sucesos de Cangamba, partiendo de los testimonios y documentos, bajo el epígrafe “La apreciación se confirma”, el autor nos lleva a las horas más tensas de aquellos días:
“Aún falta para la salida del sol en Angola. Es domingo 14 de agosto. En Luanda el reloj marca las 04:45 horas, y los combatientes de guardia en el Centro de Comunicaciones de la jefatura de la Misión Militar cubana permanecen sumidos en el sopor que acompaña el amanecer de quienes han pasado la noche en vela. La entrada de un mensaje procedente de La Habana, donde todavía son las 23:45 horas del día anterior, disipa rápidamente la modorra de los ocupantes del local atestado de medios técnicos.
“Paulatinamente, el texto cifrado va haciéndose inteligible. Su contenido está dirigido al general de división Leopoldo Cintra Frías y contiene precisas instrucciones del Comandante en Jefe: ‘Estar preparados para brindar apoyo aéreo a las FAPLA en Cangamba’. Si los angolanos deciden por fin retirarse, ayudarlos con los helicópteros. Fidel alerta que el enemigo sufrió grandes pérdidas, pero no hay que confiarse: ‘Hemos cumplido nuestro deber y actuado y aconsejado lo correcto’.”
Al amanecer de ese domingo, 8 aviones de bombardeo sudafricanos hicieron caer sus mortíferas cargas sobre las posiciones que habían estado ocupando las fuerzas angolanas y cubanas en Cangamba. De nuevo se producía la intervención directa del régimen del apartheid en Angola. Los yanquis y sus aliados sudafricanos no se resignaban a la desastrosa derrota. Los MiG-21 y los radares más cercanos estaban a 400 kilómetros.
“Coronel N’gongo (Jefe Adjunto del Estado Mayor de las FAPLA):
“Una vez derrotados los fantoches, los sudafricanos se ven obligados a intervenir directamente en el combate. Es así como las fuerzas racistas sudafricanas, con cuatro aviones tipo Canberra y cuatro aviones tipo Impala MK-2 destruyen completamente la población de Cangamba.”
“Teniente coronel Henry:
“…nosotros ganamos la batalla en Cangamba, los pilotos teníamos previsto incluso hacer un desfile aéreo con todos los hierros, pasar con los aviones por allí, y Fidel dice: ‘…no quiero a nadie allí, ni cubanos ni FAPLA’. Tengo que reconocer que cumplimos por disciplina, por confianza en el Comandante en Jefe, pero realmente en ese momento no entendíamos…”
“Coronel Escalante:
“…es verdad que el Comandante en Jefe, o es mago o tiene una bola de cristal… Manda a evacuar Cangamba urgente y poco después una escuadrilla de Impalas y otra de Canberras ¡le han metido una clase de bombardeo a aquello! Él prevé que los sudafricanos, precisamente teniendo en cuenta la derrota que ha sufrido la UNITA, van a bombardear allí. Nosotros en la Misión decimos: ¡Coño, la verdad es que el Comandante en Jefe ha tomado una clase de decisión!”
“General de división Leopoldo Cintra Frías:
“A veces uno piensa que el Jefe es adivino. Si llegan a estar los cubanos allí, nos hubiéramos enfrascado otra vez en un combate aún más prolongado y en peores condiciones para nosotros, porque el abastecimiento se hubiera hecho todavía más difícil.”
Estas opiniones eran emitidas en un momento en que las tensiones se relajaban, tras los días inciertos y dramáticos de la batalla, pero ninguno de aquellos jefes dejó de cumplir con absoluta disciplina, eficiencia y seriedad, las instrucciones recibidas. Es totalmente cierto que en los momentos difíciles, si no hay confianza en los que dirigen, nada marcha.
Amels Escalante, que es también investigador sagaz y profundo, 20 años más tarde, describió con absoluto rigor la batalla del Jigüe, donde 45 años antes, en el mes de julio de 1958, alrededor de 120 hombres, casi todos reclutas de la escuela de Minas del Frío bajo el mando de diez o doce jefes veteranos de nuestra guerra en la Sierra Maestra, combatiendo durante diez días ocasionaron al ejército enemigo y sus refuerzos tres bajas por cada combatiente que participó en la acción y ocuparon cientos de armas. Amels había logrado, con el mismo método de Jorge Martín Blandino, más detalles que yo del desarrollo de aquella batalla.
En su libro Cangamba, Martín Blandino ilustra con detalles:
“Entre el 18 y el 23 de agosto de 1983, tan solo unos días después de la evacuación de los asesores cubanos de Cangamba, parten hacia Angola desde los puertos de Santiago de Cuba, Matanzas y Mariel, los buques Donato Mármol, Ignacio Agramonte y Pepito Tey. Se repite así, en otras circunstancias, la proeza de 1975. En las bodegas de estas naves mercantes, ocultos a los medios de inteligencia del enemigo, viajan hacia el país africano tres batallones de tanques y uno de infantería motorizada. A ese primer paso le siguen pronto muchos otros en el plano militar, político y diplomático, hasta situar a las FAPLA y al contingente internacionalista cubano en condiciones de derrotar la nueva escalada del agresor extranjero y sus aliados del patio.
“Todo ello ocurre, además, en momentos en que Cuba enfrenta la posibilidad de una agresión militar directa en gran escala por parte de las fuerzas armadas de Estados Unidos, cuando el país está inmerso en el gigantesco esfuerzo que significa instrumentar la concepción de la guerra de todo el pueblo, ante las constantes amenazas de la administración norteamericana de Ronald Reagan…”
¿Cómo se precipitaron los acontecimientos que expone el investigador?
Desde Cuba vimos bastante rápidamente por elemental lógica las intenciones del enemigo, a medida que se desarrollaban los combates, e íbamos adoptando las medidas pertinentes de respuesta. La primera de todas, cuando llegaron noticias del cerco a la 32 brigada y sus asesores, fue decidir el rápido regreso a Angola del Jefe de la Misión Militar, general de división Leopoldo Cintra Frías, veterano de la Sierra Maestra, consagrado simpatizante de las FAPLA, que había viajado a Cuba en ese momento. “Hay que rescatar a toda costa aquellas fuerzas”, fue la orden que recibió.
La Brigada de Desembarco y Asalto (así se llamaba entonces) fue enviada por aire al país sistemáticamente agredido por Sudáfrica.
Ya expresé que durante años habíamos estado sufriendo las consecuencias de la impunidad que gozaba el régimen fascista del apartheid, que había sido derrotado en su agresión a la República Popular de Angola. Expliqué igualmente a la Dirección soviética las razones y los puntos de vista sostenidos por Cuba.
Continúa mañana martes.
Fidel Castro Ruz
Octubre 12 de 2008
5 y 23 p.m.