Fidel, un hombre de béisbol
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Corrían tiempos difíciles en enero de 1962. La Revolución luchaba contra los enemigos internos y externos que amenazaban su existencia. El pueblo cubano aplastaba uno tras otro los intentos de quienes aspiraban a regresar al pasado, bajo la dirección de quien era ya el líder indiscutido, Fidel Castro Ruz.
En medio de sus tantas obligaciones al frente de la nación, Fidel siempre halló momentos para dedicarles al deporte, que ya desde 1961 había iniciado su transformación para convertirlo en una actividad masiva.
Fue precisamente el Comandante en Jefe la figura principal aquella tarde del domingo 14 de enero de 1962, cuando bajó al terreno del recién nombrado estadio Latinoamericano para batear la primera bola y dejar inaugurada la I Serie Nacional del Béisbol, en medio de los aplausos de los miles de aficionados presentes.
No resultó aquella una actividad nueva para Fidel al hacer acto de presencia en un diamante de béisbol. Desde sus años mozos, inicialmente en el Instituto Preuniversitario Cuqui Bosch, de Santiago de Cuba (donde estudió año y medio, 1939 y 1940, antes de trasladarse a La Habana, según consta en el archivo de la secretaría del Instituto, Tomo 7 número 242), y luego en la Universidad de La Habana, Fidel practicó béisbol, además de baloncesto, otra de las disciplinas que lo apasionaba.
Cada vez que sus múltiples ocupaciones al frente de la dirección del país se lo permitían, jugaba a la pelota o al baloncesto. Por ejemplo, según reportó el diario camagüeyano Adelante en su edición del martes 7 de julio de 1964 (y reseñada por el periódico provincial vueltabajero El Guerrillero el 8 de febrero del presente año), el líder histórico de la Revolución participó en un partido amistoso en Varadero el domingo cinco, donde se enfrentaban los equipos de Camagüey y Pinar del Río, durante un descanso del campeonato nacional juvenil de ese año. Lanzó por el conjunto agramontino, ganador del choque.
Unos meses antes, en abril de 1964 –puede leerse en el diario El Artemiseño del 14 de agosto del pasado año–, Fidel transitaba por la Carretera Central rumbo a Pinar del Río, cuando se detuvo en un terreno de pelota aledaño a la vía. Jugaban los equipos de Santa Cruz de los Pinos y San Cristóbal y, «según cuentan no solo fue un entusiasta aficionado, sino que lanzó tres entradas por cada equipo», refleja la publicación.
«FIDEL NUNCA SE PONCHA»
La frase fue pronunciada por el desaparecido presidente venezolano Hugo Rafael Chávez Frías durante una comparecencia televisiva. Hablando de sus años como pelotero –era un lanzador zurdo muy efectivo–, dijo: «¿se acuerdan de aquel ponche que le di a Fidel allá en Barquisimeto?», para acto seguido rectificar: «aquello no fue un ponche, porque Fidel nunca se poncha».
Esta es la anécdota. Un lanzamiento dudoso que el árbitro principal cantó strike, motivó el desacuerdo de Fidel, quien estaba en la cuenta de 3 y 2. Lejos de irse hacia el banco, se fue hacia primera, con lo que le dio un tono de broma al espectáculo.
También ha servido la frase para ser la clave de un libro escrito por el periodista villaclareño Osvaldo Rojas Garay, quien en amenas 320 páginas refleja la historia del béisbol revolucionario a través de la figura de Fidel. El libro ha sido posible porque pocos mandatarios como él en la historia le han prestado la enorme atención al béisbol como lo hiciera el Comandante en Jefe, tanto en las victorias y en los momentos amargos de una derrota. Siempre presente, lo mismo bateando que tirando strikes.
Cuando el paso del tiempo le impidió actuar como protagonista en un partido, Fidel Castro asistió a los torneos internacionales efectuados en Cuba. Los aficionados en el Latinoamericano lo vieron durante la Copa Intercontinental de 1979 y premiando al equipo Cuba, titular del Campeonato Mundial de 1984.
También su presencia se hizo casi regular en los recibimientos a los conjuntos ganadores en torneos en el exterior. Uno de los más recordados fue el tributado a la selección vencedora de unos de los torneos del orbe bien disputado, el de República Dominicana-69, durante el cual bautizó a Gaspar «Curro» Pérez como el Héroe de Quisqueya, o como al año siguiente renombró a José Antonio Huelga como el Héroe de Cartagena.
Asimismo, Fidel disfrutó los dos partidos de Cuba frente al equipo de Grandes Ligas Orioles de Baltimore y pronunció un emotivo discurso en la escalinata de la Universidad de La Habana a la llegada de la delegación, el 4 de mayo de 1999, donde disertó sobre las distintas tácticas utilizadas en el juego, explicó cómo se había conformado la selección y elogió el respeto del público a los peloteros tanto en La Habana como en Baltimore.
Siete años después, en marzo del 2006, una selección cubana partió hacia Puerto Rico para participar en el Primer Clásico Mundial de Béisbol, un evento organizado por las Grandes Ligas en el cual participaron muchas de las estrellas de este deporte.
Fidel estuvo al tanto de todos los detalles, desde las conversaciones con dirigentes estadounidenses para solucionar múltiples problemas organizativos hasta una reunión con los 30 peloteros de casa antes de salir la noche del 5 de marzo, de dos horas de duración, donde se interesó sobre la composición y el entrenamiento del equipo, las características de los contrarios, las de los estadios techados y el césped artificial, indagó sobre el calendario del torneo y las transmisiones televisivas.
Después estuvo siguiendo minuto a minuto cada juego del torneo. Terminadas las dos primeras fases, el Comandante en Jefe envió un mensaje a la selección por el trabajo desplegado y por haber avanzado hasta las semifinales de la justa. Más tarde –tras haber finalizado en el segundo lugar al caer frente a Japón–, hubo una cálida recepción en el coliseo de la Ciudad Deportiva el martes 21 de marzo, donde Fidel los felicitó y dijo: «ustedes lucharon con la frente en alto hasta el final. El pueblo está orgulloso de ustedes por la calidad demostrada en una competencia que se estableció cuando el béisbol ha sido excluido de los Juegos Olímpicos».
Fidel sentía el béisbol con mucha pasión como buen cubano. Se interesaba por la salud y los problemas personales de los atletas, numerosos son los testimonios de muchos jugadores sobre el tratamiento dado por él, sobre todo en situaciones difíciles. Fue siempre un hombre de béisbol.