El último voto de Fidel
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Era domingo 3 de febrero de 2013, y me asignaron la cobertura del Colegio Electoral No.1, de la Zona 13, Circunscripción 13, de Plaza de la Revolución. Otras veces ya me había tocado ese lugar, el colegio electoral de Fidel.
Sabía que era casi improbable que él asistiera por su estado de salud, pero allá fui desde las 7:00 am, el tiempo pasaba y pasaba y su emisario no llegaba, el hombre que depositaria sus boletas, el hambre el cansancio hacían mella y nada del hombre con el sobre lacrado.
Algunos encargaron pizza, a otros le llevaron alguna merienda, para poder apaciguar la estancia, finalmente casi a las 5:00 de la tarde, se sintió la algarabía en las afueras, no podría ser otra cosa… llegó Fidel.
Eventualmente emocionado, despacio y con ayuda, entró al colegio el invencible, y le regaló una sonrisa a todos. Con la humildad de siempre pidió disculpa por llegar tarde. Entonces el tiempo se detuvo, se olvidó la espera. Teníamos allí delante de nosotros al elector, sacando su carnet de identidad y llevándolo a la mesa.
Con gesto agradable para las fotos ejerció su derecho ciudadano, y miró emocionado al futuro; esos pioneros que aún no sabían si era verdad o mentira lo que estaba pasando. Y nos miró a nosotros los periodistas y dijo acérquense, tengo ganas de hablar con la prensa.
El intercambio duró alrededor de una hora, habló de todo, de política internacional, de Chávez y su salud, del congreso de la UPEC y que le gustaría participar, si lo invitaban.
A mí me dolía todo el cuerpo, por el tiempo trascurrido, y miraba a menos de un metro a un hombre con casi 90 años y con esa energía de los titanes, de pie y con el espíritu de un campeón olímpico, ese era Fidel.
Se despidió de los allí reunidos, se tomó una foto con los trabajadores de la mesa electoral y salió a la calle llena de gente que le gritaban emocionados. Se acercó, saludó, dijo algunas palabras y se retiró ya llegando la noche
La gente lloraba y decía: “era Fidel, era él”.