Fidel trajo la victoria en Altos de Mompié
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El año 1958 fue decisivo para el triunfo revolucionario, y el punto de viraje hacia el descalabro definitivo de la dictadura batistiana se dio con la derrota de su último intento de acabar con la guerrilla mediante la llamada ofensiva de verano en las montañas orientales.
Pero esa victoria solo se alcanzaría tras una reestructuración del Movimiento 26 de Julio realizada en una histórica reunión de su Dirección Nacional, convocada por Fidel en los Altos de Mompié, en la Sierra Maestra, el 3 de mayo de ese año.
A comienzos del 58 le parecía a las organizaciones revolucionarias, principalmente en el llano, que el triunfo se alcanzaría finalmente con un levantamiento de las milicias de la capital, combatientes clandestinos y la huelga general en el mes de abril.
Aunque para entonces la lucha en la Sierra se consolidó y desde la columna madre o Primer Frente, dirigido por el Comandante en Jefe y siguiendo un plan estratégico, se desprendieron fuerzas para fundar el Segundo y el Tercer Frentes y se incrementan las acciones en toda la región de los Llanos del Cauto.
La guerrilla había trascendido su etapa nómada, que caracterizó sus primeros tiempos después del desembarco del Granma el dos de diciembre de 1956, y ya era capaz de controlar grandes extensiones de territorio y establecer en ellos las instituciones revolucionarias.
También fue muy importante para ese nuevo período la ayuda en armas y hombres enviadas por Frank País, jefe del movimiento clandestino desde Santiago de Cuba, lo que junto con los primeros combates victoriosos contra el ejército en 1957 elevó la moral de las tropas y permitió ocupar armas, municiones y pertrechos.
De esa forma el líder de la Revolución Fidel Castro demostró en la práctica la estrategia que realmente llevaría a la victoria definitiva contra la dictadura, y emergió con el prestigio y apoyo indiscutible para conducir bajo su concepción unitaria a todas las fuerzas insurreccionales que harían posible derrocar la dictadura.
Por eso su convocatoria a la reunión de Altos de Mompié fue apoyada por los dirigentes revolucionarios que asistieron al encuentro, como Celia Sánchez, Haydée Santamaría, Luis Buch, Marcelo Fernández, el dirigente sindical Ñico Torres, Enzo Infante, René Ramos Latour (Daniel, jefe de las milicias del llano), Faustino Pérez, coordinador del Movimiento en la capital, y David Salvador (luego traidor, después de 1959), jefe de la sección obrera del M-26-7.
En el encuentro el Comandante en Jefe esencialmente criticó errores de subestimar el poder de la dictadura y sobrestimar el propio en que incurrieron los organizadores de la Huelga de Abril y de las acciones clandestinas, y en correspondencia se nombraron nuevos responsables de esas misiones y todos acordaron medidas para erradicar errores similares.
El Che calificó de “reunión decisiva” el encuentro y escribió: “Por fin quedaban dilucidados varios problemas concretos del Movimiento […] La guerra sería conducida militar y políticamente por Fidel en su doble cargo de Comandante en Jefe de todas las fuerzas y Secretario General de la Organización. Se seguiría la línea de la Sierra, de lucha armada directa”.
Y precisó que no se relegaba la táctica de huelga general revolucionaria en las ciudades, solo que se realizaría cuando la situación hubiera “madurado lo suficiente para que se produjera una explosión de ese tipo”, siempre que el trabajo previo tuviera características de una preparación conveniente para un hecho de tal magnitud.
La extraordinaria visión de Fidel quedó evidenciada en Altos de Mompié y en los meses sucesivos de 1958, levantó la moral, unidad, decisión de lucha y, además, hizo posible la preparación de las fuerzas revolucionarias en el Llano y la Sierra para derrotar la última ofensiva enemiga y pasar a la ofensiva estratégica de la Revolución, que llevaría al triunfo del Primero de Enero de 1959.