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¡Fidel, el inmorible!

El General de Ejército Raúl Castro rindió honores a Fidel al pie del mausoleo que guarda los restos del Comandante en Jefe, en el Cementerio de Santa Ifigenia. Foto: Marcelino Vázquez Hernández/ ACN
El General de Ejército Raúl Castro rindió honores a Fidel al pie del mausoleo que guarda los restos del Comandante en Jefe, en el Cementerio de Santa Ifigenia. Foto: Marcelino Vázquez Hernández/ ACN

Datum: 

08/12/2016

Quelle: 

Cubadebate

Autor: 

Impresionante, conmovedora y a la vez  estimulante fue la ceremonia que vivimos en la Plaza de la Revolución en la que el pueblo cubano y los invitados que llegamos desde los cuatro puntos cardinales despedíamos al Comandante Fidel Castro Ruz. Un mar de gente trataba de ocultar su tristeza oceánica, disimular una lágrima imprevista, y mirar, con temprana melancolía, la estatua del Apóstol que  presidía los ideales y las convicciones de un pueblo digno, soberano y combativo: siempre respaldado con los inmensos retratos de Camino Cienfuegos y el Che.
 
En el salón “Granma” están las cenizas del estadista, del guerrillero invicto, del ingenioso conductor de una revolución que nos reconcilia con la condición humana, del padre y amigo entrañable. La notable periodista argentina Stella Calloni, con quien tuvimos la fortuna de estar en más de una ocasión con Fidel, acaso adivinando mi desolación infinita, escucho que me dice con ternura, como para darme ánimos: ” contemplando a todo este pueblo, puedo decir que  Fidel es un inmorible”. Yo no sé si existe esa palabra pero sí sé que ahora, Fidel, el comandante, El Caballo, galopa para siempre por confines insospechados, porque en verdad es un inmorible, como el sol.
 
Bien dice Pepe Mujica que tan sólo de ver a Fidel, de conversar con él, era como rejuvenecer, de empaparse de esperanzas para continuar nuestras luchas por un mundo mejor.  Fidel se ha ido pero escuchamos su tambor, su voz amable que nos dice como nadie: “Desmaya, eso, muchacho, desmaya” cuando andábamos extraviados en nuestras apresuradas apreciaciones.
 
¿Dónde está Fidel?, preguntó Daniel Ortega. “Aquí”. Era un huracán sonoro  que venía del batey humilde, de los mambises aguerridos, del malecón amoroso, de la Sierra Maestra, de Alegría de Pio, de Girón, del período especial. “Aquí” dijo el pueblo  martiano, agradecido, que no  despedía sino saludaba  a su hijo inmortal. Y aquí estamos con Fidel, en estas altas horas de dolor y de esperanza. Aquí estamos para luchar contra el bloqueo del imperio, aquí estamos para demandar la vuelta a la patria cubana de Guantánamo. Aquí estamos, siempre solidarios frente a las amenazas, las agresiones, las provocaciones. ¡Viva Cuba! ¡Siempre es 26!