El dolor de Alicia Alonso
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«No quiero hablar de Fidel porque lloro», me dijo Alicia y tuve que cambiar por un momento el tema de nuestra conversación.
—¿Cómo te llamas?, me preguntó.
—Amelia.
—¿Cómo?
—Amelia, como Amelia Peláez, la pintora.
—No —responde— Amelia como tú misma.
Me aprieta fuerte las manos. Tiene las manos suaves. Calientes. Es sábado 3 de diciembre y son las 7:23 p.m., Cuba entera se despide de Fidel.
***
Le pregunto, entonces, por la gala del 1ro. de Enero que cada año realiza el Ballet Nacional de Cuba.
«Es la gala tradicional dedicada al triunfo de la Revolución. Será en la sala García Lorca y vamos a reponer un clásico importante que es Cascanueces, que hace mucho tiempo no se hace. Además, en este 2017 la obra cumple 125 años de su estreno mundial», contesta.
Alicia lleva varios días tristes y casi no quiere hablar. Su esposo, Pedro Simón sigue el curso de la conversación y me explica que luego se harán varias temporadas en Centroamérica y Europa; que pronto cuatro parejas de jóvenes bailarines del Ballet estarán en Baja California con un programa combinado.
Quiero insistir y Pedro se da cuenta. «Fidel no se ha ido, seguimos con el mismo espíritu que él nos dejó, de trabajo y avance…, tenemos muchos bailarines jóvenes que están avanzando a pasos agigantados y esa es la línea», se adelanta a responderme.
Días antes, al conocerse el deceso del Comandante en Jefe, el Ballet Nacional de Cuba emitió un comunicado a nombre de la prima ballerina assoluta: «El legado histórico que nos deja, inmenso y abarcador, está también ampliamente representado en la cultura cubana. Por eso, por siempre y para siempre, decimos ¡Gracias Fidel!».
La propia Alicia, en ocasiones anteriores, había comentado la estrecha relación de Fidel con el Ballet.
«Fidel nunca dudaba. Siempre vio en el ballet un arte elevado, que el pueblo merecía conocer y disfrutar, así como su asimilación dentro de nuestra cultura nacional. Le parecía lo más lógico y natural del mundo. Él, como en todo, tenía una visión más amplia, de largo alcance. Su papel en la consolidación del arte del ballet en Cuba es muy importante y no solo por el apoyo material, que ofreció de inmediato, sino por su comprensión y entusiasmo hacia esa expresión artística».
Pero hoy Alicia no quiere hablar. El dolor la desgarra.
Le pedimos hacerle unas fotos. Accede. Le damos las gracias.
La visita es corta. Ha hablado poco. Me vuelve a apretar las manos. Lo ha dicho todo.
Antes de irme, giro la vista. Miro a Alicia. Está sentada con un periódico entre las manos. En la pared cuelga una foto suya con Fidel.