Los días del Moncada (I)
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SANTIAGO DE CUBA, 26 de julio de 1953, Año del Centenario de José Martí: La ciudad de Santiago se despertó con el tableteo de las ametralladoras y un intenso tiroteo de armas de distintos calibres que obligó a salir de sus casas a gran parte de sus habitantes a excepción de los que a esa hora -cinco y quince de la mañana, aproximadamente- se encontraban en la calle camino de sus casas después de una noche de carnaval.
Fue domingo de Santa Ana, la víspera se había celebrado la fiesta por el santo patrón de la ciudad, Santiago Apóstol. Con ese motivo, desde días anteriores, como es tradicional, habían estado arribando a la ciudad cientos o quizás miles de personas procedentes de otras provincias, entre ellas un contingente de 165 jóvenes que venían del occidente de la Isla, quienes tenían propósitos bien distintos de los de participar en los carnavales santiagueros; estos jóvenes revolucionarios cuyo heroísmo trascendería a la historia, asaltaron el cuartel Moncada, la segunda fortaleza militar en importancia del país.
Los atacantes del Moncada habían decidido reivindicar la memoria del Apóstol José Martí en el año de su centenario.
Al frente de aquella vanguardia iban Fidel Castro y, como segundo jefe, Abel Santamaría.
Al día siguiente del asalto al Moncada, el primer periódico que apareció fue Prensa Universal, de Santiago de Cuba, cuyos ejemplares el pueblo prácticamente arrancaba de las manos de sus vendedores. Algunos ejemplares, que tenían valor de tres centavos, se vendieron a un peso y más. El principal cintillo del periódico en primera plana decía: ASALTADO MONCADA, 48 MUERTOS Y 29 HERIDOS. Transcurridas varias horas más, esas cifras ya no correspondían a la realidad. Luego veremos.
En una de sus páginas interiores tenía otros títulos donde el diario de provincia calificaba el hecho como: LOCA AVENTURA DE UN GRUPO DE JOVENES QUE INTENTARON TOMAR LA FORTALEZA. Y ofrecía detalles como éstos: "Lograron hacerse fuertes en los primeros momentos. Varias bajas sufre el ejército. Persecución a los fugitivos...".
LA PREGUNTA QUE SE HACIAN TODOS EN SANTIAGO.
¿Qué es lo que pasa? Esa fue la pregunta que se hacía todo el mundo al amanecer. Cuando la población comenzó a darse cuenta de que los tiros provenían del cuartel Moncada, la alarma creció y fue agravándose por la falta de noticias. El silencio o la negativa descarnada a dar noticias que mantuvieron los jefes militares y civiles del régimen se prolongó hasta la entrada la tarde del 26. Ni las estaciones de policía, ni el cuartel, ni el distrito naval daban una versión exacta de lo que estaba sucediendo. Esto provocó infinidad de rumores acentuándose el de que se trataba de una lucha entre soldados, ya que algunos vecinos del cuartel vieron que todos los contendientes estaban vestidos de caqui amarillo.
Las primeras referencias de una acción revolucionaria protagonizada por jóvenes de La Habana alertaron al pueblo, que de inmediato comenzó a organizarse de forma embrionaria para prestar cualquier ayuda posible a esos jóvenes, aún sin conocerlos.
El tiroteo, que al principio se sentía intenso e ininterrumpido, se mantuvo luego en forma esporádica hasta pasadas las diez de la mañana, aproximadamente, en que cesó. A partir de ese momento comenzaron a escucharse descargas aisladas. A esa hora la población comenzó a invadir los lugares públicos, dirigiéndose al centro de la ciudad en busca de información. Empezaron a salir algunas patrullas y se efectuaron numerosas detenciones entre los dirigentes de los partidos políticos de oposición. Entre los primeros detenidos en Santiago se encontraba José Villa Romero, "Totico", que había sido jefe de la policía en esa ciudad durante el gobierno de Carlos Prío Socarrás, a quien ahora el régimen, en su despiste sobre la identidad de los que encabezaban el movimiento que había asaltado el Moncada, responsabilizaba de los hechos que acababan de ocurrir.
La mayoría de los detenidos en las primeras horas y los días sucesivos en Santiago, e incluso en La Habana, eran dirigentes de los partidos Auténtico y Ortodoxo, así como del Socialista Popular (Comunista) y líderes estudiantiles conocidos.
La prensa local tuvo acceso el día 26 a los centros hospitalarios donde estaban ingresados algunos heridos por los sucesos del Moncada y hasta se tomaron fotos, con excepción del Hospital Civil. Las clínicas privadas Los Angeles, Sagrado Corazón, Colonia Española y Centro Gallego fueron tomadas militarmente y se registraba e interrogaba a las personas que a ellas iban. El único centro hospitalario que no se pudo visitar el 26 de julio fue el Hospital Civil Saturnino Lora, situado precisamente frente al cuartel Moncada y en parte escenario del combate. La prohibición absoluta de entrada al hospital emanó de los centros militares superiores, según se dijo. Esta prohibición fue tan estricta que ni siquiera los familiares de los enfermos allí recluidos pudieron entrar, ni salir de él hasta muchas horas después.
CONFERENCIA DE PRENSA
En horas de la tarde, el coronel Alberto del Río Chaviano, que no se encontraba en el Moncada en el momento de producirse el asalto revolucionario, ofreció una conferencia de prensa. En su informe oficial acusaba directamente al ex presidente Carlos Prío, a "Millo" Ochoa, dirigente del Partido Ortodoxo, y en tercer lugar al doctor Fidel Castro. A Prío lo acusaba de promotor y financista de la acción (¡La gran mentira!) y al joven abogado Fidel Castro de jefe del grupo que asaltó el Moncada (¡la única verdad que dijo Chaviano!). En su informe plagado de falsedades, Chaviano que tuvo bien ganado el sobrenombre de "El Chacal", atribuyó a los revolucionarios crímenes que sólo él y sus subalternos -asesinos natos- cometieron.
Después de la conferencia de prensa, Chaviano mostró lo que él llamaba "el teatro de los hechos", burdamente preparado. La prueba de los crímenes era evidente: se veían los cadáveres de los revolucionarios macerados por las torturas. A simple vista se comprendía que los habían vestido con uniformes nuevos, después de haberles dado muerte; ningún uniforme tenía huellas de bala.
Aun cuando se tomaran numerosas fotos que evidenciaban el crimen que se pretendía ocultar, se prohibió la publicación del testimonio gráfico. Casi en su totalidad las fotos fueron requisadas e igualmente las películas.
El propio periódico Prensa Universal, en un cuadro destacado, decía en su primera edición después de los sucesos del Moncada: "A nuestros lectores: Con motivo de una disposición superior nos vemos imposibilitados de ofrecer a nuestros lectores la amplia información gráfica que obra en nuestro poder, donde recogemos interesantes aspectos de los trágicos sucesos registrados en el día de ayer en el frustrado asalto al cuartel Moncada".
DETENIDOS Y LIBERTADOS
Cerca del mediodía, fueron llevados al cuartel Moncada para someterlos a interrogatorios, entre otros, los profesores Raúl Gutiérrez Serrano, Felipe Martínez Arango, la señora Alicia Jiménez y el señor Eduardo Cañas Abril. Luego se dispuso su libertad; algunos de ellos se encontraban de tránsito en Santiago de Cuba y ninguno tenía vinculación con los hechos.
OPERACIONES DE LIMPIEZA.
Se informó que el centro de mando de los revolucionarios se encontraba en la granjita Siboney, propiedad del comerciante José Vázquez, quien la alquiló a unos jóvenes procedentes de La Habana para la instalación de un negocio de pollos.
En horas de la tarde del día 26 el comandante Andrés Pérez Chaumont, que llegó al cuartel después del combate, vestido de civil para que no lo reconocieran, encabezó las "operaciones de limpieza" en las afueras de la ciudad.
Por versiones de vecinos y de algunos empleados del Hospital Civil, se supo que los militares habían detenido a un grupo de combatientes que ocuparon el Saturnino Lora, entre ellos dos mujeres y a un médico. Sin embargo, este punto no fue confirmado por las "autoridades", que dijeron a los periodistas que en el Moncada "no había prisioneros". Los primeros combatientes asesinados, sin duda, fueron los del Hospital Civil, detenidos con Abel Santamaría.
El Saturnino Lora había sido ocupado en acción sincronizada con la toma de la posta tres, e igualmente de la Audiencia. Mientras el propio jefe de la acción, Fidel Castro, tomaba la posta con un contingente de sus compañeros, Abel Santamaría, segundo jefe, ocupaba el Hospital Civil -frente al Moncada- que constituía la retaguardia. La toma del hospital evitaba que esa posición estratégica la ocuparan elementos del regimiento y desde allí atacaran a los combatientes que asaltaron la fortaleza. Un tercer grupo, dirigido por Raúl, tomó el Palacio de Justicia, flanco izquierdo del Moncada.
Los vecinos del hospital Saturnino Lora vieron cuando a media mañana la soldadesca inició la "operación limpieza" en las zonas colindantes del Moncada y sacaron del Hospital Civil al masivo grupo de prisioneros. Eran veintiún combatientes, incluyendo al médico, doctor Mario Muñoz Monroy, y las dos mujeres, Melba Hernández y Haydée Santamaría. De ese grupo de detenidos sólo salvaron la vida las dos mujeres.
II.
Las fuerzas del ejército, la marina y la policía, que mientras se desarrollaba el combate permanecieron en sus respectivas guarniciones, salieron después de las once de la mañana y se originaron algunos incidentes y tiroteos en la ciudad. Todos los establecimientos comerciales que acostumbraban a abrir los domingos cerraron sus puertas el 26 de julio.
Los ómnibus de servicio urbano que comenzaron a circular en forma regular suspendieron sus actividades al mediodía, y todos los vehículos que entraban o salían de la ciudad eran minuciosamente registrados en la carretera por miembros del Servicio de Inteligencia Militar y fuerzas de la Guardia Rural.
AVIONES MILITARES.
A la una de la tarde llegaron a la ciudad por el aeropuerto de San Pedrito, procedentes de La Habana, tres aviones militares al mando del coronel Tabernilla, hijo del jefe del ejército de la tiranía. Los aviones sobrevolaron las playas de Siboney y de Daiquirí, antes de aterrizar.
Tanto en la jefatura de la Policía Nacional como en las del Distrito Naval, la Policía Marítima y la Policía Secreta, se dispuso el acuartelamiento de la tropa. Los semáforos y otros servicios de tránsito se dejaron abandonados.
En un registro efectuado en la finca Siboney fueron encontrados uniformes, tarjetas del hotel Perla de Cuba y comprobantes de pasaje en ómnibus marcados en Artemisa, entre otras cosas.
INFORME DE BAYAMO
Las mismas fuentes oficiales y personas que llegaban de Bayamo dieron a conocer que simultáneamente con la acción del Moncada, se había producido el asalto al cuartel Carlos Manuel de Céspedes, de aquella ciudad, por un grupo
de idéntica procedencia al que actuó en Santiago. El primer parte oficial daba dos bajas por muerte en el grupo de los asaltantes, más un policía muerto y varios militares heridos. Según los informes de los corresponsales de Bayamo, los combatientes se habían hospedado en el hotel Gran Casino, situado cerca de la Carretera Central y del cuartel. También se informó sobre el inicio de "la búsqueda de fugitivos" en el monte.
HERIDOS CIVILES.
Alicia Castillo Ramírez, cobradora de un ómnibus que circulaba por los alrededores del cuartel Moncada en horas tempranas, fue herida de bala.
También se produjeron otras víctimas civiles en el barrio Sueño y otros de Santiago cuando los soldados del regimiento asentado en el cuartel Moncada disparaban a todo el que se le hacía sospechoso.
Entre las personas asistidas el día 26 en el Hospital de Emergencia, heridas a consecuencia de los sucesos del Moncada, se encontraban Pedro Angel López, de dieciocho años, vecino de Primera de Portuondo número 14, esquina a San Miguel, quien recibió un balazo en la región axilar izquierda que le atravesó el pulmón, de pronóstico grave. Dijo que se encontraba cerca de su casa, cuando se sintió herido. Quedó recluido en ese centro. Este herido fue asistido por el doctor Martínez Jústiz y el practicante Marfil.
En el propio centro fue asistida la menor Migdalia Toledano, de diez años de edad, vecina de Hatuey 104, San Pedrito, quien presentaba una herida de bala en la pierna izquierda, de pronóstico grave. También fue conducido a Emergencia, donde llegó cadáver, un hombre joven con un balazo en la cabeza y otras heridas en el rostro. Se le trasladó para el necrocomio sin que se hubiera logrado su identificación. Los reporteros de Santiago conocieron por manifestaciones del herido Pedro A. López, también recluido en Emergencia, que aquel desconocido muerto había sido baleado en la esquina de Primera de Portuondo y San Miguel, precisamente junto al que daba la información.
(Posteriormente el fallecido fue identificado como Gisel Chaprón, de veintiocho años, vecino de Primera y Portuondo).
EN LA CASA DE SOCORRO
José Casamayor Caballero, de 48 años, llegó cadáver a ese centro. Murió a consecuencia de las heridas de bala que sufriera en San Miguel 201. Este ciudadano perdió la vida al ser alcanzado por proyectiles en uno de los tiroteos que se produjeron en su barrio cuando los soldados del Moncada disparaban contra unos sospechosos. Al observar que su hijo, Baudilio Casamayor Martínez, de once años, se desplomaba sobre el pavimento herido de bala, José Casamayor se abalanzó hacia él para tratar de auxiliarlo y cayó mortalmente herido.
MUERTO EL "NIÑO CALA"
En un lugar cercano al matadero municipal de la ciudad fue muerto a tiros el conocido revolucionario de cuando la lucha contra la tiranía de Gerardo Machado (1929-1933), Manuel Reyes Cala, "El Niño Cala".
Manuel Reyes, muchos años antes, había pertenecido al ejército, estuvo envuelto en conspiraciones contra el régimen machadista y había participado en la acción denominada "La Gallinita".
Posteriormente, fue inspector de sanidad en Santiago de Cuba, y se le consideraba en 1953 alejado de las actividades revolucionarias. La confirmación de la muerte de "El Niño Cala" se produjo cuando su esposa se personó en las oficinas del cementerio de Santa Ifigenia para solicitar le fuera entregado el cadáver, que era uno de los 35 que permanecían sin identificar.
OTRA MUJER HERIDA
Se reportó en el Hospital de Emergencia que habían atendido allí a la anciana de 83 años Felipa Castillo. La anciana recibió una herida en la rodilla por impacto de bala, frente a su casa, en la Calle Segunda número 405. Según declaró, se encontraba en el medio de la calle rezando, en el momento en que la fuerza pública originó un tiroteo en el lugar y una bala le alcanzó.
"INSURRECTOS" HERIDOS: UNA PRUEBA MAS DEL CRIMEN
Bajo el título de "Los insurrectos heridos", el periódico Prensa Universal insertó la siguiente nota: "Entre los heridos de bala que recibieron asistencia en la Casa de Socorro de Trocha, se encontraban Ismael Ricondo Fernández, de 23 años, que dijo ser vecino de la calle República 79, Artemisa, provincia de Pinar del Río, quien presentaba heridas de bala en la mano derecha de pronóstico grave, y Guillermo Elizarde Sotolongo, también de 23 años, que dijo ser residente de Santa Clara (provincia de Las Villas), pudiendo conocerse que ambos fueron remitidos al cuartel Moncada, donde quedaron internados por suponérseles participantes del grupo de presuntos asaltantes a esa guarnición".
(Nota: Ismael Ricondo Fernández, que realmente pertenecía al grupo de los asaltantes heridos, apareció posteriormente en el parte oficial como muerto en combate. Con antelación a ese parte se había informado a la prensa "que las fuerzas al mando del comandante Andrés Pérez Chaumont tienen sitiado un numeroso grupo de asaltantes en la finca de Pepe Vázquez (granjita) en las cercanías de Siboney, estimándose que hay numerosos muertos y heridos").
CIVILES ASESINADOS.
Años más tarde se confirmaría una relación de nombres que corresponden a civiles asesinados en el Moncada o en otros lugares juntamente con los combatientes de aquella gesta heroica. Además de "El Niño Cala", ya mencionado, integran esa lista Miguel A. Ravelo Ravelo, Rubén Cordero Sánchez, Eduardo Ambrosio Hernández, Rolando del Valle, Armando Miranda Montes de Oca, Pedro Romero Fonseca, Francisco Viera Milián y Raúl Villareal.
FIDEL EN "LA HISTORIA ME ABSOLVERA"
En su histórico alegato "La historia me Absolverá", dijo Fidel refiriéndose a estos crímenes:
"Terminado el combate se lanzaron como fieras enfurecidas sobre la ciudad de Santiago de Cuba y contra la población indefensa saciaron las primeras iras. En plena calle y muy lejos del lugar donde fue la lucha le atravesaron el pecho de un balazo a un niño inocente que jugaba frente a la puerta de su casa, y cuando el padre se acercó a recogerlo le atravesaron la frente con otro balazo.
"Al `Niño Cala' que iba para su casa con un cartucho de pan en las manos, lo balacearon sin mediar palabra. Sería interminable referir los crímenes y atropellos que se cometieron contra la población civil. Y si de esta forma actuaron con los que no habían participado en la acción, ya puede suponerse la horrible suerte que corrieron los prisioneros participantes o que ellos creían que habían participado; porque así como en esta causa involucraron a muchas personas ajenas por completo a los hechos, así también mataron a muchos de los prisioneros detenidos que no tenían nada que ver con el ataque; éstos no están incluidos en las cifras de víctimas que han dado, las cuales se refieren exclusivamente a los hombres nuestros. Algún día se sabrá el número total de inmolados".
OTROS HECHOS
Desde el interior de la provincia de Oriente, de la que es capital, llegaron a Santiago de Cuba diversas informaciones sobre la situación en los distintos municipios, a partir del asalto al Moncada.
El corresponsal de Jiguaní informó que desde que se conoció el hecho del asalto en horas de la mañana, fueron tomadas militarmente las calles del municipio y comenzó el registro a todos los vehículos y transeúntes por parte de la policía. En horas de la tarde estalló un petardo en un solar yermo en esa localidad, frente al Parque Central, sin que hubiera que lamentar desgracias personales.
Por su parte, el corresponsal de Manzanillo decía en su despacho que esa ciudad también era recorrida por patrullas desde horas de la tarde del 26, y se había desalojado a todos los establecimientos comerciales y otros centros de reunión. Pudo saberse que unas veinte personas estaban detenidas en el cuartel de la Guardia Rural, sin que se hubieran dado a conocer sus nombres.
Un hombre no identificado que se le hizo sospechoso al ejército fue registrado y al oponer resistencia, recibió un culatazo que le produjo una grave lesión. Lo recluyeron en el hospital de Manzanillo.
LOS VUELOS DE "CUBANA"
Desde Camagüey se informó que el vuelo 483 de la Compañía Cubana de Aviación, procedente de Santiago de Cuba, llegó retrasado, y que asimismo se demoró la salida del vuelo 472, destinado a la citada ciudad, por instrucción que desde ella se impartió.
ACUARTELAMIENTO GENERAL
De Holguín se reportó la orden de acuartelamiento de las fuerzas del ejército y la policía, el registro de toda clase de vehículo que transitara por las calles o carreteras y el arresto de todas las personas señaladas como oposicionistas o activistas revolucionarios. Esta orden se hizo extensiva a toda la provincia de Oriente y, en general, a toda la Isla. Las estaciones de radio y las centrales de servicio telefónico de larga distancia también fueron tomadas militarmente. Se advertía un movimiento extraordinario de la fuerza pública.
III: 27 DE JULIO.
CENSURA DE PRENSA.
Por el sistema prewi-radio desde La Habana se conoció en Santiago de Cuba que el gobierno había establecido la CENSURA DE PRENSA para los periódicos Pueblo, El Mundo y Prensa Libre, igualmente se informó que fue clausurado el periódico Hoy, del Partido Socialista Popular (Comunista). Según Valdés Guerra, corresponsal del Diario de Cuba en La Habana, el ministro de Información del régimen, Ernesto de la Fe, dio cuenta de estas noticias en una nota entregada a los periodistas en la capital.
El periódico Pueblo no se publicó el día 27 debido a un incidente ocurrido con su director; tampoco Pueblo vio la luz el día siguiente, porque se hacía necesaria la reparación de dos de sus linotipos, rotos por la policía durante el incidente.
También se reportó desde La Habana que la policía se mantuvo acuartelada.
El periódico Diario de Cuba, de Santiago, publicó una nota en sus páginas que decía: "La información gráfica: Lamentamos no poder ofrecer a nuestros lectores una información gráfica más completa de los dolorosos sucesos del pasado domingo, debido a que las mismas fueron ocupadas".
(Nota: Al fotógrafo del Diario de Cuba, Ocaña, le rompieron la cámara en el cuartel Moncada en las primeras horas de la mañana del domingo, y, posteriormente, le ocuparon las fotos que tomó).