Argelia: 50 años de la primera misión médica cubana
Datum:
25/05/2013
Quelle:
Diario Granma
La lucha de Argelia por su independencia impresionaba tanto a Fidel Castro que solo horas después de conocer a Ben Bella, cuando el presidente argelino le confió la terrible situación en que se encontraba la salud de su pueblo, se lanzó a socorrerlo. Esa misma noche planteó a una asamblea de los escasos médicos cubanos la necesidad de enviar 50 voluntarios al país norteafricano.
Era el 17 de octubre de 1962, cinco días antes de estallar la Crisis de Octubre. Al dejar al Presidente argelino en una residencia, Fidel acudió a la asamblea para inaugurar el Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas Victoria de Girón y allí explicó distintos problemas que planteaba la salud pública en Cuba.
El principal era el éxodo masivo: más de 3 mil médicos dejaron el país estimulados desde el exterior. Era esa la razón de ser del novel Instituto: resolver la crisis en la salud con la preparación masiva de jóvenes médicos dotados de una concepción de la vida despojada de egoísmos.
Siete meses después, el 23 de mayo de 1963, la primera misión cubana de ayuda médica a países subdesarrollados partió hacia Argel. Hace ahora 50 años, 56 personas formaron la primera misión cubana de ayuda internacionalista y abrieron las puertas de la fecunda colaboración con el Tercer Mundo.
El doctor Gerald Simón Escalona no puede olvidar cómo "a pesar de la también desesperada realidad cubana", nuestro líder planteó aquella noche "ante el gran número de enfermedades fomentadas allí por 130 años de explotación colonial, la necesidad de ayudar a Argelia, donde con una población superior en 4 millones a la de Cuba la mayor parte de los médicos, que eran franceses, se marcharon al lograrse, tras cruenta lucha, la independencia."
Al día siguiente se efectuó una reunión en el Ministerio de Salud, donde Simón dijo al ministro Jose R. Machado Ventura que quería participar en esta misión. "Entre otras razones por mis raíces árabes, mis abuelos por parte de padre eran libaneses". También porque había estado siguiendo en televisión los episodios sobre la lucha del pueblo argelino contra el colonialismo francés, y estaba muy impresionado. "Era una lucha de David contra Goliat, algo semejante a la que había acabado de librar el pueblo cubano".
Enseguida comenzaron a anotar a quienes se iban registrando como voluntarios. Simón participaba en su condición de director de clínicas mutualistas del Ministerio incorporadas ya al sistema nacional. Pocos días después, Machado dio su aprobación y lo designó jefe de la misión. Pronto hubo que parar el reclutamiento, pues enseguida se sobrepasó el cupo. Ya había más de 50.
"Nosotros no teníamos muchos datos de qué tipo de morbilidad, de cuáles enfermedades eran predominantes, ni qué especialidades eran más necesarias. Por tanto, nos dedicamos a buscar la verdad y resaltaron asuntos como problemas oftalmológicos, de obstetetricia, estomatología, cirugía y otros".
Una vez completa la información, el propio ministro Machado Ventura presidió la misión y abordaron un vuelo especial de Cubana de Aviación, pilotado por los capitanes Luis Álvarez Tabío y César Alarcón. Tras 19 horas de vuelo arribaron al aeropuerto de Argel, donde los esperaban funcionarios de los ministerios de Salud Pública, Relaciones Exteriores, Defensa, y Juventud argelinos. La delegación, formada por 28 médicos, tres estomatólogos, 15 enfermeros y ocho técnicos, fue alojada en algunos hoteles de la capital. Machado y Simón en el edificio de estilo morisco que había sido la sede del gobierno francés, rebautizado como Palacio del Pueblo por el Gobierno argelino, donde se ofreció una cena al colectivo. La embajada también organizó una recepción a la que asistieron varios ministros. Ben Bella recibía ese día a Machado y Simón y en el curso de la reunión, preguntó por los médicos. Al informársele dónde estaban, decidió ir a conocerlos.
"Allí el Presidente fue muy cariñoso con todos, daba la impresión de estar muy contento y que le daba mucha importancia a la misión médica, tanto que en varios meses tuve el honor de verlo en cinco oportunidades, para informarle sobre la misión". El vicepresidente Houari Boumediene también lo recibió y estuvo muy al tanto de todo.
"Eran impresionantes las huellas que el colonialismo dejó en Argelia, la cual tuve que recorrer de punta a cabo en los siete meses que allí trabajé. Miles de kilómetros en cada uno de los recorridos, solo con el chofer argelino en un auto de la presidencia que el propio Ben Bella me enviaba. Mi tarea principal era estar al corriente de los trabajos y las dificultades. Desde Tebessa en la frontera con Túnez, al este, hasta Sidi Bel Abbes, en la frontera oeste con Marruecos. Los cubanos estaban situados algunos en hospitales de ciudades, otros en dispensarios, consultorios y hasta en casas, aislados por grandes distancias, donde más se veía la pobreza de esas zonas, en una Argelia donde aún explotaban con frecuencia las bombas de la extremista Organización del Ejercito Secreto francés. Sin embargo, era impresionante su orgullo de ser argelinos. Ese fervor retroalimentaba nuestra cubanía".
Las delegaciones cubanas estuvieron enclavadas ese primer año en cinco grupos: Sanidad Militar (Constantine y Medea), y otros en cuatro puntos: Tebessa, Setif, Constantine y Sidi Bel Abbes. El personal de Tebessa se trasladó después a Bizkra, y el de la Sanidad se concentró en Blida.
"Bizkra, cerca de Constantine y de Sidi Bel Abbes, es como la antesala del desierto. La visitamos con Machado, quien permaneció allá algo más de una semana y es de recordar cómo nos recibían con mucho cariño y nos ofrecían leche de camella y dátiles. Las mujeres emitían esa especie de aullido que impresionaba mucho a los cubanos. Eran unos agudos sonidos producidos con rápidos movimientos de la lengua, característicos de las mujeres argelinas para expresar alegría".
Uno de los primeros contactos fue con el actual presidente Abdelaziz Bouteflika, entonces ministro de Juventud y Deportes, quien invitó a Gerald Simón a acompañarlo en un recorrido por las provincias que realizaban periódicamente los dirigentes para conocer, de primera mano, los más acuciantes problemas de población, especialmente en las zonas más alejadas de la capital.
En todas partes eran recibidos con alegría y afecto por las autoridades de cada región y por el pueblo. "Al identificarnos en las calles, saludaban también alegremente con dos palabras: Cuba y Fidel... Argel es preciosa, en particular nos atraía la Casbah, pero se decía que era peligrosa para los extranjeros. No obstante, nuestros compañeros fueron en grupos", corroboró Simón.
En realidad era peligrosa para los franceses durante la guerra y algún tiempo después, por las crueles torturas despectivamente llamadas "cacerías de ratas", operadas por el general Jacques E. Massu, jefe de los paracaidistas, para arrancar confesiones a los miembros del Frente de Liberación Nacional. Comprobé después quiénes no podían entrar en la Casbah, cuando un camarógrafo nuestro golpeó con su cámara sin querer a un niño allí. Lo querían linchar; les aclaré que era cubano y entonces sonrieron. A todos atraía extraordinariamente la indómita Casbah.
A Simón los contactos allí y en sus recorridos le hacían entender más rápido a los argelinos. "Aprendí así muchas palabras, aunque ya sabía algunas que me enseñaba mi abuela. Buscaba que en las reuniones estuviesen los cubanos y los argelinos. No hubo un problema que yo presentase que no encontrase una respuesta satisfactoria. La misión cubana con su conducta profesional y ética hizo crecer el afecto del pueblo argelino por el pueblo cubano por la calidad y cantidad de su trabajo. Baste decir que los cirujanos ubicados en el sector civil efectuaron un promedio de 200 operaciones mensuales", relataba el doctor Washington Rosell, al admitir que el beneficio fue mutuo, pues los galenos aprendieron a tratar enfermedades y circunstancias que no conocían.
En casi todo el tiempo que estuvo Gerald Simón en Argelia, unos siete meses, no se repartió viáticos entre los compañeros de la misión por nadie y eso hacía un poco difícil las cosas. "Machado me había dejado unos mil dólares y así fui capeando algunas dificultades y necesidades de la delegación. Entonces vino el Che de visita a Argelia, a mediados de 1963 y le hablé del problema".
Con su sentido porteño del humor, Che le preguntó: ¿Pero vos que sos, un colonialista?
Algo fuera de paso, como ocurría mucho cuando Che intimaba a alguien, medio en serio medio en broma, Simón respondió: "Es un problema de nivel de decisión. Todavía no sé siquiera quién paga".
Che sonrió y le dijo que Cuba se haría cargo de los gastos y lo vería en cuanto llegase a La Habana. El Comandante le indicó que lo acompañase en la Casa de Protocolo donde lo alojaron durante la visita y se sintió "muy honrado con esa enorme distinción". Poco después, cuando Simòn ya estaba a punto de volver a Cuba, recibió al entonces viceministro doctor Mario Escalona, quien le sustituyó y le trajo una cantidad de efectivo que le permitió conferir un acumulado por siete meses de servicios a cada miembro de la misión y adquirir un Peugeot 404 para el trabajo en lo adelante. A Escalona lo sustituyó el doctor Pablo Ressik en esta primera misión.
Durante la visita en un recorrido por las carreteras del sur del país, pereció en un accidente Ángel Boán, corresponsal de Prensa Latina en Argelia, quien acompañaba la caravana en uno de los autos. Che, muy afectado, pidió al doctor Manuel Cedeño que viniese de Setif, donde prestaba sus servicios, para embalsamar los restos de Boán y transportarlos a Cuba.
Era tanta la preocupación de Che por la información sobre Argelia que al regreso, en plena pista del aeropuerto en Rancho Boyeros en compañía del Comandante Manuel Piñeiro, planteó al autor de estas líneas sustituir a Boán en esa corresponsalía. Che fue con Fidel y Jorge Masetti, creador de Prensa Latina. Y nunca se desentendió de ella.
Era el 17 de octubre de 1962, cinco días antes de estallar la Crisis de Octubre. Al dejar al Presidente argelino en una residencia, Fidel acudió a la asamblea para inaugurar el Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas Victoria de Girón y allí explicó distintos problemas que planteaba la salud pública en Cuba.
El principal era el éxodo masivo: más de 3 mil médicos dejaron el país estimulados desde el exterior. Era esa la razón de ser del novel Instituto: resolver la crisis en la salud con la preparación masiva de jóvenes médicos dotados de una concepción de la vida despojada de egoísmos.
Siete meses después, el 23 de mayo de 1963, la primera misión cubana de ayuda médica a países subdesarrollados partió hacia Argel. Hace ahora 50 años, 56 personas formaron la primera misión cubana de ayuda internacionalista y abrieron las puertas de la fecunda colaboración con el Tercer Mundo.
El doctor Gerald Simón Escalona no puede olvidar cómo "a pesar de la también desesperada realidad cubana", nuestro líder planteó aquella noche "ante el gran número de enfermedades fomentadas allí por 130 años de explotación colonial, la necesidad de ayudar a Argelia, donde con una población superior en 4 millones a la de Cuba la mayor parte de los médicos, que eran franceses, se marcharon al lograrse, tras cruenta lucha, la independencia."
Al día siguiente se efectuó una reunión en el Ministerio de Salud, donde Simón dijo al ministro Jose R. Machado Ventura que quería participar en esta misión. "Entre otras razones por mis raíces árabes, mis abuelos por parte de padre eran libaneses". También porque había estado siguiendo en televisión los episodios sobre la lucha del pueblo argelino contra el colonialismo francés, y estaba muy impresionado. "Era una lucha de David contra Goliat, algo semejante a la que había acabado de librar el pueblo cubano".
Enseguida comenzaron a anotar a quienes se iban registrando como voluntarios. Simón participaba en su condición de director de clínicas mutualistas del Ministerio incorporadas ya al sistema nacional. Pocos días después, Machado dio su aprobación y lo designó jefe de la misión. Pronto hubo que parar el reclutamiento, pues enseguida se sobrepasó el cupo. Ya había más de 50.
"Nosotros no teníamos muchos datos de qué tipo de morbilidad, de cuáles enfermedades eran predominantes, ni qué especialidades eran más necesarias. Por tanto, nos dedicamos a buscar la verdad y resaltaron asuntos como problemas oftalmológicos, de obstetetricia, estomatología, cirugía y otros".
Una vez completa la información, el propio ministro Machado Ventura presidió la misión y abordaron un vuelo especial de Cubana de Aviación, pilotado por los capitanes Luis Álvarez Tabío y César Alarcón. Tras 19 horas de vuelo arribaron al aeropuerto de Argel, donde los esperaban funcionarios de los ministerios de Salud Pública, Relaciones Exteriores, Defensa, y Juventud argelinos. La delegación, formada por 28 médicos, tres estomatólogos, 15 enfermeros y ocho técnicos, fue alojada en algunos hoteles de la capital. Machado y Simón en el edificio de estilo morisco que había sido la sede del gobierno francés, rebautizado como Palacio del Pueblo por el Gobierno argelino, donde se ofreció una cena al colectivo. La embajada también organizó una recepción a la que asistieron varios ministros. Ben Bella recibía ese día a Machado y Simón y en el curso de la reunión, preguntó por los médicos. Al informársele dónde estaban, decidió ir a conocerlos.
"Allí el Presidente fue muy cariñoso con todos, daba la impresión de estar muy contento y que le daba mucha importancia a la misión médica, tanto que en varios meses tuve el honor de verlo en cinco oportunidades, para informarle sobre la misión". El vicepresidente Houari Boumediene también lo recibió y estuvo muy al tanto de todo.
"Eran impresionantes las huellas que el colonialismo dejó en Argelia, la cual tuve que recorrer de punta a cabo en los siete meses que allí trabajé. Miles de kilómetros en cada uno de los recorridos, solo con el chofer argelino en un auto de la presidencia que el propio Ben Bella me enviaba. Mi tarea principal era estar al corriente de los trabajos y las dificultades. Desde Tebessa en la frontera con Túnez, al este, hasta Sidi Bel Abbes, en la frontera oeste con Marruecos. Los cubanos estaban situados algunos en hospitales de ciudades, otros en dispensarios, consultorios y hasta en casas, aislados por grandes distancias, donde más se veía la pobreza de esas zonas, en una Argelia donde aún explotaban con frecuencia las bombas de la extremista Organización del Ejercito Secreto francés. Sin embargo, era impresionante su orgullo de ser argelinos. Ese fervor retroalimentaba nuestra cubanía".
Las delegaciones cubanas estuvieron enclavadas ese primer año en cinco grupos: Sanidad Militar (Constantine y Medea), y otros en cuatro puntos: Tebessa, Setif, Constantine y Sidi Bel Abbes. El personal de Tebessa se trasladó después a Bizkra, y el de la Sanidad se concentró en Blida.
"Bizkra, cerca de Constantine y de Sidi Bel Abbes, es como la antesala del desierto. La visitamos con Machado, quien permaneció allá algo más de una semana y es de recordar cómo nos recibían con mucho cariño y nos ofrecían leche de camella y dátiles. Las mujeres emitían esa especie de aullido que impresionaba mucho a los cubanos. Eran unos agudos sonidos producidos con rápidos movimientos de la lengua, característicos de las mujeres argelinas para expresar alegría".
Uno de los primeros contactos fue con el actual presidente Abdelaziz Bouteflika, entonces ministro de Juventud y Deportes, quien invitó a Gerald Simón a acompañarlo en un recorrido por las provincias que realizaban periódicamente los dirigentes para conocer, de primera mano, los más acuciantes problemas de población, especialmente en las zonas más alejadas de la capital.
En todas partes eran recibidos con alegría y afecto por las autoridades de cada región y por el pueblo. "Al identificarnos en las calles, saludaban también alegremente con dos palabras: Cuba y Fidel... Argel es preciosa, en particular nos atraía la Casbah, pero se decía que era peligrosa para los extranjeros. No obstante, nuestros compañeros fueron en grupos", corroboró Simón.
En realidad era peligrosa para los franceses durante la guerra y algún tiempo después, por las crueles torturas despectivamente llamadas "cacerías de ratas", operadas por el general Jacques E. Massu, jefe de los paracaidistas, para arrancar confesiones a los miembros del Frente de Liberación Nacional. Comprobé después quiénes no podían entrar en la Casbah, cuando un camarógrafo nuestro golpeó con su cámara sin querer a un niño allí. Lo querían linchar; les aclaré que era cubano y entonces sonrieron. A todos atraía extraordinariamente la indómita Casbah.
A Simón los contactos allí y en sus recorridos le hacían entender más rápido a los argelinos. "Aprendí así muchas palabras, aunque ya sabía algunas que me enseñaba mi abuela. Buscaba que en las reuniones estuviesen los cubanos y los argelinos. No hubo un problema que yo presentase que no encontrase una respuesta satisfactoria. La misión cubana con su conducta profesional y ética hizo crecer el afecto del pueblo argelino por el pueblo cubano por la calidad y cantidad de su trabajo. Baste decir que los cirujanos ubicados en el sector civil efectuaron un promedio de 200 operaciones mensuales", relataba el doctor Washington Rosell, al admitir que el beneficio fue mutuo, pues los galenos aprendieron a tratar enfermedades y circunstancias que no conocían.
En casi todo el tiempo que estuvo Gerald Simón en Argelia, unos siete meses, no se repartió viáticos entre los compañeros de la misión por nadie y eso hacía un poco difícil las cosas. "Machado me había dejado unos mil dólares y así fui capeando algunas dificultades y necesidades de la delegación. Entonces vino el Che de visita a Argelia, a mediados de 1963 y le hablé del problema".
Con su sentido porteño del humor, Che le preguntó: ¿Pero vos que sos, un colonialista?
Algo fuera de paso, como ocurría mucho cuando Che intimaba a alguien, medio en serio medio en broma, Simón respondió: "Es un problema de nivel de decisión. Todavía no sé siquiera quién paga".
Che sonrió y le dijo que Cuba se haría cargo de los gastos y lo vería en cuanto llegase a La Habana. El Comandante le indicó que lo acompañase en la Casa de Protocolo donde lo alojaron durante la visita y se sintió "muy honrado con esa enorme distinción". Poco después, cuando Simòn ya estaba a punto de volver a Cuba, recibió al entonces viceministro doctor Mario Escalona, quien le sustituyó y le trajo una cantidad de efectivo que le permitió conferir un acumulado por siete meses de servicios a cada miembro de la misión y adquirir un Peugeot 404 para el trabajo en lo adelante. A Escalona lo sustituyó el doctor Pablo Ressik en esta primera misión.
Durante la visita en un recorrido por las carreteras del sur del país, pereció en un accidente Ángel Boán, corresponsal de Prensa Latina en Argelia, quien acompañaba la caravana en uno de los autos. Che, muy afectado, pidió al doctor Manuel Cedeño que viniese de Setif, donde prestaba sus servicios, para embalsamar los restos de Boán y transportarlos a Cuba.
Era tanta la preocupación de Che por la información sobre Argelia que al regreso, en plena pista del aeropuerto en Rancho Boyeros en compañía del Comandante Manuel Piñeiro, planteó al autor de estas líneas sustituir a Boán en esa corresponsalía. Che fue con Fidel y Jorge Masetti, creador de Prensa Latina. Y nunca se desentendió de ella.