Reedición de “Un grano de maíz” de Tomás Borge: Donde Fidel habla mañana
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Cuando me propusieron presentar este libro, me pregunté, como tantas veces en mi afortunada vida profesional; ¿qué hice para merecerlo? Y no pude menos que pensar que existe algo así como que cuando se desea mucho algo, ese algo va a llegarte alguna vez, aunque sea, como es mi caso, 20 años después.
Como cada vez que me piden presentar un libro, siento que me pertenece un poco -y materialmente es cierto, ya que se tiene al menos un ejemplar garantizado- con “Un grano de maíz” en las manos, termina por cumplirse un deseo de dos décadas, todavía vivo en mi memoria de aquel año tremendo que fue 1992.
La primera noticia de este libro no salió de La Habana, sino que llegó a ella en un cable fechado en México. Tomás Borge había adelantado al periódico Excelsior algunas respuestas de Fidel a sus preguntas más controversiales -derechos humanos fundamentalmente- y la prensa azteca había diseminado la información, generando una elevada demanda del libro en todo el mundo.
Recuerdo como si fuera ahora mismo que nos pasamos los cables animando todos los comentarios posibles y con una sensación de dulce inconformidad -o disimulada envidia profesional- porque “otra vez Fidel ha dado una entrevista y no es a un periodista cubano”, demonio que finalmente logramos exorcizar con el libro de sus memorias que realizó Katiuska Blanco.
Pero vuelvo a 1992. Cuando digo año tremendo, no exagero y eso lo sabemos solo quienes lo vivimos. En nuestro caso, el diario se había estrechado a semanario, a la mitad de los periodistas se les había reubicado en la radio, empezaban a profundizarse las carencias y a prolongarse los apagones. La desesperanza era la moda.
Lo describe mejor Tomás Borge: “En medio de la actual polvareda ideológica, que en unos ha provocado una euforia excesiva y en otros una lloradera insoportable, Cuba -acosada por los cambios de la geopolítica mundial, víctima de una campaña olímpica de desinformación, más bloqueada de lo que estuvo nunca ningún país- es objeto de pronósticos fatales.
“Hasta los amigos de la Revolución Cubana, que son más de los que cree, expresan algunas dudas sobre los resultados del juicio final; aunque dentro de ellos abundan los que mantenemos arraigada la convicción de que saldrá victoriosa en la descomunal contienda.”
En medio de aquel vendaval, Fidel era todo. Con esa energía que Tomás definió tan acertadamente entonces, él empujaba ¿o sostenía? no solo un país, sino toda la utopía del universo. Y con su descomunal fuerza moral nos halaba a todos, incluso a aquellos que ni siquiera creían que fuera posible un futuro con Fidel, aunque es ese tiempo por venir del que más habla en este libro aquel a quien sus adversarios pretendían encerrar en el pasado. Escojo un fragmento de la introducción para narrarlo con las palabras de Borge:
“Había soñado, noches atrás, que tenía la barba de un color especial, indefinible, y casi me sorprendo cuando reencuentro el símbolo luminoso y blanco. En medio de la frente -supongo que se han dicho- , una especie de destello; los ojos afiebrados, afectuosos, directos; un poco más delgado, un poco más joven.
“Hoy domingo, a esta hora inusual (2:00 a.m.), mi primera tentación es preguntarle, Fidel, sobre el origen de esa vitalidad creciente aun en medio de tantas dificultades. En realidad no le voy a hacer la pregunta, porque estoy seguro de que la causa primaria de que este hombre que tengo aquí frente a mis ojos se mueva con la energía de un caballo de raza, está en las penurias, en los dramas de cada día.”
Como periodista y editora de un periódico importante del país, no puedo recordar sin emoción o sin nostalgia, aquellos años en que lo único que había en abundancia eran noticias, pero no había espacio -no existía la infinidad espacial de internet- para publicarlas y, algo peor, faltaban muchas certezas, así que también y ya por razones que después se hicieron pésima costumbre, en nombre del cuidado a la fortaleza sitiada, no publicábamos todo, aunque tratábamos de publicar lo más trascendente.
Y en eso llegó este libro o su avance, que lo convirtió en best seller aun antes de nacer. “Fidel habla de Stalin, de Gorbachov, de los homosexuales y los creyentes en el Partido“, comentaba la gente en nuestros corrillos periodísticos, cuando aquellos temas no gozaban ni de la preeminencia ni de la relativa naturalidad con que se les aborda en esta época.
Cuando por fin nos llegó en una tirada millonaria aquel libro, la dulce envidia del avance se disipó con el encantamiento de la admiración. “Un grano de maíz” no era solo una larga entrevista sobre temas fundamentales de una época crucial. Era, es, un libro que logra trascender la coyuntura que podría imponerle un año tremendo, gracias a la larga vista del entrevistado (ese que puede viajar al futuro y regresar para contarlo) y a la vuelta de 20 años nos pone frente a un universo de predicciones cumplidas. Lean si no, este fragmento de su respuesta a Tomás sobre el milagro de tanta solidaridad con Cuba frente al alud de desinformación:
“¿Cómo se puede explicar eso si tú no puedes conversar con todas y cada una de esas gentes, si tú no puedes hacerles llegar un mensaje? Pero es como si tuviesen suficiente luz, suficiente instinto para conocer la verdad en medio de ese barraje que ha confundido a tanta gente, incluso a muchos intelectuales, y no confunde, sin embargo, a gente sencilla y noble del pueblo, a mucha gente valiosa de los pueblos de América Latina y del mundo que son capaces de ver, en medio de ese mar de mentiras y de propaganda, por lo menos una parte de la verdad, o la esencia de la verdad, y logran comprender todo mérito que tiene la lucha extraordinaria, heroica, que nuestro pueblo lleva a cabo hoy contra, precisamente , los enemigos de la humanidad, los enemigos del proceso humano, los pueblos, los saqueadores por excelencia del mundo, los que son símbolos de la opresión y de la explotación. Es decir, es como si los hombres tuvieran una antena o tuvieran algo para poder distinguir entre lo verdadero y lo falso.
“Ahora, cuánto tiempo pasará antes de que, a partir de los hechos reales, objetivos, la posteridad sea capaz de juzgar imparcialmente todo lo que ha ocurrido alrededor de Cuba y de la Revolución Cubana, y el papel de los dirigentes en esa revolución, eso no lo puede asegurar nadie; porque si una ola de reacción prevaleciera en el mundo durante mucho tiempo, esa reacción se encargaría de escribir la historia, serían los opresores, los agresores los que escribirían la historia; pero habría de venir inexorablemente después de otra la, tendrá que venir, y vendrá, otra ola progresista, otra ola revolucionaria, otra ola de cambio a favor del hombre, en que llegaría el momento de volver a reconstruir esa historia de una manera objetiva.”
Pero este es, además, un libro armado con singular inteligencia y belleza, donde las apariciones del entrevistado -personaje histórico también- resultan una delicia para aquellos que disfrutan el habla poderosa de los pueblos latinoamericanos:
He aquí un trozo de la prosa anunciadora de Borge: “Ya sabemos: desideologización no es el fin de las ideologías sino la firma, por cierto ilegible, de la pretendida acta de disfunción del marxismo enclaustrado en las criptas políticas de Europa y, en apariencia, en las urnas electorales de Nicaragua.
“Fidel Castro, al abordar este tema, pone en evidencia la ideología matrera de la desideologización. Y demuestra que esta hojita de parra es vulnerable a la tempestad que dejará al descubierto los órganos flácidos, tristes, incapaces de engendrar bienestares y auroras.
“Nos demuestra que más allá o más acá de nuestras conciencias, el imperialismo, la burguesía y otros lugares comunes, por desgracia, aún existen. Y que aunque se juegue al cero escondido con estos conceptos, están ahí para joder a quienes a quienes haya que joder cuando el reloj se aburra de sus agujas congeladas.”
Si en aquel 1992 del V Centenario -tema que ponen en su justo lugar los dos - este diálogo entre rebeldes latinoamericanos y universales, echó luz sobre todas las tinieblas de una época de veloces retrocesos, no lo será menos ahora, cuando todos los vaticinios de Fidel se han cumplido, sin una sola excepción:
“Yo diría también -afirma el entrevistado- que la izquierda está pasando su peor momento en América Latina, su momento de mayor confusión y desorientación, cosa explicable a partir de los sucesos que hemos mencionado, cosa explicable a raíz de la enorme confusión que se creó en el mundo por los acontecimientos que se originaron y se desarrollaron en la Unión Soviética y que, al fin y al cabo, dieron al traste con el campo socialista y la propia URSS.
“Ha sido un golpe muy grande para las fuerzas progresistas para las fuerzas de izquierda, no solo en el terreno político, sino también en el terreno ideológico y en el terreno moral. Pienso que la izquierda empieza a recuperarse de ese trauma, pero que todavía no se ha recuperado totalmente, ni mucho menos; por ello digo que está viviendo también su momento más difícil. Creo, sin embargo, que será un período transitorio.”
Quién que no fuera Fidel podía adelantar en 1992 lo transitorio de ese período, cuando aun no habían tenido lugar los sucesivos descalabros del neoliberalismo en Latinoamérica. No olvidemos que mientras él respondía este cuestionario a Tomás Borge, Carlos Saul Ménem, vendiendo Argentina, era emblema del presidente exitoso, Fernando Collor de Mello aun no había fracasado con el mismo plan en Brasil, estaba por desatarse la ola privatizadora en nombre del famoso goteo que corregiría las desigualdades escandalosas de la región y el levantamiento de Hugo Chávez había sido aplastado en Venezuela. Ya sabemos cómo terminó todo, pero entonces el mal parecía un futuro de largo plazo.
La premonición no es menos sorprendente en relación con la revolución sandinista que recién salía de un inesperado golpe en las urnas. Véase lo que pregunta el Comandante sandinista y lo que responde el líder cubano:
“¿Considera usted que nuestra revolución llegó a su punto final o que se mantiene vigente?
Creo que ninguna revolución llega nunca a su punto final y que el deber de todos los revolucionarios es mantener la vigencia de sus ideas, de sus principios y de sus metas.
Ni siquiera el Frente Sandinista podría impedir, si se lo propusiera, las perspectivas del progreso futuro. Nadie es dueño del futuro.”
Finalmente me gustaría reseñar brevemente otros fragmentos que cobran mayor relevancia según pasan los años. Es cuando Fidel responde las preguntas de Tomás en torno a su hermano Raúl o al siempre controversial tema del poder.
Sobre el actual Presidente y Primer Secretario del Partido Comunista cubano dice Fidel:
“… Raúl es un compañero que tiene sus criterios, sus opiniones, su carácter y su forma de ser, y, por cierto, es un individuo muy diferente de ese Raúl que ha querido pintar la propaganda enemiga. Todo el que llega a conocerlo y a intimar con él se da cuenta de su humanismo, de su gran calidad y de sus sentimientos; se sorprenden de un Raúl que han pintado belicoso, agresivo, duro, cuando ven los sentimientos de amistad, de cariño y afecto que es capaz de tener por la gente. Y ha sido un gran formador y un gran educador, porque creo que el Ministerio de la Fuerzas Armadas Revolucionarias ha sido la mejor escuela de formación de cuadros que nosotros hemos tenido, con mucho rigor siempre y con mucha exigencia.
“Yo creo que la relación familiar nada tiene que ver con sus funciones, aunque la sangre común que llevan sí tiene que ver con la sensibilidad que yo le conozco a Raúl. Es un hombre muy sensible, muy fácil de conducir a emoción por ternura, por las causas nobles: soy testigo de eso.
“Siempre consideré eso. Sobre todo en aquellos primeros años en que todos los días se estaban haciendo planes de atentados contra mí, con una posibilidad real, dije: Desde ahora hay que ir pensando en alguien que pueda ejercer las funciones mías. Y consideré, realmente, que la persona que estaba capacitada entre todos los cuadros para ejercer esas funciones, la persona más acatada que podía ejercer las funciones era Raúl, así lo planteé públicamente porque era una necesidad de los momentos que estábamos viviendo.
“Raúl ha sido realmente el segundo al mando de la Revolución en todo este período revolucionario. Yo digo que Raúl no se ha destacado más porque ha tenido la sombre mía, es mi opinión; porque para que la gente se destaque más es necesario que pueda tener el ámbito donde poder demostrar todas sus capacidades o todas sus cualidades.”
En cuanto al poder, vale la pena reproducir de nuevo pregunta y respuesta:
“El viejo más joven que he conocido. Hay una frase muy difundida que a lo mejor vale la pena comentar: El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. ¿Cómo ha logrado usted escaparse?
“Yo estaría de acuerdo con esa afirmación, en principio. Pienso que el poder corrompe - llamémoslo poder, pero pudiéramos decir el ejercicio de importantes cargos, de importantes funciones, de importantes responsabilidades, que es los que se suele llamar poder, que también es un concepto muy relativo -, lo he visto en los hombres y lo he visto más de una vez. Cuando se habla de corrupción incluyo la arrogancia, la prepotencia, la falta de humanidad, los abusos de poder. Hay hombres que apenas tienen un poco de responsabilidad y ya empiezan a cambiar, comienzan a deformarse - con un poco de poder, no con mucho poder -, y estimo que el riesgo es mayor cuando más poder tienen los hombres, es una realidad; creo que exige, primero, tener una conciencia de la cuestión y estar siempre alerta, estar siempre vigilante contra ese riesgo.
“Por mi parte, como no he visto nunca el poder como algo mío, no he visto nunca el poder como algo que se disfruta, sino he visto el poder o la autoridad, como la quieran llamar, como un instrumento de una causa justa, de una revolución, de algo que tú quieres, del objetivo que te propones, en lo cual te sientes absolutamente identificado con el pueblo; como no he perdido nunca el contacto con los hombres y mujeres sencillos del pueblo; como toda mi vida, desde que empecé, trabajé como un artesano…
“En toda mi vida he mantenido una eterna vigilancia en eso y he sido muy autocrítico conmigo mismo. Siempre he examinado cada cosa que he hecho, si es correcta o no, si me dejé llevar por el impulso o no, si me dejé llevar un poco por el orgullo o no, y creo que he aprendido a dominarme a mi mismo.
¡Conócete a ti mismo!, puede ser otra máxima: ¡domínate siempre a ti mismo!”
Muchos de los temas que se abordan en esta entrevista que, aunque larga, se puede leer de una sentada, han dejado de ser controversiales, es cierto, pero, ni Fidel ni la Revolución cubana han dejado de estar en el centro de las polémicas políticas durante los 20 años transcurridos, de manera que, como diría el propio Borge, mucho de lo aquí escrito fue dicho, no ayer, sino mañana. Así que leyéndolo se viaja al futuro más que al pasado, aunque los dos tiempos interesan siempre a la sombra de las incertidumbres del presente.