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Historia detrás de la foto

Datum: 

28/12/2011

Quelle: 

Granma Internacional
Existen historias que no se pueden dejar en el tintero, inquietan la mente y aparece una desesperada ilusión por contarlas y hacerlas públicas. Hay también, por fortuna, momentos que congelan en imágenes el recuerdo ulterior de esas historias. La foto que ilustra este trabajo fue tomada exactamente un año atrás en la Isla de la Gonave, de Haití, en plena epidemia del cólera.

Aunque quedan muchos testigos de la aventura, no se sabe con certeza quién hizo la fotografía. Solo se pueden formular conjeturas. Se conoce, sin embargo, que fue en la subcomuna La Source cuando llegó la Brigada Médica Cubana (BMC) a instalar el Centro de Tratamiento de Cólera.

Cuentan que, al arribo de la BMC, en La Source hubo un toque de tambores durante muchas horas. Era la primera vez que los pobladores veían a tantos médicos juntos y que podían disfrutar de la electricidad que brindaba la planta del campamento. No había existido antes en la isla, situada al oeste de Puerto Príncipe, asistencia médica, luz eléctrica y mucho menos agua potable.

El cólera causaba estragos en la población —relegada al olvido—, y los cubanos cruzaron el mar en una embarcación de vela y dos motores. Luego de la travesía de casi dos horas, del puerto de Anse-à- Galets se adentraron en el camino de mar y montañas para realizar las pesquisas de diagnóstico. Entre los primeros casos que atendieron estaba Ezequiel, el muchacho que aparece en el centro de la foto.

Tiene trece años y jamás ha usado ropa ni zapatos, algo muy común en su tierra aunque parezca una ficción en el siglo XXI. Tampoco conoce qué es una escuela y, como los demás habitantes, vive con su familia en una destartalada casa construida de guano, pencas de palmas tejidas y piso de tierra.

Se alimenta de pescado salado, agua de coco, y algunas yucas y boniatos que trueca con la gente de las montañas. No obstante, su barriga está más llena de parásitos que de comida. Seguramente es un joven de pies ágiles igual que sus coterráneos que escalan, en pocos minutos, los cocoteros y las palmas.

Su mirada es apacible, tierna y noble como la de los otros pobladores. Nadie posee un gesto de maldad en medio de tanta insularidad. A veces asoman brillos en su rostro cuando comparte con los demás chicos, monta en burro o juega en la tierra reseca y árida que endurece sus pies. Pero es difícil contabilizar sus desgracias en esa tierra de abandono y pobreza.

Al amparo de los médicos cubanos, durante un tiempo, Ezequiel no fue víctima de ninguna enfermedad. En medio del azote de la epidemia, tuvo protección y atención dedicada; vio y vivió nuevas experiencias que acaso hayan conquistado su curiosidad, su interés o su inercia.

Hasta aquí la historia de la foto, la que puede ser contada. Su realidad ahora no la sabremos del todo, faltan referencias ciertas desde el traslado de la BMC a Anse-à-Galets. Muchos pensamientos duros lleva el hombre en la cabeza. Sin embargo, prefiero pensar que Ezequiel vive en su isla el paso lento del tiempo sin zozobras ni amarguras y que, a veces, recuerda y sonríe con una mezcla de pena y alegría.