Reden und Ansprachen

Comparecencia del Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba y Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, a través de la radio y la televisión nacionales, sobre la zafra azucarera de 1970, el 20 de mayo de 1970, “Año de los Diez Millones”.

Datum: 

20/05/1970

Manolo Ortega.-  Inmediatamente, tal como había sido anunciado, el Primer Secretario de nuestro Partido y Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, Comandante Fidel Castro, se dirigirá al pueblo de Cuba a través de todas las emisoras de radio y televisión.

Con ustedes nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro.

Cmdte.-  Les ruego que me excusen haber llegado un poco tarde, casi 45 minutos fuera de hora, a esta comparecencia, por la necesidad de recopilar una gran cantidad de datos en bastante breve tiempo, con vistas al informe que queríamos hacer en la noche de hoy.
Más adelante explicaremos precisamente la oportunidad en que nosotros queríamos hacer el informe de la zafra, y las razones por las cuales salió a relucir ayer este problema.

Quiero comenzar por recordar el origen del plan de los 10 millones de toneladas de azúcar.

Desde que se iniciaron las relaciones de intercambio comercial con la Unión Soviética, a raíz de las agresiones de Estados Unidos, que nos privó de nuestra cuota azucarera, en aquella ocasión pues la URSS comenzó a comprar el azúcar excedente que había perdido el mercado americano.

Y los primeros azúcares que ellos compraron, los compraron más o menos a los precios que tenía el mercado internacional.

El azúcar, como ustedes saben, una parte de ella se vende en lo que llaman el mercado libre, y otra se vende mediante convenios entre distintos países.  Los precios del azúcar varían.  Por lo general son más altos los precios de convenio que los precios del mercado libre.  Una gran parte del azúcar incluso se comercializa en el mundo a través de los convenios.

Desde luego que dada la situación en que se encontraba nuestro país, que tenía necesidad de traer todo el petróleo, una serie de materias primas, alimentos y de equipos de la Unión Soviética, no había ninguna otra posibilidad de adquirirlos si no era recibiéndolos de la Unión Soviética.

Como consecuencia de ello, las importaciones nuestras, procedentes de la URSS, crecieron notablemente, mientras nuestras capacidades de pago eran limitadas.  Estaban limitadas las cantidades de azúcar que nosotros podíamos venderles, y algunos otros productos que también fueron vendidos a la Unión Soviética después que vino el bloqueo de Estados Unidos.

De los productos que nosotros exportábamos, el azúcar era el número uno.  Después algunas cantidades de mineral, pequeñas cantidades de tabaco, etcétera.  Es decir:  azúcar, níquel, pequeñas partidas de tabaco, de ron, eran fundamentalmente las exportaciones que tenía nuestro país, los renglones principales.

En las condiciones que se crearon con el bloqueo de Estados Unidos, nosotros teníamos dificultades para adquirir en los demás mercados.  No solo dificultades de divisas, sino incluso dificultades prácticas aun teniendo las divisas.

De manera que en el campo socialista, y fundamentalmente en la Unión Soviética, fue donde nosotros empezamos a adquirir un gran número de rubros, de mercancías y productos necesarios para nuestra economía.

Como consecuencia de ello y de las necesidades de un país en desarrollo, digamos incluso también que un país desorganizado —como es todo país en la primera fase de un proceso revolucionario—, el desbalance comercial con la Unión Soviética crecía todos los años.  Y como a la vez nuestras necesidades de importaciones para el desarrollo del país aumentaban, y tenían que aumentarse todos los años, tanto si queríamos incrementar el estándar de vida aunque fuese en un modesto tanto por ciento todos los años, como para desarrollar la economía del país, en los análisis perspectivos del desarrollo de nuestra economía se veía que las importaciones iban a crecer notablemente y que, en cambio, las exportaciones no podían crecer.  Porque, aparte del azúcar, el níquel, que nosotros exportábamos a la Unión Soviética tenía un limitante, que eran las capacidades de nuestra industria minera.  Las instalaciones de níquel son instalaciones sumamente caras, que requieren muchas inversiones, que requieren años, y que llevan tiempo en investigaciones, proyectos, antes de que se puedan poner en producción.

Los demás rubros de nuestras exportaciones eran también muy limitados.  No existía más que una posibilidad de incrementar las exportaciones a la Unión Soviética:  el azúcar.
Y como consecuencia de ello nosotros propusimos a la Unión Soviética establecer un convenio de exportación de azúcar a largo plazo, de manera que pudieran irse satisfaciendo las crecientes necesidades de nuestra economía, y sobre todo de nuestro desarrollo.

El azúcar era el único producto, prácticamente, cuyas exportaciones nosotros podíamos incrementar más rápidamente.  Primero:  porque había alguna capacidad industrial subutilizada.  Segundo:  porque había muchos centrales azucareros que, con relativamente pequeñas inversiones, podían incrementar su producción; en algunos tenían, por ejemplo, instalaciones para capacidad, pero con “cuellos de botella” que impedían el incremento de la producción, que con determinadas inversiones podía resolverse y podía ampliarse, aparte de que podíamos ampliar también el período de zafra.

Inicialmente en los planes de desarrollo de la Revolución se contemplaba la exportación de 3 millones de toneladas de azúcar a la Unión Soviética al precio de cuatro centavos.  Eso equivale más o menos a 88 pesos la tonelada, y habrían significado exportaciones de azúcar por 264 millones de pesos.

Cuando se analizaban las necesidades de las importaciones, la diferencia se ampliaba cada vez más por cada año que transcurriera.  Si nosotros limitábamos nuestras exportaciones —aunque una cantidad de 3 millones se habría considerado una cantidad considerable, y a un precio de cuatro centavos, que era un precio más o menos que tenía el mercado por aquellos tiempos—, de esa forma habría sido imposible prácticamente establecer ninguna base sólida para el incremento de las importaciones que el país necesitaba.

Entonces propusimos a la Unión Soviética un convenio a largo plazo, partiendo de las posibilidades nuestras de incrementar la producción azucarera.

De manera que, como consecuencia de la aceptación por el gobierno soviético de las proposiciones de Cuba, se acordó ir incrementando las exportaciones hasta llegar a 5 millones de toneladas de azúcar.  Pero, además, a un precio no de cuatro centavos, sino de 6,11.

De manera que en los planes perspectivos el valor de esas exportaciones por año se aumentaría de 264 millones de pesos a 672 millones.

De manera que el proyecto inicial de 3 millones a la URSS era parte de un plan perspectivo, con una producción azucarera de unos 7 millones a 7 millones y medio de toneladas por año.

Con una exportación de 5 millones de toneladas, al precio de 6,11 centavos la libra, el aumento de las exportaciones equivalía a 408 millones de pesos adicionales.

Hay que decir que las necesidades de desarrollo de un país son tantas, que aun con ese enorme incremento, aun así, apenas alcanza a poder establecer un comercio mediante el cual nosotros podamos satisfacer todas nuestras necesidades.

Hay que tener en cuenta que solo de combustible nuestro país consume más de 5 millones de toneladas al año; las nuevas plantas termoeléctricas, industrias que se han ido adquiriendo, toda una serie de adquisiciones de equipos, de materias primas, y además también los alimentos, puesto que de la Unión Soviética nosotros importamos grandes cantidades de alimentos, especialmente cereales, y entre los cereales especialmente el trigo.

De manera que esta era la causa, la necesidad de hacer un gran plan de incremento de las exportaciones azucareras.  No obedeció ni mucho menos a un capricho, ni al propósito de plantear metas difíciles u obtener glorias haciendo 10 millones de toneladas de azúcar, sino a una necesidad real.  Y además, la única posibilidad que tenía nuestro país, el único terreno en que, aprovechando las tierras, logrando incrementar la producción por hectárea, aprovechando toda la capacidad instalada, ampliando los períodos de zafra y haciendo algunas inversiones, podíamos incrementar nuestras exportaciones en 400 millones de pesos.

Esa es la base económica, el fundamento del plan de los 10 millones.

Cuando se hablaba de 3 millones era sobre la base de una producción azucarera de 7 a 7,5, cuando se hablaba de 5 millones había que elevar la producción azucarera a 10 millones aproximadamente; puesto que no solamente surgió el mercado soviético, surgieron otros mercados en todo el campo socialista, se ampliaron nuestras exportaciones de azúcar.  De manera que teníamos que satisfacer el convenio sumamente satisfactorio para nosotros que habíamos hecho con la Unión Soviética y teníamos que satisfacer otros convenios con países socialistas y teníamos que satisfacer también las exportaciones en el área de divisas convertibles y, además, las necesidades de consumo de azúcar interno que se triplicaron prácticamente.  De ahí es de donde surgen los 10 millones.

Y había algunas personas que dudaban sobre si había mercados para los 10 millones.  Y no es problema de los mercados.  El problema de nuestro país desde que se abrieron ampliamente las relaciones con el campo socialista, a pesar del bloqueo, ¡a pesar del bloqueo!, los problemas del país no son problemas de mercados, sino en todo caso problemas de producción.  Nuestro país realmente tiene y puede tener mercados para cualquier cantidad de azúcar que produzca.

De ahí parte el plan de elevar la producción azucarera hasta los 10 millones.
Eso suponía un programa gradual de incremento de la producción por año; suponía, además, un plan de inversiones.

Hay que decir que, desde luego, 10 millones eran la culminación.  Anteriormente había que producir 6, 7, 8, 9 progresivamente.  Y en realidad, en los años 1964, 1965, 1966, 1967 y 1968 no se produjo  el incremento de la producción azucarera por diversas razones de diversos tipos, en algunos casos influyeron factores como la sequía y en otros insuficiencia de medios y también —digamos— fundamentalmente insuficiencia de capacidad en la organización y en la dirección de todas esas actividades para lograr esos incrementos.

De manera que, por ejemplo, en el año 1963 nosotros tuvimos la zafra más baja de toda la historia:  3 882 000.  En 1964, 4 474 000. Después en 1965 fue la más grande de ese período:  6 156 000; en 1966, 4 537 000.  Incluso, con las sequías bajaban y subían las zafras.  En 1967 fue de 6 236 000; en 1968, 5 164 000; en 1969 bajó a 4 459 000.
De manera que realmente en 1968 había que producir aproximadamente 8 millones y en el 1969, 9 millones.  Todo gradualmente.

Ya en 1966, a fines de 1966, que había sido un año de zafra muy baja, de 4 537 000, se celebró una reunión de todos los factores de la agricultura, la industria y el gobierno, para adoptar un esfuerzo serio, y sobre todo un esfuerzo máximo, con vistas a incrementar  la producción azucarera en el terreno agrícola y culminar la zafra de los 10 millones y recuperar en los dos años que nos quedaban prácticamente el incremento que debió haberse venido realizando durante un período de seis años.

También nuestro país en ese momento contemplaba la posibilidad de disponer de más recursos.  Incluso, en esa reunión que se celebra los días 26 y 27 de noviembre de 1966, se preveía que todavía en 1967 no íbamos a poder realizar grandes incrementos de siembra, puesto que faltaban buldózeres, faltaban medios que estaban adquiridos y que ingresarían en el país en el año 1967; pero que en 1968, aun ya muy próximo a 1970, íbamos a disponer de los medios y de los recursos para hacer las siembras; y si no habíamos podido alcanzar las metas en los años anteriores, habíamos estado realmente muy lejos de ello, hacer un supremo esfuerzo por alcanzar la meta correspondiente a 1970.  Porque parejamente con este plan se venía desarrollando todo el programa de inversiones industriales.

Nunca se había planteado la cuestión de la industria como limitante de la producción, sino la cuestión de la agricultura.  Realmente no se producía más azúcar no porque no hubiera capacidad en los centrales, sino siempre porque no había caña, es decir, no había materia prima para hacer la zafra.  Y todos los años, incluso, quedaba capacidad subutilizada, aunque se venían haciendo los planes con vistas al año 1970, por lo menos culminar en el año 1970 con los 10 millones.

La reunión de que hablo se celebró en la ciudad de Santa Clara durante dos días.  Fue muy amplia.  Se tomaron taquigráficamente todas las notas de todos aquellos largos informes, análisis, con vistas a determinar ya con toda precisión el área que había que sembrar de caña, los rendimientos; área central por central, porque había centrales que tenían capacidad excedente y no tenían tierras, otros que les sobraba tierra y tenían poca capacidad industrial.  En fin, conciliar los criterios industriales con los criterios agrícolas, a fin de que se dispusiera de toda la caña para alcanzar en 1970 los 10 millones.

Y en esa reunión se precisaron todas las cifras de las caballerías a sembrar, de las cañas que se necesitaban para la zafra de los 10 millones en cada provincia, los rendimientos que debían alcanzarse.  Y fue bastante amplia y bastante minuciosa.

Esa reunión sirvió de punto de partida para todo el programa ulterior.  En esas reuniones se dijeron cosas en realidad bastante interesantes.  Había una serie de criterios y cuestiones, discusiones sobre variedades y otras cuestiones que son bastante interesantes.  Pero lo elemental, lo que quiero señalar aquí, son las cifras que se acordaron de siembra y de producción para la zafra de los 10 millones, es decir para la zafra de 1970.

Había que sembrar en total unas 110 000, 112 000 caballerías.  El programa se distribuyó de esta forma:

La provincia de Oriente debía disponer de 2 190 millones de arrobas con un rendimiento aproximado de 12,70, para alcanzar una producción de 3 196 000 toneladas de azúcar.  Camagüey 1 999,5 millones de arrobas, con 12% de rendimiento para una producción de 2 750 000 toneladas.  Las Villas de 1 544 millones, con un rendimiento de 12,54, para una producción de 2 225 000 toneladas.  Matanzas de 722 millones de arrobas, con un rendimiento azucarero de 11,9 para una producción de 987 000 toneladas.  La Habana, incluido los cuatro centrales que pasaron de la provincia de Pinar del Río, que pasaron con los planes acordados en Santa Clara, debía producir 505 millones de arrobas, con un 12% de rendimiento, para una producción de 697 000 toneladas.  Y pinar del Río, después de segregarle los cuatro centrales, 120 millones de arrobas, con un 12% de rendimiento, una producción de 167 000 toneladas.  Esto arrojaba la cifra de 10 027 000 toneladas de azúcar.

Ahora, ¿cómo se establecieron más o menos los rendimientos azucareros?  En aquella ocasión se discutió mucho sobre la parte agrícola, los rendimientos en caña.  Los rendimientos azucareros se hicieron tomando en consideración los rendimientos históricos prácticamente.  En parte los históricos y en parte también los rendimientos de la época del capitalismo, teniendo en cuenta dos factores:  que la zafra iba a ser un poco más prolongada y en una zafra más prolongada es más difícil acumular rendimientos muy altos.  Pero a la vez se tenía en cuenta que casi toda la caña de la época capitalista era caña de variedades que ya estaban superadas, tanto en producción de caña como en producción de azúcar por nuevas variedades que se estaban ampliando rápidamente.
Y, por ejemplo, el rendimiento que se adoptó para la provincia de Oriente, 12,70, es un rendimiento igual al de la zafra capitalista de 1952.

La zafra capitalista de 1952 fue la más grande, fue el último año después de la guerra en que se hizo zafra sin restricción.  El mismo año del golpe de Estado, después que toman el poder los golpistas el 10 de marzo, anuncian que ese sería el último año de zafra libre.  Entonces los capitalistas trataron de cortar hasta la última caña.  Incluso se afirma que en algunos casos alteraron las cifras, considerando que las cuotas que le darían ulteriormente iban a estar en proporción con la caña que molieran ese año.  Y fue cuando hicieron su famosa zafra de 7 298 000 toneladas base 96, que fue la más grande que ellos hicieron jamás.  Y después incluso guardaron azúcar, 2 millones de toneladas.   
Pero vamos a considerar esa cifra como cifra válida en cuanto a volumen total de producción.  

Se han recogido las estadísticas de la producción provincia por provincia, rendimiento por rendimiento.  Y en ese año con variedades de caña interiores a las variedades que nosotros tenemos hoy, ellos alcanzaron un rendimiento de 12,70 en los centrales de Oriente.  Y ese fue el rendimiento que se estableció para la provincia de Oriente.

Camagüey había alcanzado ese año un rendimiento de 12,26.  Sin embargo, se calculó un rendimiento aproximadamente de 12.  Porque prácticamente solo a dos provincias se les señalaron rendimientos por encima de los que habían tenido en la zafra capitalista de 1952.

Por ejemplo, se había calculado, a grosso modo, un rendimiento global nacional de 12,30 en aquella ocasión.

Yo he estado tratando de precisar todos los datos de cada una de las demás provincias, y por eso aunque era 12,30 globalmente algunas provincias —históricamente por su clima y por su tierra— deberían obtener rendimientos mayores de 12,30 y otras en cambio rendimientos menores.

Pero tenemos que solo a dos provincias:  la provincia de Las Villas, cuyo rendimiento en la zafra de 1952 era 11,98, se le señalaba un rendimiento de 12,54.  Este rendimiento de 12,54 era por los rendimientos que había estado obteniendo Las Villas en los últimos años.

En cambio, Matanzas había venido teniendo un rendimiento mucho más bajo.  Pero en el año 1952 había tenido un rendimiento de 12,17.  En Santa Clara se señaló la cifra de 11,9 de rendimiento; es decir, más bajo que el que había tenido en 1952.

La Habana había tenido en 1952, 11,75.  Se estableció para 1970 un rendimiento superior, 12%, también atendiendo a los rendimientos históricos en los últimos años.
De manera que dos provincias debían obtener rendimientos de los de 1952:  Las Villas y La Habana.

Una provincia que debía obtener un rendimiento similar, Oriente, y las otras —Camagüey y Pinar del Río— rendimientos por debajo de 1952.

De manera que en la reunión de Santa Clara no se establecieron rendimientos exagerados, porque eran rendimientos que estaban acordes con lo que se había venido obteniendo con cañas de inferior calidad.

Y realmente no era una preocupación muy grande en aquella fecha la cuestión de los rendimientos en azúcar, porque se conocían los magníficos rendimientos en azúcar que podían alcanzarse con las nuevas variedades.  Y casi todas las nuevas siembras eran en base de nuevas variedades, que ya habían venido reemplazando las variedades en la época capitalista.

La gran zafra capitalista se produjo con un rendimiento nacional de 12,25.  Más exactamente:  12,258, casi 12,26.  La zafra de 1970, con variedades mucho mejores, se estableció sobre la base de 12,30, distribuido en la forma indicada anteriormente.

Ahora bien, vamos a señalar otras cifras que son las cifras de cuando se inicia la zafra.
Me faltaba añadir que la cantidad total de caña necesaria para la zafra de los 10 millones acordada en la reunión de Santa Clara fue de 7 081 millones de arrobas de caña, ¡siete mil ochenta y un millones de arrobas de caña!

Desde luego, se trabajó para contar con una cantidad de caña mucho mayor, porque no era lógico hacer un programa limitándose a producir solamente esa cantidad.
De ahí que en algunas provincias donde había excedentes de capacidad industrial adoptamos la política de crear una reserva de caña por si se producía algún déficit, en otras.

Y por ejemplo en la provincia de La Habana y de Matanzas se adoptó esa política... Porque cuando la reunión de Las Villas se discutió mucho acerca de que en Matanzas y en La Habana no había tierras.  La vieja teoría de que estaba todo cultivado, y no había agua ni tierras.

Pero después de aquella reunión nosotros nos dimos a la tarea de ver todas las posibilidades de incremento de la producción de caña en La Habana y matanzas, porque iban a quedar con capacidades industriales subutilizadas y se hizo un esfuerzo para crear una reserva adicional de caña por encima de las cifras señaladas, y además contar con cantidades adicionales de azúcar.

En realidad se trazó la orientación a todas las provincias de no limitarse a las siembras de caña necesarias para aquella cifra, sino tratar de superar la meta de las cantidades de caña consideradas necesarias para la zafra de 1970.

Cuando se inicia la zafra... La zafra tiene primero una fase, la de verano y después la fase masiva que se inicia a fines de octubre.

En el acto del Chaplin nosotros por aquellos días calculábamos, según estimados, una cantidad de caña de unos 7 500 millones de arrobas.  Fue el resultado de los estimados que se habían hecho para la zafra.  Es decir, de la caña que se disponía para la zafra una parte de la cual se había cortado en verano.  En ese período se cortaron unos
180 millones de arrobas.  Eso fue determinado fundamentalmente por necesidades de compromisos que tenía que cumplir el país, de entrega de azúcar que tenía que hacer antes de fin de año.  Y se hizo aquel esfuerzo en el verano.

Cuando el acto del Chaplin nosotros señalamos:  “Necesitamos 7 300 millones de arrobas de caña con rendimientos de 11,75 para alcanzar la cifra de los 10 millones.”
“Según los estimados existe caña, aproximadamente unos 7 500 millones de arrobas.
“El rendimiento que se pretende es 11,75 físico.  En base 96 será aproximadamente de 11,90 a 11,95, con base de polarización 96, que es la cifra histórica que se ha tomado en nuestro país” —debí haber dicho el dato histórico—, “el dato histórico que se ha tomado en nuestro país y se toma en el mundo para medir las toneladas de azúcar.”

Entonces añadía:

“Esto significa que el país dispone de caña suficiente para producir unos 10 300 000 a 10 400 000 toneladas de azúcar”, basándose en el estimado de 7 500 millones con ese rendimiento de 11,95 base 96, que era incluso inferior al que se había programado en Santa Clara.

En realidad se comienza la zafra partiendo de que había un excedente de caña.
Entonces, a pesar de eso, el problema de los rendimientos se enfatizó mucho, tanto en aquella reunión como en gestiones, publicaciones y divulgaciones posteriores y en la comparecencia siguiente por televisión. Yo quiero señalar algunos de los párrafos fundamentales en que estos puntos fueron precisados, cuando la reunión del Chaplin.

Decía:  “Factores que favorecen el alto rendimiento y que contrarrestan los efectos de la zafra prolongada y en algunos casos precoz, es la composición de cepas.  En ningún año anterior, en ninguna zafra anterior dispuso nuestro país de un nivel tan alto de cañas, que son de madurez temprana y de madurez media.  La mayor parte de la caña era antes de la variedad 2878, casi el 80% era de esa variedad, que es una caña de madurez tardía.  En muchas ocasiones la necesidad de cortar en meses tempranos ese tipo de caña influía en los rendimientos de azúcar.

“Sin embargo, ya en esta ocasión la cantidad de caña 2878 se ha reducido considerablemente, y más del 50% de las cañas son de madurez temprana o media.”  Podía haber añadido:   y de rendimientos azucareros más altos.

Señalábamos una serie de factores muy importantes en la zafra, y exponíamos:
“En lo que se refiere al corte de caña, un primer factor de extraordinaria importancia es el programa de corte.  Es decir que toda esa caña de diferentes variedades, de diferentes edades, deben ser cortadas en cada central de acuerdo con un programa.

“Hay otro punto tan importante como el que acabamos de mencionar, decisivo para la zafra, y es la cuestión de la frescura de la caña:  el tiempo mínimo entre el momento del corte y el momento de la molida.

“Todo el mundo —todos los trabajadores, todo el pueblo— ha escuchado muchas veces que si una caña se corta y tarda días en llegar al central, sufre pérdidas en peso de la caña y pérdidas en los rendimientos de azúcar.  Todos lo hemos oído muchas veces.  Sin embargo, es posible que la inmensa mayoría ignoráramos hasta qué punto la caña atrasada puede afectar los rendimientos de azúcar.”  Y señalábamos un dato que se había tomado de una investigación hecha en Camagüey.

A continuación expresé:

“La caña necesaria para producir 10 millones de toneladas de azúcar, con un promedio de 48 horas de cortada esa misma caña, llegando al central con siete días de cortada produciría aproximadamente 8 millones de toneladas de azúcar.

“Vean qué diferencia:  entre un promedio de dos días y un promedio de siete días, la misma caña necesaria para producir 10 millones de toneladas produciría solamente 8 millones de toneladas.  Esto, sin contar los inconvenientes que la caña atrasada tiene en el proceso industrial, sobre todo el problema de las inversiones del azúcar, que crea y multiplica las dificultades en el proceso industrial.

“Por tanto, es importante que todo el mundo conozca estas cifras, y conozca todo el mundo la importancia decisiva de llevar cañas frescas a los centrales, y de coordinar el esfuerzo y el trabajo, organizarlo y dirigirlo de manera que estos principios con relación al tiempo de molida de la caña se hagan de manera adecuada y se cumplan estrictamente.

“Pero a la vez, en el campo todavía quedan otros aspectos, como es el problema de la caña que queda, caña cortada que queda en el campo, y que a veces puede ser un cinco, un ocho, un diez por ciento.  Un 5% en una zafra de 10 millones de toneladas de azúcar, significa caña suficiente para producir medio millón de toneladas”.

Después añadíamos:

“Ninguno de estos factores puede ser desatendido, ninguno de estos factores puede ser descuidado, porque la suma de esas cañas que quedan en el campo, quedan en los caminos, quedan en la vía, puede llegar a equivaler hasta un millón de toneladas de azúcar.

“Y el cumplimiento de las normas técnicas de corte y alza influyen también grandemente en el proceso industrial de caña.”

De manera que el énfasis incluso en el inicio de la zafra se puso en todas aquellas cuestiones que podían incidir con los rendimientos de azúcar desde el punto de vista del corte de la caña, el programa, la frescura de las cañas, las variedades, todo eso.

Es decir, combatir, superar todos esos factores o esas posibles deficiencias en el campo de la agricultura con vistas a los rendimientos industriales del azúcar.  No se puso tanto énfasis en el problema de los rendimientos en el central.  No se puso tanto énfasis puesto que nunca había sido el problema...  En años anteriores se habían logrado muy buenos rendimientos en los centrales, aun sin programa de corte, sin cañas frescas, sin ninguna de esas medidas que nunca se habían enfatizado tanto, como se habían enfatizado para esta zafra del año 1970.

En los primeros meses de zafra, noviembre y diciembre, estaban moliendo principalmente La Habana y Matanzas y los rendimientos que estaban teniendo en ese momento estaban por encima de lo calculado para esa fecha, porque se estaba demostrando en realidad la influencia que pueden tener las variedades nuevas.

La provincia de La Habana empezó a cortar las cañas de madurez temprana el 28 de octubre en casi todos los centrales.

No obstante, cuando vimos que algunos de los centrales, por alguna razón, tenían bajo rendimiento, se tomaron las medidas de parar esos centrales; es decir, una política de defender los rendimientos desde el principio.  Eso se fue haciendo cada vez más evidente.

En el mes de diciembre, ya en la provincia de Oriente el compañero Guillermo nos expone la situación complicada que existía con las inversiones industriales de la provincia.

Nos comunica que hay una situación complicada, que están muy atrasadas las inversiones industriales, y que como consecuencia se iban a crear problemas en la zafra.

Nosotros nos trasladamos a la provincia de Oriente, hicimos una amplia reunión para analizar todos los problemas; también fue el compañero Almeida, llevó a los compañeros de Inversiones Industriales.  Se hizo un análisis.  Y ya la situación empezaba a comprometerse en diciembre.  Todavía en aquella época no habían surgido las posibilidades de transporte mediante camiones, pero ya había centrales que iban a terminar la zafra tardísimo, como consecuencia de los retrasos que ya en diciembre se habían producido.

Teníamos los centrales “Guiteras”, “Menéndez” y “Argelia Libre” que era donde más caña se había acumulado, que por las inversiones que se habían venido haciendo en los años anteriores pues se les había ido quedando algunas cantidades de caña.  Y además, pues eran los centrales que tenían enormes excedentes de caña y donde los problemas industriales ya estaban empezando a incidir en la zafra.

Ya en el mes de diciembre se empezaron a tomar medidas en esa provincia central por central.  Se analizó central por central cada uno de los puntos críticos.  Se tomaron decisiones, puesto que ya veíamos que nos íbamos a enfrentar claramente a zafra en primavera, puesto que ya el central “Guiteras” y estos centrales iban a terminar en julio la zafra.  Y por lo tanto había que empezarse a preparar desde entonces para hacer la zafra de primavera.

Entonces se empezó analizando el central Manatí, todas las cañas que tenía, todas las medidas a tomar, los problemas topográficos de la zona.  El “Antonio Guiteras”...  El “Antonio Guiteras” tenía 207 millones de arrobas a moler del “Urbano Noris”.  Se analizó el estado de las inversiones, uno por uno, y las medidas a tomar; se adoptó la decisión de parar todos los caminos y carreteras de montaña, toda obra vial que no estuviera relacionada con la caña.  Y se concentraron todos esos medios de la provincia, todos, en caminos.  Se concentraron incluso los medios de presas, algunas presas que iban a comenzarse; se dejaron algunas brigadas terminando la presa de Nipe, Sabanilla, y tres brigadas de presas con todos sus medios pasaron a trabajar, una de ellas en el plan de arroz y dos en la caña, tomando desde diciembre todas las medidas de aseguramiento.

Eso fue los primeros días de diciembre.  Y después, a mediados de diciembre, la cosa seguía igual; la provincia tenía que alcanzar 12 millones en diciembre, no lo alcanzaba por los problemas de los retrasos industriales, incluso eso obligó en cierta medida a arrancar algunos centrales un poco antes puesto que había que hacer entregas de azúcar, porque los colosos no molían.

Después la situación en enero sigue igual, y por tanto todo esto iba empeorándose.  Ya en el central “Guiteras” la línea de ferrocarril no resolvía:  ya no eran 30, ya eran como 70 millones los que le iban a sobrar; y además de todo eso, no aparecía la solución.  Fue precisamente esta compleja situación del “Guiteras” lo que da lugar a que surja, buscando una solución, la idea de los camiones; es decir, no depender de la línea, porque el camión es más flexible y puede llevar caña a algunos centrales que terminaban temprano como el Río Cauto y otros centrales, con relación a los cuales no se podía hacer una vinculación por ferrocarril.

Entonces volvemos a la provincia de Oriente y hacemos un análisis de la situación.  Y también pues vimos problemas similares en Camagüey y en Las Villas, sobre todo los problemas de los rendimientos.  Se hacía evidente que si continuábamos a aquel ritmo, con los rendimientos...  Los rendimientos nos preocupaban en dos aspectos:  en ese momento porque estaban por debajo de lo que debían estar, y en segundo lugar porque si todas esas cañas se iban a moler en julio, se iban a moler con un rendimiento bajo.

Se calcularon las cañas que quedaban y se consideró que había que alcanzar un rendimiento razonable para hacer los 10 millones con esas cañas; y que, desde luego, sí seguían esos rendimientos y si contábamos con centrales que iban a moler en agosto y septiembre —porque ya el “Guiteras” estaba para terminar en septiembre a pesar de la línea—, entonces no se podían alcanzar los rendimientos suficientes para los 10 millones, y que por lo tanto se iba a perder la batalla de los 10 millones, a la mitad del camino.  A la mitad del camino se iba a perder la batalla si seguíamos con esos rendimientos.  Fue cuando se tomaron un gran número de medidas, sobre todo con relación a la provincia de Oriente.

Me olvidaba señalar que a los efectos de poder en el mes de diciembre darle un impulso grande a las inversiones que estaban por terminar —las inversiones atrasadas— se decidió utilizar la Brigada Comunista de Cienfuegos, que es nuestra mejor brigada de construcciones industriales, y entera la brigada se mandó a Oriente.

Se tomó esta decisión este mismo día 4 de diciembre, para que con el nivel, el espíritu de trabajo y la calidad de los obreros de la Brigada Comunista de Cienfuegos le dieran un impulso vigoroso, como una de las medidas para poder garantizar que estos centrales pudieran moler lo que debían moler.

Después de aquel viaje nosotros vinimos a la televisión para dar una explicación de la situación.

En aquellos momentos incluso los estimados de caña se habían aumentado, el estimado de 7 500 millones.  ¿Por qué?  Porque había estado lloviendo en Las Villas y en Camagüey, incluso en Oriente en enero llovió fuerte, de manera que las lluvias estaban chocando contra los rendimientos y eran uno de los factores que estaban incidiendo en el problema.

Pero lógicamente las lluvias también podrían aumentar las cantidades disponibles de caña.  De manera que se veía, de acuerdo con los estimados en aquel momento, la posibilidad de asegurar los 10 millones, siempre y cuando defendiéramos los rendimientos por encima de todo.  Y desde luego se adopta todo el plan de movimiento de caña para evitar tener que estar moliendo caña en julio y que los rendimientos decayesen al final.  Todo un programa de acuerdo con la curva histórica:  se pararon algunos centrales que estaban adelantados, que iban a terminar a mediados de abril, y se tomaron todas aquellas medidas que fueron ampliamente explicadas en aquella ocasión con todos los detalles.

Después se tomaron nuevas medidas, porque la situación era una en un momento determinado y después se complicaba más, pues se toma una decisión a fines de enero o principios de febrero, se calcula que un central eleva su capacidad a mediados de febrero y resulta que a mediados de febrero está igual, y llega abril y está igual, y llega a fines de abril y está igual, y entonces cada nueva dilación en la entrada en producción de determinadas capacidades nos obligaba a nuevos movimientos, nuevas maniobras.

En aquella ocasión nosotros hicimos un informe de la situación de la zafra, en que la estrategia se guiaba fundamentalmente a defender los rendimientos.

Entonces explicábamos:  “En primer lugar las dificultades de la zafra se concentran principalmente en las provincias de Oriente, Las Villas y Camagüey.  En el resto de las provincias, es decir:  Matanzas, La Habana y Pinar del Río, la zafra está marchando perfectamente.

“En algunas de las provincias, como Camagüey, el problema  no está en la molida diaria.  La provincia de Camagüey ha ido alcanzando una molida satisfactoria.  En Camagüey el problema fundamental se concentra en algunos centrales que nosotros calificamos de críticos, y en los rendimientos comparativamente más bajos.  Digo comparativamente más bajos porque los rendimientos de Camagüey están más o menos próximos a los rendimientos históricos de la provincia; pero comparativamente con los rendimientos de Matanzas, de La Habana y de Pinar del Río, en aquellos momentos estaban más bajos.  
Es decir, mientras en estas provincias se está produciendo un rendimiento que supera la curva histórica de los rendimientos, en la provincia de Camagüey no se estaba comportando de la misma manera.

“En la provincia de Las Villas los rendimientos se están portando bastante bien, pero existen los problemas de la molida, y sobre todo los problemas con algunos centrales críticos.

“Y las dificultades mayores se concentran en la provincia de Oriente.  Esas dificultades están relacionadas con el monto de la molida, en primer lugar, y en cierto sentido también con los rendimientos.

“La zafra es una actividad que se desenvuelve en 152 lugares del país.  Las cifras abstractas tienen un valor relativo, las cifras globales.  Para poder evaluar una cifra global es necesario ubicar esas cifras en cada uno de los puntos donde se está llevando a cabo la zafra.

¿Qué quiero decir?  Un día puede estar la molida un poco más baja, pero si ese día los centrales que tienen exceso de caña y que tienen problemas muelen al máximo, aunque la molida global sea un poco más baja, no es un inconveniente de mayor importancia.  Puede haber, incluso, una molida alta y encontrarnos con que los centrales llamados críticos tengan una molida relativamente baja, y entonces, aunque globalmente aparezca bien la marcha de la zafara en esa provincia, sin embargo, los inconvenientes son mayores.

“Ahora, hay centrales que tienen excedentes de caña y tienen problemas industriales.  Esos son los verdaderamente críticos, porque los centrales que están funcionando bien se pueden llevar al máximo de la molida y se puede ir ganando tiempo y se puede resolver el problema.  Ahora, los centrales que tienen excedentes de caña y problemas industriales, esos centrales sí ya constituyen un problema un poco más complicado.”
Entonces nosotros dijimos algo sobre cómo estaba marchando la zafra en la provincia, en cuanto al aspecto humano, al aspecto obrero.

“Vamos a precisar el problema de la provincia de Oriente, en primer lugar, porque es el más complicado.

“Se veía que la provincia de Oriente estaba alcanzando molidas de 9 millones, ocasionalmente de 10, siendo así que era imprescindible que alcanzara una molida mayor para poder realizar satisfactoriamente su zafra.  Y muchos se preguntaban en qué consistía el problema, si el problema estaba en la fuerza de trabajo, si el problema estaba en las dificultades industriales o si el problema era de organización; y si los rendimientos de Oriente no se comportaban de acuerdo con el plan, por qué ocurría eso; si había un buen programa de corte, si se estaban cortando cañas frescas, si estaba bien o mal organizada la zafra.

“En el interés de poder precisar sobre el terreno los problemas de la provincia de Oriente nosotros viajamos de nuevo a la provincia y estuvimos cerca de dos semanas allí.  Ya habíamos estado anteriormente, en el mes de diciembre, viendo los problemas, los atrasos en las inversiones industriales, y adoptando una serie de medidas para acelerar la terminación de las inversiones industriales.

“En esta ocasión nosotros hemos podido precisar, pero con toda objetividad, el problema fundamental de la provincia de Oriente, que no ha estado hasta el momento en la fuerza de trabajo, no ha estado en el problema de las cañas frescas o cañas viejas para llevar a los centrales; en fin, no ha estado en ninguno de esos puntos.

“En cuanto al ánimo de los trabajadores de la provincia de Oriente, es magnífico.  El espíritu de trabajo de los cuadros, de los dirigentes de la provincia se manifiesta muy bueno ciertamente.

“Las cañas se están moliendo de acuerdo con un programa, se están moliendo frescas.

“Existe una buena organización de la zafra.

“Ahora bien:  el problema número uno de Oriente es el problema de las inversiones industriales.  Eso es algo que se puede precisar con toda claridad.

“Para comprenderlo hay que decir lo siguiente:  que en la provincia de Oriente, que tiene 39 centrales, se hicieron inversiones importantes en 20 centrales.”
Expliqué los centrales, lo que tenían que moler, cuál era la situación de cada uno de ellos, el tanto por ciento que habían molido hasta ese momento.  Todo eso se resumía después en un párrafo que decía así:

“De manera que el problema fundamental de Oriente consiste en que centrales que tenían que tener una capacidad de 11 675 000 arrobas, tienen realmente en este momento 9 222 000.  De esos 20 centrales, dieciséis de ellos, los más importantes —que debían tener una capacidad de 10 673 000 arrobas—, tienen realmente una capacidad de 8 218 000 y han molido al 61,56% de su capacidad.”

Los centrales que no tenían inversiones industriales habían molida al 74,07.

De manera que teóricamente debían tener 11 millones esos 20 centrales, 11 675 000.  
Teóricamente tenían 9 222 000, y en realidad estaba moliendo a un poco más del 50% de su capacidad teórica.  No se podía hablar de 9 millones.  Habría que calcular 61,56% de 9 millones y se verá que eso es menos de 6 millones.

Ese problema era el problema número uno.

Se explicaban las causas de los retrasos, cómo algunos tándems habían llegado tarde...
Y se puede decir algo más incluso:  Hay equipos de centrales de la provincia de Oriente que todavía no han llegado al país, es decir, por razones —desde luego— que esas sí son ajenas por completo al país.  Pero hay algunos equipos que todavía no han llegado de algunos de esos centrales.

Después decíamos:  “El segundo problema en Oriente:  los rendimientos están bastante lejos de alcanzar las metas que se trazó la provincia.

“Sobre esto podemos decir dos cosas:  a nuestro juicio las metas de rendimiento que se trazó la provincia de Oriente, eran demasiado ambiciosas.”   Es decir que se habían trazado unas metas muy altas de rendimiento.

“Ellos, por ejemplo, para la primera decena de febrero pensaban alcanzar rendimientos de 13,56.  El rendimiento que se ha alcanzado es de 11,56, después de tomar un número de medidas.”  Es decir que estaba muy lejos del planeado.  Porque si el planeado era algo, el que se estaba logrando era muy bajo.

Y nosotros señalábamos una cuestión imprescindible:  ya en ese momento se podía ver con toda claridad que Oriente no podía cumplir los 3 196 000 toneladas, pero que había que luchar por los 3 millones de toneladas.

Nosotros decíamos:  “Aspiramos en Oriente a un rendimiento acumulado de febrero en adelante de 13,3, es decir, en la caña que faltaba por moler el primero de febrero.  Es menos que lo que ellos se habían planteado, pero perfectamente posible de acuerdo con la curva histórica y la calidad de las cañas.”

De manera que nosotros le redujimos el rendimiento que ellos tenían programado, y calculamos que la caña que les faltaba por moler debía alcanzar 13,3 de febrero en adelante para llegar a los 3 millones de toneladas.

En Las Villas debía alcanzar 12,5 de febrero en adelante.  Y en Camagüey también 12,5.

Eso habría implicado de todas maneras un incumplimiento en Oriente, también un incumplimiento en Camagüey a pesar de que se alcanzara el 12,5.  Pero que se pensaba compensar con posible sobrecumplimiento en Las Villas, en Matanzas y en La Habana.  En ese momento todavía quedaban esas posibilidades para compensar los déficit de Oriente y de Camagüey.  Pero sí era imprescindible que se alcanzaran rendimientos razonables con la caña que quedaba para llegar a los 10 millones.

En aquel momento, en aquella comparecencia el 9 de febrero de 1970, nosotros le llevábamos a la zafra capitalista, ¡a la más grande!, le llevábamos una ventaja de 1 860 000 toneladas.

Teníamos molido el día primero de febrero 2 540 millones de arrobas.  Quedaban por moler casi 5 000 millones según los estimados, ¡casi cinco mil millones!  De manera que en febrero se mantenían plenamente vigentes todas las posibilidades de alcanzar los 10 millones con un esfuerzo serio, y desde luego con todas las vinculaciones y luchando por los rendimientos.

Así que en esa ocasión se analizaron las dificultades, se expusieron, y además se adoptaron todas las medidas a tomar.

Adicionalmente se enviaron a Oriente los equipos de los organismos que con más eficiencia habían estado dirigiendo centrales en La Habana, además de grupos de economistas...  Y se hizo una movilización de cuantos recursos se pudo también para Camagüey.  Se empezaron a mover muchos recursos para la provincia de Camagüey para construir caminos; también para la provincia de Oriente, además de todo el problema de obtener los camiones necesarios para hacer las vinculaciones de caña en Oriente, Camagüey y Las Villas, para Oriente —desde ese período hasta ahora— se mandaron 519 camiones Zil-130 nuevos para el plan de vinculaciones.  Se mandaron algunos otros camiones reconstruidos.  En total unos 800 camiones, incluyendo algunos de la reserva del ejército que estaban en la provincia para tratar de superar las grandes dificultades de la provincia de Oriente.

Se le pidió á la Universidad que mandara de la Facultad de Tecnología, el mayor número de ingenieros y de estudiantes para los centrales  “Guiteras” y para “Jesús Menéndez”.  Se le pidió al MINAZ que concentrara el máximo de técnicos en el Argelia Libre para que ese central moliera, pues tenía que alcanzar 935 millones de arrobas diarias.

De manera que todas las medidas, pero todas, absolutamente todas las que podían ser tomadas en ese momento se tomaron.

Se hizo enorme hincapié en las provincias con el Partido, con las direcciones regionales, con todo el mundo en la lucha por los rendimientos.  A partir de ese momento la batalla de los rendimientos se convirtió en la batalla de la zafra de los 10 millones.  Si perdíamos esa batalla, se perdían los 10 millones, sin duda.

Si analizamos cómo se iban comportando los rendimientos por aquel período, pues se puede precisar que en un momento dado empezaban a responder.

Todos los centrales que se pararon, todos de los que estaban con zafra adelantada, cuando comenzaron a moler otra vez comenzaron con dos o tres arrobas más de rendimiento de azúcar, ¡todos!, sin excepción.  Fue notable el resultado.
Pero empezamos a descubrir también una serie de cosas, algo que nosotros no habíamos planteado aquí el 9 de febrero.  Habíamos hablado de que los rendimientos estaban por debajo de la curva histórica, y habíamos hablado de los problemas de la molida en Oriente.   Veíamos que los centrales con grandes inversiones nos afectaban porque reducían la molida porque nos iban a prolongar la zafra y nos iban a afectar los rendimientos al final al tener que moler en junio y julio cañas que podían estarse moliendo ya en febrero, marzo y abril, cuando tienen los mayores rendimientos.

Todavía no habíamos descubierto una cosa:  que los centrales con grandes inversiones no solo dejaban de moler sino que a las cañas que molían les extraían dos y a veces tres arrobas menos de azúcar por cada 100 de caña.  Se descubrió entonces.  

¿Cómo lo descubrimos realmente?  ¿O cómo se hizo patente de una manera notable que estaban dejando de extraerle el azúcar a la caña?  ¡Con las vinculaciones!  Se comenzaron a realizar vinculaciones.  Por ejemplo, la caña del “Cristino Naranjo” se comenzó a enviar al central “Arquímedes Colina”.  ¿Y qué se podía observar?  El “Cristino Naranjo” era uno de los centrales que tenía que estar moliendo 400 000, y no estaba moliendo ni 200 000, y hasta hubo que pararlo para terminar de hacer las inversiones.  Este central junto con el “Maceo” tenían que moler 800 000 arrobas entre ambos, y se suponía que sus capacidades estarían a punto en febrero.  Nunca llegaron realmente a rebasar las 200 000 cada uno.

Pero las 200 000 que molían, ¿qué ocurría?  Rendimiento bruto, “Cristino Naranjo”, el día 28 de febrero, 10,24; “Arquímedes Colina”, 13,4.  Y estaba moliendo el “Arquímedes Colina”, estaba moliendo la misma caña que el “Cristino Naranjo”.  ¿Un día solo?  ¡No!  El 27:  “Cristino Naranjo”,  10,54; “Arquímedes Colina”, 12,43.  “Cristino Naranjo” —el día 26—, 10,53; “Arquímedes Colina”, 13,16.  Así sucesivamente.

La misma caña, molida en el “Arquímedes Colina” estaba produciendo casi tres arrobas más de azúcar en el “Cristino Naranjo”.

Y se hizo evidente entonces un nuevo y muy serio problema:  que estos centrales con inversiones industriales no solo estaban dejando de moler sino que estaban dejando de extraer azúcar a la caña que molían.  Eso se convirtió en una preocupación.  Decidimos empezar a sacarle caña al “Cristino Naranjo” no solo para el “Arquímedes Colina” sino también para el “América Libre”.  ¿Por qué?  Porque “América Libre” tiene sus cañas en lugares altos, rendimientos altos en junio.  Empezamos a sacar caña del “Cristino Naranjo” y del “Maceo” para el “América”, para el “López Peña”.  Es decir, nuevas vinculaciones, con las nuevas complicaciones, a fin de resolver no solo el problema de la baja molida de esos centrales sino también los rendimientos.

Si ahí en ese mapa aparecen 50 flechas, correspondientes al primer plan de vinculaciones, yo quiero que ustedes sepan que si se pinta en un mapa hoy todos los movimientos que se han tenido que realizar aparecerían 300 flechas.  ¿Por qué?  Eran nuevas variantes que respondían a nuevas situaciones, nuevas complicaciones.  Han sido una lucha tremenda.

Ahora, lo cierto es que esperábamos cómo se iban a comportar los rendimientos.  En Camagüey es donde se produce el primer salto.  Ya pasa de 10 y pico a 11 y pico, un salto notable después de todas las medidas adoptadas; se eleva el rendimiento, en pocos días una arroba.  Eso era muy alentador en el mes de febrero.

En el mismo mes de febrero se produce el salto de Camagüey.  Ya el día 23 está en 11,16, y el día 28 está en 11,50.  Yo sí puedo asegurar —no voy a hacer perder demasiado tiempo en esto— que Camagüey en una semana prácticamente subió una arroba de azúcar.

Claro que 11,50 estaba pero muy por debajo del rendimiento requerido.  Sin embargo, se podía concebir la esperanza de que rebasara esa cifra en el mes de marzo.

El tiempo todavía estaba dudoso.  En Oriente no llovió en febrero.  Entonces en Oriente sí levantó el tiempo.  Desde las lluvias de enero, no volvió a caer una gota de agua.  Mientras en Camagüey seguían las lluvias golpeando, y también en Las Villas.  En algunos casos hubo exceso de agua, en otros incluso sequías bastante fuertes, en algunas zonas de Oriente como Jobabo y otros lugares, llegaron a foguearse las cañas.

De manera que los rendimientos no reaccionaban como debían reaccionar, pero quedaban todavía algunas incógnitas relacionadas con las cantidades totales de caña, precisamente por las lluvias en Camagüey y Las Villas.  Y hasta ese momento, en las áreas que se iban cortando, los rendimientos en caña estaban por encima de los estimados.

De manera que las cañas nuevas en general estaban respondiendo con unos rendimientos de caña bastante altos.

Ya se iban reduciendo a lo largo del mes de marzo todas las ventajas logradas con los traslados de caña, se iban reduciendo progresivamente las posibilidades de los 10 millones, pero nos quedaba todavía alguna reserva:  cañas que se sembraron en junio, julio y agosto de 1969, algunas cantidades de caña que en un momento dado, para cubrir un déficit de 200 000 ó 300 000 toneladas, se podían cortar.

Pero cada vez se estaba haciendo más evidente que la producción de azúcar estaba por debajo de la requerida, sobre todo en los meses de febrero, marzo y abril y los rendimientos estaban en más de una arroba por debajo de lo que debían tener.  Eso, naturalmente, iba a producir su efecto acumulativo.

Los rendimientos, en los meses de febrero, marzo y abril, afectaron la producción en más de medio millón de toneladas de azúcar.

Unido a eso, a fines de abril surgieron algunos déficit de las cañas estimadas inicialmente.
 Empezaron a producirse algunos déficit en la provincia de Oriente y en la provincia de la Habana, donde se estaba contando con determinadas reservas de caña.

De manera que se estaban haciendo estimados periódicamente, y en abril se estaba haciendo un estimado de las cañas que iban a quedar para los primeros días de mayo, para ver cuál era ya la situación definitiva, visto el problema de la producción afectada por los rendimientos de azúcar.

Después voy a señalar algunas cifras de cómo se portó el rendimiento en el año 1952 y algún otro dato de interés.  Pero lo que quiero señalar es que a principios de mayo nosotros hicimos la primera reunión aquí en La Habana.

Como método de trabajo hemos seguido el método de no dar lugar a que ningún compañero, ningún dirigente de provincia tuviera que venir a La Habana, y seguimos el método de visitar las provincias, sabiendo que es en la provincia donde se libra la batalla, donde hay que atender miles de cosas, resolver miles de problemas, estábamos en incesante contacto con ellos para todos los problemas de las vinculaciones y cada una de las dificultades.

Pero decidimos a principios de mayo, cuando ya se tuvieron todos los nuevos datos de las cañas existentes, tener una reunión aquí en la ciudad de La Habana, y vinieron los compañeros de todas las provincias.  Estuvieron también presentes los compañeros de la industria.

En esa reunión se pudo precisar que se producían reducciones en los estimados de caña, que en la provincia de Oriente se producía una reducción de más de 100 millones de arrobas; que en la provincia de Camagüey se mantenía más o menos el estimado; en Las Villas se reducían como en 70 u 80 millones de arrobas; en Matanzas se reducían unas 20 ó 30; en La Habana se reducían unos 100 millones.  Desde luego, ya lo de La Habana se sabía de antes, se habían producido ya; pero las reducciones que se conocieron en ese momento fueron principalmente las de Oriente y las de Las Villas, algunas de Matanzas y algunas adicionales en la provincia de La Habana.

Ya esa situación quitaba toda esperanza de alcanzar zafra de los   10 millones, teniendo en cuenta la caña que faltaba y los rendimientos, incluso acudiendo a la reserva de caña de frío.  Ya no había razón de acudir a esta reserva de caña porque ni aun así se llegaba a los 10 millones.

Nosotros habíamos señalado un punto que creo importante, y es el siguiente:  en nuestra comparecencia anterior algo que siempre nos había preocupado mucho...

Nosotros dijimos en aquella ocasión, el 9 de febrero:  “De manera que tenemos un doble problema que atender:  el problema de la molida y el problema de los rendimientos.  Y en nuestra opinión el problema de los rendimientos ocupa ahora el primer lugar.”

“Por qué?  Si nosotros minimizamos la importancia de los rendimientos y hacemos el esfuerzo que debemos hacer para moler toda esa caña, corremos el riesgo de librar una batalla perdida de antemano.  Es decir, se debe librar una batalla manteniendo todas las posibilidades desde el principio hasta el final para asegurar el éxito.”

De manera que se mantenía el principio de que había que defender los 10 millones hasta el final.

En realidad pensábamos que al final podía decidirse si los había o no, en dependencia de los rendimientos, en dependencia de las cañas que quedaran, en dependencia de las lluvias, en dependencia de lo que esos rendimientos se pudieran mantener o pudieran bajar en la caña que teníamos que moler en junio y que eran las cañas que estábamos dejando en los lugares más altos, donde la curva histórica y el microclima nos favorecía.

Es decir, se luchó por moler temprano todas las cañas en los lugares bajos, moler temprano todas las cañas que tuvieran problemas con los rendimientos históricos, para mantener hasta el final la esperanza de los 10 millones.

A nosotros nos preocupaba mucho, mucho, que, como consecuencia de este fenómeno de los rendimientos, a mitad de la zafra se pudiera precisar matemáticamente que ya no se alcanzaban los 10 millones, porque íbamos a tener que enfrentar entonces el resto de la tarea, en su parte más difícil, sin la esperanza de los 10 millones.

Y, desde luego, nosotros partíamos y hemos mantenido la posición desde el primer momento, ¡desde el primer momento!, de que si un día los cálculos demostraban que ya no se alcanzarían los 10 millones, nosotros se lo informábamos de inmediato al pueblo; porque no hacerlo, mantener la ilusión de los 10 millones para que los obreros trabajaran con el máximo de entusiasmo, no era moral, no era honrado, ni está acorde con los principios revolucionarios que se deben mantener ni con el método que se debe seguir con el pueblo.  Esa era una posición adoptada desde el primer momento.

Aunque ciertamente no creíamos nosotros que la esperanza de hacer los 10 millones se iba a descartar de manera bastante abrupta y en fecha temprana.  No fue por cierto tampoco a mediados de zafra.  Si no se toman todas las medidas que se adoptaron en febrero, a mediados de marzo ya se habría podido descartar la esperanza de los 10 millones.  Pero realmente esas medidas permitieron conservar una esperanza de que se pudieran hacer los 10 millones hasta principios de mayo.  Ya con el resultado de los estimados de abril, con los descensos abruptos en algunos estimados, más las consecuencias acumuladas de los bajos rendimientos de azúcar desde enero, se había liquidado la posibilidad de los 10 millones.

Ahora:  vean ustedes cómo yo les decía que en el mes de febrero le llevábamos a los capitalistas un 1 860 000 toneladas de ventaja, a su zafra mayor.

¿Qué ocurre en la zafra mayor que hicieron los capitalistas?  ¿Qué capacidad de molida tenían?  Fue en los meses de febrero, marzo y abril cuando se hizo claro que la capacidad de molida nuestra en 1970 estaba por debajo de la capacidad de molida de los capitalistas, por todas las razones que habíamos señalado derivadas fundamentalmente de la industria.

Así tenemos que en 1952, en el mes de marzo, los capitalistas molieron 1 259 millones de arrobas, un promedio de 40 millones 650 000 arrobas y 58 690 toneladas de azúcar diarias.

Nosotros, que les llevábamos por la zafra más prolongada la ventaja de 1 860 000 toneladas habíamos molido 1 082 millones de arrobas, es decir un promedio de 34 millones 900 000 arrobas de caña y 48 460 toneladas de azúcar por día.  Una diferencia de 5,75 millones de arrobas de molida diaria y 10 230 toneladas de azúcar menos por día.  Aparte de la molida inferior, también se hacía sentir el peso de un menor rendimiento en azúcar.

Es decir, estábamos librando la batalla de los 10 millones con una capacidad de más de 5 millones por debajo de la capacidad que tenían los capitalistas en 1952.  Es era la situación real.

De manera que en febrero, marzo y abril nosotros estábamos moliendo y haciendo la zafra con más de 5 millones menos de capacidad.  Porque una provincia como la de Oriente, que tenía que moler entre 13 y 14 millones, no llegaba a 10 millones; lo mismo sucedía, aunque en menor grado, con la provincia de Camagüey.  En realidad se había hecho un programa de inversiones para disponer de una capacidad no menor de    42 millones de arrobas diarias y estábamos con una capacidad de molida de  7 millones menos.

Digo en la realidad por qué.  Porque a veces el problema no se manifestaba directamente en que no molía.  Muchas veces ocurría lo siguiente:  en la provincia de Oriente, por ejemplo:  todos esos grandes colosos tenían su fuerza de trabajo completa, todos los camiones, todas las alzadoras, esperando todos los días que llegaran a la capacidad industrial programada.  ¿Resultado?  Roturas y paradas constantes.  Entonces, para no acumular caña en el suelo, había que parar 40 000 obreros, 50 000 obreros.  
Campesinos movilizados de las montañas de Baracoa, de la Sierra Maestra, de todas partes, a trabajar allí, que iban con un entusiasmo tremendo y constantemente tenían que parar los cortes.  Eso hacía un efecto desmoralizador tremendo.

Como no podían tener la caña cortada, un día el coloso molía bien y entonces ese día le faltaba caña.

Pero, además, como el problema crítico estaba en todos esos centrales precisamente, ahí es donde estaban acumulados todos los recursos.  A veces faltaban recursos en un central que estaba moliendo más o menos a buen ritmo, que no tenía problemas industriales y los recursos estaban sobrando en los centrales con problemas, al extremo de que nosotros en el mes de marzo le planteamos a la provincia reducir los parámetros, porque si teóricamente tenían norma de un millón, les indicaba considerarlos con una capacidad de 750 y asígnenle la fuerza para 750 000, no para un millón.  No le pongan a “Argelia Libre” la fuerza para 900 000, póngansela para 600 000.  Así lo propusimos para una serie de centrales con problemas a fin de que fuesen utilizados esos recursos en otros centrales que estaban moliendo sin dificultades.  Porque esto ejercía un efecto verdaderamente desmoralizador sobre la fuerza de trabajo, que había sido movilizada con gran entusiasmo por parte de campesinos y obreros.

Y la realidad es que nosotros hemos estado haciendo la zafra de los 10 millones con 5 millones y pico menos de capacidad de molida diaria de la que tenían los capitalistas cuando hicieron su zafra gigante de 7 280 000 toneladas de azúcar, y 7 millones menos que la programada.  Esa es la realidad.

Estábamos moliendo menos por día y cada arroba que moliéramos menos tendría que ser molida más tarde.  Mucha de la caña que estaban moliendo en esos centrales estaba dando menos azúcar de la que debían dar, aunque ese no es el único problema.  Porque los rendimientos se vieron afectados incluso en centrales que no habían tenido inversiones.  Hay otros problemas aparte que incidieron en los rendimientos.

Los centrales con inversiones incidieron en las dos cosas:  en la molida y en los rendimientos.

Pero no fue el único factor.  Si en Oriente se hicieron veinte inversiones en veinte centrales y veinte centrales dieron dolores de cabeza, los demás centrales donde no se hicieron inversiones no tuvieron toda la atención y toda la reparación adecuada.

Eso pasó en la provincia de Oriente y pasó en otras provincias, en la provincia de Las Villas.  Los capitalistas hicieron los 7 298 000 toneladas con un rendimiento promedio de 12,25, en el año 1952, cuando el 90% de la caña era POJ 2878.  Y hoy la variedad 2878 constituye una minoría del área cañera total.  Nosotros tenemos variedades de caña mucho mejores.

¿Qué lo demuestra, señores?  Lo demuestra un central que voy a poner de ejemplo.

Aquí tienen en febrero 28, por ejemplo, el central “México”, de Colón, con caña Barbado 43-62.  Rendimiento, 13,58.  El 27, 13,53. El 26, 13,50.  El 25, 13,48.

Ese es un central bien manejado, bien reparado, moliendo una buena caña.

En fecha tan temprana como el 19 de febrero, 13,49.

Vamos a buscar otra fecha más temprana todavía.  Ya el 14 estaba en 13,02.  Por arriba de su curva histórica, ampliamente, moliendo caña 43-62.  Casi todo el período de febrero a marzo se lo ha pasado con 13,5% de rendimiento bruto.

Van al central “Caracas” de Las Villas y se encuentran.  Rendimiento bruto:  8 de marzo, 13,80; 10 de marzo, 13,63; 13 de marzo, 14,27; 16 de marzo, 14,45; 19 de marzo, 14,47; 22 de marzo, 14,44; 31 de marzo, 14,24.  Ese central está en 14 desde la primera quincena de marzo y todavía está prácticamente en ese rendimiento aproximado a mediados de mayo.  Y verán la misma situación con una serie de centrales que están bien mantenidos y son bien operados, moliendo variedades nuevas de caña.  Incluso han alcanzado altos rendimientos con variedades inferiores.

Han influido en los bajos rendimientos tres factores:  las inversiones, el número uno; dos, el mantenimiento deficiente en muchos otros centrales; y número tres —y de verdad que aquí habría que precisar bien si es el tercero o el principal—, mala operación de los centrales.

Desde luego que nuestros centrales tienen ahora 18 años más que en 1952.  Son 18 años que les han pasado por arriba.  Pero nosotros entendemos que esa edad no es el factor fundamental, porque todos esos como el “Caracas” tienen también la misma edad y tiene mucho más rendimiento que en el capitalismo.

Es decir que un central aun viejo, bien mantenido, bien operado, con buena variedad de caña, alcanza los rendimientos que se quiera.  Ahora muchos centrales moliendo la misma caña unos daban 14, aun sin inversiones; el otro 12, el otro 11.  Incontables ejemplos.  Nosotros recibíamos el informe diario y además han sido publicados día por día.  El periódico ha estado publicando no solo los rendimientos por provincia, el rendimiento planeado, el real, etcétera. Yo le pedí a Granma que publicara los rendimientos central por central, cada día.

De manera que publicidad acerca de los problemas no ha faltado aquí en ningún momento.  Todo el mundo podía ir precisando a ojos vistas, con toda claridad, las dificultades serias que se estaban teniendo con la molida, porque no alcanzamos nunca a moler 40 millones de arrobas un día, y lo mismo con los rendimientos.

Pero hay una serie de centrales que demuestran que los centrales con un buen mantenimiento y una buena operación pueden, con las variedades nuevas, sacar 13,5 y 14 de rendimiento, durante los meses de febrero, marzo, abril e incluso mayo.

Si los centrales en general hubieran funcionado así, estoy seguro de que la caña aquí habría sobrado para los 10 millones, sin discusión.
¿Esto qué quiere decir?  Hay algo que se ha deteriorado más que los centrales, y es el manejo, la operación, la dirección de los centrales, por la circunstancia de que muchos de los trabajadores se han ido retirando por edad.  Bastante de los viejos obreros esperaron con gran abnegación hasta 1970, con sus cincuenta, cincuenta y tantos años en la industria para hacer la zafra del 70.  No se ha hecho una renovación adecuada de personal y la necesaria preparación de los mismos.

Indiscutiblemente que tenemos la responsabilidad.  Como nunca había sido la industria la que había planteado la dificultad, como todos los problemas se derivaban siempre no de falta de capacidad en la industria sino de falta de caña, nos encontramos que la dificultad principal esta vez surgió donde menos se esperaba.

De manera que descuidamos la industria, y la industria se nos reveló con todos sus problemas en el año 1970.

Algunos de esos problemas muy lógicos:  lo de las inversiones, toda nueva inversión —como yo expliqué la otra vez, ajustes— trae muchos problemas.  Pero la cuestión del manejo de los centrales era una cosa decisiva.

Y manejar un central no es tan fácil como manejar un tranvía o una bicicleta.  Es un proceso complejo, tiene sus procesos mecánicos y químicos, que deben tratarse cuidadosamente.  Y realmente una de las cuestiones que hay que darle ahora un énfasis tremendo es al problema de la industria, tanto en el mantenimiento como en la formación de personal para operar los centrales.

Cuando los capitalistas llegaron a su zafra récord molieron 5 177 millones de arrobas.  Produjeron 7 298 000 toneladas, con un promedio de rendimiento de 12,25, y POJ 2878 el 80% de la caña.

Nosotros cuando llegamos a 7 305 000, más 50 000 en proceso —si mal no recuerdo el día 15 de este mes— habíamos molido 5 904 millones de arrobas, con un rendimiento promedio de 10,85, ¡10,85!  Es decir que habíamos empleado 727 millones más de arrobas, para poder llegar a la misma cifra de toneladas que los capitalistas.

Con rendimiento igual de los capitalistas, habríamos producido 8 314 000 toneladas:  unas 950 000 toneladas más.

Hasta ayer habíamos molido 6 012 millones de arrobas.  Con el rendimiento de que se habló en Santa Clara —y que de ninguna manera era un rendimiento exagerado, si se tenía en cuenta las variedades nuevas—, de 12,30, con 6 012 millones de arrobas molidas, tendríamos en este momento 8 499 724 toneladas.  Y tenemos 7 456 000, más unas 50 000 en proceso.

Es decir, tenemos unas 990 000 toneladas menos de las que tendríamos de haber alcanzado los rendimientos que se programó en Santa Clara.
En una zafra de 10 millones, con 12% de rendimiento bruto se necesitan aproximadamente 7 240 millones de arrobas.  Con rendimiento bruto de 11% se requieren 8 000 millones.

Y a estas horas el rendimiento acumulado para la zafra de 1970 es de aproximadamente 10,85.  Puede ser 10,86, 10,87.  ¡Y a 11% de rendimiento bruto se necesitan ocho mil millones!

Hay que decir que aunque se hubiese dispuesto de 8 000 millones, no podrían producirse los 10 millones, porque hubiéramos tenido que molerlos en julio, agosto, septiembre, con 5%, 6% de rendimiento.  Por tanto no se habrían podido lograr aun teniendo 8 000 millones.  Y por supuesto, no tenemos 8 000 millones.

Claro que en muchos lugares y en muchos centrales inciden en los rendimientos problemas de un programa de corte equivocado, una caña atrasada.  Pero esto no ha sido decisivo.  Pero lo que verdaderamente preocupaba era el hecho de que la misma caña, cortada por las mismas personas, con el mismo grado de frescura, daba dos y media arrobas más que en el otro central.

Eso es lo que nos hizo ver hasta qué punto el problema de operación de los centrales estaba influyendo.  Y de eso hay decenas de ejemplos aquí.  Muchas veces centrales diferentes moliendo la misma caña con notable diferencia de rendimiento uno y otro.

Ahora bien:  ¿Cómo se comportó el programa agrícola?

Como les decía, de acuerdo con el plan de Santa Clara se necesitaban 7 081 millones.  
Después que hicimos el análisis —el último análisis en la reunión de este mes— que se vio la caña que quedaba, los déficit que se habían producido en los estimados de principio de zafra, vimos que la situación era la siguiente... Ese día, el día 7 de mayo hicimos el análisis.

Oriente, de 2 190 millones de arrobas, acordado en Santa Clara, tenía 2 011 millones.  
Por lo tanto, un déficit de 179 millones de arrobas.

Camagüey, de 1 999,5, tenía 1 868.  Un déficit de 131,5.

Las villas con un plan que debía alcanzar de 1 544 millones de arrobas, tenía 1 717 millones, 173 millones de arrobas de sobrecumplimiento.

Matanzas que debía tener 722 millones, tenía 820 millones de arrobas.  Noventa y ocho millones de arrobas más.

La Habana, incluyendo los cuatro centrales de Pinar del Río, debía tener 505 millones, disponía de 639 millones de arrobas.  Ciento treinta y cuatro millones más.

Y Pinar del Río, que debía tener 120 millones contaba con 118, es decir, dos millones menos.

Hicimos un esfuerzo por lograr un sobrecumplimiento mayor en Matanzas, mayor en La Habana y mayor en Las Villas.  Y en Las Villas en cierto momento los estimados se calcularon en 1 800 millones.  Y después vino un período en que empezaron a producirse fogueos en algunas cañas en la zona de Cienfuegos, donde tenían el grueso de las cañas, y empezaron a producirse reducciones de estimado como consecuencia de esto.

Debo señalar también que una de las formas en que centrales con problemas de inversión afectaron los rendimientos no fue solo dejando de moler cañas en un momento óptimo, sino adicionalmente, que dieron lugar a que se foguearan algunas cañas perdiendo rendimiento en peso y en azúcar.  Tal sucedió, entre otros, con el central “Perú”, que está situado en tierras, gran parte de ellas todavía sin regadío, y muchas de las cañas que tenían que haberse cortado en febrero, en marzo y abril están fogueadas.

Cuando ustedes analizan los rendimientos y vemos los rendimientos del “Perú”, se encuentran nueve y pico, diez y pico.  ¿Por qué?  Porque decenas de millones de arrobas que tenían que haberse cortado en febrero, marzo y abril, todavía no se han cortado en mayo.  Y como consecuencia da lugar a que con la sequía prolongada se fogueen esas cañas.  Una tercera forma mediante la cual se ha incidido sobre los rendimientos.

De manera que de acuerdo con el análisis que hicimos el 7 de mayo, el total de caña disponible asciende a 7 173 millones de arrobas.  Lo programado en Santa Clara era 7 081.  De manera que hay una existencia de 92 millones de arrobas más de lo que se había planeado en aquella ocasión, suponiendo rendimientos de azúcar aproximadamente iguales a los de los capitalistas en el año 1952, cuando las variedades nuevas no se conocían.

Hay molidas hasta este momento, hasta ayer, 6 012,1 millones de arrobas de caña.  Faltan por moler en este instante, de acuerdo con el análisis del 7 de mayo, 1 161 millones de arrobas aproximadamente, lo que falta por moler en este momento.  Son como decíamos, unas 20 000 caballerías de caña las que quedan por cortar y moler en este momento.  Tenemos 7,5 producidas.

Claro, muchas de estas cañas afortunadamente quedan en lugares más altos, porque son las que están en el “América”, en el “Nicaragua”, etcétera.  El central “Nicaragua” tiene rendimientos en junio hasta de 13%.

De manera que estas cañas están ubicadas en zonas que nos permite la esperanza razonable de obtenerla con los rendimientos mejores posibles.  Mil ciento sesenta y un millones si no se produce alguna variación.  Puede producirse o un poquito más, o incluso un poco menos.

Entonces, caña por moler le quedan a Oriente, 470 millones.  Quedaban en el día de ayer a las 7:00 de la noche.

A Camagüey 387 millones.  A las Villas 246 millones.  A Matanzas  50 millones.  A La
Habana un millón.  Y a Pinar del Río 7 millones.

En total:  1 161 millones de arrobas aproximadamente.  Puede haber un poco más, un poco menos.  Hay incluso alguna reserva de caña de frío, de las cañas sembradas en junio y julio, que se pueden tomar o no según se considere más conveniente.  Esta es la caña que falta por moler en este momento.

De manera que es una cosa evidente que aunque las cantidades de caña debieron haber sido mayor de 7 173 millones, puesto que luchamos por más a fin de que sobrara, se dispuso de casi 100 millones más de lo acordado.

Hay que decir que haber logrado ese incremento de caña que no se logró en varios años sino en 18 meses, elevando la producción de caña de este país de un promedio de 4 000 y pico de millones a 7 000 y pico ha sido un hecho notable.  No podemos sentirnos satisfechos del esfuerzo, porque creemos que de verdad teníamos posibilidades de haber tenido más caña; teníamos posibilidades de haber llegado a 7 700 y hasta a 7 800 millones de arrobas, con los medios, los recursos.  Se hicieron serios esfuerzos, se movilizaron todos los recursos del país; los programas, toda la maquinaria, todos los medios posibles.  Y en realidad hemos estado solo modestamente por encima del plan de 7 081 millones.  Y debíamos haber tenido 600 ó 700 millones más.

Pero decimos también que aunque hubiésemos tenido 8 000 millones, y empezando la zafra el 28 de octubre, y terminándola en agosto, no hacíamos los 10 millones, porque estaba el fenómeno de cómo moler esa caña y la realidad de unos 7 millones menos de capacidad de molida de la que necesitábamos; y, además, la forma tremenda en que los problemas de esas inversiones, manejo y mantenimiento, afectaron el rendimiento de la caña.  No se puede hacer 10 millones si el rendimiento como factor fundamental no está ahí presente, ya se puede tener toda la caña que quieran.

La que tenemos: 7 173 millones, moliéndola toda, significará un déficit no menor de un millón de toneladas; no menor de un millón de toneladas, no menor.  Ahí estaremos bordeando la cifra de los 9 millones, bordeándola.  En dependencia del trabajo que hagamos la alcanzamos o no la alcanzamos.  Esa es la situación en este momento:  en dependencia del trabajo que hagamos la alcanzamos o no la alcanzamos.  Pero incluso hay que decir que va a ser apretado alcanzarla.

Debemos luchar por ella, luchar de verdad con todo el tesón, con las cantidades de caña que quedan teóricamente alcanza; vamos a ver ahora si en la realidad práctica se logra alcanzarlos con esas cantidades.  Cualquier pequeña reducción en el estimado lo afecta.  
De manera que se va a luchar por eso, pero esta es la cantidad de caña que queda, más alguna eventual reserva.  Pero también debe tenerse en cuenta las eventualidades:  si se prolonga la sequía, si no se prolonga; si bajan los rendimientos, si no bajan.  En fin, ese es el problema.

Las medidas se están tomando, las máximas para lograr eso.  

De manera que nosotros hemos perdido la batalla de los 10 millones en los rendimientos de azúcar.  Hay que decir que se hubiera podido obtener un poco más de azúcar, por ejemplo, en el caso de la provincia de La Habana, se hubiera podido empezar un poco más tarde la zafra, sacar 50 000 ó 60 000 y hasta 100 000 toneladas más.  ¿Por qué?  
Porque partimos de un estimado determinado que resultó estar por encima de la caña que había en realidad.  Se comenzó el 28 de octubre.  De haberse empezado 15 ó 20 días más tarde se hubiera podido terminar la zafra a fines de mayo o principios de junio, se hubiera tenido un poco más de caña y a la vez se hubieran alcanzado mejores rendimientos.  Es decir que hemos hecho la zafra en la provincia de La Habana un poco adelantados.  Y hubo un factor también que es muy difícil de precisar cuánto influyó, que fueron los vientos del mes de febrero, que soplaron con bastante fuerza, casi de 100 kilómetros, y se prolongaron durante 24 horas; en algunos cañaverales donde estuvimos cortando hizo bastante daño.

En mi opinión subestimaron el daño que hicieron estos vientos, como creo que subestimaron también el daño que hizo la sequía de 55 días a las cañas de frío sembradas en los meses de noviembre y diciembre de 1968, y subestimaron también que en una zafra prolongada y temprana no se pueden calcular las disponibilidades igual que en una zafra normal.

De manera que aquí se hubieran podido obtener unos 30 millones más de arrobas y unos 80 000 ó 100 000 toneladas más de azúcar.  Pero no ha sido, no es una cosa decisiva.

El déficit de Oriente proviene no tanto del déficit en caña sino del déficit de los rendimientos.  Es de donde viene la causa fundamental y por lo cual el déficit de la provincia quedará entre 600 000 y 700 000 toneladas de azúcar, más o menos entre esas cifras.  Pero se origina en una buena parte por el problema de los rendimientos, y en los rendimientos han tenido que ver mucho, mucho, mucho los problemas de la industria en la provincia.

Todos esos problemas más bien ejercen un efecto sobre los cuadros, sobre la gente que está trabajando.  Todos esos problemas producen cierto desaliento que lógicamente es indispensable superar.

Hay que decir una cosa que es fundamental en este problema de los 10 millones, y es que esta batalla de los 10 millones no la ha perdido el pueblo.  Nosotros podemos decirles con absoluta seguridad que el pueblo no perdió esa batalla.  Si no se puede decir que se ha ganado —porque no se ha ganado la batalla de los 10 millones— sí se puede decir que la batalla de los 10 millones no la perdió el pueblo.  Esa batalla la perdimos nosotros, nosotros.  La perdió el aparato administrativo, y nosotros, los dirigentes de la Revolución.

El pueblo ha estado a la altura de los 10 millones de sobra, y de los 11.  Ahora, nosotros somos los que no hemos estado a la altura de los 10 millones.  Y yo creo que es de elemental justicia hacer este planteamiento, porque es la pura verdad.

La batalla de los 10 millones no la perdimos en los últimos dos años ni la perdimos este año:  la hemos perdido en los últimos cuatro años, y la perdimos donde no lo esperábamos porque nunca había sido el problema principal.

Es decir que nuestra ignorancia sobre los problemas de la industria azucarera contribuyó a que no pudiéramos darnos cuenta a tiempo, descubrir a tiempo, percibir a tiempo los problemas de distinto tipo:  de tipo subjetivo, de personal preparado, y demás factores, para tomar con tiempo todas las medidas.  Aunque hubiésemos tenido 8 000 millones no ganábamos la batalla en estas condiciones.

Les digo también que hay factores que incidieron en la cosa industrial, ajenos a la voluntad de cualquiera.  Pero nadie más que nosotros somos los que hemos perdido la batalla.  La batalla de los 10 millones se convirtió en una batalla, en un símbolo, y todo,.

Ahora, el pueblo sí estuvo a la altura de 10, de 11, de hacer lo que fuera necesario.  Eso es incuestionable.  Y no es responsable en ningún sentido del revés sufrido.

Ahora bien:  ayer nosotros analizábamos los factores de dos tipos:  qué magnitud tiene el esfuerzo que ha hecho el pueblo; qué magnitud tiene el esfuerzo que ha hecho el país, qué logros ha conseguido.  Para explicarlo con datos que indiquen la magnitud, el volumen del esfuerzo... ¿Por qué decíamos nosotros que era un récord que difícilmente se volviera a establecer, que nosotros mismos no lo volveríamos a establecer?  Hemos partido de ser, con mucho, el primer productor del mundo de azúcar, y siendo el primer productor del mundo de azúcar y con los centrales que tienen 18 años más de lo que tenían en la época de los capitalistas, y con 5 millones y pico menos de capacidad de molida de lo que tenían entonces y con todas esas inversiones industriales en pleno ajuste, se ha alcanzado un incremento impresionante que da total idea del esfuerzo que realizó el pueblo.

Esto no quiere decir que no volvamos a producir cantidades similares.  Me refiero al porcentaje e incremento logrado.  El próximo año en algunas provincias vamos a tener más caña porque está también el programa de siembra.  Oriente debe tener más, La Habana debe tener más, Matanzas más o menos igual, Las Villas y Camagüey menos porque se han atrasado los programas de siembras en estas dos provincias.  Nosotros podemos producir la misma cantidad de azúcar, haciendo bien la zafra, con 600 millones de arrobas menos el año que viene.  Con 600 ó 700 millones menos podemos hacer lo mismo en azúcar que este año.  Porque no se puede hablar en el año 1971 de dar un salto, porque las condiciones están bastante complejas.

Están los problemas subjetivos que debemos superar en la industria azucarera.  De manera que será necesario tener un poquito más de paciencia para intentar el asalto otra vez.  Creo que la próxima vez no vamos a decirlo, sino que debemos hacerlo sencillamente.  Desde luego, la cifra de 10 millones será superada en el futuro, pero la iremos superando progresivamente.

Porque las debilidades de las 130 000 caballerías de tierra, destinadas a caña, tierra mecanizable y llana, que no compiten con ningún otro cultivo, dan para mucho más de 10 millones de toneladas de azúcar con las posibilidades aerotécnicas actuales.  Pero antes está por resolver definitivamente la mecanización de la cosecha.

Pero quiero dar una idea.  Si hacemos 8 millones, ¿cómo se compara esto con las zafras anteriores, con las zafras capitalistas, los últimos 10 años capitalistas y los últimos 10 años socialistas?

Nosotros tuvimos tres zafras que pasaron de 6 millones:  una en 1961 —que casi llega a siete.  El promedio de la zafra capitalista, en los últimos 10 años capitalistas, fue de 5 521 000 toneladas, promedio.  El promedio de las zafras socialistas en los últimos 10 años fue de 5 261 000 toneladas.  

Ese ha sido el promedio en estos 10 años.

Ahora bien:  haciendo 8 millones y comparándolo con la mayor zafra capitalista —con las desventajas que señalábamos anteriormente nosotros—, ya 8 millones significan 702 000 toneladas más que la más grande zafra capitalista, que fue de 7 298 000 toneladas.  Es decir, un 10% mayor que la más grande zafra capitalista.

Para explicar esto voy a poner dos cifras:  8 y 9, lo que significa 8 y lo que significa 9.

Ahora, comparado con el promedio de los últimos 10 años capitalistas —que fue como decía de 5 521 000—, sí hacemos 8 serán 2 479 000 toneladas de azúcar por encima del promedio de los últimos 10 años capitalistas.  Es decir, un 44,9% más que el promedio de azúcar producido por los capitalistas en los últimos 10 años.

Ahora, comparándolo con la producción socialista en los últimos 10 años —2 739 000 toneladas más que el promedio de las últimas 10 zafras de la Revolución—, esto equivale a un 52% más.

Ahora, sobre la del año pasado, comparándola con el año pasado son 3 541 000 toneladas más que el año pasado, que fue de 4 459 000.  Es decir, un 79% más comparándola con el año pasado.  
Cincuenta y dos por arriba del promedio y 79 por encima de la del pasado año.

Ahora, comparándola con la menor que tuvo la Revolución:  4 118 000 toneladas más que la más pequeña que tuvimos —que fue de 3 882 000.  Es decir, un 106% mayor que la más pequeña.

Esto es con 8.  Ahora voy a señalar los datos haciendo 9, si hacemos 9 millones.

Comparándola con la mayor zafra de los capitalistas, 1 702 000 toneladas más.  Es decir, 23,32% mayor:  3 439 000 toneladas más que el promedio de los últimos 10 años, que fue de 5 millones como decíamos, 5 521 000.  Es decir, un 63,01% mayor que el promedio de los últimos 10 años capitalistas.

Si hacemos nueve, 23,32% mayor que la más grande y 63,01% mayor que el promedio de los 10 años.

Ahora, comparándola con nuestras zafras socialistas, 3 739 000 toneladas más que el promedio de los últimos 10 años, que fue de 5 261 000.  Es decir, 71,07%, y 4 541 000 toneladas más que el año pasado, que fue de 4 459 000.  Es decir, 101,83%.

Ahora, si hacemos nueve y la comparamos con la más pequeña sería 5 118 000 toneladas más que la zafra de 1963.  Esto equivaldría a 131,83% más que la más pequeña que ha hecho la Revolución.

Por eso decíamos nosotros que en porcentaje neto, si van a la FAO, si van a todas las estadísticas del mundo, ¡a todas!, jamás de los jamases se encontrarán un incremento de producción semejante en la producción azucarera.

Nosotros podemos estar tranquilos, que este récord de verdad es olímpico —el récord— no la zafra, porque nosotros decíamos que no queríamos medalla de plata.  Pero en cuanto a los récord de incremento de producción, son de tal magnitud que partiendo de la cifra que se partió, con la industria que se tenía —18 años más vieja—, con las inversiones nuevas incidiendo y con una capacidad real por debajo de 5 millones, en esas condiciones...  Es más, en otras condiciones, en condiciones óptimas estas cifras, seguramente que no se encontrarán ni se volverán a encontrar más nunca en ningún manual, en ningún documento, estadística, en ningún archivo.  Eso es así, tal como está expuesto ahí.  Por eso nosotros decíamos que se había impuesto un récord sin precedentes.  
Crecerá la producción por años, pero no podrá volver a crecer jamás en esta magnitud.  Y fue tratar de ganar en 18 meses lo que no se hizo en un período de 5 ó 6 años, lo que no se pudo hacer en un período de 5 ó 6 años.

De tal manera se enfatizó el esfuerzo, se enfatizó la zafra, que se convirtió en símbolo y adquirió categoría internacional.

Estas son las cifras si hacemos ocho o si hacemos nueve.

De manera que nosotros debemos tratar de poner este récord lo más alto posible, ya no solo por cuestión moral:  en el aspecto económico es indispensable, ¡es absolutamente indispensable moler hasta la última caña y sacarle el máximo de azúcar a esas cañas!
Pero estas cifras nosotros las señalamos no para nosotros.  No vamos a consolarnos con eso. 
Nosotros las señalamos para el pueblo, para que pueda medir aquí el resultado de su trabajo, de su esfuerzo, y que sepa que ha impuesto un récord de incremento de la producción agrícola —porque esto incide en toda la producción agrícola general—, que no volverá a ser superado nunca por nadie. 
¡Es muy difícil!  Esa es la apreciación que nosotros tenemos.  Ojalá pueda alguien hacerlo, y superarlo, sobre todo:  ojalá sea un país subdesarrollado, donde hay tantas necesidades y pueda un día lograrlo.

De manera que esos son los datos y esas son las cifras con ocho y con nueve.  Si son 8,8, 8,9, pues es un poquito menos que la última.

Desde luego, ya en este momento con el azúcar en proceso hay un poco más de 7,5.  Si ayer había...  En este momento debe haber cerca de 7 530, 7 540, incluyendo el azúcar que está en proceso.  Y antes del 10 de junio más o menos, aproximadamente, vamos a estar ya en ocho, con el inconveniente por ahí de que hay un ciclón cerquitica de nosotros con vientos de 100 millas ya, amenazando desde Pinar del Río hasta Las Villas.  No es muy conveniente, pero, bueno, es una de las cosas.

Fíjense cómo se realizaron las inversiones.

Se hicieron en Camagüey inversiones por 55 millones, el 32,5% de la inversión nacional.  En Oriente 68 millones inversión en la industria, 40,2 de la inversión nacional.  Suman entre las dos provincias 123 millones, el 72,7% de la inversión nacional.  Esta es la mejor prueba.  Y sin embargo tenemos en la provincia donde hicimos las inversiones, que es donde tenemos el déficit de un poco más de un millón; es decir, fundamentalmente en esas provincias en donde hicimos las inversiones, el 72,7%.
Lógicamente, esas inversiones están ahí.  Han puesto su zancadilla en 1970, pero constituyen una inversión que debe empezar a rendir todos sus frutos de ahora en adelante.  Porque, lógicamente, después que todas esas inversiones estén en funcionamiento, pasará como con el central Panamá, que el año pasado dio dolores increíbles de cabeza y este año funcionó bien.  Lo malo es que es en 1971, y nosotros tratábamos de llegar en 1970 a los 10 millones.

¿Qué medidas hemos estado haciendo?  Hemos estado tratando de reforzar a Oriente al máximo. 
Terminando temprano la zafra de La Habana, se están moviendo recursos humanos y técnicos hacia la provincia de Oriente y hacia la zona del Nicaragua, “Fernando de Dios”, “López Peña”, Guatemala, que son lugares que conservan la curva de rendimiento muy alta en el mes de junio.  Se están moviendo 18 000 trabajadores de La Habana.

Eso incluye que hay 14 brigadas de caminos de la provincia de La Habana trabajando allí.  Van unos 10 000 a 11 000 macheteros millonarios o casi millonarios, operadores de alzadoras, de camiones, constructores de albergues.  En fin, hacen una fuerza de apoyo, de gente de vanguardia, de gente combativa, de gente trabajadora, que nosotros pensamos que es una magnífica oportunidad para hacer una ampliación del Partido entre esos trabajadores que van a participar, a darle el apoyo a la provincia de Oriente en aquel punto, de manera que Oriente pueda concentrar su fuerza principalmente en el macizo del “Guiteras”, mientras la provincia de La Habana le da un fuerte apoyo en el macizo de la zona de Banes.

Porque estos 470 millones de arrobas que quedan en Oriente hay que cortarlos y extraerles el máximo de azúcar, son decisivos.

Ya solo con la caña de Oriente se puede rebasar amplio, con la caña que queda en Oriente se puede rebasar amplio los 8 millones.

Y entonces la de Camagüey, Las Villas y Matanzas, además, por encima de los ocho.

De manera que solo con Oriente se debe rebasar amplio los
8 millones.  Pero hay que cortarla, y sacarle el máximo de azúcar.

También se me olvidaba señalar que numerosos obreros industriales de la provincia de La Habana van también a reforzar la industria en la provincia de Oriente.  Es decir que esa es una de las medidas.

La provincia de Camagüey está haciendo —como decíamos anoche— un notable esfuerzo en este momento y está manteniendo ahí el peso de la zafra.  Allá está el compañero Almeida ayudando, el compañero Acevedo, los compañeros del MINFAR están dando una ayuda decisiva, la Columna
Juvenil, la Columna “Suárez Gayol” y los alumnos de los tecnológicos.

Ahí se demuestra la fuerza organizada, disciplinada.  Están moliendo aproximadamente 9 millones de arrobas diarias, y lo están haciendo con una gran —digamos— estabilidad.

Es decir:  que tenemos gran confianza en que la fuerza camagüeyana lleve a cabo su batalla hasta el final.

Nos quedan las cantidades señaladas en Matanzas y en Las Villas.

Ahora viene un período un poquito más difícil, aunque se han estado tomando medidas desde diciembre.  Caminos:  se han estado construyendo unos 80 kilómetros de caminos diarios.  Eso significa que deben haberse construido de 4 000 a 5 000 en unos 90 días, en 90 días.

Me imagino que, por ejemplo, en un país tan grande como Brasil     —unas cincuenta, ochenta veces más grande que Cuba, o unas setenta veces más grande que Cuba— deben hacer unos 5 000 kilómetros de caminos en tres años.  Aquí se han hecho unos 4 000 ó 5 000 en tres meses.  Da idea de la potencia, de los recursos que tiene el país ahora, y del espíritu con que están trabajando para la zafra los constructores de caminos, porque han estado haciendo el doble, el triple de lo que normalmente hacen.  Un esfuerzo tremendo por la batalla de los 10 millones que han estado haciendo los compañeros que están construyendo caminos y carreteras.  ¡Pero cifras increíbles de movimiento de tierra y de kilómetros en estos días!

Todas esas medidas:  se ha ido reservando toda la caña en los lugares altos, de manera que tenemos razonables esperanzas de mantener un rendimiento bueno en las cañas que nos quedan por moler en esta zafra.

¿Cómo debe seguirse llamando la zafra?  ¿De los ocho, de los nueve, de los diez?  ¡Nosotros debemos seguirla llamando la zafra de los diez millones!  Porque si aparecen los 10 millones, y la fecha y todo y el cronograma completico, es la expresión de lo que hemos hecho, hasta dónde hemos llegado, y lo que no hemos hecho.  Está claro ahí.  Y debe seguirse llamando —hay que bautizarla de alguna manera.  Los bautismos o los bautizos a veces tienen importancia.  Y hay que llamarle de alguna manera 10 millones.

Puedo aprovechar también la oportunidad, porque una vez expresando un concepto decíamos:  del triunfo de la rebelión, del triunfo de la Revolución.  Y expresábamos un concepto que era real, pero que usándolo en nuestra terminología corriente confunde, crea trabazones.  Y quedando aquello como concepto, y si alguien lo quiere incluir en un manualito, en una cosa de instrucción revolucionaria como concepto, sería mejor que quedara allí la idea de que la Revolución no triunfa el día primero de Enero, que es un triunfo de la rebelión.  Eso explica cómo las ideas revolucionarias fueron avanzando hasta legar a su triunfo ahora.  Ahora nosotros vemos el triunfo de las ideas revolucionarias en la actitud del pueblo en la zafra, frente a la Embajada, en su actual reacción en este momento.

Pero para nosotros, aprovecho la ocasión para expresar que sería mejor que nosotros siguiéramos llamando día del triunfo de la Revolución el Primero de Enero (Aplausos).  Y ya estamos más familiarizados con eso.

Cada vez que leíamos la frase yo tenía complejo de culpa, porque con motivo de aquel esclarecimiento conceptual en un acto en Sagua, creo que fue, al inaugurar un hospital, pues después creó ese rollo gramatical, conceptual o como lo quieran llamar.  Es mejor que quede...
Como pasa con todas las revoluciones, que tienen su fecha también:  la Revolución de Octubre y todas las demás.

Decíamos que nosotros tenemos en la provincia de Oriente...  En realidad nosotros tenemos que tomar una serie de medidas en los próximos meses, y veníamos pensando a lo largo de todos estos meses adoptar una serie de medidas para reforzar, mejorar, perfeccionar todo el aparato de dirección del Estado.  Porque ha crecido, se ha hecho mucho más complejo.  Y hemos venido elaborando toda una serie de ideas.  Estamos esperando terminar la zafra para darles una mayor cohesión, darles una mayor coordinación a todas las actividades afines y todas las actividades generales del Estado.

Pero también nosotros tenemos que tener en cuenta que se nos han ido quedando subdesarrolladas algunas regiones del país.  A mi juicio la región de Oriente se nos ha ido quedando subdesarrollada.
Nosotros mandamos un compañero de los más calificados, de los compañeros de más mérito en la Revolución, que es el compañero Guillermo García, a Oriente, para reforzar la provincia.  Pero es imposible que en el período en que el compañero ha estado trabajando —fue relativamente reciente, cuando estaba ya andando todo el programa este— que pudiera resolver todas las dificultades.  E incluso un solo compañero, por capaz que sea, no puede enfrentarse esa tarea.

Por eso hemos estado tratando ya, en toda una serie de aspectos:  por ejemplo, en el DAP, un refuerzo de cuadros; en Maquinaria Agrícola, etcétera.  Y tenemos que seguir reforzando la provincia en las construcciones; tenemos que reforzarla en toda una serie de frentes; en la industria azucarera y otras actividades.

Al principio de la Revolución se había hablado de si era mejor la capital en algún otro lugar.  Allá fue Santiago capital un tiempo.

Claro que en aquella época, cuando se decía eso, era un poco también un cierto simbolismo, o —si ustedes desean llamarlo de otro modo— pueden optar entre un cierto reconocimiento a la provincia, sentido de justicia; si quieren lo pueden llamar regionalismo o si quieren chovinismo provinciano.  De lo mismo.

Pero más adelante, cuántas veces nosotros hemos visto en el interior del país los grandes inconvenientes de la gran centralización —digamos— de recursos en general, el desarrollo que tuvo la zona occidental y que tuvo la capital.  La isla larga, el gobierno en un extremo, muchas veces hemos dicho:  el mejor lugar habría sido —digamos— Guáimaro, un lugar de esos.

Esto no quiere decir que nadie esté pensando en cambiar la capital.

Ya el país se vuelve chiquito.  Con las nuevas vías de comunicación proyectadas, autopistas, el día que esté el ferrocarril, la distancia se reduce.  Oriente ahora puede estar a muchas horas de distancia.  Cuando esté el ferrocarril eléctrico entonces se pone a 6 ó 7 horas, y por avión, y por otras vías igual.

Ahora tenemos la carreterita central, que es casi tan vieja como los centrales azucareros, hecha para las épocas en que los camiones cargaban tres toneladas.  Ahí se han matado miles de personas.

Pero nosotros tenemos que prestarle atención al desarrollo.  Y muchas veces... Por ejemplo, el principio que sostenemos:  Si se desarrolla un centro de investigación en la zona de Occidente, desarrollarlo en Las Villas, en Camagüey y Oriente.  ¿Por qué?  Porque si no hay desarrollo tecnológico, científico, se quedan siempre subdesarrolladas las regiones en dependencia de un centro.

Y en la provincia de Oriente tenemos enormes recursos.  Es la provincia de la caña de azúcar, de los rendimientos altos por sus microclimas; cielos más despejados, más horas de luz al año; sequía en épocas de zafra, que si usted tiene riego y domina eso, los rendimientos son más altos cuanto más seco sea en período de zafra, dentro de un límite prudencial; recursos minerales enormes.  Las mayores reservas de minerales de níquel del mundo están en la provincia de Oriente.

La provincia de Oriente tiene aproximadamente el 33.8% de la población del país, es decir, 2 847 000, casi 3 millones de habitantes tiene la provincia de Oriente; 36 602 kilómetros cuadrados, casi el 33% de la superficie.

La mayor cantidad de niños en todo el país está en Oriente, es la provincia más prolífera, sobre todo las montañas y todas esas zonas.  Cantidad de niños como no hay en ninguna otra parte, un enorme recurso del futuro del país en esa provincia.  Y sin embargo, la base material para la educación:  los maestros, los recursos, las necesidades son enormes allí.  Y allí es enorme la cantidad de niños.  Y lo que se puede hacer en esa provincia, y que la Revolución tiene el deber de hacer, por los recursos humanos y los recursos naturales, ya no hablando de una cuestión de justicia provinciana, sino de interés nacional.  Y como la nación se vincula al mundo, interés internacional incluso.  Hay que desarrollar esa provincia, sus recursos de minerales, sus recursos agrícolas, sus recursos de agua, en todos los órdenes.

Casi toda la producción de café actualmente la tenemos en las montañas.  Una población numerosa y una población joven.

De manera que consideramos que hemos tenido ahí precisamente las dificultades mayores en esta zafra, que es un argumento más, una prueba más de que si se nos quedan subdesarrolladas algunas regiones indiscutiblemente se nos hace mucho daño.

En Camagüey concentramos recursos, esfuerzo, atención, el máximo de ayuda.  Pero el Estado tiene que trabajar en mejorar el aparato administrativo.  Y el Partido tiene que dar el máximo de apoyo a la provincia, en interés de toda la nación.

Hay que reforzar a Guillermo por todos los medios, para que pueda cumplir la tarea de ese gran territorio que es la provincia de Oriente, con todos sus recursos.

Decíamos que un ciclón amaga.  Aquí hay un parte meteorológico que dice:
“Depresión tropical del Mar Caribe.  La depresión tropical del Mar Caribe ha ganado rápidamente en intensidad desde la mañana de hoy ya tiene casi fuerza de huracán, con vientos de 110 kilómetros por hora en las zonas cercanas al centro y una presión mínima de 993 milivares” —un ciclón ahora, además— “745 milímetros.

“A las 4:00 de la tarde de hoy, el centro de la tormenta se hallaba en los 19.9 grados de latitud norte y los 81.5 grados de longitud oeste, o sea, a unos 200 kilómetros casi al sur de la Isla Gran Caimán, y a unos 450 kilómetros al sur de las costas de la Península de Zapata.

“Este pequeño huracán se ha estado desplazando al norte prácticamente a razón de 18 kilómetros por hora, y se estima que continuará en este rumbo con ligera inclinación al norte noroeste en las próximas 6 a 12 horas, con poco cambio en velocidad de traslación y en intensidad.

“Se debe mantener la mayor atención al movimiento futuro de este organismo desde la provincia de Pinar del Río hasta Las Villas, y especialmente en Isla de Pinos.

“Las lluvias aumentarán desde Matanzas hasta Camagüey y se iniciarán sobre La Habana y Pinar del Río desde horas de la madrugada.

“Desde mañana la navegación será peligrosa...”, etcétera.  “El próximo boletín a las 12:00 de la noche.”

Hoy por la mañana llegó el primer boletín, el segundo.  Y aquí vienen todos estos fenómenos atmosféricos, con lo cual una de las primeras batallas a librar es la batalla con el cicloncito este. 
Entonces se va a empezar a poner a prueba esta batalla que nosotros debemos librar con más honor que la anterior, ¡con más honor!  No solo en la caña, en todo:  en la siembra, limpia, herbicidas. 
Tenemos la suerte de contar con los herbicidas para combatir las malas hierbas que exigían tantas decenas y decenas de miles de hombres para ni siquiera poder resolver el problema a medias.  E igualmente en todas las tareas a que hay que enfrentarse en el campo en estos momentos.

Y lo primero es el ciclón.  Y requerirá un esfuerzo... Porque en muchos lugares tienen la tierra lista para sembrar y no pueden sembrar por falta de agua.  Y ahora, de repente, como ocurre y a veces en el Trópico que si usted no tiene regadío y por tanto no puede ir haciendo las cosas progresivamente, se pasa tres meses y no llueve y entonces le llueve en todo el país de repente en cantidades enormes.

Hacía falta un poco de agua en este momento en Oriente y en algunas regiones, hacía falta un poco de agua, porque un poco de agua no afecta.  Mucha agua, afecta; ninguna agua, afecta igualmente.  Y parece que vienen chubascos fuertes con este ciclón.  Y ahí tenemos que enfrentarnos a la primera batalla.

No he querido hacer uso de los mapas.  Sería demasiado prolijo señalar todos y cada uno de los puntos donde hemos tenido problemas.  Y ya les digo que harían falta cientos de flechas para señalar cada uno de los problemas.

Ahora, queríamos señalar lo siguiente:  que el día 7 de mayo, en el último examen, fue que se mostró ya que no existía la posibilidad de hacer la zafra de los 10 millones.  Con las drásticas reducciones en algunos estimados y la situación de los incrementos, ya no había manera.  Y no solo eso, sino que incluso la diferencia no iba a ser de 200 000 a 300 000, sino que la diferencia iba a estar cerca del millón de toneladas de azúcar.

Al presentarse esa situación, yo les expliqué a todos los compañeros nuestro propósito que más o menos sobre el día 15, el día 16, es decir, entre el 15 y el 20 íbamos a comunicar esta situación al pueblo, conforme al criterio mantenido desde el principio de que en el instante en que se comprobara que no se alcanzarían los 10 millones había que avisarlo, había que decirlo, por una cuestión de elemental respeto al sentimiento y de elemental lealtad con el pueblo y confianza en el pueblo, con la absoluta seguridad de que eso no iba a desmoralizar a los trabajadores.

Porque nadie pensó, realmente yo nunca pensé que en tan temprana fecha como a principios de mayo ya la esperanza estaría descartada.  Se ve con claridad que habría sido a principios de abril sin las medidas que se tomaron; aunque, claro, hacían falta ciertos estimados y ciertas cosas que no se podían precisar todavía.

Ahora, a principios de mayo quedó eso evidente.  Entonces nosotros pensábamos, entre el 15 y el 20, bien a través de la prensa en un comunicado extenso explicando todo esto, o bien a través de la televisión, hacer la explicación.

En ese estado se encontraba el problema cuando sucede el incidente de los pescadores sobre el día 11 ó 12.

Estábamos realmente bien ajenos de imaginar que se iba a presentar ese tipo de problema.

Lo de Baracoa había sido resuelto.  Es algo más:  supimos el día 11 que los pescadores estaban secuestrados.  Lo supimos cuando lo dijeron ellos.  Porque a ellos se les esperaba sobre el 10.  Una tardanza de 12, 24 horas, empieza a preocupar pero puede ocurrir.  De manera que es sobre el día 11 ó 11 por la noche, o el 12, que se tiene la noticia.  Pero tenían a los pescadores secuestrados hacía como una semana.  Estaban en los trámites propagandísticos —llevando a Guayo y al otro allí, a toda esa cosa publicitaria—, pero los tenían desde el día 4 o desde el día 3, los tenían secuestrados.

Nosotros lo supimos el 12 porque esos barcos de plataforma por lo general no tienen fonía.  Y por eso se supo luego.

Primero coincidió el no regreso en la fecha convenida, 24 horas de tardanza, las preocupaciones en esa unidad pesquera y luego el anuncio de que estaban secuestrados.  Apareció en los periódicos.  Fue en ese momento en que se planteó un problema realmente muy delicado.  Y ayer explicamos ampliamente sobre este problema, se habló sobre este problema.

Nosotros no teníamos el propósito de hablar ayer del problema de los 10 millones, porque por su naturaleza, por su índole —la cantidad de datos, de cifras, de por ciento, de todas las cosas que ha habido que sacar—, este era un trabajo que había que elaborarlo.

En realidad nosotros con todos estos problemas no tuvimos tiempo, y hemos tenido que trabajar bastante apresuradamente para lograr ir organizando todos estos elementos.  Si no quedaron totalmente organizados, les ruego que me excusen por eso, pero hubo que trabajar con mucha premura en breve tiempo.

Naturalmente, este problema queríamos explicarlo así, con todos los detalles, analizándolos en todos los aspectos y exponiendo nuestras apreciaciones.  No están todos, pues hay muchos aspectos.  Yo solo he tratado de señalar los aspectos fundamentales.  Y sobre todo, el golpe decisivo que el problema del rendimiento significó para la meta de los 10 millones.

Era así como nosotros pensábamos hacer la exposición.

El problema de ayer era un problema de otro tipo, de otras características.

Pero hay que decir que ya nosotros desde el día 7, igual que todos los compañeros de las provincias y un grupo de compañeros  nuestros, sabíamos este problema, desde la última reunión.

Este problema se estuvo librando en medio de esta situación.  Y nosotros teníamos que sufrir bastante cuando en el acto —en las manifestaciones, en las palabras de la gente— usaban la consigna “Cuba, Laos, Viet Nam, los 10 millones van” o “Cuba, Cambodia, Viet Nam, los   10 millones van”, todas las consignas asociadas a los 10 millones.

Y nosotros sabíamos que lo de Cambodia va, y van a obtener la victoria, y Viet Nam vencerá, pero que los 10 millones no se iban a alcanzar.  Y tales manifestaciones se expresaban una y otra vez durante el acto de apoyo, de solidaridad, por todos los que hablaron de todos los sectores.  Y era verdaderamente amargo estar escuchando a la gente en la reafirmación de todo eso.

Muchas de las consignas, todo había girado en torno a los problemas de los pescadores, de la solidaridad internacional y de los 10 millones.  El fervor con que lo planteaba la gente.

Aunque la gente sacaba cuentas sobre la marcha y las dificultades de la zafra —tenía que verlo porque poseía toda la información disponible a través de la prensa diaria para calcular y todo—, pero todavía no había una conclusión oficial.  Y una cosa oficial realmente podía haberla solo en el momento en que se llegara a la certeza.  Y ese momento fue en la reunión que tuvimos el 7 de mayo.

Entonces ocurre todo esto.  Bien.  Decíamos que era duro, era desagradable todo eso.  Pero eso no era justificación para haber planteado el problema ayer, eso no era suficiente razón.  Es que empezaron a aparecer otras razones que eran mucho más justificadas, mucho más poderosas para esclarecer ayer el problema:  el tipo de cosa pérfida, de mala fe, característica de los imperialistas. 
Porque los imperialistas no solo asesinan allá, acá, en todas partes; roban, explotan, saquean, mienten:  son la personificación de cuanta cosa inmoral y mala hay en el mundo.  Tienen todos sus métodos asquerosos de intrigas y cosas por el estilo.

Y desde luego, ¿qué empezaron a hacer?  Empezaron a relacionar las actividades del pueblo y de la Revolución en torno a los pescadores con el problema de la zafra.

Y de verdad que pocas cosas pueden ser más hirientes, más ofensivas y, además, más canallescas.  ¿Por qué?  Eso es imputar a la Revolución cobardía, falta de honradez, criminalidad.

El dirigente revolucionario que invente la más mínima cosa para desviar la atención de cualquier dificultad o invente un accidente, es un criminal y de los peores.  ¡Pero de los peores!  Eso lo pueden hacer los fascistas, los burgueses, los politiqueros, pero el revolucionario que haga eso es el peor criminal.

Pero, además, las ofensas hay que aguantarlas.  Esas son todos los días.  Las ofensas que nos puedan herir a todos nosotros, olvídense.  Pero aquí había una ofensa también a un principio y a un derecho del país.

Nosotros señalábamos cómo ha habido tres batallas ya por pescadores, y la primera fue con el secuestro de los dos barcos aquellos en Miami, que duró un montón de días, y la otra la del Alecrín.  ¡Con lo sensible que es nuestro país a los ataques a los pescadores, a los marinos!  ¡Lo sensible que es!  ¡Cómo nuestro país va creando su tradición de mar, cómo ya tenemos barcos de 15 000 toneladas que surcan el mundo, grandes arrastreros!

Lo que un arrastrero de esos es, puede medirse por el hecho de que un hombre puede pescar al año 100 toneladas, es decir, lo necesario para proporcionar a 2 000 personas 100 libras de pescado per cápita al año.  ¡Vean ustedes qué increíble productividad!  ¡Cómo se desarrolla, cómo se ha multiplicado por ocho la producción, que ha crecido como la producción arrocera, por ejemplo!

Nosotros no habíamos señalado anteriormente el hecho de que el arroz ha crecido varias veces desde 1968, y que el plan de arroz ha llevado más maquinarias —más buldóceres y todo— que todo el plan de caña.  El plan de arroz ha llevado más maquinaria y más esfuerzo.  Pero se ha estado haciendo simultáneamente.  Se mantuvo la política de trabajar simultáneamente.  Creo que era honrado.  Porque también si nosotros teníamos un día que enfrentarnos a la amarga realidad de no alcanzar una meta, no habría sido honrado concentrar todo en eso para salvar prestigios personales o cosas por el estilo.  Y siempre se mantuvo esa política de librar batallas simultáneas.  ¿Concentrar todos los medios allí?  No.

Había medio para llegar a los 10 millones en la parte agrícola y seguir los otros planes.  Desde luego, en los otros planes se ha ido avanzando:  el arroz ha significado un avance muy notable.  Pero el arroz y la pesca:  el arroz en dos años, la pesca en 10 años.  ¡La pesca ha crecido ocho veces!

Se ha incrementado notablemente la cantidad de pescado que consumimos e incluso las exportaciones, principalmente de langostas, camarones...  Pescados de otro tipo los consumimos aquí y aquellos que resultan caros en el mercado mundial los exportamos.  La pesca se ha convertido ya en un renglón que le da ya al país 20 millones en divisas, ¡veinte millones!  Nuestra flota camaronera pescando por distintos mares donde nuca se pescaba antes.  Y se está convirtiendo en uno de lo principales renglones del país.  ¡Y sigue creciendo!  Y puede dar año por año más alimento al pueblo y también por otro lado, determinadas especies de mariscos, más divisas al país.

Se ha logrado en un país que no tenía tradición de mar, ir desarrollando una marina mercante que ha crecido varias veces; una flota pesquera formidable; el espíritu de los trabajadores de mar se va transformando.

Ahora, independientemente de nuestro deber elemental de defender a un pescador, al más humilde pescador...  Y aquí no hay nada más humilde ni menos humilde, porque todos tenemos que ser iguales en derechos.  Pero aparte de nuestro deber —como decíamos, si hay que derramar la sangre de todos por uno, hay que derramarla, como cuestión de solidaridad humana y comunista...  Eso es lo primero.  Pero ahora viene lo segundo, que no es de poca importancia.

¿Qué se pretendía con esto?  ¿Cómo podía quedarse cruzada de brazos la Revolución después que desembarca una pandilla de criminales y de mercenarios cuyo aniquilamiento le cuesta la vida a cinco combatientes (campesinos de las montañas, gente noble, trabajadora, sacrificada, de los que se van a cortar caña, recogen el café y son el sostén de este país)?   Lógicamente en todo combate caen compañeros y caen compañeros buenísimos.  Cayó, entre otros, el compañero formidable que era el instructor político o —como le llaman— el político de la División Territorial.  Tienen que ver, cruzados de brazos, caer a esos combatientes y dejar madres, hijos, hermanos, todo el mundo sumido en un dolor tremendo.

¿Por qué?  ¿Quiénes son esa gente?  ¿Qué representan?  ¿Qué viene a buscar aquí toda esa pandilla?

Yo estuve conversando con uno de esos mercenarios.
Señores, créanme que produce repugnancia

—¡repugnancia!— porque es el vacío ideológico total.  ¡Lumpen...!

El individuo con el que yo estuve conversando —¡es increíble!—, cuando le empiezo a preguntar por curiosidad —porque uno siente una especie de curiosidad por saber cuál es la filosofía política de estos mercenarios, qué piensan, y cómo enmascaran eso—, las cosas que decía eran pero de verdad para asombrarse.  Disparates, una ignorancia terrible.

Y toda esta gente, ¿qué vienen a hacer a un país que está sudando, trabajando?

Entonces, ¿es el derecho a venir con armas automáticas norteamericanas a meterse aquí a agredir al país, a causar la muerte de valiosísimos compañeros, cualquiera de los cuales vale —¡no se puede comparar!— infinitas veces más que todos ellos juntos?

Entonces, ¿qué pretenden?  ¿Que la Revolución ni siquiera se defienda, y que nos invadan mercenarios y no podamos ni salir a perseguirlos porque si los perseguimos y los desbaratamos entonces agarran a indefensos pescadores, marinos?  ¿Tomar o establecer el derecho a secuestrar a indefensos trabajadores en una isla que tiene 3 000 kilómetros de costa y mares circundantes donde trabajan los hombres?

Eso equivaldría a cruzarse de brazos.  Y se podría cruzar solo un país que estuviera dispuesto a renunciar a su más elemental derecho de defenderse.

Por eso el problema de los pescadores planteaba una cuestión que había que ir hasta donde fuera necesario.  Porque ya lo otro era aceptar que este país no tenía derecho a defenderse.  Eso es inadmisible y lo entiende cualquiera, lo entiende cualquiera.  Hasta un diplomático burgués debiera entenderlo.  Cualquier mentecato puede entender eso.

¿Qué se pretendía?  ¿Un derecho a represalias sobre los pescadores por la acción del Estado revolucionario sobre mercenarios que llegan armados aquí?  Después de eso, ¡desármate para el diablo!

Por eso era serio y estábamos dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias en este problema, porque lo otro era una cosa inaceptable.  ¡No la puede aceptar nadie!  Y entre los nadie, menos que nadie puede este país aceptar eso.

Este país, frente a un enemigo tan poderoso como el que tiene al lado, a 90 millas, si este país no tuviera una actitud muy decidida y muy firme, sin vacilaciones de ninguna clase, el imperialismo se lo habría tragado.

A este país, entre otras cosas, lo ayuda a salvar su verticalidad, su firmeza, su valor, su falta de miedo.  Si nosotros vaciláramos, si retrocediéramos frente a ese imperialismo...  Sucedería como con los peces voraces en el mar.

Conversando con algunos compañeros del Ministerio del Interior, les contaba que quien ha pescado alguna vez en el fondo del mar, ve cómo se comportan las picúas, por ejemplo.  Se aparecen por allí...  Si ustedes les van huyendo...

Y les conté una experiencia que me pasó a mí una de las primeras veces que estábamos pescando submarino por allí un día.  Me habían enseñado el fondo del mar, me entusiasmó.  Me quedo solo, alejado del bote, y una picúa está dando vueltas y está enseñando los dientes.  Entonces me voy replegando hacia el bote —medida muy prudente.  ¡Pero la picúa se ponía más agresiva!  Entonces siento vergüenza de estar en aquella actitud de retirada frente a la picúa.  Viro hacia la picúa y avanzo hacia ella, y entonces salió huyendo.  ¡Huyó enseguida!

Después del triunfo de la Revolución un pescador me enseñó el fondo del mar, como muchos compañeros nunca habíamos hecho pesca submarina ni nada de eso.  No estoy haciendo una propaganda al deporte, ni mucho menos me la estoy haciendo a mí, por supuesto.  Estoy diciendo una experiencia.  Y les contaba que es el instinto que tienen muchos animales que han desarrollado el hábito de devorar y cuando huye la presa es cuando se envalentonan y la persiguen.

Si este país frente al imperialismo, que es fiera, picúa, tiburón, buitre, todas las alimañas juntas —¡todas las alimañas juntas!—; si este pequeño país demostrara temor frente a los imperialistas y vacilaciones, nos habrían devorado.

Y por eso lo único que nunca encontrarán en este país es ni vacilación, ni temor.  Encontrarán una firmeza tremenda.  ¡Y cuando quieran devorarnos tienen que tragarnos enteritos:  desde la Punta de Maisí hasta Guanahacabibes! (Aplausos.)  ¡Tienen que tragarnos enteritos!

Si este país pequeño tan cerca de los imperialistas vacilara alguna vez, sería devorado.  Por eso nosotros no podemos hacer nunca una concesión, porque se llenarían de aliento, se volverían sobre nosotros como hacen las fieras y como hacen los buitres.

Por eso, nosotros ¡de frente siempre!  Y eso lo sabemos.  Y el instinto del pueblo siempre le ha indicado con toda claridad que esa es la única postura que corresponde a un país que en esta época hace una revolución frente a un enemigo tan poderoso como el imperialismo, que nosotros no lo subestimamos, pero no le tememos.

Entonces, ¿qué ocurre con este hecho del secuestro de los pescadores, y qué teoría empezaron a inventar?

Esto, naturalmente, salió de Estados Unidos, salió de Washington.

Y una buena prueba es que hay un cable de la REUTER de mayo 16, que dice: 

“...las relaciones entre Washington y La Habana...”, etcétera.  Pero aquí incluyen:  “El súbito incremento de la actividad militar de los exilados podría haber sido programada para que coincidiera con la tambaleante campaña lanzada por el doctor Castro para lograr una cosecha azucarera de 10 millones de toneladas este año, señalaban hoy expertos cubanos en esta capital.”

Los “expertos” son la CIA y compañía, desde luego, o el Departamento de Estado, los yankis.

Así que ellos facilitan todas las fechorías, las llevan a cabo.  En sus narices salen en lanchas piratas, armados con sus armas secuestran.  Y ahora, además de todo eso, cuando ven que la cosa se está poniendo seria, empiezan a lanzar la tesis de que todo este movimiento era para desviar la atención de la zafra.

“Los exilados podrían, sin embargo, haberle hecho el juego a Castro al desviar” —decía este tipo de la REUTER— “la atención pública de la zafra hacia la presunta agresión norteamericana, destacan analistas.”

Ese es un REUTER de Washington.  Ahora viene un REUTER de La Habana.  Y si aquel no tiene que simular ser espía ni dejar de disimularlo allí que está vertiendo la opinión de los expertos, aquí tenemos un REUTER.  Y desde luego que estos REUTER de aquí... Ya nosotros hemos tenido dos o tres problemitas con uno o con otro, porque estos son, por lo general, agentes de la CIA.  Porque la REUTER es inglesa como también las Bahamas son inglesas.  Igualito, de la misma manera.

Y de la misma manera que la CIA usa las Bahamas, usa también a estos corresponsales de la REUTER.  Y desde que no tiene UPI y AP aquí, pues tienen aquí un REUTER:  ¡un cayo, un islote!

Este señor, desde que empezaron los problemas, adoptó la posición venenosa, con la intriga y la mentira por doquier. 

Así que, por ejemplo:  “Mayo 17...  Este es mayo 17.  Llega la onda de allá de Washington el 16 y entonces el 17 él hace su otra onda.

“La ex embajada de Estados Unidos en esta capital parecía hoy una fortaleza sitiada, rodeada por un verdadero ejército de 20 000 cubanos que tratan de vencer la resistencia de sus defensores.”
El cerco de Jerusalén, o de Jericó, algo de eso.  Nada más faltaban las trompetas.  Aunque si hay algo que se cae con trompeta es la resistencia que puedan ofrecer ahí.

“Desde que comenzara el sitio el viernes la muchedumbre se ha incrementado desde unos pocos centenares hasta miles de manifestantes:  amas de casa, estudiantes, que se amontonan en una densa masa de gente bajo un bosque de cartelones y banderas.

“La radio cubana afirmó hoy que los manifestantes suman ya 50 000.  Esta cifra parece exagerada por el momento”

—menos mal que dijo ‘por el momento’—  “pero constantemente está llegando más gente al lugar.”

Entonces habla de “los infelices que están en el interior”, etcétera, etcétera; pero bueno, todo esto pueden ser más o menos tonterías.

“Todas las casas vecinas muestran grandes cartelones”, etcétera.

Entonces dice:  “El lugar es asimismo un punto tradicional de reunión para los que expresan su fervor
‘antimperialista’” —y pone antiimperialista entre comillas— “luego de duros y deprimentes meses de trabajo en los cañaverales, que parecen haber ocasionado un descenso en el ánimo de los cubanos.”
 Aparentemente la indignación y toda la protesta del pueblo allí era por los meses que llevan de zafra, y están cansados.

Dice:  “Ante la imposibilidad cada vez más evidente de que no se logre la producción récord prevista, Fidel Castro ha lanzado a su pueblo a las calles por primera vez en varios años, movilizándolo contra los ‘agresores imperialistas’” —entre comillas.  Y así por el estilo.

Pero es que oír esto, ver esto escrito desde Cuba, hacer este semejante análisis sobre la actitud del pueblo, pretender que este país permita que por sus acciones frente a invasiones acepte el derecho de secuestrar a los pescadores, deje de cumplir el más elemental deber, semejante imputación e intriga era de verdad muy dolorosa.  Y para nosotros nos era muy difícil abordar todo este problema ayer sin plantear la cuestión de este intrigante, y cómo habían estado tratando de relacionar la zafra, la cuestión de la zafra de los 10 millones.

Y fue la imperiosa necesidad de abordar este problema, y como no se podía estar hablando de dificultades sin dejar la sensación o por lo menos la preocupación de que estuviera tratando de ocultar algo o escurrir algo, fue por lo que nosotros lo planteamos en el día de ayer, aunque no era ese el objetivo, no era el lugar, no era el sitio donde se pensaba plantear este problema.  Pero esto no podía quedar sin respuesta.

Por eso hoy, que venimos a hablar de la zafra, hay también que dedicar su partecita a este bandido que está aquí.  Digo bandido, y está por ahí suelto —no será el único—, pero de otra manera no se le puede llamar.  Esperamos que el tipo no espere a que lo boten de aquí:  que se vaya, arregle los trámites... (Aplausos).  Al final este incidente dice:  “Esta demostración es mucho más que solo una protesta por la captura de los pescadores.  Es la culminación de una campaña contra Estados Unidos cuidadosamente montada por el Primer Ministro Fidel Castro el mes pasado.”  ¡Resulta que nosotros montamos la campaña, inventamos la invasión de los mercenarios!  Resulta que nosotros hemos inventado todos los planes que está organizando Nixon con toda la gusanera, a ojos vistas, descaradamente.  Los hemos inventado.  Entonces hemos inventado una campaña frente a todo eso.

“Es un gran festival de los habaneros...”  ¡Un gran festival!  Miren,  que no se encuentren con estos partidarios de la “fiesta”, que la verdad que les pueden dar cuatro pescozones.  Y no estoy instigando, nosotros no empleamos esos procedimientos.  Pero lo que merecen esos tipos es que les metan 50 pescozones.  Lo que pasa es que nosotros no usamos esos procedimientos, porque además a lo mejor van a hacer el papel de víctimas por ahí, van a hacer después el papel de víctimas.   Lo que hay es que desenmascararlos.

“...Es un gran festival de los habaneros, que no han tenido un solo día festivo en los pasados seis meses, desde que Fidel Castro iniciara su campaña para lograr una producción azucarera de 10 millones de toneladas.”

Esto es festivo, esto es un truco, esto es inventado para distraer la atención de la zafra, para protestar contra agresiones imperialistas que no existen, y cosas por el estilo.  La verdad es que debemos estar alertas contra esos bandidos, y cada vez que anden...  Lo mejor es que agarre su avión sin trámites, que no nos obligue a estarlo botando, es mejor que se vaya antes de que formalmente lo botemos de este país.  Pero que coja su avión y que no lo conozcan.  Más vale no decir ni cómo se llama.  Después se pierde un pescozón y van a decir que yo estuve instigando.

Así es que aquí se ve claro:  el cable del día 16 desde Washington lanza la consigna; el día 17 la recoge este tipejo, y empiezan a asociar la protesta del pueblo con la zafra.

Esa fue la razón por la que ayer, un día de alegría de la gente, de victoria...  Si era amargo tener que plantear este problema, era más amargo plantearlo ayer.  Pero es que resultaba de todo punto imprescindible salirle al paso a este problema, a esta canallada, a esa infamia.

Hoy llegó un nuevo cable que confirma esto todavía más.  La tesis.  Dice:  “El Gobierno suizo...”  Un cable de AP —la otra CIA por allá.  “El Gobierno suizo protestó hoy oficialmente ante Cuba por las manifestaciones contra la Embajada de Estados Unidos en La Habana, y el ministro de Relaciones
Exteriores, Pierre Graber, sugirió en forma sarcástica que Fidel Castro trataba de desviar la atención de la zafra insuficiente.”  ¡Otro allá!  Ahora esto es el colmo:  que un burgués frívolo desde Suiza ahora también se acoja a la tesis de “los expertos de Washington”, retransmitida por los agentes de la CIA, y diciéndola en tono sarcástico.

Este sujeto, este diplomático burgués, no se ha enterado siquiera de los pescadores para nada, eso no existe.

Dice:  “Suiza se encarga de los intereses estadounidenses en Cuba y funcionarios suizos fueron las víctimas cuando los manifestantes rodearon la embajada”, etcétera.

En la nota diplomática se dice que las manifestaciones fueron “una clara violación del derecho internacional” —¡también la teoría del derecho internacional!  Valdría la pena que este sujeto, para informarse sobre cuestiones jurídicas revolucionarias leyera algunos de los argumentos expuestos ayer, y qué entendemos nosotros por derecho internacional, y quiénes son los que violan aquí el derecho internacional.  Vale la pena que este señor se documente un poquito sobre eso.

También se quejaba...  Dice:  “El embajador y su personal habían salido todos a París, explicó.  Por supuesto, comprendo los problemas de ir a París, puede ser imposible regresar debido a una huelga.”  No.  Que tengamos noticias, no hay huelga en Francia.  Está en París porque nosotros le dijimos a nuestro embajador que saliera de Suiza.  Y algo más:  le dijimos que viniera a Cuba.  Eso es bien claro y para que lo sepa el señor Ministro.  Lo hicimos porque nosotros creemos tener cierto derecho, porque estamos frente a un problema, y dije que estábamos dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias.  Y cuando uno está dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias tiene que tomar las medidas pertinentes.

Nosotros no menospreciamos las relaciones con Suiza, pero no nos asusta tampoco cualquier actitud que quieran tomar con respecto a nosotros.  No nos va nadie a asustar ni mucho menos.  Y creo que con esas declaraciones el señor Ministro de Relaciones Exteriores de Suiza está dejando muy mal parada la llamada neutralidad suiza, porque esto es tomar partido por los bandidos, por el imperialismo, empezar a hacerse eco de la chismografía de la CIA.

Y a nosotros nos merece muy poco respeto un Ministro de Relaciones Exteriores que sencillamente se convierta en eco ridículo de los argumentos del Departamento de Estado y de la CIA.

Pues ya lo ven ustedes hoy también —el sujeto—, diciendo que esto es un invento.  Y por supuesto:  el Estado soberano no debe protestar; la Revolución no debe luchar por rescatar la vida de 11 trabajadores, de 11 hijos de este país, trabajadores; no debe luchar por establecer el precedente de que aquí este país no renuncia a tomar las medidas que sean necesarias contra los criminales que nos agredan.  Eso es lo que hay en esencia y es lo que hay en el fondo.

Está tan ridículo el sujeto este que serviría para protagonista de uno de esos sketch como el que en la tarde de hoy tuvimos, en un momento de ocio y entre muchas cifras y papeles, la oportunidad de ver Detrás de la Fachada, que resultó por cierto muy simpático.  Naturalmente que ahí se podía poner que cualquier semejanza es pura coincidencia.  Estoy seguro de que nuestros compañeros de la televisión no quieren lastimar ni herir al representante diplomático, o como lo quieran llamar, de los intereses de Estados Unidos en Cuba, o de Suiza.  Pero en realidad sugerimos que lo tome con buen humor.  Y si no hay buen humor suizo, por lo menos con buen humor cubano.  Eso no escasea aquí para nada.  Y podemos dar 10 millones de toneladas de buen humor (Risas), para que tome las cosas con calma (Aplausos prolongados).

Pero quiero reiterar que nosotros no hemos estado en ningún momento con la menor intención de agredir, de afectar la integridad de las personas, de los funcionarios suizos.  Lo que dije ayer lo ratifico.  Creo que se puede documentar este señor Ministro sobre ese problema:  cómo fue planteado el problema, en los términos que fue planteado; cómo nosotros incluso siempre le daremos la inmunidad a todos los representantes diplomáticos aunque no existiera el convenio sobre la inmunidad diplomática.

Pero, desde luego, estaba de por medio este problema, estaba de por medio el pueblo, las protestas, el edificio que es nuestro jurídicamente y que —como leíamos ayer— los funcionarios suizos se negaron a entregarlo.  Nosotros hemos tolerado eso.  Esa situación queda tal como se planteó ayer:  en el mismo statu quo.

Pero de todas maneras nosotros les dimos instrucciones de que vinieran a Cuba a los representantes diplomáticos de Cuba en Suiza.  No era un problema contra Suiza, ni hay nada contra Suiza —y lo repetimos— ni contra el gobierno de Suiza; pero desgraciadamente están representando el papel ahí de representantes de los intereses yankis y uno no sabe cómo van a actuar.  Y cuando uno ve que un señor Ministro del Gobierno de Suiza hace estas declaraciones y cae en esta intriga de bajo vuelo, entonces hay razones más que suficientes para que aumente nuestra desconfianza acerca del grado de contubernio que tales funcionarios puedan tener con el imperialismo.  Está probado.  Los hechos lo prueban.  Y nosotros cuando consideremos oportuno les diremos que regresen a Suiza.

Aquí va cualquier cubano a cualquier lugar y no tiene miedo ni nada, con inmunidad y sin inmunidad. 
Pero sencillamente era preciso adoptar progresivamente las medidas pertinentes para llegar hasta sus últimas consecuencias en este problema si era necesario.

Y nadie podía haber recibido más alegría que nuestro pueblo y todos nosotros cuando vimos que se rendían.  Además, sabíamos que aquello duraba unas horas más, que no resistían la fuerza de la masa, que los propios imperialistas se iban a dar cuenta de hasta dónde habían metido la pata, y les iban a dar instrucciones a los mercenarios de que soltaran a los pescadores.

Pero como eso era una presunción —y en estos problemas en que se juega la vida de 11 hombres no se puede estar trabajando a base de presunciones—, era la acción del pueblo la que podría conducir a eso.  Y naturalmente que la acción del pueblo sería apoyada y respaldada con todos lo medios por la Revolución, por el Partido y por el Estado revolucionario, que es la misma cosa.  Solo que la Revolución ahí toma forma de pueblo, y en una nave de guerra toma forma de marino, y en un avión forma de piloto, y en otro lugar forma de batallón, de división territorial —como en Baracoa—, y en otra de cuerpo blindado de tanques, y en otra de cortador de caña.  La Revolución en sus múltiples manifestaciones, pero que es una sola cosa.

Era el país, era el pueblo, era la Revolución, era un sentimiento unánime de todos.  Como si aquí se pudiera estar jugando con el pueblo, tomándole el pelo, haciendo truquitos y cosas por el estilo.

¿Quién iba a saber que habría de producirse este fenómeno de esta índole, en el momento en que nosotros habíamos llegado a una conclusión sobre la marcha de la zafra?

Cuando lo de Baracoa no era esa la situación.  Porque sucede lo de Baracoa y todavía se estaba luchando por los 10 millones, ¡todavía se estaba luchando por los 10 millones!  Porque todavía había determinadas cantidades de caña sembradas que estaban en dependencia del crecimiento, o sea, las cañas sembradas en junio, julio y agosto en Oriente las cuales han sido afectadas por la sequía. 
Había toda una serie de factores a considerar todavía...  Y había que hacer un conteo casi de caña por caña para saber cuál era la situación.

Esta situación trajo consigo la necesidad de plantear este mismo problema en el día de ayer.

Pero a mi juicio habría estado incompleto sin esta explicación, en la que he tratado de traer todos los elementos de juicio disponibles, además de los que tienen ya a través de nuestra radio, de nuestros periódicos.

Se van a seguir publicando —como decíamos— todos los datos día por día, y se va a librar la batalla con el espíritu que debe librarse.  Va a tener más mérito.  No es lo mismo luchar cuando usted —como decíamos ayer— tiene la meta, que cuando se sabe ya la situación.

Ahora, ¡ese es el pueblo que nosotros queremos!  No el pueblo engañado como un chiquillo.  No el pueblo que le digan una mentira, que le mantengan una ilusión de una manera inmoral.  Hay que tener un muy bajo concepto del pueblo para proceder de esa manera.  Ese no es el pueblo que nosotros queremos.  Nosotros queremos un pueblo consciente, un pueblo que reaccione como reaccionó el pueblo ayer, como reaccionó antes de ayer cuando reaccionó frente a los problemas:  con autodisciplina, con espíritu combativo.

¿Lo que la gente quería era tomar el edificio?  ¡No!  ¡La gente quería ir a pelear!  Y oí muchas entrevistas donde el pueblo habló con entera franqueza lo que sentía.  Y algunos decían:  hay que tirar unas bombas allí en Florida y otras cosas.  De verdad que se expresaba un sentimiento de indignación muy grande.  ¡Y el pueblo, que no perdió la batalla de los 10 millones, y sin embargo va a estar en la primera línea hasta el último instante!

Y no me queda nada más por decir, que reiterar con la mayor sinceridad nuestro concepto de que el pueblo ha librado una gran batalla, de que el pueblo ha realizado un esfuerzo formidable, que los frutos de ese esfuerzo quedarán como un acontecimiento histórico.  Que después que terminemos la zafra...  A pesar del tremendo espíritu de trabajo que tenemos que tener ahora y luego, cuando se haya cortado la última caña, también hay que tener en cuenta a los hombres que han estado haciendo un esfuerzo tremendo, separados de sus familias durante muchos meses, por dondequiera, ¡hay que darles un justo descanso!

El espíritu con que debemos afrontar el revés y luchar contra él, no tiene que estar reñido con la alegría, con el júbilo, cuando terminemos de realizar este esfuerzo.  Por eso debemos, lo mismo que si hubiéramos hecho los 10 millones, organizar las fiestas en todo el país con las cosas que se han estado preparando para esos días, hacerlas.  Darles descanso a tantos magníficos trabajadores que se lo merecen.  Tener en cuenta eso.  Eso no estará reñido con el propósito de librar la batalla con el mayor ahínco y de volver todavía con ímpetu superior cuando se terminen también los períodos que puedan llamarse de descanso dentro del trabajo.  Nos queda mucho trabajo por delante.

Todos nosotros tenemos que asumir un sentido mayor de responsabilidad.  Tenemos que sentirnos más comprometidos, más obligados, pero mucho más obligados.  La actitud del pueblo y reacción del pueblo no hace más que incrementar sobre nosotros el sentido del deber y de las obligaciones, la confianza en el pueblo.

Debemos aprovechar para señalar eso:  que no se interrumpan ninguno de todos los planes que se estaban haciendo para cuando se acabara la zafra.  El pueblo ha obtenido una victoria.  El pueblo no ha perdido esta batalla.

Objetivamente, aunque nuestro deber es señalar la adversidad y no el éxito, objetivamente lo es, y así debe entenderlo el pueblo.  Y reitero una vez más que fuimos nosotros los que perdimos esa batalla. 
Y que, por tanto, ahora lo que nos corresponde, las tareas fundamentales:  primero, adoptar todas las medidas y cortar hasta la última caña; llegar hasta donde dé la última caña.  Tratar de llegar a nueve, y si no llegamos a nueve, a 8,8, a 8,9, hasta donde nos dé la caña.  Tratar de elevar el récord lo más alto posible.  Y si podemos elevarlos una centésima de punto, haciendo una tonelada más, una millonésima de porcentaje en el último campo de caña, elevar el récord con esa tonelada más.
Reservaremos las cañas que correspondan a la zafra del año que viene.

Esa es la primera cuestión inmediata, y la fundamental, la consigna fundamental.  Y yo diría:  junto con esto prepararnos para un trabajo de fortalecimiento de la Revolución en todos los campos, del Partido, de las organizaciones de masa, eso es muy importante.  Porque ese esfuerzo descomunal de elevar esos porcentajes, fue el precio de lanzar al Partido por entero a la tarea de sembrar 40 000 caballerías de caña —porque hay que decir que tenemos ahora unas 40 000 caballerías más de caña que las que teníamos hace dos años, y que están ahí, y de variedades nuevas, y todas las que se siembren serán todavía de mejores variedades.

Además de eso, que tuvimos que lanzar al Partido a esa tarea, concentrado en esto, las tareas políticas se descuidaron en cierta medida, el trabajo con las masas se descuidó.  Porque una tarea de esta índole introduce elementos de administración más que de dirección, y entonces una situación de emergencia siempre conduce más bien al hábito del ordeno, de hacer las cosas administrativamente.

¿Por qué?  Porque metimos al Partido entero en una tarea administrativa.  Administrativa en la agricultura, administrativa en la industria.

Ahora nosotros vamos a fortalecer el aparato administrativo en la agricultura.  Ya tenemos como 200 técnico de nivel universitario, que han venido trabajando años:  economistas, ingenieros, arquitectos, etcétera.  Vamos a fortalecer el aparato administrativo a nivel nacional y en las provincias.  Porque hay que fortalecer el aparto administrativo, para que el Partido se apoye en sus tareas de dirección en el aparato administrativo en lo que a administración se refiere.

Pero también en estos años, en todos estos meses, para no gastar siquiera un día, fechas conmemorativas, el 26 de Julio, el Primero de Enero, todos esos actos en que se reúne el pueblo, en que se expresa, fueron suspendidos en aras de la tarea productiva, en aras de la batalla de los 10 millones.  Al mismo tiempo, el trabajo del Partido en relación con las organizaciones de masa se ha ido descuidando.

Nosotros tenemos que volver a todas aquellas cuestiones planteadas cuando la crítica del sectarismo:  cómo debe trabajar el Partido, qué son las organizaciones de masa, qué importancia tienen.  Porque el Partido no es una organización de masa:  el Partido es una selección, el Partido es una vanguardia.  Si lo convertimos en masa...  Eso podrá llegar a serlo un día, en la sociedad comunista, cuando Partido, masa, Estado, es casi lo mismo.  Pero todavía en esta fase del Partido tiene que ser una selección de los más decididos, tiene que tratar de seguir nutriéndose de los mejores valores de nuestros trabajadores, y el Partido tiene que ver y desarrollar las organizaciones de masa como se planteó aquella vez.  Pero no devenir una organización de masa.

Hacen falta y son fundamentales las organizaciones de masa.  Si convierten en organización de masa al Partido, lo afecta, lo invalida, lo liquida en su calidad.

Ahora el Partido es la vanguardia.  Está también el Movimiento de Avanzada:  ¡magnifico!  Es una cosa nueva, buena, otro movimiento formidable.  Pero quedan los que no son del Partido, y no son de avanzada, con los cuales hay que trabajar; quedan las organizaciones, que deben comprender a todos lo obreros.  Que si en cierto momento el papel de la organización sindical se ha interpretado mal como una reminiscencia lógica de su pasado de lucha contra el capital, y en consecuencia se pueden haber cometido errores, eso solo significa que hay que rectificar errores, orientar, definir, establecer el papel que corresponde en la construcción del socialismo a las organizaciones obreras, el papel que corresponde a cada organización de masa, y fortalecerlas.  De manera que en la fábrica, el Partido —la organización de vanguardia—, y junto a él el sindicato.  A algunos no les gusta la palabra, pero no tenemos por qué cambiarla.  No cambiamos la palabra ejército, no cambiamos la palabra avión, cuando pasa de manos enemigas reaccionarias a manos revolucionarias.  A veces puede convenir cambiar la palabra, pero no necesariamente siempre.  La palabra gobierno no la hemos cambiado, por ejemplo, y miren que siempre nos resultó desagradable esa palabra.

Entonces, hay que fortalecer los sindicatos, las organizaciones de masa, la Federación de Mujeres, los CDR, las organizaciones campesinas.  Y la fuerza que tienen se demuestra incesantemente, se demostró ahora una vez más.  ¿Quién estableció ahí todo, ayudó, contribuyó, fortaleció el espíritu de autoconciencia, dirigió a la gente?  ¡Fueron las organizaciones de masa!  Se presentaba el del Comité, el del otro, todos.

El fortalecimiento de las organizaciones de masa es una de las tareas políticas que nosotros tenemos que realizar.  ¿Por qué?  Porque hemos estado casi 24 meses, entre 18 de siembra y seis u ocho de zafra, de 24 a 26 meses enteros en esta labor, y, en consecuencia hemos descuidado el trabajo político, el trabajo de organización.  Y ese no es el papel del Partido.

Hay que fortalecer el aparato político.  El Partido no administra, orienta, dirige, impulsa, apoya, garantiza el cumplimiento de los planes de la Dirección de la Revolución en cada lugar.
Fortalecer el aparato administrativo, fortalecer las organizaciones de masa, y sobre todo fortalecer el Partido.  Estas son cuestiones que creo que se hacía necesario aprovechar esta oportunidad para señalarlas.

Muchas veces las tareas administrativas nos han llevado cuadros.  Y necesitamos cuadros, y necesitamos que las organizaciones de masa se impulsen.  Son imprescindibles, estamos absolutamente convencidos, y son instrumentos de la Revolución, y son apoyo del Partido, y son baluartes del Partido y de la Revolución y tenemos que desarrollarlas, ¡pero hasta la de los pioneros, porque los pioneros también participaron en esta batalla!  (Aplausos), ¡e impresionaron a todo el mundo con su actitud!

Esta misma batalla que libró el pueblo demuestra, nos enseña la necesidad de prestar atención a todos esos factores.  Realmente se vio el grado de identificación que tiene todo el mundo, de tan distintos sectores de trabajo:  científicos, artistas, cortadores de caña, todo el pueblo representado. 


Y se ve el grado de identificación:  cómo las conciencias, las líneas, el abismo entre revolución y contrarrevolución se abre cada vez más, las definiciones son cada vez más claras y más precisas.
Y la tercera consigna es ¡convertir el revés en victoria!  ¡Convertir el revés en victoria!  (Ovación.)

Esa es la consigna enérgica, digna, de nuestro pueblo.  Y convertir el revés en victoria de verdad. 
Hacer que el revés nos dé más que lo que nos hubiera dado la victoria, en cuanto a preocupación, mejoramiento de nuestro trabajo, sentido de la responsabilidad, del deber, dedicación, entrega más total y más absoluta a la tarea de la Revolución.

Y hacer y lograr por esa vía, ahora en esta parte, y después en los próximos meses, y el año que viene, y de ahora en adelante, sacar mucho más del revés que lo que habríamos sacado de la victoria.

Y eso es lo que nosotros entendemos por convertir el revés en victoria.  Y estoy seguro de que podemos convertir el revés en victoria.  Y estoy absolutamente seguro de que convertiremos el revés en victoria.

¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(Ovación.)

Departamento de Versiones Taquigráficas del Gobierno Revolucionario