Combate al cólera desde la prevención
Datum:
06/04/2011
Quelle:
Periódico Granma
El poblado rural de Plateau parece estar en medio de la nada. Perdido en un punto entre cinco enormes montañas impresionantemente desforestadas, que rodean el valle del Artibonite, famoso por su arroz. La existencia humana allí es una de las más duras en el devastado Haití de hoy.
Sus 7 884 habitantes mal viven en moradas de barro y herrumbrosos techos de zinc, que carecen de las más mínimas condiciones sanitarias.
Escasea dramáticamente el agua y no existen empleos y mucho menos luz eléctrica, asistencia médica, escuelas o carreteras. Abundan la desnutrición, la anemia, el parasitismo intestinal y afecciones de la piel y del cuero cabelludo.
En estas duras condiciones la epidemia de cólera se propagó allí a través del agua y alimentos contaminados, e hizo que sus pobladores perdieran la calma.
Sin embargo, en esa pequeña localidad se aplicaron por primera vez los grupos de pesquisa activa (GPA), integrados por brigadistas de la Henry Reeve.
En su Reflexión Noticias del cólera en Haití, del 30 de noviembre del pasado año, nuestro Comandante en Jefe alertaba sobre la grave situación creada en Plateau, desde donde llegaban al centro de tratamiento a cargo de los galenos cubanos en L’Estere numerosos contagiados en muy malas condiciones, con peligro para sus vidas.
Ante el difícil cuadro la dirección de nuestra Misión Médica envía un pequeño equipo sanitario con los recursos necesarios para atender con urgencia los casos en ese poblado, en el cual ya habían fallecido unas 20 personas, y establece un centro de tratamiento con todo el equipamiento y los recursos para impedir que las garras del cólera siguieran provocando más muertes. Exactamente cuatro meses después los médicos cubanos lograron preservarle la vida a 274 lugareños infectados por el vibrión colérico, que hubieran muerto de no contar con una atención sanitaria oportuna. "Frenaron" en seco la transmisión.
Los GPA visitaron a la totalidad de los pobladores de Plateau, a quienes suministraron tabletas de cloro para el tratamiento del agua, sales de rehidratación oral para ingerir ante la aparición de un cuadro diarreico, profilaxis a los contactos y toda la información sobre las medidas higiénico-sanitarias para evitar la transmisión de la enfermedad.
Hoy, cuando el cólera comienza a retroceder en Haití, Granma visita el lugar junto al GPA del hospital de referencia comunitaria de L’Estere, que integran las doctoras Yoandra Figueredo Taset, de Granma, la uruguaya Verónica Martínez Morales y el galeno nicaragüense Jorge Vallecillo Hernández, graduados de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) de La Habana, la epidemióloga santiaguera Adelaide Grau Varela y el enfermero tunero Deltor Rodríguez Mora.
La reacción de los lugareños es otra a pesar de que se mantiene la misma apabullante pobreza. Se muestran desinhibidos y confiados ante los médicos cubanos. Desaparecieron los temores de meses atrás cuando no comprendían por qué morían de diarreas y vómitos.
El doctor Jorge Carr, hoy vicecoordinador de asistencia médica de nuestra Misión aquí y entonces jefe de la brigada del Artibonite, recuerda aquellos duros días de incertidumbre, la autorización al doctor Oscar Fonseca Almaguer de subir a las montañas de Plateau para atender in situ a los pacientes de cólera o el montaje en solo tres días del centro de tratamiento de cólera en ese villorrio.
A su vez, la enfermera haitiana Berlande Joseph subraya que los médicos cubanos tienen mucho coraje, sobresalen por su humanismo y son capaces de ir a cualquier lugar para brindar asistencia médica. "La pesquisa así lo demostró", asegura.
Por su parte, el doctor Lorenzo Somarriba, jefe de la Brigada Médica cubana, destaca que de las múltiples acciones que ejecutan contra el cólera ha sido la pesquisa, como técnica de la epidemiología, la que más ha aportado en la prevención, diagnóstico y en la efectividad de los tratamientos en los enfermos.
"Tenemos 50 GPA, que en los lugares más intrincados de Haití han pesquisado a 1 673 196 personas, entre los que se detectaron 5 280 enfermos de cólera, que hubieran fallecido en esas apartadas comunidades de no ser atendidos por esos pequeños grupos móviles", significa el doctor Somarriba.
Sus 7 884 habitantes mal viven en moradas de barro y herrumbrosos techos de zinc, que carecen de las más mínimas condiciones sanitarias.
Escasea dramáticamente el agua y no existen empleos y mucho menos luz eléctrica, asistencia médica, escuelas o carreteras. Abundan la desnutrición, la anemia, el parasitismo intestinal y afecciones de la piel y del cuero cabelludo.
En estas duras condiciones la epidemia de cólera se propagó allí a través del agua y alimentos contaminados, e hizo que sus pobladores perdieran la calma.
Sin embargo, en esa pequeña localidad se aplicaron por primera vez los grupos de pesquisa activa (GPA), integrados por brigadistas de la Henry Reeve.
En su Reflexión Noticias del cólera en Haití, del 30 de noviembre del pasado año, nuestro Comandante en Jefe alertaba sobre la grave situación creada en Plateau, desde donde llegaban al centro de tratamiento a cargo de los galenos cubanos en L’Estere numerosos contagiados en muy malas condiciones, con peligro para sus vidas.
Ante el difícil cuadro la dirección de nuestra Misión Médica envía un pequeño equipo sanitario con los recursos necesarios para atender con urgencia los casos en ese poblado, en el cual ya habían fallecido unas 20 personas, y establece un centro de tratamiento con todo el equipamiento y los recursos para impedir que las garras del cólera siguieran provocando más muertes. Exactamente cuatro meses después los médicos cubanos lograron preservarle la vida a 274 lugareños infectados por el vibrión colérico, que hubieran muerto de no contar con una atención sanitaria oportuna. "Frenaron" en seco la transmisión.
Los GPA visitaron a la totalidad de los pobladores de Plateau, a quienes suministraron tabletas de cloro para el tratamiento del agua, sales de rehidratación oral para ingerir ante la aparición de un cuadro diarreico, profilaxis a los contactos y toda la información sobre las medidas higiénico-sanitarias para evitar la transmisión de la enfermedad.
Hoy, cuando el cólera comienza a retroceder en Haití, Granma visita el lugar junto al GPA del hospital de referencia comunitaria de L’Estere, que integran las doctoras Yoandra Figueredo Taset, de Granma, la uruguaya Verónica Martínez Morales y el galeno nicaragüense Jorge Vallecillo Hernández, graduados de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) de La Habana, la epidemióloga santiaguera Adelaide Grau Varela y el enfermero tunero Deltor Rodríguez Mora.
La reacción de los lugareños es otra a pesar de que se mantiene la misma apabullante pobreza. Se muestran desinhibidos y confiados ante los médicos cubanos. Desaparecieron los temores de meses atrás cuando no comprendían por qué morían de diarreas y vómitos.
El doctor Jorge Carr, hoy vicecoordinador de asistencia médica de nuestra Misión aquí y entonces jefe de la brigada del Artibonite, recuerda aquellos duros días de incertidumbre, la autorización al doctor Oscar Fonseca Almaguer de subir a las montañas de Plateau para atender in situ a los pacientes de cólera o el montaje en solo tres días del centro de tratamiento de cólera en ese villorrio.
A su vez, la enfermera haitiana Berlande Joseph subraya que los médicos cubanos tienen mucho coraje, sobresalen por su humanismo y son capaces de ir a cualquier lugar para brindar asistencia médica. "La pesquisa así lo demostró", asegura.
Por su parte, el doctor Lorenzo Somarriba, jefe de la Brigada Médica cubana, destaca que de las múltiples acciones que ejecutan contra el cólera ha sido la pesquisa, como técnica de la epidemiología, la que más ha aportado en la prevención, diagnóstico y en la efectividad de los tratamientos en los enfermos.
"Tenemos 50 GPA, que en los lugares más intrincados de Haití han pesquisado a 1 673 196 personas, entre los que se detectaron 5 280 enfermos de cólera, que hubieran fallecido en esas apartadas comunidades de no ser atendidos por esos pequeños grupos móviles", significa el doctor Somarriba.