Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el resumen del Acto de Solidaridad de la Federacion Mundial de Juventudes Democráticas y la Unión Internacional de Estudiantes con la Revolución Cubana, en la Plaza Cadenas de la Universidad de la Habana, el 27 de agosto de 1971
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Compañeros dirigentes y representantes de la Federación Mundial de Juventudes Democráticas y de la Unión Internacional de Estudiantes; Compañeros estudiantes:
Quiero, en primer término, dar las más sinceras gracias por esa medalla del 25 Aniversario de la FMJD que nosotros recibimos en nombre del pueblo de Cuba.
En la noche de hoy se han pronunciado bellas palabras, hermosos sentimientos de solidaridad, que nos llegan desde los más apartados rincones del mundo. Nosotros queremos expresar igualmente, en nombre de todo nuestro pueblo, nuestro reconocimiento, nuestra gratitud, por este acto de solidaridad que ha tenido lugar en la noche de hoy.
Nosotros sabemos apreciar y tenemos muchas razones para comprender el valor de la solidaridad, puesto que como revolucionarios nos vimos enfrentados a una tarea ardua y difícil, que fue la de llevar a cabo nuestra Revolución en las puertas mismas del imperio yanki.
Y naturalmente, si se compara la correlación de fuerzas entre el imperialismo y nuestro país, se podrá comprender perfectamente cómo nuestro pueblo, capaz de pagar cualquier precio por su derecho a la independencia, por su derecho a la revolución; nuestro pueblo, que habría sido capaz de morir combatiendo para defender su Revolución, ha podido contar con armas y apoyo económico y técnico del campo socialista —fundamentalmente de la Unión Soviética—, para llevar adelante esta dura y difícil lucha.
De manera que la existencia ya de un poderoso campo socialista —cuya fuerza ha crecido mucho más en estos últimos 12 años—, su solidaridad, y la solidaridad de los demás pueblos, ha sido un factor decisivo en el desarrollo de la Revolución Cubana. Por eso para nosotros la solidaridad no es simplemente una hermosa idea, un bello concepto que se expresa, sino algo real que nosotros hemos tenido sobradas oportunidades de comprender en nuestra experiencia revolucionaria.
De la misma forma, en la educación de nuestro pueblo, el sentimiento del deber de solidaridad internacional se fue arraigando desde el principio y ha llegado a ser una de las cuestiones esenciales, uno de los elementos esenciales de la educación y de la conciencia revolucionaria de nuestro pueblo. Por eso nuestro pueblo siente tan hondamente la solidaridad, la admiración y el apoyo hacia los pueblos que luchan por su liberación.
Esa simpatía se ha expresado durante todos estos años de manera profunda y creciente hacia el heroico pueblo de Viet Nam.
Nosotros siempre ponemos como ejemplo al pueblo de Viet Nam, porque le ha dado al mundo un gran ejemplo, le ha ofrecido a todos los pueblos una gran enseñanza, le ha enseñado a los imperialistas una gran lección. Nosotros creemos que en Viet Nam llegó a su más alta expresión el espíritu combativo y el heroísmo de un pueblo, por cuanto se vio en la necesidad de enfrentar al imperio yanki, que lo atacó con sus más modernos medios de guerra, con todo su arsenal de armas convencionales, lo ha enfrentado y prácticamente lo está derrotando.
Todos sabemos cómo sobre Viet Nam se han lanzado más bombas que todas las que se lanzaron sobre Europa en la Segunda Guerra Mundial. Y sin embargo, el pueblo de Viet Nam ha resistido y, además, ha obligado al imperialismo a maniobrar, lo ha obligado a iniciar la retirada. Claro está que tratando obstinadamente de posponer la hora de la liberación y de la paz justa y merecida de los heroicos vietnamitas, inventando fórmulas cínicas como la vietnamización de la guerra, pero, en definitiva, nuestra apreciación es que los imperialistas están siendo derrotados por el pueblo de Viet Nam y demás pueblos de Indochina.
También para Viet Nam ha tenido un extraordinario valor moral y material la solidaridad internacional.
Viet Nam ha retribuido al mundo su solidaridad en forma de ese servicio inestimable, que ha sido la lección que ha dado al imperialismo, la enseñanza que ha ofrecido a los pueblos, la fe que les ha infundido a los combatientes de todo el mundo de que el imperio no es invencible.
En la noche de hoy se han escuchado las expresiones de solidaridad hacia los movimientos que en estos instantes luchan por su liberación, no solo hacia los pueblos de indochina, sino también hacia los pueblos de Angola, Mozambique, hacia los pueblos de la llamada Guinea Portuguesa, hacia los pueblos árabes, hacia el heroico pueblo palestino, hacia los revolucionarios sudaneses, víctimas de feroz represión. Se ha expresado la solidaridad también hacia los demás pueblos de Africa que como el de Sudáfrica, tiene que soportar la opresión y la represión por parte de las minorías explotadoras y racistas. Se ha escuchado la expresión de solidaridad hacia el pueblo de Estados Unidos, y en particular hacia los combatientes revolucionarios norteamericanos, que son víctimas de la represión más brutal, y que en días recientes en la persona de George Jackson, sufrieron un crimen alevoso perpetrado, mediante los métodos más repugnantes, en las propias cárceles de Estados Unidos.
Se ha expresado la solidaridad hacia los pueblos latinoamericanos; hacia el pueblo chileno, hacia el pueblo peruano, y hacia el pueblo boliviano, hacia el pueblo uruguayo, el pueblo argentino, el pueblo brasileño, y a todos los pueblos hermanos de América Latina.
Si nosotros analizamos cada uno de los hechos que han suscitado las expresiones de solidaridad, vemos en todas partes la presencia de una constante, que es el empleo de la agresión, de la fuerza, de la violencia en las formas más brutales: la violencia contra el pueblo de Viet Nam, la violencia contra los pueblos de Indochina, la violencia contra el pueblo de Corea, al que mantienen dividido mediante la presencia de los ejércitos imperialistas.
En Africa... Todavía está reciente la historia del pueblo argelino luchando duramente por conquistar su independencia, las increíbles páginas de torturas y crímenes cometidos por los colonialistas contra los patriotas. Está reciente la historia del pueblo congolés, el asesinato alevoso de Lumumba; los crímenes racistas en Africa del Sur, en Angola, en Mozambique, en todos los países mencionados.
En nuestro continente están todavía muy recientes hechos como la intervención por las fuerzas armadas de Estados Unidos en Santo Domingo para frustrar el proceso revolucionario, para impedir la llegada del pueblo al poder. En dos palabras: para arrebatar una victoria al pueblo dominicano, e imponerle un gobierno títere a la hechura de los intereses yankis.
Un poco más atrás podemos rememorar la intervención imperialista en Guatemala para derrocar al gobierno popular.
Recordamos, por supuesto, las agresiones innumerables contra nuestro país.
Los imperialistas lograron, en el caso de Guatemala, llevar adelante sus planes con toda impunidad. Lograron llevar adelante sus propósitos en el caso de Santo Domingo, donde el movimiento apenas comenzaba. Y lograron hacerlo con la complicidad de la OEA y de los gobiernos títeres de América Latina. De la misma forma, con la complicidad de la OEA y gobiernos similares, llevaron a cabo sus planes de aislamiento, de bloqueo económico y de agresión contra nuestro país.
Dondequiera que surge el movimiento popular, dondequiera que surge la posibilidad de una revolución, hay que contar con la presencia del imperialismo yanki y sus acciones contrarrevolucionarias.
El sentimiento revolucionario, la conciencia de nuestro continente, ha sido conmovida en estos días por el golpe reaccionario y fascista que ha tenido lugar en Bolivia, dirigido por ese mismo imperialismo, y apoyado por los gorilas de Brasil y Paraguay. Es también evidente la participación de las autoridades argentinas en el golpe fascista de Bolivia.
Uno de los principales complotados, el coronel Miranda, declaró que desde ese país, él y el coronel Banzer habían organizado el levantamiento contra el gobierno de Torres.
Los hechos, es decir el intento fascista, el golpe fascista en Bolivia, no sorprendieron absolutamente a nadie: era algo esperado como cosa inevitable. Los propios bolivianos lo sabían. La representación boliviana que asistió al 26 de julio, compuesta por representantes obreros, estudiantiles y campesinos, todos sabían el peligro inminente del golpe. Y todos sabían, además, que el pueblo no podría contar más que con una sola guarnición: el regimiento Colorados, al mando del mayor Rubén Sánchez.
Estaban convencidos de que no se podía contar con la Fuerza Aérea, que no se podía contar con el regimiento motorizado de Viache, de que no se podía contar, por supuesto, con ninguno de los rangers entrenados por los yankis, que no se podía contar con ninguna otra unidad. Y a pesar de eso, estaban decididos a combatir en defensa de su oportunidad revolucionaria.
Además, en una situación como la que se presenta en estos instantes en América Latina, de pleno auge del movimiento antiimperialista y revolucionario, cuando ya no es solo la Revolución Cubana, sino también el triunfo de la Unidad Popular en Chile, que hace realidad la ley de nacionalización del cobre, cuando surgen acontecimientos como los del Perú, donde un grupo de militares progresistas y nacionalistas, con el apoyo amplio de las Fuerzas Armadas, llevan a cabo leyes tales como la nacionalización del petróleo, la reforma agraria, y se deciden a reivindicar los fueros de la soberanía nacional, a transformar las viejas estructuras económicas y a seguir un camino independiente; cuando a la vez en otro país latinoamericano como Uruguay, país pequeño pero patriótico, solidario, combativo, con una clase obrera desarrollada, con amplios movimientos de masas, desarrolla una lucha cada vez más resuelta en los dos planos: en el plano de la lucha armada y en el plano del movimiento de masas y de la lucha legal, y se organiza un amplio frente que tiene grandes posibilidades de derrotar a la oligarquía en aquel país, es lógico que ante esa situación de creciente deterioro del imperio, ante esa situación de auge revolucionario, el imperialismo se apresurara en tomar la contraofensiva. Y lógicamente, golpeara por el eslabón más débil, que en este caso era Bolivia.
El golpe en Bolivia no es solo un golpe contra el pueblo de Bolivia. Es un golpe contra el movimiento revolucionario latinoamericano, es un golpe contra el pueblo de Chile, contra el pueblo de Perú, contra el pueblo de Uruguay, y en mayor o menor grado contra todos los pueblos de América Latina.
Hemos escuchado con dolor las noticias procedentes de Bolivia. Hemos leído cómo los tanques, los cañones y los aviones, las armas automáticas, se ensañaron contra el pueblo virtualmente desarmado. Hemos sabido de más de 100 muertos, de cientos y cientos de heridos —según cifras, pudiéramos llamar, conservadoras. Hemos visto cómo incluso, después que los golpistas habían tomado la capital, se habían instalado en el Palacio, y dominaban momentáneamente la situación, los estudiantes —que en gesto valeroso se reunieron en la universidad y mantuvieron allí su rebeldía, aunque estaban virtualmente desarmados—, inesperadamente, criminalmente, brutalmente, cuando incluso en las calles había numeroso público, fueron atacados por aviones de combate y tanques de guerra, que ametrallaron y atacaron a cañonazos la Universidad de San Andrés, y cómo allí murió un numeroso grupo de estudiantes, entre los cuales se encontraba, por cierto, el hijo del mayor Sánchez que, según noticias, recibió heridas mortales en aquel bárbaro e incivilizado ataque.
Nos lleva al recuerdo de aquellos años en que los edificios universitarios nuestros también eran atacados y ametrallados por los esbirros. Nos lleva al recuerdo de las heroicas acciones de los estudiantes, de sus batallas campales contra la policía, bajo las balas, bajo los golpes, bajo la represión; batallas que conmovieron al país, aunque estaban totalmente desarmados; que fueron el preludio de la acción heroica del ataque al Palacio Presidencial el 13 de marzo, día en que murió el glorioso dirigente de la Federación Estudiantil Universitaria, José Antonio Echeverría (APLAUSOS).
¿Y cuál fue la respuesta de nuestro pueblo? ¿Cual podía ser la única respuesta de nuestro pueblo?: ¡La lucha! ¡La lucha en el terreno que fuera necesario!
Nuestros trabajadores, nuestros campesinos, nuestros estudiantes, pagaron su adhesión a la libertad, a la justicia, al progreso social, con incontables vidas. Decenas, cientos de obreros, campesinos y estudiantes murieron desarmados bajo las balas, bajo los golpes, bajo los sablazos, experimentaron en carne propia lo que es el odio de clase, lo que es el odio de los explotadores, lo que es el odio de los imperialistas y sus agentes, hasta un día: hasta el día en que nuestro pueblo se decidió a empuñar las armas, hasta el día en que nuestro pueblo se cansó de que lo golpearan en las manifestaciones sin poder responder, hasta el día en que nuestro pueblo se cansó de recibir desarmado palos y tiros. ¡Y hasta ese día! Hasta el día en que se decidió responder a la violencia con la violencia, hasta el día en que se decidió responder a las armas con las armas (APLAUSOS).
El mensaje de nuestra Revolución a los pueblos hermanos de América Latina es esencialmente ese. Y no se trata, ni mucho menos, de que nosotros seamos partidarios de la violencia por la violencia, de la lucha armada por la lucha armada. No es que nosotros tengamos posiciones dogmáticas, desechando toda otra forma de lucha, ¡no! La historia de nuestras relaciones con el movimiento revolucionario en América Latina, la historia de nuestras relaciones con Chile y con el movimiento popular de Chile (APLAUSOS), demuestra cómo nosotros supimos captar con toda claridad las posibilidades del movimiento popular en las últimas elecciones, cuando la conciencia política del pueblo chileno estaba en pleno ascenso, la derecha se presentaba dividida y la izquierda lograba reunir fuerzas suficientes para obtener una victoria electoral, y las posibilidades que esa victoria electoral encerraba.
De la misma manera, en nuestras relaciones con el movimiento popular uruguayo, nosotros comprendemos perfectamente bien la táctica, la inteligente combinación que los uruguayos han desarrollado de las diversas formas de lucha.
Una buena prueba de ausencia de dogmatismo fue el hecho de que en nuestro país se comprendieran, casi desde el primer momento, los acontecimientos de nuevo tipo que estaban sucediendo en el Perú, el carácter nacionalista y patriótico del proceso que dirigido por militares allí se iniciaba. En nuestro país se captaron inmediatamente las posibilidades revolucionarias que entrañaba aquella situación. Y como prueba elocuente de toda ausencia de posición dogmática, nosotros vimos como un hecho positivo lo que estaba ocurriendo y lo apoyamos.
De manera que la Revolución ha demostrado su ausencia de espíritu dogmático. Y ha demostrado la Revolución Cubana su capacidad de apreciar todos los elementos positivos de una situación, y de las contradicciones revolucionarias que puedan desarrollarse en un momento dado en cualquier país de nuestro continente.
Recordamos perfectamente cómo, a raíz del movimiento guerrillero dirigido por el Che en Bolivia (APLAUSOS), donde —como es sobradamente conocido— participaron también combatientes revolucionarios cubanos (APLAUSOS), la muerte del Che —golpe duro para nuestro pueblo, golpe duro para el movimiento revolucionario latinoamericano— fue utilizada como una especie de argumento para rebatir la idea de la lucha armada revolucionaria. Los imperialistas cantaron victoria. Creyeron que la revolución en Bolivia había sido definitivamente aplastada.
Los ideólogos imperialistas comenzaron a decir que eso significaba el fracaso de la Revolución y hasta de la misma idea de la lucha revolucionaria.
No fueron solo los imperialistas. También hubo el ataque, la crítica de los seudorrevolucionarios; las calumnias contra el Che, las intrigas contra el Che. ¡Cuando el Che había escrito una de las paginas más hermosas de solidaridad, de desinterés, que un revolucionario pudiera escribir! ¡Y la escribió con las armas en la mano, la escribió incluso con su pluma, dejándonos el legado de su extraordinario Diario, con esa objetividad, con ese valor y con esa serenidad que lo caracterizó siempre! ¡Y con su sangre!
Pero cuando el Che muere, incluso pudiera decirse que en el propio pueblo de Bolivia había muchas personas todavía confundidas por la propaganda, por la mentira, por la demagogia, que en los primeros momentos no comprendieron el gesto del Che. Con el transcurso del tiempo, y con el transcurso de los meses y de los años, la figura del Che se fue agigantando, hasta convertirse en un símbolo no solo de los pueblos latinoamericanos, sino incluso de los jóvenes norteamericanos, y un símbolo querido de la juventud mundial.
La batalla del Che y la muerte del Che fue algo que contribuyó extraordinariamente a despertar la conciencia revolucionaria en el pueblo de Bolivia. Y la presencia del Che, el espíritu del Che, la idea del Che, el pensamiento del Che, estaban presente cada vez más en el proceso boliviano, y se levantó junto a la conciencia del pueblo boliviano que en el curso de unos pocos meses puso en crisis el dominio imperialista en ese país. Muchas manos se tendieron para empuñar las armas y un pueblo entero se puso de pie.
Ahora con lo que acaba de suceder en Bolivia, nosotros —que hemos conversado con los bolivianos, que hemos cambiado impresiones con los representantes de los obreros, estudiantes, campesinos— sabemos que en Bolivia no hay un solo revolucionario hoy que piense que pueda existir otro camino que el de la lucha armada revolucionaria (APLAUSOS). No hay nadie que no comprenda que el camino es precisamente el camino que señaló el Che.
Los que asesinaron a más de 100 obreros, estudiantes y campesinos; los que hirieron gravemente a cientos y tal vez miles de bolivianos; los que hoy organizan y llevan a cabo la feroz represión contra el pueblo de Bolivia, son los mismos que asesinaron al Che, los mismos que asesinaron a Inti Peredo, los mismos que llevaron a cabo las masacres de mineros la noche de San Juan, los mismos que asesinaron a Vázquez Viaña y a Inti Peredo, los mismos que asesinaron a los guerrilleros de Teoponte y exterminaron cobardemente a cuanto combatiente prisionero cayó en sus manos.
Esos mismos asesinos —educados en campamentos norteamericanos, adoctrinados por los imperialistas yankis— son los que, aliados con lo peor de Bolivia, es decir, con los restos de la oligarquía, aliados con el ala derecha del MNR, que constituye precisamente el sector más corrompido de una facción burguesa que durante casi 20 años sostuvo un antagonismo sangriento con los oligarcas que hoy representa Falange Socialista... Es decir, esos mismos esbirros y asesinos, unidos a los oligarcas, a los reaccionarios, a los traidores de toda laya, son los que hicieron posible el golpe fascista, y son los que llevaron a cabo esas brutales masacres contra el pueblo boliviano.
Para los bolivianos, por tanto, no hay alternativa. El caso de Bolivia demostró, además, cómo puede funcionar un aparato militar educado para la represión, cómo puede funcionar un aparato militar en cuyo mando están los enemigos más recalcitrantes y más sanguinarios del pueblo; cómo funciona toda la propaganda, toda la campaña; qué objetivos tiene la histeria anticomunista, qué objetivos tiene la mentira y el veneno incesante que a través de todos los medios de divulgación masivos riega el imperialismo. Y cómo el aparato armado, los partidos oligarcas, la burguesía y sus ideólogos al servicio del imperialismo, contribuyeron a crear todas las condiciones para interrumpir el proceso revolucionario en Bolivia.
Ahora bien: los agentes imperialistas en ese país evidentemente que tienen una situación difícil. Aislados del pueblo, sin margen de maniobra donde poder llevar a cabo campañas demagógicas, sin que hoy día puedan tomar una sola medida para confundir a nadie, para engañar a nadie, se han quitado la careta, tanto ellos como sus amos: inmediatamente comienzan a hablar de las inversiones extranjeras, de las garantías al capital privado, de la libre empresa.
y por supuesto, los periódicos imperialistas, los voceros del imperialismo, no ocultan su júbilo ni el júbilo del gobierno yanki ni de las esferas oficiales yankis por el éxito parcial obtenido en Bolivia.
Frente a estos hechos, frente a estas realidades, frente a estas lecciones que han calado profundamente en la conciencia de los bolivianos —conciencia que había avanzado extraordinariamente en los últimos meses—, nosotros tenemos la completa seguridad de que ese gobierno no podrá sostenerse, de que los fascistas no podrán sostenerse en el poder, ¡y de que los bolivianos lucharán incansablemente hasta recobrar —digamos— el camino, y algo más que recobrar el camino: tomar el poder revolucionariamente!
Es evidente que el imperialismo y la reacción han lanzado un gran reto al movimiento revolucionario con los hechos de Bolivia. Y es nuestro deber como revolucionarios, y es deber del movimiento revolucionario internacional brindar su apoyo y su aliento moral y material a los revolucionarios bolivianos en la lucha por su liberación (APLAUSOS).
La posición de nuestro país, de nuestro Partido, es sobradamente conocida.
En los últimos tiempos hemos sido testigos de acontecimientos insólitos, inauditos. ¿Qué es un acontecimiento insólito para nosotros, que hemos presenciado tantas cosas? ¿Qué es un acontecimiento inaudito? Una especie de interés muy grande en relación con Cuba y la OEA, un incesante ir y venir de chismografía, de hipótesis, de teorías acerca del eventual o posible reingreso de Cuba en la OEA.
Ya el diccionario de la Lengua Castellana no tiene mas adjetivos para calificar la OEA. Ya el diccionario de la Lengua Castellana no tiene más palabras con qué expresar con más claridad que a esa inmundicia, a esa basura, a ese cadáver no reingresará jamás Cuba (APLAUSOS).
No hay manera, no hay forma de explicarlo con suficiente claridad para que a nosotros no nos inmiscuyan más con conciliábulos, y nos quieran presentar como posibles reingresantes en la OEA.
Porque constantemente vienen cables de que discuten y vuelven a discutir: que si se levantan las sanciones, que si Cuba se reintegra al sistema americano. Y cosas por el estilo.
Esto está dicho y repetido una y mil veces. Esperamos que no nos quieran meter por la fuerza en la OEA. Pero ya sabemos —¡ya sabemos!— que por la fuerza tales cosas no se pueden lograr de nosotros. Pero en el caso de la OEA ni por la fuerza ni por la diplomacia: ¡Ni por las buenas, ni por las malas! ¡Para que no queden dudas! (APLAUSOS)
Pero hay algo más: los imperialistas se preocupan con su OEA, cuál será la suerte, cuál será el destino de esa funesta institución.
Como ven que los pueblos latinoamericanos empiezan a levantar cabeza, empiezan a ser expresión de sus propios destinos, empiezan a hacer reafirmaciones de su soberanía nacional; como ven que los pueblos latinoamericanos toman cada vez más conciencia del papel que ha jugado la OEA, los imperialistas se inquietan. No olvidar que esa OEA está embarrada de sangre de pies a cabeza. No olvidar que esa OEA fue la OEA de Guatemala, fue la OEA que convalidó el criminal desembarco en Santo Domingo. No hay que olvidar que esa OEA es la OEA de los acuerdos contra Cuba, es la OEA de las agresiones contra Cuba, de Girón, de las centenas de agresiones —ataques piratas, filtraciones, lanzamientos de armas—; es la OEA que apañó y apoyó el bloqueo económico, la ruptura de relaciones diplomáticas, y todas las medidas que por el estilo se tomaron contra nosotros; que la OEA ha sido el instrumento más servil del imperialismo.
Y los pueblos toman cada vez más conciencia de esas realidades. Y a medida que los pueblos toman conciencia de esas realidades, surgen las posibilidades de la reanudación de relaciones con Cuba. Pero entiéndase bien: ¡A Cuba no le interesan relaciones con gobiernos oligárquicos y reaccionarios y proimperialistas! No le interesan ese tipo de relaciones, si algún día les parece a ellos que les conviene por razones demagógicas o para salvar el barco de la OEA que se hunde, o para neutralizar la Revolución Cubana, esgrimir la hipócrita consigna de las relaciones con nosotros: ¡No! (APLAUSOS)
Está bien definida la política de la Revolución Cubana de que solo aceptara las relaciones con gobiernos que sean independientes, con gobiernos que sean capaces de oponerse a los dictados yankis, con gobiernos que estén dispuestos a expresar, a demostrar su conducta con auténticas manifestaciones de soberanía e independencia nacionales.
Pero como crece el número de los países —y más tarde o más temprano aumentará el número de pueblos, que reivindicando la dignidad y soberanía nacional, buscarán sinceras relaciones con nuestro pueblo—, los imperialistas andan viendo cómo arreglan las cosas y cómo incluso autorizan a los gobiernos de América Latina para que establezcan relaciones con nosotros. Pero como para autorizar las relaciones con nosotros hay que “pintarnos de buenos”, estamos presenciando otra cosa insólita: el intento de presentar a una Cuba “buena”; el intento de presentar una Cuba tranquila, que no hiciera expresión de apoyo al movimiento revolucionario en América Latina.
Y no hay manera de convencer, no hay palabras en el diccionario para explicarles a los señores imperialistas que nosotros no somos ni vamos a ser “buenos” (APLAUSOS). Y corno ellos entienden que la solidaridad con el movimiento revolucionario —esa solidaridad que la Revolución ha expresado y expresará, ha mantenido y mantendrá corno se dijo el 26 de julio mientras quede un solo país latinoamericano sometido al dominio imperialista— es la causa por la cual se tomaron las medidas contra Cuba, nosotros queremos decirles con toda claridad que no estamos arrepentidos ni un ápice, y que el camino que hemos seguido hasta hoy es el que seguiremos en el futuro (APLAUSOS). Y que por lo tanto, señores imperialistas y señores de la OEA, nosotros no aceptamos que nos pinten de “buenos”. Porque a los ojos de los reaccionarios y de los imperialistas queremos y estamos decididos a seguir siendo “malos” (APLAUSOS).
Nosotros creemos que la OEA, corno símbolo del dominio imperialista, corno instrumento del dominio imperialista en América Latina, debe desaparecer. Y algún día sin duda de ninguna clase que desaparecerá la OEA. Y tales instituciones serán sustituidas por otro tipo de instituciones que puedan representar de verdad a los pueblos y los intereses de los pueblos latinoamericanos; y cuando algún día no haya un gobierno imperialista en Estados Unidos, habrá instituciones a las que incluso pudiera pertenecer el pueblo de Estados Unidos (APLAUSOS). Y esa no será OEA ni nada que se parezca a la OEA.
Pero hay además otra cuestión que interesa esclarecer. Hablábamos de cosas insólitas, y esto: hablar de Cuba reingresar a la OEA, hablar de autorizar a los gobiernos para que puedan establecer relaciones con Cuba es insólito... Pero hay algo más: nosotros creemos que nuestra posición con relación a Estados Unidos es una cosa muy clara, que no admite ni puede admitir la menor duda. Y muchas veces se ha dicho y se ha repetido cuál es nuestra posición con relación al pueblo de Estados Unidos. Porque nosotros no albergamos sentimientos chovinistas, nosotros no predicamos odio contra el pueblo norteamericano; todo lo contrario: hemos visto siempre con simpatías cómo crece cada vez más la conciencia dentro del propio pueblo norteamericano, la lucha dentro del propio pueblo norteamericano, las manifestaciones de protesta contra la guerra, la lucha por los derechos civiles dentro de Estados Unidos. Y nosotros, incluso hemos recibido en nuestro país en todos estos últimos años representantes de la juventud norteamericana que han venido a participar con nosotros en la zafra.
De manera que nuestros vínculos con el pueblo de Estados unidos, y nuestros sentimientos, y nuestra política, y nuestros principios, y nuestra prédica, y los conceptos en que se ha educado nuestro pueblo están claros. Y nosotros distinguimos bien entre el pueblo y el gobierno imperialista de Estados Unidos.
Ahora bien: nuestra posición con el gobierno imperialista también es bien clara: ¡Nosotros no tenemos nada que negociar con el gobierno imperialista de Estados Unidos! (APLAUSOS) ¿Deudas al gobierno imperialista? ¿Minas, tierras cubanas, recursos naturales, instituciones bancarias, fábricas, prerrogativas comerciales que fueron recuperadas por el pueblo? ¡Esos bienes no pueden pagarse, no deben pagarse ni se pagarán jamás! Sobre eso no hay que hablar (APLAUSOS). Jamás pagaremos ni siquiera un centavo simbólico, ni siquiera un centavo simbólico a los imperialistas que nos explotaron, y que sacaron millones de nuestro sudor y de nuestra sangre. Es bien claro.
No somos nosotros los que les debemos a ellos. Son ellos los que nos deben a nosotros, por el inmenso daño material y humano que nos han causado con sus bloqueos y agresiones económicas y sus reiteradas fechorías políticas y militares.
Es Estados Unidos quien tendrá algún día que indemnizarnos a nosotros. Por tanto: sobre sus bienes y empresas no hay nada que hablar. Sobre el bloqueo no hay nada que hablar, porque los imperialistas yankis no discutieron con nosotros cuando iban a establecer el bloqueo. Sobre las agresiones imperialistas contra nosotros no hay nada que hablar, porque nosotros no negociamos con los imperialistas las agresiones.
De manera que nuestra posición con respecto al gobierno imperialista de Estados Unidos es bien clara: ¡No tenemos nada que negociar con ellos!, y menos desde posiciones de fuerza, menos desde las posiciones de país bloqueador y país bloqueado. Y esto hay que decirlo con toda claridad. Cuando les dé la gana, si es que les da la gana —y no nos preocupa gran cosa—, el día que quieran quitar su bloqueo y cesar todas las medidas contra Cuba tienen que hacerlo incondicionalmente y sin discutir con nosotros ni una sola palabra (APLAUSOS).
Esas cuestiones nosotros no las discutiremos jamás. Esa es nuestra posición, y es necesario reiteraría. Porque por más que se ha hablado claro y se ha definido la posición de Cuba, nunca falta sin embargo algún periodiquito, nunca falta algún intrigante hablando sobre las posiciones de Cuba. Y nosotros a raíz de este mismo problema del campeonato de voleibol y cuando recibimos a la delegación cubana que regresaba de Cali, explicábamos con toda claridad cuál iba a ser nuestra conducta con los deportistas norteamericanos que visitarían a Cuba con motivo del campeonato eliminatorio para la participación de los equipos de voleibol en la Olimpiada de Munich y por qué; y que no hubiera confusión de ninguna clase con relación a la posición de nuestro país con relación a Estados Unidos.
Y tuvo lugar la competencia, se les dio un tratamiento respetuoso a los deportistas, y esto habla alto de la conciencia de nuestro pueblo. Nosotros no queremos ganar laureles ni glorias —que jamás ocurra semejante cosa— tratando incivilizadamente a un grupo de atletas que llegue aquí desarmado. Nosotros odiamos eso. Nosotros nunca podremos hacer eso. Y entendemos que nuestro pueblo dio una lección de civismo formidable; e impresionó a todos los visitantes de numerosos países el tratamiento respetuoso a los atletas norteamericanos, y cómo realmente quisimos ver y vimos en ellos representantes del pueblo norteamericano, no del imperialismo. Y también allí se acercaron los periodistas, con gran interés preguntaron y recibieron respuestas inequívocas. “—¿Cree usted que esto tiene que ver con las posibilidades de mejora de las relaciones?” “No tiene nada que ver. No veo por qué tenga nada que ver. Esto no tiene nada que ver con la política; esto no tiene nada que ver con la diplomacia”. Tal fue el diálogo.
Una revista política yugoslava quiso sacar conclusiones, creyendo que esto del voleibol podía ser un paso de acercamiento.
Por eso aprovechamos esta ocasión para reiterar una vez más que no hay ni habrá ningún paso de acercamiento. Esto quedó bien claro el 19 de abril, el 26 de julio, el día de la recepción de los deportistas; y lo repetimos una vez más (RISAS). Tenemos que decirle al periódico “Borba” de Yugoslavia que no nos defienda, que nosotros no tenemos interés en ningún acercamiento con el gobierno imperialista de Estados Unidos, que nosotros creemos que ese gobierno imperialista pasará, desaparecerá. Está condenado por la historia. Nosotros no tenemos ningún apuro. Nosotros hemos sabido resistir y hemos resistido a pie firme cuando el imperialismo era mucho más poderoso, y nos podía hacer como nos hizo mucho daño, y nosotros estábamos solos y aislados en el ámbito de un continente absolutamente oprimido y doblegado, ¿qué interés podemos tener nosotros ahora, en un momento de auge del movimiento revolucionario en América Latina, en ningún tipo de acercamiento con el imperialismo y con la OEA?
En materia de deportes competiremos siempre que haya una competencia internacional. Nosotros hemos defendido el derecho de Cuba a participar; y en ocasiones hemos tenido que defenderlo de manera especial, como ocurrió a raíz del campeonato Centroamericano en Puerto Rico, que no le querían dar visa a los atletas cubanos, y nosotros veíamos la participación no como una concesión, no como una gracia del gobierno de Estados Unidos, sino como un derecho de Cuba. Y allí fuimos con el barco y los atletas. Y al fin y al cabo no les quedó más remedio que dejar entrar a los atletas. Nosotros íbamos allí a competir y defendíamos ese derecho.
La misma posición hemos mantenido en todos los eventos internacionales. Y de la misma manera respetamos el derecho de los atletas de cualquier país a venir a nuestro país a competir en los eventos internacionales. No estamos interesados en tener ningún gesto ni mucho menos. Eso está bien claro.
De manera que creemos que esto debe ser suficiente para que los intrigantes, los especuladores, los que no quieren entender, entiendan cuáles son las posiciones de la Revolución con relación a todas estas cuestiones esenciales.
¡Nosotros no le haremos al imperialismo la menor concesión! ¡Nosotros no haremos la menor dejación de ninguna de las posiciones revolucionarias que nuestro país ha mantenido hasta hoy! Esa es una línea invariable.
Y esa línea estará presente mientras exista un país latinoamericano dominado por el imperialismo yanki; esa línea estará presente mientras exista un gobierno en Estados unidos que asuma el papel de gendarme internacional, agreda criminalmente a los pueblos de Indochina y otros que luchan por su liberación y promueva la contrarrevolución en cuanto país lucha por una vida justa y humana. La mano de Estados Unidos ha estado en todos los crímenes políticos contra el movimiento revolucionario. La mano de Estados Unidos ha estado presente en los últimos 25 años en todos los golpes fascistas, en todos los movimientos reaccionarios; en todos los planes contrarrevolucionarios que han tenido lugar en cualquier rincón del mundo; y mientras la mano de un gobierno como el de Estados Unidos esté presente en todos estos hechos a nosotros no nos interesa ningún tipo de relaciones con ese gobierno.
Esa es la línea que ha seguido y seguirá la Revolución.
Aprovechamos esta ocasión en que están presentes los representantes de la Federación Mundial de Juventudes Democráticas y de la UIE para exponer y ratificar esta posición. Cuba ha recibido amplia solidaridad de los movimientos revolucionarios. ¡Y Cuba siempre retribuirá esa solidaridad con solidaridad, con firmeza revolucionaria, con lealtad revolucionaria!
Nosotros queremos resaltar la enorme importancia que para el pueblo de Cuba y para los pueblos que luchan en América Latina tiene la presencia de los representantes de la juventud mundial en nuestro continente; la importancia que tiene para los pueblos de América Latina, y en especial la importancia que tiene para el pueblo de Bolivia en estos instantes la solidaridad y el apoyo de los jóvenes y los estudiantes de todo el mundo.
Una vez más nuestro agradecimiento por este hermoso acto de solidaridad en la noche de hoy.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)