Reden und Ansprachen

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro en el acto central nacional por el XXV aniversario del asalto al Cuartel Moncada, celebrado en la ciudad escolar 26 de julio, 26 de julio de 1978

Datum: 

26/07/1978

Distinguidos invitados;

Compañeros del Partido y del Gobierno;

Santiagueros;

Compatriotas:

Hemos tenido ocasión de conmemorar veinticinco veces aquel 26 de Julio de 1953. En las prisiones, en el exilio, en las montañas o en la patria liberada por las armas que ese día iniciaron de nuevo el combate, la lucha justa, inevitable y necesaria para marchar por un camino nuevo y digno.

No comenzó ese día la contienda de nuestro pueblo por la liberación, se reinició la marcha heroica emprendida en 1868 por Céspedes y proseguida más adelante por aquel hombre excepcional cuyo centenario se conmemoraba precisamente aquel año, el autor intelectual del Moncada: José Martí (APLAUSOS).

Durante milenios en la historia de la humanidad, unos hombres fueron amos y otros esclavos, siervos, obreros, campesinos, oprimidos, en fin, de las más variadas formas, que el egoísmo de unos, la impotencia y debilidad de otros, y el proceso objetivo de la evolución de una sociedad, que se elevó de las formas más primitivas a sus etapas actuales, integrada por seres que evolucionaron igualmente desde las manifestaciones más elementales de vida a la maravillosa estructura física y moral del hombre de hoy, impusieron a la humanidad.

Las leyes naturales y sociales propiciaron un despiadado camino que el hombre recorrió de una manera inconsciente inmensa parte de ese trecho. Lo que en comparación con otras épocas convierte en privilegiada a la humanidad de hoy es la posibilidad fabulosa de su dominio sobre la naturaleza y la de trazar por primera vez su propio camino en el desarrollo social. Esto es precisamente lo que convierte en un gran crimen las formas económicas, sociales y políticas que aun subsisten en muchas partes del mundo; lo que puede dar su máximo sentido moral y heroico a la voluntad de los pueblos, a los actos y las luchas de los hombres por transformar su vida; lo que ofrece su más pleno significado a la idea de la revolución.

Nosotros tuvimos también nuestros amos. Tuvieron incluso nuestros antepasados aborígenes sus exterminadores; nuestros padres africanos sus esclavizadores; los descendientes de unos y otros también de los amos sus colonizadores, el pueblo cubano constituido ya como nación sus neocolonizadores; nuestros obreros y campesinos sus capitalistas y terratenientes explotadores; nuestra población negra y nuestras mujeres sus discriminadores; nuestros niños el analfabetismo, el hambre y las enfermedades; nuestros adultos, la ignorancia y el desempleo; nuestros ancianos el desamparo y el olvido.

A tales injusticias tales luchas. A tales sistemas los alzamientos y muertes de los indios, los épicos combates de los esclavos, las luchas heroicas de los oprimidos, el 10 de Octubre, el 24 de Febrero, el 26 de Julio (APLAUSOS).

Sobre el largo camino recorrido correspondió a nuestra generación el privilegio de la victoria y la cosecha de sus espléndidos frutos. Podemos por eso conmemorar la fecha de nuestra rebelión en la libertad, la independencia y la justicia que soñaron tantas generaciones de antecesores. Mas las ideas de libertad, independencia y justicia no eran las mismas en cada época. Para el esclavo en su tiempo significaba simplemente suprimir esa ignominiosa condición social y jurídica; para los burgueses romper las trabas del coloniaje; para el siervo obtener el pleno derecho a la tierra y sus frutos. Para el obrero, sin embargo, el concepto de libertad, independencia y justicia era muy distinto: la supresión total de toda forma de explotación del hombre por el hombre, la plena y verdadera igualdad para todos los seres humanos, la fraternidad y la cooperación entre todos los pueblos del mundo. A esta época, la del internacionalismo y la del socialismo, la del más pleno e íntegro concepto de la libertad y la fraternidad entre los hombres correspondió vivir nuestra Revolución.

¿Eramos nosotros acaso más cabales revolucionarios que los que nos precedieron? Fue la época, las condiciones objetivas de la sociedad y del mundo que vivíamos las que nos hicieron a nosotros marxista-leninistas, internacionalistas, socialistas, comunistas. En todos los tiempos, en cada país y en cada época, los revolucionarios lucharon y consagraron lo mejor de sus energías al noble propósito del progreso humano sin que por ello los de hoy puedan considerarse mejores que los de ayer. Lo que cualitativamente puede hacer diferente al revolucionario de hoy es su superior conocimiento de las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad humana, lo que pone en sus manos un instrumento extraordinario de lucha y de cambios sociales.

A los teóricos del socialismo científico: Marx, Engels y Lenin deben los revolucionarios modernos el inmenso tesoro de sus ideas. Nosotros podemos asegurar con absoluta convicción que sin ellos nuestro pueblo no habría podido realizar tan colosal salto en la historia de su desarrollo social y político. Pero aun con ellos no habríamos sido capaces de realizarlo sin la semilla fructífera y el heroísmo sin límites que sembraron en nuestro pueblo y en nuestros espíritus: Martí, Maceo, Gómez, Agramonte, Céspedes y tantos gigantes de nuestra historia patria (APLAUSOS).

Es así como se hizo la revolución verdadera en Cuba, partiendo de sus caracteres peculiares, sus propias tradiciones de lucha y la aplicación consecuente de principios que son universales. Estos principios existen, no pueden ser ignorados.

Algunos presumidos en el mundo han querido nacionalizar, chovinizar el marxismo; los hubo incluso que pretendieron considerarse superiores a Marx, Engels y Lenin sin tomar en cuenta el rigor de sus investigaciones, la incomparable modestia que caracterizó a los creadores de nuestra doctrina revolucionaria y que no son los hombres los que pueden erigirse a sí mismos un monumento para la posteridad, sino los pueblos y los hechos objetivos los que asignan a cada cual un papel en la historia (APLAUSOS). No sin razón, refutando las vanidades humanas, el más sabio de nuestros patriotas nos enseñó que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz (APLAUSOS).

No es necesario un día como éste relatar hechos de sobra conocidos, ni lustrar los méritos de una acción en la que muchos de nosotros aquí presentes y con vida fuimos testigos o partícipes.

Digamos en primer término a nuestro pueblo y a la juventud mundial, que felizmente nos acompaña en este aniversario, que el triunfo de una idea en cualquier país es siempre fruto del esfuerzo de muchas generaciones y el concurso de la humanidad entera. Aquí en este recinto, entre los muros de esta fortaleza, después de la acción armada, decenas de jóvenes como los que este año se reúnen en nuestra patria fueron atrozmente torturados y a la postre asesinados por quienes defendían intereses de clases explotadoras y monopolios imperiales, en un vano intento por impedir el curso de la historia. Con la rabia y el odio de quienes no toleran ni perdonan el desacato de los pueblos, como en los días de Espartaco, la Comuna de París, Viet Nam o Chile, todas las iniquidades fueron cometidas por los opresores contra los valerosos combatientes revolucionarios. Los reaccionarios han creído siempre que su poder es invencible y eterno. ¡Qué lejos estaban de pensar que un día en el primer país socialista del hemisferio occidental, en la propia Santiago de Cuba y dentro de los muros de aquel bastión militar, nos reuniríamos los representantes de lo mejor y más progresista de la juventud mundial y el pueblo cuyos hijos escenificaron aquel desigual combate para festejar un XXV Aniversario victorioso y el XI Festival Mundial (APLAUSOS). Ello indica que ningún anhelo justo de los pueblos es imposible, ningún revés es insalvable, ningún sacrificio es estéril, ningún régimen reaccionario es eterno.

Para qué explicarles a los jóvenes del mundo lo que es la opresión, el subdesarrollo, el capitalismo, el colonialismo, el neocolonialismo, el racismo, el fascismo y el imperialismo, si muchos de ellos lo han sufrido y lo sufren en sus propias carnes. Nuestra experiencia no fue diferente, nuestros combates por la libertad y el progreso no fueron distintos a los que hoy se escenifican en muchas partes del mundo. Nuestra lucha fue la eterna lucha de todos los pueblos oprimidos; nuestros enemigos fueron y son los mismos enemigos; nuestras victorias son las victorias comunes de hoy y de mañana de toda la humanidad progresista.

El hecho de que Cuba, al cabo de 25 años de aquella acción que hoy conmemoramos, después de sostenida, heroica y victoriosa lucha, esté construyendo exitosamente el socialismo en la vecindad del imperio más feroz y poderoso de la tierra es, sin eufemismo ni exageración, un éxito del movimiento revolucionario mundial y una lección estimulante para todos los pueblos, por mucho que los imperialistas y los impúdicos traidores a la causa del internacionalismo, convertidos hoy en lacayos y aliados de los opresores del mundo, pretendan ignorarlo.

Contra nuestro pueblo se centró todo el odio del imperio yanki. Un bloqueo implacable que dura ya casi dos décadas fue impuesto a nuestra patria, una base militar extranjera se ha mantenido en nuestro país con insolente desprecio a la voluntad y soberanía nacional. Conspiraciones, conjuras, sabotajes y agresiones de todo tipo se sucedieron durante muchos años. Tenebrosos planes de eliminación física de los líderes de la Revolución, hoy reconocidos públicamente por los propios autores, fueron elaborados y puestos en práctica por las más altas autoridades de Estados Unidos. No hubo medios, procedimientos, recursos, por ilícitos y sucios que fuesen, que no hayan sido utilizados contra nuestro país. Enfermedades y plagas capaces de aniquilar plantas y animales útiles fueron introducidas por los imperialistas en nuestra tierra.

Una épica lucha ideológica fue también librada por la vanguardia revolucionaria contra los que antaño estaban acostumbrados a gobernar, mandar, decidir e imponer sus formas de pensar a los pueblos de América Latina.

¿Para qué hacían esto los imperialistas? ¿Qué defendían? ¿Qué deseaban mantener en nuestra tierra? El dominio extranjero sobre nuestros recursos naturales, nuestras riquezas y los frutos del sudor de nuestro pueblo: gobiernos corruptos y sanguinarios al servicio de sus intereses; campesinos sin tierra, obreros explotados, un pueblo analfabeto, hambriento, desesperanzado; niños sin maestros ni médicos, adultos sin salud ni asistencia, padres sin empleo, cientos de miles de madres sin otra alternativa muchas veces que la prostitución; discriminación por razones de raza o sexo, ancianos abandonados, casinos de juego, vicio, corrupción y sangrienta represión política.

Compárese hoy nuestra patria con el resto de los pueblos de América Latina. No existe dominación imperialista ni capitalista y somos hoy el único pueblo del hemisferio sin desempleo, analfabetismo, mendicidad, prostitución, juegos de azar, discriminación racial: poseemos el más alto índice de salud y educación, cultura y deporte de todo el continente; somos dueños absolutos de nuestras riquezas económicas y recursos naturales; planificamos nuestro desarrollo y en nuestras manos exclusivamente está el progreso económico, social y cultural de nuestro pueblo. Nuestras dificultades son las mismas dificultades objetivas de cualquier pueblo subdesarrollado del mundo, pero en nuestras prerrogativas esta decidir el futuro, con austeridad y modestia, pero con libertad y dignidad (APLAUSOS).

¿Cómo logramos esta victoria los revolucionarios cubanos? Con la firmeza, la lealtad a los principios, la estrecha vinculación a las masas, la absoluta confianza en la justicia de nuestra causa y el espíritu de sacrificio, heroísmo y las virtudes de nuestro pueblo; con la solidaridad internacional, la cooperación del movimiento progresista, la comunidad socialista y especialmente de la gloriosa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (APLAUSOS PROLONGADOS).

Dijimos:

¡no! al desaliento frente a la adversidad,

¡no! a las dificultades,

¡no! al pesimismo,

¡no! al temor,

¡no! a la claudicación,

¡no! al oportunismo,

¡no! a las concesiones ideológicas,

¡no! al nacionalismo estrecho y al chovinismo,

¡no! al abuso de poder,

¡no! a las violaciones de los principios,

¡no! la corrupción,

¡no! al envanecimiento,

¡no! al endiosamiento de los líderes,

¡no! al ridículo culto a la personalidad,

¡no! a la infalibilidad de los revolucionarios.

Y supimos decir:

¡sí! a la solidaridad entre los hombres,

¡sí! al marxismo-leninismo,

¡sí! al antimperialismo consecuente (APLAUSOS PROLONGADOS),

¡sí! al internacionalismo proletario (APLAUSOS PROLONGADOS), ¡sí! a la necesidad de un partido de vanguardia,

¡sí! a la dirección colectiva y las normas democráticas revolucionarias,

¡sí! a la autocrítica y al reconocimiento y rectificación de los errores,

¡sí! a la modestia,

¡sí! a la dedicación total y absoluta al pueblo,

¡sí! a la admiración y respeto a los que con su lucha pasada hicieron posible la patria de hoy,

¡sí! a la gratitud eterna para los que se solidarizaron con nosotros, y con su apoyo desinteresado y noble nos ayudaron a vencer las agresiones del imperialismo (APLAUSOS).

La Cuba que ustedes ven hoy no es siguiera la pálida imagen de lo que fue hace 20 años. Los casinos, los mendigos, los hombres sin empleo y los burdeles eran las primeras impresiones que se ofrecían al visitante. Esas cosas hoy no existen. Pero no se piense que a todo visitante le agradaba necesariamente el cambio postrevolucionario. En los días de la Unidad Popular nos visitó el buque insignia de la Marina chilena. Muchos cadetes, educados en una mentalidad burguesa y capitalista, estaban disgustados porque en La Habana no encontraban prostíbulos, como en todas las capitales de América Latina, Estados Unidos y Europa Occidental.

Antes de la Revolución en Cuba existía el prostíbulo y junto al prostíbulo el patíbulo. Como hoy en Chile.

Aquella vida neocolonialista y capitalista subdesarrollada impuesta a la nación se mantuvo por la pura fuerza, y era el mérito y la obra fundamental del dominio imperialista sobre nuestra tierra. Ellos no entrenaban médicos ni maestros, pero entrenaban los esbirros en el arte de torturar, desaparecer y asesinar a los inconformes y revolucionarios, como ocurre hoy en Nicaragua, Chile, Uruguay, Paraguay y otros infortunados países de América y del mundo, con técnicas mucho más refinadas del Pentágono y la CIA. Ellos enseñaban cómo se perseguía a un comunista, cómo se dividía un sindicato y se imponía un dirigente amaestrado, cómo y qué se debía escribir en un periódico, qué películas debíamos ver, qué programas radiales escuchar, qué libros leer. Ellos decidían dónde y con qué ganancias invertir: por algo eran los dueños absolutos de nuestras finanzas, nuestras mejores tierras y las riquezas naturales del país. Ellos trazaban nuestra política y nuestro destino.

Ellos, lo que es peor aún, porque sus efectos perduran en el tiempo y es más difícil de desarraigar, imponían a nuestro pueblo pobre y subdesarrollado los hábitos de consumo y las costumbres del mundo capitalista desarrollado, desarrollo alcanzado sobre la más despiadada explotación de su propio pueblo y del resto del mundo colonizado o neocolonizado y sobre el más brutal intercambio desigual con los países atrasados económicamente.

La sociedad burguesa crea sus gustos burgueses y su paisaje burgués en ciudades y campos, que no pueden ser los de las sociedades de trabajadores; junto a los palacios de los millonarios los barrios de indigentes, y junto a las modernas autopistas por donde corren veloces fastuosos automóviles, los caminos enlodados donde transitan a pie los humildes campesinos. Los países burgueses ofrecen cifras estadísticas de sus consumos per cápita, pero no dicen una palabra de la colosal diferencia entre lo que consume un millonario y lo que consume un obrero, un desempleado, un limosnero.

En nuestras ciudades no verán ustedes vistosos ni excesivos anuncios lumínicos de propaganda publicitaria, porque no intentamos inculcar a nuestros ciudadanos mediante reflejos condicionados, qué refrescos deben consumir ni qué cigarros deben fumar, como hacen en las sociedades que ridículamente pretenden llamarse libres. Verán en cambio cómo en muchos rincones de nuestros campos se encienden los bombillos eléctricos en las aulas de nuestras miles de escuelas rurales, nuestros policlínicos y en las casas de nuestros campesinos. No verán en nuestros periódicos anuncios publicitarios o crónicas sociales sobre matrimonios, fiestas y actividades recreativas de ricos que nunca interesaron al trabajador, creador verdadero y único de las riquezas sociales; o que en nuestros radios y televisores se interrumpan los programas constantemente para ofrecer anuncios comerciales, porque nuestros medios masivos están al servicio de la información, la educación y la cultura y no de la vanidad social ni de vulgares intereses mercantiles. Podrá faltar a veces hasta la pintura para nuestros más flamantes edificios, pero no faltará jamás el maestro o el libro en una escuela, ni el médico o la medicina en nuestros hospitales para todos los niños y ciudadanos del país (APLAUSOS).

No verán tampoco nuestras calles atiborradas de modernos y ruidosos automóviles que consumen fabulosas cantidades de energía, porque promovemos y desarrollamos el transporte colectivo y vemos el vehículo individual como simple instrumento de trabajo en función del servicio social que prestan técnicos, médicos, profesores y otros trabajadores de nuestra sociedad.

Muchas veces nos hemos preguntado qué sería del mundo y sus recursos naturales y energéticos, si en Asia, con China y la India, Africa y América Latina, cada familia tuviera un automóvil, acorde con el ideal ficticio y absurdo creado por las sociedades capitalistas desarrolladas. Alguien en la antigüedad dijo: "No sólo de pan vive el hombre". Hoy podemos afirmar: "No solo de automóviles y para los automóviles tiene que vivir el hombre".

Lo que engendró irracionalmente la explotación del mundo y el capitalismo no puede ser jamás modelo para una humanidad que en los próximos 25 años tendrá ya 7 000 millones de habitantes. Nosotros consideramos que la energía y demás recursos esenciales se deben dedicar en primer término a la alimentación, alojamiento, salud, educación, cultura y demás necesidades fundamentales del bienestar del hombre con otro concepto de la vida, la sociedad y los frutos del trabajo humano. A ello consagramos nuestros modestos recursos, en medio del brutal y despiadado bloqueo económico, que un país poderoso y rico como Estados Unidos ha impuesto a nuestra heroica patria.

Mas a pesar de eso nadie podrá ignorar los avances de Cuba, lo que demuestra todo lo que puede hacerse aun siendo pobres, si existe la justicia del socialismo.

En nuestra patria podrán ver cada ciudadano con un libro bajo el brazo porque queremos todos estudiar, queremos todos aprender y queremos todos interpretar correctamente el mundo en que vivimos. A nadie le decimos cree, a todos les decimos piensa, estudia, decide.

Los imperialistas intentan ridículamente presentar a nuestro país como un régimen de fuerza. Efectivamente hay fuerza, pero la fuerza no este en las armas, ni en las leyes, ni en las instituciones del Estado; está en el pueblo (APLAUSOS), en las masas, en las convicciones revolucionarias y en la cultura política de cada ciudadano. La fuerza no está en la mentira ni en la demagogia, sino en la sinceridad, la verdad y la conciencia. Las armas además las tiene el pueblo y con ellas defiende la Revolución sin torturas, sin crímenes, sin batallones de la muerte, sin desaparecidos, sin ilegalidades ni arbitrariedades, como ocurre a diario en los países doblegados al imperialismo para mantener regímenes reaccionarios de injusticia y opresión. Esto lo empiezan a reconocer hoy hasta nuestros más enconados enemigos. Ello se debe a las semillas de principios y ética revolucionaria que sembramos desde el mismo Moncada y que fructificaron en la guerra de liberación y en el ulterior desarrollo de la Revolución. Por encima de las montañas de calumnias imperialistas se yergue firme e invencible la realidad histórica.

Nuestro país se dispone a continuar su justa marcha. Ya estamos elaborando nuestro segundo plan quinquenal. Se hacen estudios serios sobre nuestras perspectivas de desarrollo económico, social y cultural hasta el año 2000. Tendremos, en fecha relativamente próxima, un plan pronóstico para 20 años. Cada provincia, cada ciudad, cada municipio conocerá, con el máximo de exactitud posible; cuál será su futuro y qué tareas le corresponden en el desarrollo del país. Si se quiere tener una idea del porvenir baste decir que este solo año 18 000 ciudadanos han recibido el título de maestros y profesores. Para los que piensan que nos estamos convirtiendo en un país de soldados es bueno señalar, que las cifras de graduados como maestros y profesores es veinte veces superior que la de oficiales de nuestras Fuerzas Armadas graduados este año, aunque para cada cubano ser soldado u oficial es un honor muy alto, porque las armas en nuestra patria y aun fuera de la patria están al servicio de las más nobles causas de la Revolución y el internacionalismo (APLAUSOS). Todos somos al fin y al cabo soldados de la Revolución. Pero saber educar es aún más difícil que saber morir. Por este derecho lucharon y murieron más de una vez nuestros hombres; pues los hombres tienen que saber morir para que la humanidad pueda vivir.

Avanzamos resueltamente hacia un país de alta cultura. Nuestro camino en ese terreno no conoce límites. Viviremos de lo que nuestra técnica, nuestros recursos naturales y nuestro sudor sean capaces de crear. Mas no seremos egoístas como el caracol encerrado en su propia concha y brindaremos al mundo todo lo que esté al alcance de nuestra generosidad revolucionaria e internacionalista (APLAUSOS).

¿Qué es nuestra propia vida sin ustedes, qué es Cuba sin el resto del mundo? Si nuestros sueños de ayer son realidades de hoy, nuestros sueños de hoy serán realidades de mañana y así será igual para todos los pueblos del mundo si somos capaces de soñar juntos un futuro mejor.

Como las realidades no pueden ser olvidadas es preciso decir que la humanidad de hoy se enfrenta a dramáticos problemas.

Primero que todo se plantea la vital cuestión de superar los riesgos de una guerra nuclear. En otros tiempos los hombres dirimían sus conflictos políticos por medio de sus hachas de piedra, sus lanzas, sus flechas, sus espadas, sus cañones e incluso sus aviones; sus acorazados y sus tanques. En cambio ninguna otra era de la historia humana conoció armas tan masivamente destructoras y mortíferas como las que hoy existen. Lo que ayer podía ser juego de ambiciones irresponsables, que podían permitirse las clases privilegiadas en defensa de sus intereses y sus fines de repartirse el mundo o destruir el avance de las ideas progresistas, como ocurrió en la última contienda generalizada, hoy, con los modernos y sofisticados medios de destrucción masiva, se convierte en suicidio universal y crimen de lesa humanidad. Aun está por ver si los hombres serán capaces de sobrevivir a las armas diabólicas que han sido en cambio capaces de elaborar.

Si analizamos elementalmente las realidades vemos que el avance político y social de la humanidad en su conjunto está por debajo de su capacidad de destrucción y de exterminio. No son las fuerzas progresistas y revolucionarias las que han creado esta situación dramática y peligrosa. La consigna de paz y coexistencia entre todas las naciones del mundo fue lanzada en la aurora misma del primer Estado socialista por Vladimir Ilich Lenin. El socialismo, cuyo objetivo fundamental en el campo económico es el desarrollo de las fuerzas productivas y la distribución equitativa de los frutos del trabajo, no tiene necesidad alguna de guerras, repartos del mundo ni producción armamentista. El desarrollo planificado de la economía, y los requerimientos esenciales del hombre no demandan para nada inversión de infinitos recursos humanos y materiales en la estéril carrera de las armas. No fue el primer Estado socialista quien proclamó la guerra contra las naciones de diferentes regímenes sociales, fueron las potencias imperialistas las que decidieron, con la intervención y el bloqueo, liquidar al primer Estado de obreros y campesinos y a la vez aplastar al movimiento revolucionario en todas partes del mundo. Esta política engendró al fascismo y la Segunda Guerra Mundial. La cruzada contra la Unión Soviética de la Alemania hitleriana, que se armó con la colaboración de las demás potencias imperialistas, costó al primer Estado socialista 20 millones de vidas de sus mejores hijos. Un alto precio tuvieron que pagar también los pueblos de los países imperialistas por la descabellada aventura anticomunista y profascista de sus gobernantes.

¿Quién puede negar estas verdades históricas? ¿Quién puede ocultar el hecho de que los países capitalistas tuvieron la responsabilidad fundamental en el estallido de aquella guerra? ¿Quién puede olvidar que fue precisamente el socialismo lo que hizo imposible el dominio universal del fascismo? ¿Qué país si no Estados Unidos en virtual sustitución de la Alemania hitleriana se convirtió en cruzado del anticomunismo y la contrarrevolución en el mundo? ¿Qué otro país verdaderamente puede amenazar la paz mundial? ¿Quién practica una política de fuerza? ¿Quién ha llenado el mundo de bases militares? ¿Quién promueve la carrera armamentista? ¿Quién tiene necesidad de la industria militar para enfrentar los problemas económicos internos y satisfacer los intereses de poderosos monopolios?

Los que reprochan a los países socialistas su programa de defensa olvidan la lección del fascismo, olvidan la realidad histórica de que es el imperialismo quien ha impuesto a nuestros países, con sus agresiones, bloqueos y amenazas, la necesidad de invertir cuantiosos recursos en gastos militares, que son ajenos por completo a los requerimientos y objetivos del régimen socialista. Por principio nosotros, marxista- leninistas, sabemos que los cambios sociales no pueden imponerse desde el exterior, como tampoco pueden impedirse cuando los pueblos deciden hacerlo por cualquier medio. Los pueblos socialistas no pretenden exportar la revolución. El socialismo no lo exportó nadie a la Unión Soviética como nadie lo exportó a Cuba. Desde que nació el socialismo solo los países imperialistas han tratado de exportar su sistema: el capitalismo, la reacción, la contrarrevolución, el fascismo.

¿Qué interés puede tener la humanidad en la carrera armamentista? ¿Para qué gastar en armas lo que los pueblos necesitan en alimentos, viviendas, salud, educación, recreación? Cientos de miles de millones de dólares se invierten todos los años con fines militares. Montañas de armas de exterminio se acumulan cada año ante los ojos atónitos de un mundo con montañas de problemas de subdesarrollo, hambre, crecimiento excesivo de la población, desempleo, enfermedades, analfabetismo, escasez creciente de alimentos y recursos naturales y contaminación del medio ambiente.

Claro está que solo hay una solución definitiva a esta tragedia: que la humanidad supere su fase capitalista e imperialista, que universalmente se desarrolle la justicia social y la cooperación. Pero ello en cada país es una tarea que corresponde a su propio pueblo.

La humanidad tiene que ser preservada para un destino mejor. Es inadmisible y absolutamente irresponsable una posición pesimista sobre la necesidad y la posibilidad de la paz, como la de algunos que auguran la inevitabilidad de la guerra, e incluso la azuzan pensando que tal vez ellos serán los únicos supervivientes.

Los pueblos tienen el deber de luchar por la paz y a la vez por los cambios sociales. ¿Nos dejaremos acaso intimidar por las amenazas? No, porque somos optimistas y porque sabemos como nos enseñó Carlos Marx, que los oprimidos no tienen otra cosa que perder sino sus cadenas (APLAUSOS).

El Gobierno de Estados Unidos enarbola ahora la consigna de los derechos humanos. Nosotros, marxista-leninistas, que hemos hecho del hombre, su bienestar material y espiritual, sus derechos económicos, sociales y políticos, la razón de ser de nuestras vidas; que luchamos por la supresión de toda forma de explotación del hombre por el hombre, estaremos siempre, por supuesto, en favor de reales y verdaderos derechos humanos. Incluso nos alegramos si las prédicas de Carter logran influir un poco sobre algunos de sus íntimos aliados como Nicaragua, Salvador, Guatemala, Haití, Chile, Paraguay, Uruguay, Argentina, Brasil, Zaire, Sudáfrica, Arabia Saudita, Irán, Corea del Sur y otros por el estilo, para que cesen en sus prácticas genocidas y sus hábitos de torturar, desaparecer y asesinar a los luchadores por la democracia y el progreso (APLAUSOS PROLONGADOS). Con eso los regímenes capitalistas, neocolonizados, proimperialistas y el de los propios Estados Unidos, serían un poco menos inhumanos. Pero está por demostrar que un régimen burgués, imperialista y guerrerista pueda prometer verdaderos derechos humanos a alguien en el mundo, dentro y fuera de sus fronteras, porque tal sistema existe solamente para servir, utilizando todos sus recursos y medios en el interior y en el exterior, los derechos y los intereses del gran capital.

¿Con qué moral pueden hablar de derechos humanos los gobernantes de una nación donde conviven el millonario y el pordiosero, el indio es exterminado, el negro es discriminado, la mujer es prostituida y grandes masas de chicanos, portorriqueños y latinoamericanos son despreciados, explotados y humillados?

¿Cómo pueden hacerlo los jefes de un imperio donde se imponen la mafia, el juego y la prostitución infantil; donde la CIA organiza planes de subversión y espionaje universal, y el Pentágono crea bombas de neutrones capaces de preservar los bienes materiales y liquidar a los seres humanos; un imperio que apoya a la reacción y la contrarrevolución en todo el mundo, que protege y estimula la explotación por los monopolios de las riquezas y los recursos humanos en todos los continentes, el intercambio desigual, una política proteccionista, un despilfarro increíble de recursos naturales y un sistema de hambre para el mundo?

¿Cómo pueden hacerlo los representantes de una sociedad capitalista e imperialista cuya esencia es la explotación del hombre por el hombre y con ella el egoísmo, el individualismo y la ausencia total de solidaridad humana?

¿Cómo pueden esgrimir esa consigna quienes entrenan y suministran militarmente a los gobiernos más reaccionarios, corrompidos y sangrientos del mundo como Somoza, Pinochet, Stroessner, los gorilas de Uruguay, Mobuto y el Sha de Irán, para citar solo algunos casos?

¿Cómo pueden hablar de tales derechos los que mantienen estrechas relaciones con los racistas de Sudáfrica, que oprimen, discriminan y explotan a 20 millones de africanos; los que suministran cuantiosas cantidades de sofisticadas armas a los agresores sionistas que desalojaron al pueblo palestino de sus tierras y se niegan a devolver a los países árabes los territorios arrebatados por la fuerza? (APLAUSOS PROLONGADOS)

¿Cómo pueden hablar de derechos humanos los dirigentes de un estado cuyas agencias de inteligencia organizaron atentados contra los líderes de otros países, y cuyos ejércitos lanzaron en Viet Nam cantidades de explosivos cientos de veces equivalentes a las bombas nucleares hechas estallar sobre Hiroshima y Nagasaki, y asesinaron millones de vietnamitas sin que se hayan dignado siquiera pedir excusas a unos e indemnizar a otros; de un Estado que tradicionalmente intervino en los países de América Latina y somete a los pueblos de este continente a su yugo explotador, y por cuya culpa mueren cientos de miles de niños cada año de enfermedad y hambre?

¿Cómo puede hablar, en fin, de derechos humanos el gobierno imperialista que mantiene una base militar por la fuerza en nuestro territorio, y somete a nuestro pueblo a un criminal bloqueo económico?

Sería excelente que el presidente Carter dando el ejemplo de su prédica decretara la libertad de Lolita Lebrón (APLAUSOS) y demás patriotas portorriqueños que llevan más de 25 años en injusta prisión, de los "Diez de Wilmington" arbitrariamente encarcelados, y una amnistía para los miles de negros norteamericanos que se vieron obligados a delinquir como consecuencia de la discriminación, el desempleo y el hambre.

Cada gobernante de Estados Unidos tiene su frase retórica para América Latina o para el mundo: uno habló del "Buen Vecino", otro de la "Alianza para el Progreso", ahora la consigna es "los derechos humanos". Nada cambió en su política hacia el hemisferio y el mundo, todo quedó igual, siempre prevaleció la diplomacia de las cañoneras y el dólar, la ley del más fuerte. Las frases son tan efímeras como las administraciones. Lo único perdurable en la política yanki es la mentira.

Decíamos que el imperialismo apoyaba al fascismo en América Latina, el apartheid en Africa, el neocolonialismo en todos los continentes. Pero la política imperialista es también mucho más sutil: promueve la división entre los países socialistas, alienta corrientes nacionalistas, estimula el chovinismo, busca aliados en el movimiento progresista. El imperialismo, que antaño se opuso tenazmente al nacionalismo como manifestación del espíritu de independencia de los pueblos contra el sistema colonial y lo combatía y combate en cuanto expresión de lucha antimperialista y defensa de los intereses legítimos de cada país, abriga la esperanza de que la exacerbación de ese mismo sentimiento, es decir el chovinismo, chocará con los principios del socialismo y el internacionalismo. Ellos consideran, que tanto en Asia como en Africa y en América Latina esa corriente será siempre más poderosa que el espíritu revolucionario e internacionalista.

El resto lo confían a sus tecnologías de países industrializados, al monopolio de las instituciones internacionales de crédito, y a los cuantiosos recursos monetarios que todavía atesora el occidente capitalista. Al oro acumulado durante siglos de explotación a sus propios trabajadores y a los pueblos colonizados, neocolonizados y subdesarrollados, se une ahora la multimillonaria acumulación de Estados como Arabia Saudita e Irán que en parte extraen sus fabulosas ganancias de países atrasados económicamente. Con esos recursos piensan barrer el movimiento progresista de las naciones del llamado Tercer Mundo.

Es cierto que los efectos de la crisis económica mundial se hacen sentir fuertemente en países con gobiernos progresistas de escasos recursos, saturados de deudas y sometidos despiadadamente al vendaval de los problemas financieros. Fuerzas derechistas obtienen victorias electorales en algunos países como resultado de las dificultades económicas, mientras la reacción por su parte acude al fascismo para enfrentar esas mismas dificultades mediante la más brutal represión. El Fondo Monetario Internacional y otros organismos de crédito, tradicionales instrumentos de la política de Estados Unidos, imponen condiciones onerosas, debilitan la base popular de los gobiernos que no son de su agrado y minan su estabilidad política. Estas circunstancias son propicias a presiones y claudicaciones y con ello a victorias transitorias de la reacción en algunas naciones del mundo.

No seríamos honestos si negáramos que el propio movimiento progresista y revolucionario atraviesa dificultades serias. La repugnante traición a la causa del internacionalismo perpetrada por los dirigentes chinos, su demencial conducta política y su alianza desvergonzada con las potencias imperialistas, han constituido un rudo golpe para las fuerzas progresistas del mundo.

Viet Nam, Angola y Cuba, países pequeños que ganaron un sólido y reconocido prestigio en el mundo por las páginas heroicas que escribieron y aun escriben en su lucha resuelta, firme e inclaudicable contra el imperialismo sufren hoy los brutales ataques, la hostilidad y las calumnias de la dirigencia traidora china. En el caso de nuestra propia patria, después de casi 20 años de agresión y hostigamiento de Estados Unidos, que no lograron ponerla de rodillas, vemos hoy el hecho increíble e infame de que la actual dirección china justifica el bloqueo económico a Cuba y la presencia de una base naval yanki en nuestro territorio.

Entre las agencias cablegráficas imperialistas y las de China no existe ya absolutamente ninguna diferencia en su lenguaje soez e intrigante, en sus pérfidos y canallescos argumentos para atacar a Cuba. La colaboración soviética, que tan decisiva fue para la consolidación y supervivencia de la Revolución Cubana en sus años más críticos, cuando los imperialistas nos arrebataron los mercados azucareros y nos suprimieron los suministros de alimentos, medicinas, combustible, piezas de repuesto y materias primas esenciales, es vilmente calumniada. Junto al decisivo apoyo económico recibido, no olvidaremos jamás tampoco los cubanos que las armas con que nos defendimos en Girón contra los agresores imperialistas fueron armas suministradas por los soviéticos (APLAUSOS). Y si Estados Unidos no pudo cometer un genocidio contra Cuba, con una agresión directa, ello se debe en gran parte a la solidaridad y al apoye de la URSS. La historia no puede ser negada tan groseramente. La palabra humana se ideó para fines más nobles.

La política internacionalista de Cuba, la generosidad sin límites de nuestro pueblo, cuyos hijos lucharon en Angola contra los racistas sudafricanos para evitar que pudieran arrebatarle a su pueblo la independencia que conquistaron con 15 años de heroica lucha, y nuestra solidaridad en el combate de la Revolución Etíope contra la agresión exterior, promovida por Estados Unidos, las potencias de la OTAN y la reacción árabe, son calificadas por los dirigentes chinos en los mismos términos groseros, soeces y aun peores que los de los voceros del imperialismo, más sutiles, menos desembozadamente mentirosos.

El internacionalismo es la esencia más hermosa del marxismo- leninismo y sus ideales de solidaridad y fraternidad entre los pueblos. Sin el internacionalismo la Revolución Cubana ni siquiera existiría. Ser internacionalista es saldar nuestra propia deuda con la humanidad (APLAUSOS PROLONGADOS).

Aunque no nos agrade tener que mencionar nosotros mismos la forma intachable en que la Revolución Cubana ha cumplido sus deberes internacionalistas, es preciso recordar que nuestra colaboración militar con Angola y Etiopía no eran siquiera algo nuevo. Soldados cubanos marcharon a la hermana República de Argelia en 1963 para apoyarla contra la agresión exterior cuando en los meses subsiguientes a la victoria de su heroica lucha por la independencia trataron de arrancarle un pedazo de su territorio. Soldados cubanos marcharon a Siria en 1973 cuando ese país, a raíz de la última guerra librada contra los agresores sionistas, solicitó nuestra ayuda. Combatientes cubanos lucharon y dieron su vida ayudando a la liberación de Guinea Bissau y Angola contra el colonialismo portugués. No es un secreto que valiosos compañeros de nuestra lucha guerrillera en la Sierra Maestra murieron junto al Che en Bolivia (APLAUSOS).

Esta tradición internacionalista de los revolucionarios cubanos tiene sus antecedentes aun antes del triunfo de la Revolución, cuando más de 1 000 voluntarios, combatientes comunistas muchos de ellos, partieron a España a luchar contra el fascismo. La solidaridad internacional y el espíritu de sacrificio y de lucha de los comunistas tienen profundas y hermosas raíces en el movimiento revolucionario mundial desde los días gloriosos de la Comuna de París.

Los imperialistas yankis practican la solidaridad con la reacción, la burguesía y el fascismo. Cientos de miles de soldados y especialistas militares de Estados Unidos se encuentran en Europa Occidental, Turquía, Arabia Saudita, Irán, Corea del Sur, Japón, RFA y decenas de otros países. ¿Por qué los imperialistas pueden colaborar entre sí y no los revolucionarios?

Nuestros especialistas militares que se encuentran en Africa y en otras partes han sido solicitados por gobiernos absolutamente soberanos. Estados Unidos por el contrario despliega decenas de miles de soldados en Panamá contra la voluntad de su pueblo. Estados Unidos tiene instalados miles de marinos en una parte del propio territorio nacional de Cuba contra la voluntad de nuestra patria. ¿Qué derecho tienen los Estados Unidos a exigir la retirada de nuestro personal militar en Africa, donde se encuentran por deseo expreso de gobiernos progresistas y revolucionarios absolutamente independientes?

¿Cómo se pueden calificar en el orden político y moral los que apoyan estas exigencias del imperialismo?

Desde que en la República Popular de China convirtieron en dios a un ridículo mortal, destruyeron al partido y sus mejores cuadros en los días de la loca aventura de la Revolución Cultural y se dejaron arrastrar por el espíritu pequeño burgués y el chovinismo de gran potencia, que los condujo a la traición al internacionalismo y a la conversión de un Estado socialista en satrapía nepótica, donde las esposas y los yernos de los gobernantes pasaron a ser miembros del Buró Político, todo era posible esperarse.

¿Qué tiene de extraño que el gobierno chino apoye hoy día al régimen fascista y sanguinario de Pinochet y a los gobiernos militares represivos y reaccionarios de América Latina?

¿Qué puede sorprender que colabore con Mobuto junto a las fuerzas intervencionistas de la OTAN? ¿Por qué asombrarse de que se uniese a Sudáfrica contra Angola; a Somalia en su agresión a la Revolución Etíope; a Egipto en su política de paz separada y entreguismo; a las fuerzas conservadoras y reaccionarias de Inglaterra y la RFA; a la OTAN en Europa; al imperialismo yanki en todas partes, y que apueste grosera y peligrosamente a la inevitabilidad de una tercera guerra mundial?

Pero de los crímenes de la dirección china el más repudiable es su hostilidad a Viet Nam. Nadie ignora que detrás del extremismo camboyano está el maoísmo y la camarilla dirigente china; nadie ignora que detrás de las provocaciones contra Viet Nam están ellos; nadie ignora que detrás del llamado problema de los Hoa, artificialmente creado, están ellos. Toda una gran campaña de publicidad de corte chovinista se desarrolla actualmente en China contra los vietnamitas y toda colaboración económica ha sido suspendida. De esta forma criminal e inescrupulosa es saboteado el esfuerzo vietnamita para reconstruir el país cruelmente devastado por la guerra imperialista.

A nosotros estas actitudes del gobierno chino nos recuerda la prepotencia yanki contra Cuba. En los primeros años de la Revolución, los imperialistas también intentaron traer barcos sin nuestra autorización para transportar ciudadanos yankis; ellos promovieron la emigración de decenas de miles de cubanos, esencialmente profesionales, especialistas y obreros calificados; ellos lanzaron una colosal campaña de calumnias contra Cuba y adoptaron severas medidas de bloqueo económico.

Viet Nam, la patria del más modesto y consecuente marxista- leninista de nuestro tiempo, el inolvidable y querido Ho Chi Minh (APLAUSOS); Viet Nam, el pueblo mil veces heroico cuyas hazañas patrióticas y revolucionarias asombraron al mundo, es también hoy víctima de la agresión y la traición china.

Días atrás los cables informaron sobre violaciones de la frontera de Viet Nam por escuadrillas de aviones militares chinos. Si no se detiene a tiempo la mano criminal seremos testigos de provocaciones militares y agresiones más graves de China contra el heroico Viet Nam. Es por ello que debemos brindarle al pueblo de Viet Nam nuestra más decidida solidaridad y apoyo (APLAUSOS PROLONGADOS). Nuestro Partido se propone reactivar los Comités de Solidaridad con Viet Nam contra las amenazas de agresión imperialista, instrumentadas esta vez, por absurdo que parezca, a través de sus nuevos y flamantes aliados en el campo de la contrarrevolución.

El desprecio a los pueblos, a las normas y principios tiene que tener un límite, tiene que detenerse en algún punto, tiene que encontrar realmente una resistencia en la conciencia universal.

Ni siquiera Albania, pequeño país socialista que en los días iniciales de la división del movimiento revolucionario la apoyó, sigue hoy a China. También a ella le retiraron la colaboración económica.

El propio pueblo chino, trabajador, combativo, abnegado, heroico y revolucionario, ajustará cuentas más tarde o más temprano a los traidores que han rendido a los pies del imperialismo sus hermosas banderas internacionalistas (APLAUSOS).

En el mundo existen dos caminos: la reacción y el progreso. Hay que escoger, no es posible ser neutrales.

En los últimos tiempos, a la sombra de los problemas surgidos en el movimiento revolucionario, el oportunismo, la política sin principios, la tendencia a conciliar con el imperialismo ha cobrado cierta fuerza. Y el oportunismo, las dificultades económicas, el chovinismo, la demagogia y la cobardía política conducen a vacilaciones en muchos problemas cardinales.

No se puede ser neutral en la lucha de los pueblos árabes por la recuperación de los territorios ocupados y el reconocimiento a los derechos del pueblo palestino; entre los pueblos de Africa y sus neocolonizadores; entre Angola y sus invasores; entre los derechos del pueblo saharauí y los ocupantes de su territorio (APLAUSOS); entre la Revolución Etíope y el agresor somalí (APLAUSOS); entre la Revolución Yemenita y la reacción árabe; entre los países progresistas árabes y los países árabes reaccionarios; entre Viet Nam y los que lo amenazan y hostigan; entre los racistas sudafricanos y el pueblo africano de Sudáfrica (APLAUSOS); entre el Frente Patriótico de Zimbabwe y Ian Smith (APLAUSOS); entre Mozambique y los fascistas rhodesianos y sudafricanos; entre Namibia y sus colonizadores; entre el pueblo de Chipre y los ocupantes extranjeros (APLAUSOS); entre las fuerzas progresistas y las fuerzas derechistas del Líbano (APLAUSOS); entre Allende y Pinochet (APLAUSOS); no se puede ser neutral ante cuestiones como la soberanía de Panamá sobre el Canal, el derecho de los pueblos de Belice y Puerto Rico a la independencia (APLAUSOS), el bloqueo a Cuba y la Base Naval yanki de Guantánamo (APLAUSOS); no se puede ser neutral ante el imperialismo, el colonialismo, el neocolonialismo, el racismo y el fascismo, y en ninguna de las múltiples situaciones de lucha política, económica y social, entre las fuerzas reaccionarias y las fuerzas progresistas del mundo (APLAUSOS).

Nuestra Revolución se ha caracterizado por el rechazo a toda forma de oportunismo político. Esta línea militante, diáfana, firme y decidida de Cuba junto a la justa causa de los pueblos y su creciente autoridad y prestigio en la escena internacional, preocupa a ciertas gentes y en especial al imperialismo yanki, que en vano trató de aislar y destruir a nuestra Revolución.

Según noticias procedentes de Estados Unidos el gobierno de ese país se ha dirigido a 15 países No Alineados para impugnar el papel de Cuba en ese Movimiento. Pero el Movimiento de Países No Alineados no es la OEA, Ministerio de Colonias, donde el imperialismo decide a su antojo como amo de este hemisferio. Sería bueno saber a qué 15 cancillerías se ha dirigido Estados Unidos y qué han respondido esas cancillerías.

¿Desde cuándo Estados Unidos tiene derecho a ser mentor y orientador de los No Alineados? ¿Cuáles son los gobiernos impúdicos que se prestan a ese juego?

Siempre hemos sido partidarios de que el Movimiento de No Alineados, en cuya fundación participó Cuba junto a Nasser, Nehru, Nkrumah y otros dirigentes, muchos de ellos dolorosamente ausentes, se caracterizara por su calidad y no por su número. Siempre nos hemos opuesto y nos opondremos a que países pertenecientes a pactos militares participen en ese Movimiento. Siempre nos hemos opuesto y nos opondremos a que gobiernos fascistas, reaccionarios, meros peones del imperialismo se introduzcan como caballos de Troya en el seno de esa fuerza. Siempre hemos pensado y seguiremos pensando que el Movimiento de No Alineados no debe ser una corriente amorfa, oportunista, claudicante, sino una fuerza antimperialista, anticolonialista y progresista capaz de influir positivamente en la política mundial. Con ese espíritu fue creado y no puede concebirse de otra forma (APLAUSOS).

Cuba es un país No Alineado porque no pertenece a ningún pacto militar, pero está decididamente contra la reacción, el imperialismo, el colonialismo, el neocolonialismo, el fascismo, el racismo, el sionismo, el intercambio desigual y la explotación de los pueblos subdesarrollados. Cuba apoya resueltamente los movimientos de liberación, las causas justas y las fuerzas progresistas de todo el mundo, objetivos esenciales para los cuales fue creado el Movimiento de No Alineados.

¿Por qué Estados Unidos se preocupa tanto ahora por la VI Cumbre de La Habana? ¿Por qué intenta sabotearla? ¿Quiénes son los que le hacen el juego en esta maniobra? ¿Qué objetivos persiguen en el seno de nuestro Movimiento? Es obvio que a Estados Unidos, los traidores, los oportunistas, los neocolonizados, los vacilantes, los que negocian con los principios les preocupa el papel combativo, firme, inclaudicable y honesto de Cuba (APLAUSOS).

Si hay gobiernos que se ponen en venta, el de Cuba no podrá ser jamás sobornado. Eso Estados Unidos lo sabe.

No haremos ninguna concesión, no traicionaremos nuestros principios internacionalistas, no nos doblegaremos jamás a las exigencias y el chantaje imperialista (APLAUSOS).

Nosotros no perseguimos intereses chovinistas. Nosotros no comerciamos con nuestra política internacional. Nosotros estamos dispuestos a resistir digna y abnegadamente los años que sean necesarios el bloqueo imperialista. Si otros transigen, si otros se dejan sobornar, si otros traicionan, Cuba sabrá mantenerse como ejemplo de una revolución que no claudica, que no se vende, que no se rinde, que no se pone de rodillas (APLAUSOS PROLONGADOS).

La lucha no nos intimida; desde que nos iniciamos en los caminos de la Revolución jamás cundió el desaliento en nuestro ánimo. Ningún comunista verdadero temió jamás las dificultades. Con acero de revolucionarios indómitos fue forjada nuestra patria. En nuestras mentes bullen y en nuestros corazones palpitan las ideas más puras de Marx, Engels y Lenin (APLAUSOS); por nuestras venas corre la sangre de los héroes de 1868, 1895 y 1953, de Céspedes, Martí, Maceo, Abel Santamaría, Frank País, Camilo y el Che (APLAUSOS); de los héroes de Yara, de Baire, del Moncada, del Granma, de la Sierra, de Girón, de la Crisis de Octubre; de los héroes internacionalistas de la España antifascista, de Angola y de Etiopía.

Cuando en el seno de nuestro pueblo se solicitan voluntarios para cumplir misiones internacionalistas no son miles ni decenas de miles, sino cientos de miles los combatientes que reclaman el honor de que se les escoja. Igual actitud demuestran los médicos, profesores, ingenieros, técnicos y trabajadores cubanos cuantas veces se les pide su concurso para la colaboración civil con Africa y otras partes del mundo. Eso refleja el espíritu de nuestro pueblo, eso demuestra la cultura política, el triunfo pleno de las ideas revolucionarias, la sangre solidaria y comunista que corre por las venas de los hombres y mujeres de nuestra patria.

El movimiento revolucionario mundial ha hecho gigantescos progresos en el presente siglo. Las fuerzas crecen, las filas se nutren, la experiencia se enriquece. La traición, la demencia, la debilidad y la ceguera de los que fueron incapaces de seguir el camino luminoso de la Revolución por vanidad, endiosamiento, estupidez pequeño burguesa, chovinismo u oportunismo, no detendrán jamás la marcha victoriosa de la humanidad.

Puesto que en la época en que vivimos para la humanidad en su conjunto no hay alternativa entre le guerra y la paz, ésta y la coexistencia civilizada y pacífica entre regímenes sociales diferentes se impondrán como las más sabias y únicas salidas. En tanto, cada pueblo sin interferencia alguna decidirá por sí mismo su destino económico y social que no puede ser otro que el del progreso, el de un mundo justo y solidario, donde el hombre, como dijeran Marx y Engels, deje de ser el lobo del hombre.

Las fuerzas del socialismo y de la paz son demasiado poderosas hoy día para que el imperialismo pueda imponer su política de hegemonismo, guerra y retroceso en el mundo. Y esas fuerzas, y entre ellas nuestra hermana entrañable, la patria gloriosa de Lenin, constituyen el freno más sólido e invencible a los apetitos, las aventuras y los desmanes de la reacción en la época actual. Esas fuerzas impiden que el Asia, Africa y América Latina y sus recursos naturales puedan ser de nuevo repartidos y colonizados por los imperialistas.

La humanidad no volverá al pasado; la paz será preservada; los pueblos marcharán por caminos de progreso sin que nada ni nadie lo pueda impedir.

El Moncada es un ejemplo; la Revolución Cubana una estimulante comprobación de esta verdad; el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes por la paz, la solidaridad antimperialista y la amistad (APLAUSOS PROLONGADOS), que por primera vez celebramos en el hemisferio occidental con optimismo, con grandes esperanzas en el mundo de mañana, con la absoluta convicción de que el futuro pertenece por entero al progreso, la libertad, la justicia y la hermandad entre los hombres y los pueblos, es una prueba irrefutable.

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION)

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