Camilo, contra la traición
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Al calor del Día Internacional de los Trabajadores, en 1959, los organizadores del acto obrero en Camagüey no concibieron que entre los oradores aparecieran comunistas, razón por la cual el comandante Camilo Cienfuegos alertó que, si no se incluía a representantes del Partido Socialista Popular (PSP-Comunista), no se podía hablar de unidad.
Esa fue una de las tempranas manifestaciones de enfrentamiento al pretexto del anticomunismo, que pretendía obstaculizar el avance de la Revolución.
Además, al intervenir en el acto, el propio Camilo hizo precisiones que esclarecieron lo que realmente había sucedido al paso de su Columna Invasora Antonio Maceo por el territorio camagüeyano, el año anterior.
«Hoy quiero aprovechar este primer viaje a esta provincia de Camagüey para aclarar algunos conceptos equivocados». «Yo, para esta provincia de Camagüey y para todos los camagüeyanos, para los hijos de esta brava provincia no guardo rencor, no guardo odio, y solo guardo consideración, cariño y respeto.
«Dijimos que solo uno o dos responsables del Movimiento (Revolucionario 26 de Julio) nos dejaron abandonados. En ningún momento juzgamos a toda la provincia por la acción de estos individuos.
«No podíamos nosotros expresarnos en forma general de los camagüeyanos. No podíamos hacerlo porque en nuestra columna hubo muchos camagüeyanos que hoy siguen prestando grandes servicios a la patria». «Que no se confundan las cosas, porque eso no es ni de patriotas ni de hombres bien intencionados».
Y como para despejar cualquier incógnita, Camilo exclamó, al terminar su intervención: «(...) este Camagüey que está marchando a la vanguardia de las provincias revolucionarias». «Hermanos camagüeyanos, ¡van muy bien!».
Para situar en contexto las posteriores actividades de Camilo Cienfuegos en Camagüey, no se puede obviar que la provincia agramontina sobresalía por su apoyo al Gobierno Revolucionario y a su Reforma Agraria, con más del 97 % y 85 %, respectivamente, según encuestas de la Revista Bohemia, de febrero y junio de 1959.
Es válido significar que, entretanto, el comandante Huber Matos, jefe de la Plaza Militar Provincial, tramaba un complot contrarrevolucionario que encontró reflejo, tanto en sus maniobras por dificultar la concreción de esa Reforma en el territorio, como en sus palabras en la Feria Exposición Ganadera del municipio de Guáimaro, el 4 de octubre de ese año. Dijo entonces:
«No se trata del afán de acabar con los ricos, no se trata de actitud caprichosa movida por odios, sino de hacerles justicia a los hombres necesitados que tienen derecho por haber nutrido las filas del Ejército Libertador que bajó de la Sierra. Estos hombres están prestos a defender la Revolución Cubana, humanista 100 %, cubana y verde olivo, porque no permitiremos que la pinten de otro color».
Con tal presupuesto, Matos redactó una carta «privada», dirigida al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz –recibida el 19 de octubre–, en la que anunciaba la renuncia a su jefatura militar.
Al respecto, Jorge Enrique Mendoza, quien se desempeñaba como Delegado del Instituto Nacional de la Reforma Agraria (inra) en Camagüey, al día siguiente impuso al Comandante en Jefe de la Revolución Cubana de la argucia organizada; al tiempo que Fidel le dio instrucciones precisas acerca de qué y cómo debía actuarse.
Mendoza testimonió que la referida «carta dejó de ser absolutamente privada y llegó primero a los oficiales del Regimiento, a las direcciones provinciales del Movimiento 26 de Julio, de la ctc (Confederación y luego Central de Trabajadores de Cuba), de las asociaciones de estudiantes, de las asociaciones campesinas, de la fiscalía, y otros funcionarios».
Mendoza también atestiguó que una de las primeras cosas que se hizo fue ir al periódico Adelante, en el cual se encontraron revelaciones de lo que se estaba tramando. Por ejemplo, una nota lista para publicar decía:
«La noticia de renuncia del comandante Huber Matos Benítez al cargo que ostenta en esta provincia (supuestamente desconocida) causó conmoción en la ciudadanía. Sin confirmarse la renuncia se vieron rostros tristes, se oyeron confesiones de adhesión al gran líder (…). Sus dolores o alegrías se vierten emocionalmente en el pueblo, que lo admira y lo estima como algo suyo».
Huelgan comentarios.
En ese ambiente, cumpliendo órdenes del Comandante en Jefe, Camilo llegó al lugar de los hechos aproximadamente a las seis de la mañana del 21 de octubre, e inmediatamente se trasladó a la casa de Huber Matos, que estaba ubicada en los predios del cuartel sede de la Plaza Militar.
Allí hizo prisionero al comandante sedicioso, una operación apoyada por los revolucionarios que en la provincia tenían bajo su control las dos estaciones de Policía y las Fuerzas Tácticas del Ejército Rebelde, el aeropuerto, la central telefónica, y la Prensa (estaciones de Radio y de Televisión, y el periódico Adelante).
Esa misma mañana llegó Fidel a suelo camagüeyano, y se trasladó a la sede del inra. Allí se encontró con Camilo, quien le informó sobre la situación imperante; y luego orientó marchar hacia el cuartel, sin armas, a pie, y con el acompañamiento del pueblo.
Al filo de las 11 de la mañana, el camino quedó expedito para que se realizara lo que quizá sea el primer antecedente de lo que, en años posteriores, fueron las marchas del pueblo combatiente en la Revolución. En masa, el pueblo camagüeyano marchó en respaldo a Fidel y a Camilo.
El histórico acontecimiento quedó reflejado en el periódico Adelante, al día siguiente:
«La Revolución ganó una batalla ayer en esta ciudad cuando más de 50 000 personas abandonaron sus hogares y labores habituales (y) se lanzaron a la calle para consolidar la libertad obtenida después de sufrir la tiranía que costó la sangre de más de 20 000 compatriotas, para respaldar plenamente al máximo líder de la Revolución (...). El peligro lo conjuró el pueblo, llegando en masa para demostrar que los campesinos y los obreros no cederán y defenderán el triunfo pulgada a pulgada».
La solución de la trama tuvo una alta significación tanto para el desarrollo de la Revolución, en sentido general, como para enfrentar los obstáculos a la materialización de las transformaciones que necesitaba la sociedad camagüeyana. También constituyó prueba fehaciente del acompañamiento popular, en la provincia, al proceso revolucionario encabezado por Fidel Castro Ruz.
El propio Camilo Cienfuegos, al hacerse eco de lo anterior, escribió: «Por conducto del Diario Adelante somos nosotros quienes decimos gracias, gracias pueblo camagüeyano, tu presencia en el Campamento Agramonte ayudó a solucionar una nueva traición a la Patria, hombres habrá traidores, pero pueblos no, y menos Camagüey», consta en el periódico.
No obstante el desenlace triunfal de esta acción contrarrevolucionaria, una semana después devino luto nacional. Precisamente por estar al frente del proceso de reestructuración política, militar y administrativa en la provincia, el comandante Camilo Cienfuegos se mantuvo en contacto directo con el territorio camagüeyano, y el 28 de octubre de 1959, tras partir del aeropuerto local Ignacio Agramonte, a las seis de la tarde, rumbo noroeste, la inexperiencia del piloto en medio de condiciones climatológicas adversas provocó su desaparición física.
* Profesor del Instituto de Marxismo, Historia y Seguridad Nacional, de la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz.