Cuando la historia abraza el presente
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«La Revolución no nació para morir, sino para continuar en el tiempo. Ustedes tienen que conocer cada vez más a Fidel», aconsejó el Comandante de la Revolución y vice primer ministro de Cuba, Ramiro Valdés Menéndez, a los niños del Taller de Museología del Centro Fidel Castro Ruz, entre los presentes en el espacio Con luz propia, promovido por esa institución.
Dentro de la jornada por el aniversario 71 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el invitado desentrañó su historia de consagración al proyecto de libertad de la Mayor de las Antillas.
«En el ingenio El Pilar, en Artemisa, la mañana del 10 de marzo de 1952 nos enteramos del golpe de Estado de Fulgencio Batista. Entonces aseguré que el dictador las iba a pagar todas y dependía de nosotros, los jóvenes.
«Acudimos a un dirigente del Comité Nacional de la Juventud Ortodoxa para contactar con Fidel y nos reunimos con Abel Santamaría y con él tres o cuatro meses después. Nos recomendó retirarnos de nuestras actividades de sabotajes, pasar inadvertidos y organizar de forma clandestina la lucha armada. En el barrio La Matilde fomentamos varios grupos insurreccionales con un total de más de 90 compañeros».
Valdés Menéndez instó a las nuevas generaciones a seguir el ejemplo de Fidel cuando el 10 de marzo devino su propio Comandante en jefe. También lo recordó como profesor de historia y filosofía durante el presidio en la Isla de Pinos, a través de la Academia Abel Santamaría y luego en la preparación para la guerrilla desde México.
Más tarde, agregó, cuando viajaban en el yate Granma el máximo líder sostuvo ante la tripulación la clave del triunfo: resistir sin descanso, con la confianza del apoyo del pueblo a una guerra que consideraría justa.
El anfitrión de la actividad compartió con los asistentes acerca de su etapa como miembro de la seguridad personal del Comandante en jefe y rememoró cuando logró neutralizar un intento de asesinato en la Sierra Maestra por un agente de la Policía Secreta Mexicana y Cubana.
Valdés Menéndez profundizó en su papel en misiones encomendadas como la búsqueda de los restos del Che en Bolivia e iniciativas propias, entre ellas la creación de un submarino para detectar alijos de armas y dinero depositados en las costas cubanas por grupos con entrenamiento de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense.
En otros detalles, evocó un regaño recibido de Fidel y otra vez cuando consiguió escapar de su reconvención. Ante una pregunta sobre los vínculos entre Raúl Castro y su hermano, opinó que respondían a la comunidad de ideas, por encima incluso de la sangre.
Asimismo, aludió a la historia como hilo conductor y mencionó la necesidad de pelear hoy con el cuchillo en la boca, aunque advirtió sobre el debilitamiento del combate contra manifestaciones negativas en las cuadras: «Quien se mete con la Revolución debe enfrentar su puño».
Concluyó, frente a la interrogante de un niño acerca de los sacrificios: «Si quieres una Revolución verdadera, perdurable, hay que entregarse a ella y en ese camino muchos pierden la vida».