Fidel hace 65 años: “No vamos a prometer nada, vamos a hacer”
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El 4 de enero de 1959 como parte del recorrido de la Caravana de la Libertad, Fidel Castro llega aproximadamente a las diez de la mañana a Camagüey procedente de Oriente por la Carretera Central. Fue recibido por una enorme multitud que con gran entusiasmo acogía las primeras legiones del Ejército Rebelde.
Durante su estancia recibe en el aeropuerto de Camagüey a varios compañeros que venían de la Habana para informar sobre la situación en la capital y concede entrevista al periodista Luis Navarro de la cadena de radio y TV CMQ.
En la noche le habla al pueblo camagüeyano reunido en la Plaza de la Caridad, donde anuncia la consolidación del triunfo tras la Huelga General revolucionaria. En sus palabras señala:
“Muchas lecciones ha aprendido nuestro pueblo en los últimos años. Todos hemos aprendido algo. Nuestro pueblo ha aprendido mucho. No hay mejor escuela que la experiencia, y no hay mejor lección que aquella que se experimenta en la propia carne. Siete años de tiranía han enseñado mucho a nuestro pueblo, siete años de tiranía nos han enseñado, sobre todo, que nuestras libertades no podemos nunca más perderlas de nuevo.
(…) Fueron siete años de verdadero terror, de verdadera inseguridad, de verdadera humillación; se respiraba una atmósfera de crimen, de terror, de inseguridad.
Pero no se trataba solamente de que la vida y la seguridad no estaban garantizadas para nadie. Había cosas peores. Había cosas peores que la muerte: la humillación, la impotencia frente a los rifles mercenarios; sentirse hijo de este país, sentirse ser humano y vivir como animales. Sentirse ser humano y pensar que aquí no se respetaba condición alguna; daba lo mismo que fuese niño o anciano, hombre o mujer, nadie escapaba. Si el ser humano nace con una dignidad innata, y hasta a un niño cuando se le ofende se le hiere, cuando se le trata mal de palabra llora, cuando el padre le pega se siente humillado, ¿Qué país era este, donde a los hombres respetables, padres ya de numerosos hijos, en cualquier esquina un esbirro les pegaba una bofetada? Lo que los niños no pueden soportar, tenían que soportarlo los mayores”.
No es cuestión de promesas
“ (…) Poco es lo que vamos a prometer, porque esto no es cuestión de promesas. Se hacen promesas cuando uno está demandando que le crean lo que promete, cuando se está pidiendo algo. No vamos a prometer nada, vamos a hacer, vamos a empezar a luchar en todas partes; vamos a invertir las energías de nuestros revolucionarios, de esos jóvenes que se jugaban la vida todos los días, de nuestros combatientes, de esos jóvenes que subían y bajaban montañas incansablemente; de este pueblo luchador. Vamos a invertir esa energía, ahora que no hay guerra, en arreglar esto. Vamos a empezar, que lo que hay es que empezar. Y empezar por donde estemos, si estamos en un municipio, empezar por ahí mismo; y cada cual empezar por el suyo y empezar por su provincia y empezar por todas partes. Vamos ahora a lanzar una ofensiva contra la corrupción, contra la inmoralidad, contra el vicio, contra el juego y contra el robo, contra el analfabetismo, contra las enfermedades, contra el hambre. Vamos a empezar una ofensiva simultánea, como la ofensiva que terminó con el fin de la dictadura. Vamos a luchar también contra el imperio de la corrupción, de la explotación, del abuso y de la injusticia, que ahora tenemos un ejército más grande, está todo el pueblo”.
La huelga general se acaba
“La guerra se acabó ayer y ya estamos trabajando, trabajando más que cuando no había paz; la paz para nosotros es trabajo triplicado, es lucha triplicada. Y estaremos luchando, mientras nos quede una gota de energía estaremos en pie y no descansaremos y no dormiremos. Ya estamos trabajando sobre la marcha, haciendo algo, sentando las bases de algo, adelantando algo, en todo lo que está dentro de nuestras atribuciones.
Ya desde mañana una actividad febril reinará de un extremo a otro del país; ya la huelga general se acaba, porque no hace falta, porque el Presidente legítimo de la República ha tomado ya posesión del cargo, (…) el poder revolucionario está plenamente vigente. Y, por tanto, marcharán ahora columnas, pero no columnas armadas, sino columnas de obreros hacia las fábricas, columnas de trabajadores hacia los centrales azucareros, columnas de camiones a recoger los frutos de nuestros campos”.
Una alegría inmensa en los rostros
Sobre cómo vivió su entrada a la ciudad declara: “Cuando hoy atravesaba las calles de Camagüey, donde encontraba tantas caras emocionadas, tantos brazos que se alzaban, cuando parecía que todo era una alegría inmensa en los rostros, yo pensaba en otras cosas. Yo decía: cada hombre y cada mujer y cada joven y cada anciano, cada niño, parecía ser feliz. Cualquiera diría que aquella gente no tenía problemas, que aquella gente no tenía preocupaciones. Sin embargo, yo decía: detrás de cada rostro que se alegra, cuántas preocupaciones habrá. ¿Cuántos de aquellos hombres y mujeres que caminaban, que rebosaban de júbilo, cuántos tendrían trabajo, cuántos tendrían un centavo en el bolsillo, cuántos podrían tener la seguridad de que si enfermaba un hijo o un hermano iba a tener con qué comprarle la medicina? ¿Cuántos tendrían un techo decoroso donde vivir? ¿Cuántos tendrían la seguridad de poder comer al otro día? Y estaba seguro de que detrás de aquellos rostros, de que aquel hombre o mujer, cuando pasara el instante y volviera a su casa, volverían a su mente el cúmulo inmenso de preocupaciones de cada hombre o mujer humilde”.
Ese día en un momento cargado de emoción, Fidel define que es para él la patria:
“Patria no solo quiere decir un lugar donde uno pueda gritar, hablar y caminar sin que lo maten; patria es un lugar donde se puede vivir, patria es un lugar donde se puede trabajar y ganar el sustento honradamente (…)”.