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La sorpresa Kirchner, el impacto Fidel

تاريخ: 

28/05/2003

مصدر: 

Granma

La conmoción se sintió en el pecho y en la conciencia. Los días que rodean el 25 de mayo van a ser inolvidables para los argentinos por mucho tiempo, sobre todo si el nuevo Gobierno cumple bien los planes que se ha trazado.

Después de años sin ver las calles de Buenos Aires, la capital argentina se me presentó absolutamente cambiada.

Los hoteles que conocía tienen otros nombres, casi siempre en inglés. Los limosneros son aterradoramente tantos que casi me asombré de que los estallidos sociales no hubiesen sido mayores. La gente no cree en los políticos.

Al margen de la lucha electoral, ahora cuentan sus resultados. Néstor Kirchner, en su nueva función de Presidente de la República, ha sido una de las mayores sorpresas de estos días febriles con su discurso y sus primeras medidas que deben haber preocupado mucho en Washington -en la Casa Blanca y en el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Renunciar a las "relaciones carnales" con Estados Unidos, desafiar al Fondo y ponerse a tomar medidas en discrepancia con ellos fueron una realidad inesperada y de coraje, y había desde antes indicios anunciadores del cambio.

Una de las decisiones más señaladas por indicar un cambio de conciencia fue la de pasar a retiro al 75 por ciento de los generales del Ejército y al 50 por ciento de los altos mandos de la Armada y la Fuerza Aérea para hacer a un lado a los que tuvieron que ver con la sangrienta represión del pasado y diseñar un futuro distinto para los militares. Era una medida fuerte, que forzosamente desafiaba al viejo aparato castrense y se le imponía.

Hay que esperar las presiones cósmicas que van a provenir de Estados Unidos y el FMI para que el discurso del 25 de mayo no se cumpla, porque Kirchner fue nuevo también en las posiciones de un mandatario argentino respecto a la deuda externa: "No se puede recurrir al ajuste e incrementar el endeudamiento. Los acreedores tienen que entender que solo podrán cobrar si a Argentina le va bien". Era como un anuncio de mudanza de tiempos.

El otro motivo de discrepancia con Washington es Cuba. La Casa Blanca, la mafia de Miami y los confabulados contra la Revolución cubana, deben haberse sentido el golpe: Argentina no se unió este año a los que buscan siempre encontrar un pretexto para el bloqueo, se apartó de ese camino con el presidente Eduardo Duhalde y la aprobación de Kirchner.

Se trató de un gesto de marcada valentía política en un momento en que el imperio está tratando de organizar la tiranía mundial con sus métodos nazifascistas, ocupando Iraq, amenazando a más de 60 naciones del Tercer Mundo con ataques "preventivos" y tratando de aumentar la militarización regional.

Para culminar sus posiciones de independencia política, el Gobierno saliente decidió -y el entrante apoyó- invitar al Presidente de Cuba a participar en el traspaso de mando. Insistió incluso en la invitación y luego expresaron ambos satisfacción por la presencia de Fidel en la capital.

Buenos Aires pareció entonces renovada por nuevos aires. Allí estaban Fidel, Chávez, Lula y los demás presidentes.

La ola de cambios de América Latina parecía engrosarse con Kirchner y su decisión de priorizar sus relaciones con el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), con Brasil y, sin mencionarlo, apostar a una integración regional por encima del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), cuyos devotos parecen disminuir, aunque todavía tiene.

Felipe Pérez Roque, el canciller cubano calificó el encuentro de Buenos Aires de "nuevo consenso", un nuevo tiempo en que se comprenden temas clave que Fidel ha venido advirtiendo desde hace años.

Por eso, también, se desprende la importancia -para la región y para los argentinos- que ha tenido la asistencia del Jefe de Estado cubano a esta cita, porque Fidel es un símbolo y un elemento de mucha importancia en la etapa de definiciones que atraviesan América Latina y el Caribe.

Para los argentinos fue un impacto, un shock la presencia del líder de la Revolución. Cuando estuvo en 1959 en Buenos Aires, no habían podido aquilatar su visión política de larga distancia, en 1995, su estadía se limitó al alejado balneario de Bariloche (Menem no lo invitó a la capital), pero en el 2003 la historia había demostrado bastante su
fibra de luchador y su estatura de estadista, y las masas con conciencia ya lo sabían.

El diario Clarín hablaba de "la leyenda". Los asistentes al Congreso se vieron atrapados por el peso político de su personalidad y aplaudieron espontáneamente. Después de Kirchner, fue quien más espacio recibió en la televisión y los periódicos. Se sentía el respeto hasta de los que lo atacaban.

Y el acto masivo de la Escuela de Derecho de la Universidad de Buenos Aires fue el delirio. Algún argentino me dijo que nunca se había producido una concentración de esa potencia fuera de la Plaza de Mayo.

En la fascinación de la multitud, las lágrimas de muchos, la convicción de todos, parecía que se reunían en la escalinata de la Escuela de Derecho las ansias de los próceres y los anhelos de los pueblos, reunidos para un momento especial de la historia latinoamericana.

La devoción de aquella masa entusiasmada, la atención que le concedió la prensa a Fidel, el destaque del grupo de mandatarios empeñados en cambios en la región para solucionar los problemas sociales acumulados y enfrentar los retos del ALCA y una integración entre iguales, parecían augurar una nueva energía latinoamericana en marcha por una historia plena de ideas en una batalla por la justicia.