Fidel Castro cambió mi vida, asegura experto etíope formado en Cuba
En los últimos 28 años ninguno de los días en la vida de Yibrah Mehari concluye hoy sin acciones o alusiones relativas a Cuba, el país donde hizo realidad el sueño de convertirse en arquitecto.
Siempre, dice, 'intento practicar mi español, enseñarle a mi familia cómo es la Revolución Cubana, mantener vivo el legado de Fidel (Castro) en conversaciones con amigos cubanos o con otros etiocubanos' (etíopes formados en el archipiélago caribeño).
Y en días como este, cuando el Comandante en Jefe -como lo conocen los cubanos- cumple 94 años, siento la obligación de hacer más por mi segunda patria, porque él resume todos los valores de la nación que cambió mi vida, declara a Prensa Latina.
La alegría que seguro hay ahora en Cuba, también la tenemos en Etiopía, porque Fidel está en cada uno de los que estudiamos allá y sus ideas todavía tienen mucha fuerza, son 'una guía para quienes aman la paz y luchan por un futuro mejor'.
Mehari llegó en 1981 a Isla de la Juventud, donde cursó los estudios secundarios y preuniversitarios, y luego se graduó de Arquitectura en la Universidad de Camagüey. 'Fueron 11 años en los que aprendí el idioma, tuve mi primera novia, conocí muchos lugares, logré formarme como profesional…', recuerda.
No conocía nada del país caribeño, agradezco haber ido porque 'nunca me sentí extranjero allí, tuve una gran preparación en todos los sentidos que me ha servido durante estos años', expresa.
Todo eso fue posible por el Comandante. Él tuvo la idea de darnos la posibilidad a miles de niños y jóvenes de educarnos, de crecer como personas capaces de cumplir obligaciones, asumir responsabilidades y defender nuestros derechos.
'Admiro y quiero mucho a Fidel, que está vivo dentro de nosotros. Por esa razón llamo a mi hijo Alejandro. Ese el nombre de guerra de Fidel, quería ponerle así oficialmente, pero por cuestiones de la familia materna lo llamamos Nathan.'
Fidel nos mostró cómo tener dignidad, mantenernos firmes contra las adversidades, luchar por el bien de todos, cultivar los valores humanos… Y esas enseñanzas me cambiaron para siempre, asegura el diseñador del monumento erigido en Addis Abeba en honor de los cubanos que ofrendaron la vida en Etiopía.
Esa, opina, es una pequeña manera de agradecerle a él y a Cuba, en nombre de los etiocubanos y toda Etiopía.
'También le agradezco hablando con mi esposa, Alejandro y mi hija Celia (nombrada así en honor a Celia Sánchez Manduley) de su ideas y acciones, y manteniéndome activo en el movimiento de solidaridad con Cuba, algo en lo que no fallaré nunca'.