Operación Tributo: honor a los que descansan en brazos de la patria agradecida
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Aquel 7 de diciembre de 1989 se les realizó una merecida ceremonia nacional en el mausoleo que honra al General Antonio Maceo, en el Cacahual, donde fueron expuestos los restos de combatientes internacionalistas en representación de todas las provincias y el municipio especial Isla de la Juventud. Cuba acogía en su seno, una vez más, los restos sagrados de sus combatientes
El 7 de diciembre pasó a la historia cuando el titán de titanes, Antonio Maceo, para asombro de la tierra que le vio inclinarse ese día sobre ella como rindiendo tributo a tantos que le precedieron, mezclaba su sangre con el suelo que guarda el polvo de miles de «cadáveres amados de la patria».
Un joven mambí, Francisco Gómez Toro, digno hijo de otro grande, cubría con su cuerpo al jefe derribado por las balas enemigas y moría también en un gesto heroico de sublime valor y sacrificio.
Caían ambos empuñando el machete «en el mismo lugar que tiempos más atrás cayeron otros, otros sin nombre».
Toda Cuba conmemoraba el aniversario 93 del sacrificio de estos héroes mambises y en ellos, a todos los que perdieron la vida en combate a lo largo de la historia, una historia de resistencia y de lucha que comenzó desde los más remotos inicios. Fue la fecha escogida para rendir tributo, con el regreso a los brazos de la patria agradecida de los combatientes caídos en las misiones internacionalistas. «La muerte con su impecable función de artesana del sol», hacía crecer la historia.
«Al escoger esta fecha para dar sepultura a los restos de nuestros heroicos combatientes internacionalistas caídos en diversas partes del mundo, fundamentalmente en África, de donde vinieron los antepasados de Maceo y una parte sustancial de nuestra sangre, el 7 de diciembre se convertirá en día de recordación para todos los cubanos que dieron su vida no solo en defensa de su patria, sino también de la humanidad», así se expresó Fidel, visiblemente emocionado, en el acto de homenaje a los combatientes fallecidos.
«De Angola nos llevaremos la entrañable amistad que nos une a esa heroica nación y el agradecimiento de su pueblo y los restos mortales de nuestros queridos hermanos caídos en el cumplimiento del deber», había afirmado el General de Ejército Raúl Castro Ruz, el 12 de diciembre de 1976. El 6 de diciembre de 1989, luego de un extraordinario trabajo en el que participaron especialistas del Instituto de Medicina Legal, para la identificación y preparación de los cadáveres en el Cementerio de la Misión Militar Cubana en Angola, se cumplía la promesa e iniciaba la Operación Tributo.
Los restos de los 2 085 mártires que cumplían misiones militares y 204 en tareas civiles, caídos en África, regresaban a la tierra que les vio nacer.
En los 169 municipios del país se pusieron en marcha los cortejos fúnebres para llevar hasta su último destino (los Panteones de los Caídos por la Defensa), los restos de los combatientes internacionalistas
En cada tarea cumplida, los internacionalistas cubanos fueron ejemplo de respeto a la dignidad y la soberanía de los pueblos. Hombres y mujeres de intachable conducta, que, en un acto, casi inédito de desprendimiento, fueron de forma voluntaria a combatir en defensa de otros, dispuestos a darlo todo, hasta la vida.
Aquel 7 de diciembre de 1989 se les realizó una merecida ceremonia nacional en el mausoleo que honra al General Antonio Maceo, en el Cacahual, donde fueron expuestos los restos de combatientes internacionalistas en representación de todas las provincias y el municipio especial Isla de la Juventud. Cuba acogía en su seno, una vez más, los restos sagrados de sus combatientes.
«No hubo causa justa del África que no contara con el apoyo de nuestro pueblo. Che Guevara, acompañado de un grupo numeroso de revolucionarios cubanos, combatió contra mercenarios blancos al este del actual Zaire, y hoy, en la República Saharaui, médicos y maestros prestan sus generosos y desinteresados servicios a ese pueblo en combate por su libertad», explicaba Fidel en el acto luctuoso.
Eran días complejos. El imperialismo festejaba el desmoronamiento del socialismo en Europa del Este, y muchos afirmaban que, producto del «efecto dominó», como si se tratase de una ley inexorable, caería la Isla rebelde.
Fidel aquel 7 de diciembre de 1989 afirmaba: «El imperialismo yanqui piensa que Cuba no podrá resistir y que la nueva situación surgida en el campo socialista le permitirá doblegar inexorablemente a nuestra Revolución», y aseguraba: «En Cuba, el socialismo lo forjamos los cubanos en auténtica y heroica lucha».
Con su característica mirada al futuro pronosticaba una realidad que se convirtió en compromiso, mucho más en el escenario en que se anunciaba. «Nunca hemos aspirado a que nos entreguen la custodia de las gloriosas banderas y los principios que el movimiento revolucionario ha sabido defender a lo largo de su heroica y hermosa historia, pero si el destino nos asignara el papel de quedar un día entre los últimos defensores del socialismo, en un mundo donde el imperio yanqui lograra encarnar los sueños de Hitler de dominar el mundo, sabríamos defender hasta la última gota de sangre este baluarte».
En los días que transcurren, la patria agradecida recuerda a sus hijos e hijas caídos en defensa de esas banderas, que fueron y serán siempre las banderas de la Revolución.
Llámese Donald Trump, o como se llame el nuevo Hitler que encabece las ansias hegemónicas del imperio, nuestros vivos y nuestros muertos las defenderán con el mismo valor y el mismo honor con que las defendieron nuestros internacionalistas.
Fuente: Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, en el acto de despedida de duelo a nuestros internacionalistas caídos durante el cumplimiento de honrosas misiones militares y civiles, efectuado en el Cacahual, el 7 de diciembre de 1989.