Médicos internacionalistas cubanos: esclavos solo del amor por los demás
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Cuenta que un anciano llevaba seis años con un tumor en el pie, no podía caminar ni ponerse zapatos; su enfermedad parecía incurable y ni pensar en poder pagar los gastos del tratamiento. Gracias a la última operación de la brigada cubana Henry Reeve, en Mozambique, de la mano del cirujano ortopédico René Alberto Crespo Fuentes, aquel anciano pudo curarse de su dolencia.
Para Crespo Fuentes, quien apenas a dos años de ser especialista integró el contingente especializado en desastres y graves epidemias y partió a la nación africana para ayudar a los damnificados por el huracán Idai, «fue la experiencia más impactante y es aún más especial porque nunca antes había cumplido una misión internacionalista».
En entrevista con Granma, precisa: «De solo imaginar el padecimiento de quienes en ese momento más necesitan nuestro apoyo,no dudé en acceder al llamado y formar parte de los 40 voluntarios cubanos que viajaron el 29 de marzo pasado. Nunca antes había trabajado en condiciones precarias ni había tratado con pacientes de diferente cultura, con otro idioma, pero mis compañeros y la pasión con la cual laborábamos a diario me ayudaron a sobrepasar con creces cada situación. Además, atendimos muchos casos que no son frecuentes en Cuba gracias a la calidad de nuestra asistencia médica y esto supuso un reto mayor».
El joven galeno cuenta que en Mozambique había también médicos de Turquía, Italia, Brasil y de otras naciones, pero el afecto y los agradecimientos de los hermanos mozambiqueños hacia los voluntarios cubanos era desbordante, «por el trato cercano y afable de nuestros galenos, por el afán de ayudar, incluso, realizando hasta 11 operaciones diarias.
«Lo que hace especial a la medicina cubana es la gran sensibilidad de sus médicos, que hace que el paciente sienta que realmente le importa al médico. Solo poner una mano en el hombro y preguntar dónde te duele, ya es reconfortante para el paciente».
A René Alberto Crespo Fuentes esta misión internacionalista le cambió su concepción de la vida; confiesa que ahora es una persona diferente: más humana, solidaria, mejor profesional y revolucionario, con ansias de extender su servicio médico gratuito a cada pueblo que lo necesite. Ya es parte de esa gran familia que son los miles de cubanos y cubanas que han llevado sus conocimientos y su amor a muchas partes del mundo.
Se siente orgulloso de los resultados obtenidos por la brigada en solo dos meses de estancia en Mozambique y reconoce la consagración del personal médico y paramédico formado en Cuba, fruto del altruismo y del humanismo sembrados por Fidel, y del sentir en carne propia el dolor ajeno, sin importar donde sea, como nos legara el también médico Comandante Che Guevara.