El pueblo junto a su eterno Fidel
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Expresión de que la entrega de la pequeña urna de cedro con la inscripción FIDEL, que al corazón de la roca monumento realizara el General de Ejército Raúl Castro Ruz, constituyó la entrada del invicto Comandante en Jefe a la eternidad, más de 350 mil santiagueros acudieron dos años después para reafirmar su presencia.
Así el primer homenaje lo recibió del pueblo de Cuba, cuando a nombre de los agradecidos una ofrenda floral adelantada a los rayos del sol, fue depositada ante el monolito por los miembros del Comité Central del Partido y máximas autoridades políticas y del gobierno en la provincia, Lázaro Expósito Canto y Beatriz Johnson Urrutia, respectivamente.
También en complicidad con la madrugada, como lo fue ante los muros del Moncada, en La Plata, Uvero, y muchos otros combates que dirigiera el Líder Histórico de la Revolución, santiagueros de los más diversos sectores colmaron las áreas de la Plaza Mayor General Antonio Maceo, desde donde partió por la Avenida Patria, la peregrinación hacia el cementerio Santa Ifigenia.
Los 2,7 kilómetros del mismo trayecto seguido en sus honras fúnebres aquella inolvidable mañana, fueron cubiertos por enormes banderas Cubana y del 26 de Julio, por flores en las manos, rostros con un corazón y las cinco letras Fidel, pulóveres y fotos con su efigie o la del Che, y otros símbolos del entrañable amor compartido.
Entre los primeros en entregarle la rosa estuvo Antonio Samuel Matos Díaz, como el mismo se define sencillo y humilde constructor militar santiaguero, que tuvo el honor de trabajar la obra de eterno homenaje al Comandante, y que así como labró durante seis años y once meses la enorme piedra con la mayor discreción, en silencio suele venir a visitarla frecuentemente.
«Jamás podremos dejar de acudir a este sagrado altar de la Patria –expresó casi en susurro--, porque aquí irradia la fuerzas para que todos los cubanos sigamos defendiendo nuestra victoriosa Revolución, porque podemos dialogar con él, renovar los compromisos y rendirle cuentas de nuestra actuación cotidiana».
Decenas de fotos que resumen su vida revolucionaria enarboló el bloque de la Universidad de Oriente, en el cual con Fidel y la bandera cubana, la estudiante holguinera de Filosofía, Ketty Leydis James Atencio, dijo que jamás le fallaran a quien lo dio todo por el pueblo, siempre acompañó a los jóvenes, y nos inculcó sagrados principios.
Al igual que no pocos extranjeros, firme en señal de respeto estuvo antes de guardar en su cámara el emotivo momento Arturo Pinochet, originario de Chile pero residente en Canadá, quien acudió junto a una brigada de 23 visitantes «para honrar a este símbolo por toda la obra que hizo en Cuba y el ejemplo que legó a Latinoamérica y el mundo entero».
Al término de la marcha continuó el tributo espontáneo desde el propio Santiago de Cuba, provincias vecinas y otras naciones, para marcar record de presencia en una jornada, y superar ya el millón y medio de visitas en apenas dos años, que corroboran que el Comandante en Jefe vive más que nunca en el corazón de los cubanos y de otras latitudes.