Fidel Castro: “Ninguna causa justa se vio jamás apoyada de tanto pueblo”
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Convocada por la dirección del Movimiento 26 de Julio, y planificada con antelación como un gran golpe a la tiranía de Fulgencio Batista, la huelga, presidida por Fidel, y protagonizada por centenares de combatientes, en su gran mayoría jóvenes obreros y trabajadores humildes, el 9 de abril de 1958, pasó a la historia a pesar de que factores de orden táctico y organizativo malograron el éxito de aquella jornada.
Sin embargo, fue una invaluable experiencia para el posterior desarrollo de la guerra revolucionaria, pues tras analizar sus resultados, quedó establecida una dirección única cuyo máximo conductor político y militar fue el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
Justo un año después, con la Revolución ya en el poder, en el discurso por el primer aniversario de aquella acción, expresó Fidel:
“Hace un año, un día como hoy, esta misma ciudad, estas mismas calles, estaban bajo el terror. Desde allá desde la Sierra Maestra, donde también pasamos por el dolor de aquel 9 de abril, imaginábamos la capital de la república y a todos los pueblos de Cuba en aquella noche triste del 9 de abril, en aquella noche triste después de la derrota, en aquella noche triste que significó uno de los momentos más duros de la Revolución Cubana. Me imaginaba estas calles, estas calles que ustedes vieron; me imaginaba aquellas perseguidoras, aquellos carros cargados de criminales, aquellas calles repletas de cadáveres, y aquel minuto de escepticismo general que sigue a las grandes derrotas”.
“No fue la única que hubo de sufrir la Revolución. La Revolución tuvo muchos días tristes, la Revolución tuvo el fracaso del ataque al Moncada, la Revolución tuvo el fracaso del ataque al Goicuría, la Revolución tuvo el fracaso de la insurrección de Cienfuegos, del desembarco del Corynthia, del ataque al Palacio Presidencial, de la dispersión de los expedicionarios del “Granma” y de la huelga frustrada del 9 de abril. No fue el triunfo del pueblo un triunfo fácil. Muchas veces tuvo que sufrir nuestro pueblo la humillación de la derrota y la represión que siguió a cada una de aquellas derrotas”.
Rememorando los días de lucha, agregó:
“Es bueno recordar las horas difíciles, porque hay dos clases de hombres, hay dos clases de ciudadanos: los que permanecen firmes en las horas difíciles y los que se acobardan en las horas difíciles; dos clases de pueblos: los que creen en las horas difíciles y los que pierden la fe en los momentos difíciles; los que se sumen al carro de los vencedores, que son los mismos que lo abandonan en los momentos duros; los que tienen fe en las horas de triunfo y los que tienen fe y son firmes en todas las circunstancias; los que escriben en la hora del triunfo y los que guardan cobarde silencio en las horas de adversidad”.
Sobre su significación histórica, apuntó:
“¡La historia de los grandes movimientos revolucionarios, la historia de las grandes revoluciones, no cuenta ningún hecho, ninguna revolución, ningún gobierno, que haya tenido el respaldo inmenso de pueblo, de multitudes y de masas, con que cuenta hoy la Revolución Cubana y su Gobierno Revolucionario! Ninguna causa justa se vio jamás apoyada de tanto pueblo, ningún pueblo se vio jamás apoyado por tanta historia. Ninguna revolución ha contado con la fuerza con que cuenta esta, la voluntad de lucha con que cuenta esta. Ninguna revolución tal vez haya tenido tantos enemigos, pero ninguna Revolución tal vez haya estado tan decidida a defenderse como está la Revolución Cubana”.
En reconocimiento a los que dieron su vida en aquella gesta, considerados héroes de la patria, dijo:
“Al cumplirse un año del 9 de abril, al cumplirse un año de aquella inmolación heroica de 100 jóvenes cubanos, al cumplirse un año de aquellos bravos que cayeron, ¡y no en vano!, porque aunque sufrimos la derrota, aunque sufrimos la adversidad, supimos levantarnos sobre la derrota. Y lo que nos dio ánimo en la derrota fue el recuerdo de nuestros muertos queridos, lo que nos dio aliento en la adversidad fue el recuerdo de los compañeros caídos, lo que nos dio fortaleza fue pensar en aquellos compañeros que habían quedado en el camino, desde los que cayeron en el Moncada hasta los que cayeron el 9 de abril”.
“Ningún sacrificio fue estéril, ningún sacrificio fue en vano, porque los compañeros de aquellos muertos del 9 de abril siguieron peleando aquí en La Habana, los compañeros de aquellos caídos el 9 de abril siguieron peleando en las montañas, y aquella derrota en seis meses —primero en tres meses—, se convirtió en grandes victorias militares y en menos de ocho meses se convirtió en gran victoria nacional”.