Relato de un insólito encuentro
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Marzo de 1976 fue un mes muy convulso en la parte austral del continente africano, en particular, en Angola. A mediados de ese mes se produjo un acontecimiento insólito en el noroeste de África: la minicumbre de Conakry, República de Guinea, que reunió a cuatro jefes de Estado: Luis Cabral, de Guinea Bissau; Agostinho Neto, de Angola; Fidel Castro, de Cuba; y Sekú Touré, del país anfitrión.
El 14 de ese mes tuvo lugar la histórica intervención del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en un desbordado estadio nacional 28 de Septiembre, de la capital guineana, como lo describe el entonces embajador Manuel Agramonte Sánchez, africanólogo por excelencia, a 42 años de aquel acontecimiento del que fue testigo excepcional.
La guerra en Angola se prolonga, advertía el líder cubano en su memorable intervención, y todo por responsabilidad de los racistas de Pretoria. Fidel dejó ver que en el sur de Angola podía constituirse un gran ejército multinacional si las naciones africanas así lo determinaban. Todo quedaba a merced del régimen del apartheid.
El mensaje llegó en el momento oportuno: el ejército racista sudafricano salió de Angola.
Uno entre tantos capítulos vibrantes
El acompañamiento de Cuba a la causa de los africanos tiene vibrantes capítulos aún pendientes de contar. Esta es una historia que comenzó con el Che y su Columna en el entonces Congo belga, en 1965. Pero fue diez años después cuando ganó en intensidad la ayuda cubana a los movimientos de liberación africanos hasta convertirse en un fenómeno que incidió, prácticamente, en toda el África Austral.
Uno de estos momentos se produjo el primer día de abril de 1976, casi a cinco meses de haberse proclamado la independencia de Angola. Apenas cuatro días antes, había concluido la estrepitosa salida del ejército racista sudafricano del territorio angoleño, aquel memorable 27 de marzo en 1976. Aparentemente terminaban siete meses de ocupación.
Abril, el mes de Girón en Cuba, 42 años atrás, comenzaba el mismo día primero con el expectante encuentro entre fuerzas beligerantes. De un lado, representantes del apartheid, con entes del ejército sudafricano (el South African Defense Force, conocido por las siglas SADF), mientras que del otro, tres comandantes de las fuerzas internacionalistas cubanas hablaban a nombre de Angola.
El encuentro se produjo en un área de lo que parecía una escuela de enseñanza primaria, a escasos metros del punto fronterizo de Ruacaná. Las partes se sentaron alrededor de una improvisada mesa al aire libre. Cerca de una veintena de cubanos entre jefes, ayudantes, comunicadores, fílmicos y algún que otro periodista fueron testigos del histórico acontecimiento; sin embargo, todos se sentían muy seguidos por varios cientos de sus compatriotas, próximos a la frontera.
Fotocopias de documentos inéditos que contienen la transcripción de lo tratado en ese primer encuentro entre los representantes del apartheid con jefes del contingente internacionalista cubano, ponen de manifiesto el principio que se mantuvo en alto a lo largo de los más de 15 años de la misión militar cubana en Angola: actuar siempre en favor del pueblo de aquella nación africana.
El Comandante Alejandro Martínez, acompañado por el angoleño Luis Faceira, destacado jefe Fapla (Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola) temprano en la fría mañana de aquel primero de abril, desembarcaron de un helicóptero francés Alowette-III conducido por el entonces capitán-piloto Francisco Pita Alonso. En la zona de Ruacaná, lo esperaban los comandantes Néstor Albuernes Maceo (Néstor López Cuba), y Romárico Sotomayor.
Ahora, más de cuatro décadas después, en su propio despacho en el Minfar el 28 de marzo de este año, el General de Cuerpo de Ejército Leopoldo Cintra Frías, el principal protagonista cubano de aquel hecho y al que concurrió bajo el nombre de Alejandro Martínez, aprobó el contenido del documento inédito que recoge lo abordado en aquella cita singular.
Las sencillas pero trascendentes hojas incluyen el contenido y la transcripción de lo tratado en ese primer «cara a cara» entre los representantes del apartheid y los combatientes internacionalistas cubanos, después de la derrota de los primeros en el terreno militar.
Un señor de apellido Thompson, de origen australiano, con cargo importante en el complejo hidroeléctrico de Ruacaná, estrenó el intercambio con el primer comandante cubano Alejandro Martínez, en lo que llegaba al sitio el señor J. M. de Wet, comisionado general para el Sudoeste Africano (el gobernador de la Namibia ocupada por los racistas sudafricanos).
—Thompson: Entonces, cuando venga la comisión general podremos conversar directamente.
—Martínez: Algunas cosas se las podremos contestar, otras no, porque no están a nuestro alcance. Solamente vamos a oír las opiniones y transmitirlas al Gobierno.
—Thompson: ¿Con las personas que están trabajando, no va a haber problemas?
—Martínez: ¿Está nervioso? Pregúntale si está nervioso (se dirigió al traductor)
—Thompson: Dígale que no, es que no es normal.
—Martínez: Dígale que no hay problemas, que no va a pasar nada.
En realidad, a los del otro lado del río Cunene, sobre todo a los blancos, les preocupaba cómo quedarían los suministros de electricidad y de agua a partir de los complejos Ruacaná y Calueque, ambos en Angola, que ya había alcanzado la independencia, y en cuyo territorio, sin embargo, se erigían aquellos dos importantes abastecedores para gran parte del territorio del Suroeste Africano (Namibia), una especie de protectorado sudafricano.
Con De Wet como interlocutor del comandante Alejandro Martínez, el hilo de la conversación fue el mismo de su antecesor: preocupaciones alrededor de las garantías para el personal que operaba los dos complejos, vitales para el norte namibio, y que no detuvieran sus operaciones.
El comandante cubano, a nombre de la máxima autoridad de la entonces República Popular de Angola —el presidente Agostinho Neto— le aseguró a De Wet que la parte oficial, el Gobierno de Angola y las fuerzas internacionalistas cubanas, garantizarían sus compromisos al norte del Cunene.
La parte sudafricana reiteró con el tema de la seguridad del personal que operaba ambos complejos, que no fueran maltratados por otras fuerzas, como el FNLA, la Unita o Swapo.
Martínez aclaró que sus tropas no tenían contacto alguno con los dos primeros y que la Swapo no era angoleña; que en gran medida, para garantizar la normalidad en la zona fronteriza, se requería de voluntad y colaboración de parte de los sudafricanos.
—De Wet: Sudáfrica está allí para el desarrollo del pueblo de esa ciudad (Oubambo, en Namibia), en cooperación con el pueblo negro. Pero los negros allí protestan y las fuerzas sudafricanas deben mantener el orden. Que el interés de los sudafricanos allí es el agua del río Cunene. Sudáfrica está de este lado y solamente quiere proteger Calueque y el agua, que es muy importante del lado de allá. ¿Que si ya estuvo en Calueque?
—Martínez: No.
—De Wet: Allá (se refiere a Calueque), verá que esa agua es llevada por unos canales hacia el pueblo de ese lado (Oubambo). ¿A Cuba quién le dio las instrucciones y las garantías?
—Martínez: El presidente Neto.
—De Wet: En estas condiciones, pueden empezar las conversaciones.
—Martínez: En primer lugar, le garantizamos la seguridad una vez que se nos entregue aquí... La presa la garantizamos también, la estancia de los trabajadores, y que por nuestra parte, no habrá ningún tipo de problema. Nuestros planteamientos están basados en lo dicho por el presidente Neto.
Tanto el Administrador del
Sudoeste Africano, como el del complejo Ruacaná —De Wet y Thompson, respectivamente— reiteraban la interrogante de si los cubanos eran representantes del Gobierno de Angola.
El primer comandante Alejandro Martínez, les aclaró en más de una ocasión que no eran enviados del Presidente de Angola, por lo que no podía responder más allá del contenido de las misiones de la tropa que comandaba; pero que sí dejó claro que actuaban en favor de la independencia y de las conquistas recientes del pueblo de Angola.
Un dato interesante y que quedó fuera del contenido de la transcripción de lo abordado en torno a una rústica mesa, se produjo antes del retiro de las partes en sus respectivas direcciones.
El sudafricano con rango de gobernador en Namibia le preguntó al jefe militar cubano qué respaldaba todos los argumentos que había expuesto en aquel encuentro; a lo que el primer comandante Leopoldo Cintra Frías, identificado como Alejandro Martínez, jefe de la agrupación de tropas que expulsó al ejército sudafricano de Angola, el 27 de marzo de 1976, respondió categóricamente: «…300 tanques que tengo a mis espaldas».
*Fragmentos de la transcripción del encuentro
Los tres comandantes cubanos
Alejandro Martínez fue el seudónimo que adoptó para este encuentro del hoy general de cuerpo de ejército Leopoldo Cintra Frías, ministro de las FAR. El ya fallecido general de división Néstor López Cuba, asumió el de Néstor Albuernes Maceo, y el general de división Romárico Sotomayor, comandante entonces, mantuvo su nombre.