Me quedé con las ganas de tenerlo cerca, de mirarlo a los ojos. Me pregunto si –de haber tenido la oportunidad- hubiese podido pronunciar alguna palabra. Pienso que no, pues dicen los que tuvieron la dicha, que tenía una personalidad que impactaba, que de entrevistado, se convertía en entrevistador.
 
Y esa fue una de las cualidades que le permitieron conducirnos por caminos de victorias. Su incansable necesidad de estudiar, de no conformarse; sobre todo la manera de hablarle a su pueblo, con la palabra oportuna; el respeto y el amor que siempre le transmitió, sentimientos recíprocos de todos los hombres y mujeres que hoy se multiplican en cada pedacito de Cuba.
 
Por eso hoy -a 59 años de su llegada triunfante a la Habana- los jóvenes orgullosos recuerdan el recorrido que realizara el líder histórico de la Revolución junto a sus compañeros de lucha.
 
El pasado 2 de enero inició la caravana de la Libertad que reedita aquel glorioso recorrido el Ejército Rebelde desde el oriente del país- hoy protagonizada por pioneros y estudiantes, los que si bien no exhiben la barba de los “barbudos”, sí con la sonrisa amplia y el júbilo de aquellos que lucharon sin descanso hasta alcanzar la libertad por la que tanta sangre se derramó.
 
Y es que ellos, nosotros, somos el relevo, y como en aquella ocasión, se alzan en una sola voz, en un solo grito de gloria, por el desarrollo en todas las esferas, por una revolución de Cuba y para los cubanos.
 
Y es que de Fidel heredamos también las ansias de ser cada vez mejores, de defender nuestro terruño con la mejor de las armas: la educación, la inteligencia, las ideas... Tener una vasta cultura era imprescindible para él, pues como dijo en una ocasión Hugo Rafael Chávez, Fidel siempre tenía una pregunta.
 
Recuerdo que en uno de sus libros refiere que iban juntos paseando por un río y el Comandante en Jefe no paraba de hablar, y cuando parecía que ya no quedaban temas, Fidel sumerge el dedo en el agua y dice ¿a qué temperatura estará? ...
Así era nuestro Fidel...