Recordando a Fidel Castro
Fue una demostración incomparable de los avances, en todos los órdenes, y agradecimiento de la juventud hacia Fidel. Mejor y más representativo de la ocasión, imposible.
Qué programación más hermosa y patriótica disfrutamos por la televisión gracias a Telesur, con motivo del primer aniversario de la muerte de Fidel, bellísima representación de múltiples valores ofrecidos por la juventud revolucionaria cubana al líder de la Revolución, con motivo del primer año del deceso. El escenario, la histórica escalinata de la Universidad de La Habana, testigo ancestral de las luchas rebeldes del estudiantado y pueblo cubano. Recordación sumamente emotiva y sentimental hacia Fidel, maestro y padre de generaciones de aquel pueblo, dando muestras de bienestar y orgullo bien merecido.
Con cuánta dignidad y belleza artística, llena de espontaneidad y alegría, cantaban, con extraordinario respaldo musical, los noveles exponentes del arte. Escuchamos coplas y poesías vibrantes y emotivas incorporadas al parnaso cubano, sin faltar el poeta nacional Nicolás Guillén.
La única intervención formal del presidente nacional de la FEU, la gloriosa Federación Estudiantil Universitaria de Mella y José Antonio, líderes generacionales, proclamando la virtualidad y los permanentes aportes de Fidel, que hacen irreversibles triunfos y conquistas de la Revolución. Fue una demostración incomparable de los avances, en todos los órdenes, y agradecimiento de la juventud hacia Fidel. Mejor y más representativo de la ocasión, imposible.
Con cuánto placer disfrutamos de los rostros y figuras jóvenes, hombres o mujeres, haciendo gala de arte, educación y formación temprana, producto del sistema institucional.
Es esta la doble satisfacción que recibimos en una actividad tan justa y memorable. Son las renovadas bases de aquella sociedad que garantizan el futuro. El marco no podía ser más justo y representativo de aquella juventud universitaria, de la segunda enseñanza, y del propio pueblo, en su "alma mater".
Todavía resuenan en nuestros oídos, en nuestros corazones, una demostración inigualable, única y sorprendente. No podía ser de otra manera y más apropiada, lo significativo son los organizadores y ejecutores de tal iniciativa, digna de los mayores elogios, pareciera estar llegando al paraíso. No hay duda, se está cumpliendo la tarea más importante de la Revolución, y continuará sin detenerse. Cómo es posible tanta bondad, espontaneidad, solo en el futuro que avizoramos, cuyo guía y creador no ha sido otro, Fidel.
Aquella escalinata que nosotros también conocimos como actores conscientes de sus valores simbólicos, jamás pensamos podríamos alcanzar con esta magnitud, luchamos por alcanzarla, pero más tarde, y no con tantas virtudes.
Vale recordar el pensamiento del apóstol José Martí: "La patria es ara, no pedestal".