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El combate de El Uvero y el ascenso del Che a Comandante

تاريخ: 

27/05/2017

مصدر: 

Radio Rebelde

المؤلف: 

El combate de El Uvero, que se realizó en la Sierra Maestra el 28 de mayo de 1957 y el posterior ascenso de Ernesto Guevara de la Serna al grado de Comandante del Ejército Rebelde se encuentran interrelacionados en la historia de la lucha revolucionaria en Cuba contra la dictadura batistiana. Desde el dos de diciembre de 1956 un grupo de 82 expedicionarios, dirigidos por Fidel Castro, llegaron a Cuba por la zona suroriental del territorio cubano, cercana a la Playa de Las Coloradas, para reanudar el combate contra el régimen dictatorial.
 
Entre los 82 expedicionarios se hallaba el ya conocido como Che Guevara por su procedencia argentina, quién a mediados de 1955 conoció a Fidel en la capital mexicana y bastó una conversación de varias horas entre ellos para que él se incorporara al grupo de cubanos que se entrenaron en México para después trasladarse a Cuba.

Inicialmente al Che Guevara se le asignó la misión de ser médico de la tropa rebelde atendiendo a su profesión pero poco tiempo después se convirtió en Cuba en uno de los más aguerridos combatientes.
 
Incluso el Che Guevara fue uno de los pocos expedicionarios que pudo reagruparse con Fidel a mediados de diciembre de 1956 en la Sierra Maestra.
 
Los expedicionarios habían sido dispersados como consecuencia de un ataque sorpresivo de los soldados de la dictadura el 5 de diciembre del año citado en Alegría de Pio.
 
Tras haber participado en el transcurso de los primeros meses de 1957 en varios de los enfrentamientos iniciales que tuvo la fuerza guerrillera en la Sierra Maestra, el 28 de mayo de ese año el Che se destacó en forma notable en el combate de El Uvero, acerca del cual, años después al escribir sobre sus vivencias en la lucha revolucionaria, lo calificó como el que marcó la mayoría de edad de la guerrilla.


Fidel decidió llevar a cabo ese combate en un gesto solidario con un grupo de expedicionarios que había arribado a Cuba por la parte norte de la provincia de Oriente.
 
Ellos no tenían relación con los combatientes rebeldes, pero Fidel comprendió que se les podía ayudar atacando una instalación militar y evitar que el régimen concentrara toda su atención en la persecución de esos expedicionarios.
 
En 1965 al hablar en el acto efectuado en el Uvero, Fidel explicó: “Así fue aquel histórico combate, reflejo de un sentimiento de solidaridad, de un espíritu de unidad de los revolucionarios que luchábamos en la sierra, de un sentido del deber para con los demás que combatían; reflejo también de la decisión de vencer o de morir de nuestros hombres, del espíritu de nuestros combatientes (…)
 
Para llevar a cabo el ataque a esa instalación militar de la dictadura batistiana los integrantes de la tropa rebelde con Fidel al frente tuvieron que realizar una larga caminata de unos cuantos kilómetros durante varias horas.

El combate se inició casi al amanecer pero se prolongó a través de varias horas.
 
Fidel detalló en el discurso citado que resultó necesario acudir al valor y el heroísmo de los integrantes de la tropa rebelde para vencer la resistencia de los soldados. Y resaltó: “Para tener una idea de la violencia del combate, baste decir que la tercera parte de los que participaron, aproximadamente, fueron muertos o heridos (…)
 
Años después del triunfo de la Revolución, el Comandante Ernesto Che Guevara en un trabajo que elaboró sobre el combate de El Uvero significó que a partir de ese instante “nuestra moral se acrecentó enormemente, nuestra decisión y nuestras esperanzas de triunfo aumentaron también simultáneamente con la victoria, y aunque los meses siguientes fueron de dura prueba, ya estábamos en posesión del secreto de la victoria sobre el enemigo.”
 
Y añadió: “Esta acción sello la suerte de los pequeños cuarteles situados lejos de las agrupaciones militares del enemigo y fueron desmantelados al poco tiempo.”
 
Tras cesar ese combate el Che entonces nuevamente hace las funciones de médico. Atiende no sólo a sus compañeros sino también a los soldados que habían resultado heridos.

Al respecto el Che contó lo siguiente: “El reencuentro con la profesión médica tuvo para mí algunos momentos muy emocionantes.”

Recordó que atendió primero a uno de los integrantes del Ejército Rebelde que se hallaba muy grave porque una bala tras haberle partido su brazo derecho y atravesar el pulmón aparentemente se le había incrustado en la columna y le había privado del movimiento en las dos piernas.
 
Además señaló: “Su estado era gravísimo y apenas si me fue posible darle algún calmante y ceñirle apretadamente el tórax para que respirara mejor.”
 
Precisó el Che que trataron de salvarlo de la única forma posible, es decir dejarlo en poder de los soldados contando con la garantía del honor del médico de atenderlo porque era imposible poder trasladarlo.
 
Igualmente detalló que cuando se lo comunicó al combatiente, diciéndole las palabras reconfortantes de rigor éste lo saludó con una sonrisa triste que podía decir más que todas las palabras en ese momento y que expresaba su convicción de que todo había acabado.
 
Y aseguró: “Lo sabía también y estuve tentado en aquel momento de depositar en su frente un beso de despedida pero, en mí más que en nadie, significaba la sentencia de muerte para el compañero y el deber me indicaba que no debía amargar más sus últimos momentos con la confirmación dealgo de lo que él ya tenía casi absoluta certeza.”

Poco tiempo después los combatientes rebeldes de haber cesado el enfrentamiento los combatientes rebeldes iniciaron la retirada de la zona de El Uvero.
 
Entonces Fidel decidió que el Che con un reducido número de combatientes atendiera a los que habían resultado heridos en el combate hasta su total recuperación.
 
En la práctica se creó una segunda columna dentro de la tropa rebelde que resultó encabezada por el Che. En ese momento ya él tenía el grado de Capitán y posteriormente se le otorga el de Comandante.
 
Acerca de ello el Che llegó a puntualizar, en otros de los trabajos que elaboró, que se le había escrito una carta Carlos, nombre clandestino de Frank País, el dirigente del Movimiento 26 de Julio en la provincia de Oriente.
 
Expresó: “La firmaron todos los oficiales del Ejército Guerrillero que sabían hacerlo (los campesinos de la Sierra no eran muy duchos en este arte y ya eran parte importante de la guerrilla). Se firmó la carta en dos columnas y al poner los cargos de los componentes de la segunda de ellas, Fidel ordenó simplemente ponle comandante cuando se iba a poner mi grado. De ese modo informal y casi de soslayo, quedé nombrado comandante de la segunda Columna del Ejército Guerrillero la que llamaría número cuatro posteriormente.”
 
Y al evocar lo que experimentó en ese instante, el Che afirmó: “La dosis de vanidad que todos tenemos dentro, hizo que me sintiera el hombre más orgulloso de la tierra ese día. El símbolo de mi nombramiento, una pequeña estrella, me fue dado por Celia junto con uno de los relojes de pulsera que habían encargado a Manzanillo.”
 
En el transcurso de los años 1957 y 1958 el Comandante Ernesto Che Guevara continuó participando en forma activa en la lucha revolucionaria en Cuba.
 
Llegó también a dirigir la Columna 8 “Ciro Redondo”, con la que realizó en 1958, entre agosto y octubre, la invasión desde la provincia de Oriente hasta la zona central de Cuba, donde igualmente realizó una gran labor política y militar y libró nuevos enfrentamientos exitosos contra las fuerzas de la dictadura batistiana.
 

Particularmente hay que destacar la gran batalla de Santa Clara realizada en los días finales de diciembre de 1958.
 
Del Che como un gran combatiente y uno de los jefes más capaces del Ejército Rebelde, Fidel se refirió en el discurso que pronunció en la velada solemne efectuada en La Habana, en la Plaza de la Revolución José Martí el 18 de octubre de 1967:
 
“Che era un insuperable soldado; Che era un insuperable jefe; Che era, desde el punto militar, un hombre extraordinariamente capaz, extraordinariamente valeroso, extraordinariamente agresivo. Si como guerrillero tenía un talón de Aquiles, ese talón de Aquiles era su excesiva agresividad, era su absoluto desprecio al peligro.”